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lunes, junio 08, 2009

El Salón 2009.

Además de los buenos recuerdos, mejores contactos y experiencias memorables ya señalados, el 27º Salón del Cómic de Barcelona nos ha regalado muchas otras cosas. Creemos recordar que lo insinuaba Álvaro Pons en su largo y detallado artículo sobre las novedades del Salón para El País, cuando se entra en esa gran nave de Plaza España que cobija la celebración comiquera por antonomasia de nuestro país, se le acelera a uno la presión sanguínea y se le dilatan las aletillas de la nariz (suponemos que como rastro y reflejo del animal que somos), al mismo tiempo que se adopta una sudorosa actitud de ataque. Nos pasaba algo igual cuando, hace ahora muchos años, paseábamos inconscientes por las calles londinenses, hasta toparnos con alguno de los grandes almacenes musicales de Oxford Street (Virgin, HMV): aquellas filas infinitas de cajones ordenados alfabéticamente ejercían sobre nosotros el mismo efecto que las espinacas en el marino, nos invadía la sobre-excitación previa al combate y allí que nos lanzábamos a la rebusca de chollos de la psicodelia y gangas indy-poperas. Algún instinto así de bajo se nos despierta en el Salón, año tras año.
Y es que uno no da a basto: ¿por dónde se empieza? ¿Nos decidimos a comprar esos cómics que llevamos tiempo anhelando (alguno de los cuales difícilmente llega a provincias) o comenzamos la fase de relaciones públicas y nos dedicamos a saludar a los amigos barceloneses, blogueros, saloneros o gratamente circunstanciales? La tira de dudas, páginas de dudas, dudas en viñetas. ¿Hacemos cola para conseguir la rúbrica y el gesto gráfico del maestro invitado o nos deleitamos con la maestría del arte colgado en forma de originales?
Mucho que hacer para apenas un puñado de horas, que nunca son suficientes para el salonero empedernido. Se sabe y hace sufrir. Lamentaremos no haber tenido tiempo de que Paco Alcázar nos dedicara su Silvio José o, mejor dicho, de no habernos percatado de que Mondadori también existe y que la de El Jueves no es la única morada de sus autores. Aceptaremos resignados la, no por sabida menos dolorosa, evidencia de que nos íbamos a ir sin las firmas de Gipi o David B.; trasmutados en constelaciones saloneras rodeadas de meteoritos de fans dispuestos a esperar años luz para hacerse con una de esas acuarelas, por ejemplo, que alumbran la más blanca de las páginas. Nos prepararemos mentalmente, en un ejercicio de automortifcación, para infortunios hijos del despiste: no nos extrañaría, por ejemplo, que no llegaramos a tiempo a la charla de McCloud por culpa de un quítame allá esas páginas o que, después de llevar un tiempo maquinándolo, nos volvieramos a casa sin ver a Jeff Brown, pese a tener el cómic en la mano. Son todas ellas cosas que podrían suceder en un Salón como el de Barcelona, tan lleno de estímulos y citas.
Da lo mismo, nadie se va con las manos vacías. Seguro que, pese a todo, sacaremos algún minuto para "deleitarnossinpestañear" ante la tan mentada exposición de originales de Alex Raymond, que no todos lo días se acuesta uno con un Flash Gordon en el buche; o, como consuelo no menor, siempre nos quedarán las planchas de S, perdón, de Gipi, perdón de S de Gipi, que también dibujan su arte y no obligan a colas; o las de Jazz Maynard. Hablando de colas, no estamos seguros pero estábamos por asegurar que la de Victoria Francés nos iba a dejar estupefactos y con cara de góticos traspuestos (¿será Victoria la heredera ilegítima de Ibáñez en cuestión de colas? Duda legítima).
¿Y este colón?
Muchas deudas cronológicas, se nos acaba el tiempo. No podremos perdernos la charla sobre el cómic y la crítica o la crítica de cómics (tanto encabalga, encabalga tanto) con Altuna al frente, Pons, Guiral y Azpitarte a los flancos y un público, seguro, con Pepo a la cabeza y hambre polemizador. Sábado, tarde-noche.
Repasemos: nos tiene que haber dado tiempo a firmar un ratito, a pasar por el stand de Bizancio a saludar a editor y autores, a tomar algún refrigerio cereal (cebada) bien acompañados de blogueros (de eso ya hemos hablado), a hacer mini-colas para conseguir los dibujazos de algún maxi-dibujante, como los muy tímidos Jasón y Anders Nilsen, a pasarnos por el stand italiano de Edizioni Di, que tiene cómics de Pazienzia y Jacovitti (creo que nos haremos con Pompeo, el clásico maldito de aquel) y tiene que darnos tiempo a... a hacer algunas fotos:
El croupier: Paco Roca, todas las cartas sobre la mesa.
As de diamantes: Mc Cloud, para entender el cómic y tal.
Trío de reyes: Gaspar Naranjo haciendo de fan, Jason y Rubín, repartiendo.
Póquer de ases: Pons, Altuna, Guiral y Koldo, barajando.
De regalo lector, para amenizar las semanas venideras y superar la morriña de estos próximos 364 días, compraremos cositas de Brown, Gipi (omnipresente), Possy Simonds y alguno de esos fanzines y revistas que en Barcelona se encuentran como en su casa, de tan bien tratados y representados como están. Se lo vamos contando.

martes, junio 02, 2009

Arquitectura de un stand cumpleañero.


No podíamos esperar mejor regalo de cumpleaños (el último día de mayo este blog cumplía tres añitos). Así se veía el stand de Viaje a Bizancio Ediciones en su rinconcito compartido (junto a Ariadna Editorial) del Salón; y así se veía La arquitectura de las viñetas lucir junto a Vuelos rasantes, Memorias invisibles, Alteregos y De cómo te conocí, te amé y te odié.

El orgulloso y sonriente editor de la criatura

Ha sido una experiencia intensa. No ya por el hecho de ponerse al otro lado del mostrador durante unos minutos (a una intempestiva pero suculenta hora gastronómica -y no, no somos ninguno de los que aparecen en la foto-), sino por los muchos amigos a los que hemos tenido el placer de saludar y conocer. Entre idas y venidas, visitas y hallazgos, deleites y colas varias, hemos podido decir hola, por fin, a muchos de los visitantes de esta bitacorita y a tantos otros de aquellos blogueros por cuyas "casas" nos hemos paseado asiduamente durante los últimos años. Ha sido un placer toparnos, al fin, con el carcelero o con Pepo, volver a saludar a los Malavideros, a Ed, conocer a Maxi o a Koldo, chocar manos, si bien fugazmente esta vez, con los Gallardo, Vázquez y Roca, tomarnos unos refrigerios noctambulistas con nuestros viejos amigos Pejac y Gaspar y, por supuesto, agradecer su confianza a los numerosos amigos que se pasaron por el stand a comprar el mentado libro de las pastas amarillas. Nos quedaron muchos encuentros irrealizados, pero no descartamos nuevas intentonas futuras.
Una cosa más. Prometemos dejar de dar la tabarra con el libro de marras, pero ante la pregunta recurrente con que algunos amigos (deudas de afecto, suponemos) nos han festejado estos días acerca de la ubicación y disponibilidad en librerías de La arquitectura de las viñetas , remitimos a todos los interesados a grandes superficies como la Fnac o La casa del libro, a librerías especializadas (vulgarmente llamadas tiendas de cómics) o a la página de la editorial que, nos aseguran, enviará al pagador cuantas copias hagan falta sin cobrar gastos de envío (O € ).
Y ya está. A partir del siguiente post, salvo causa mayor, les contaremos lo que realmente tuvo de interesante esta nueva edición del Salón del Cómic, que fue mucho. Saludos

jueves, mayo 28, 2009

Nos vemos en Barna.

Llega el día. Se acerca el Salón Internacional del Cómic de Barcelona y, como en los últimos años, pretendemos estar allí, deambulando entre casetas con los ojos desorbitados y la cartera gimiendo ante la imposibilidad de comprar todas las novedades que desearíamos, buscando horarios de firmas y haciendo colas (como buen fan) para ver de cerca a los autores que admiramos y que hemos leído durante el curso, saludando a unos y otros, que después de varias sesiones uno termina por conocer a la parroquia, y, esta vez, sentados durante una ratito detrás del mostrador de Viaje a Bizancio Ediciones, para presumir de criatura. Si les apetece, allí nos vemos el sábado de 13 a 15 horas y por el recinto el resto del tiempo.