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viernes, octubre 28, 2016

TBO en la onda: cómics y vanguardia en el siglo XX

En nuestra última cita radiofónica en Plan B, nos acercamos a las vanguardias (más o menos escondidas) del cómic del siglo XX: esos autores que intentaron colarse en la modernidad por los escasos resquicios que les permitieron las restricciones formales y editoriales de los syndicates periodísticos estadounidenses. En TBO en la onda (a partir del minuto 21:50) hemos invitado a genios como Winsor McCay, Lyonel Feininger, Gustave Verbeek, George Herriman o Frank King. Nombres esenciales, artistas recuperados y por reivindicar (más que nunca) en estos tiempos de novelas gráficas y nostalgia. Y, de postre, rematamos con algunas reflexiones sobre el nobel a Bob Dylan, que todavía no ha tocado nadie el tema.

domingo, julio 28, 2013

Welsh rarebit fiend.

Hace unas semanas estuvimos en Inglaterra y tuvimos la ocasión de probar esto:
Ingredientes para Welsh rarebit (tostadas galesas con queso y cerveza), según mis recetas:
  • 4 rebanadas de pan de molde grueso sin corteza
  • 125 grs de queso cheddar rallado grueso
  • 1 cucharadita de mostaza
  • 1 huevo poco batido
  • 1 pizca de pimienta blanca
  • 2 cucharadas de cerveza 
  • mantequilla a temperatura ambiente.
Algo que no tendría mayor trascendencia si no fuera porque esta tostada con mostaza y queso gratinado era la responsable directa de que los personajes de una maravillosa serie clásica sufrieran las más terribles e indigestas pesadillas imaginables. Todo por obra y gracia del primer gran genio del cómic, uno de nuestros autores favoritos y un artista a quien siempre terminamos volviendo, el gran Winsor McCay.
Si aún no conocen su Dream of the Rarebit Fiend, se la recomendamos fervientemente para estos días de siesta y canícula veraniega, eso sí después de una buena tostada regada con cerveza de jengibre:

lunes, octubre 15, 2012

Google Nemo's Kat!

Hoy 15 de octubre de 2012 se ha celebrado una peculiar "onomástica" alrededor de ese artista con mayúsculas que siendo casi un adolescente ofrecía sus bocetos a quien quisiera escucharle, al grito de "algún día estos dibujos valdrán miles de dólares". La fe que el joven Winsor McCay tenía en su propio talento no era infundada. Las páginas originales de sus Dream of the Rarebit Fiend, Little Sammy Sneezy y, sobre todo, las de su obra maestra, Little Nemo in Slumberland, se venden en la red por varios de esos miles de dolares que su creador anticipaba. Existen pocas planchas del Pequeño Nemo en circulación, quizás porque, como nos contó alguién en cierta ocasión (y aquí entramos en el terreno enfangado del cotilleo especulatorio), el bueno Steven Spielberg es uno de sus más acérrimos fans y no deja pasar la ocasión de pujar y hacerse con ellas. Sin fortuna pecuniaria a cuestas, nosotros nos declaramos igual de fans (y bien que se nota) que Mr. Poltergeist.
 
En realidad, el aniversario no le toca tanto al señor McCay como a su soñador infante. Hace unos años le dedicábamos algunos párrafos admirativos a Little Nemo in Slumberland en nuestra arquitectura viñetera: 
Little Nemo in Slumberland de Winsor McCay es un modelo claro de permeabilidad entre lo popular y lo culto dentro del panorama del cómic. Pese a surgir como página dominical en 1905, Little Nemo supera ampliamente las barreras impuestas por sus necesidades editoriales, así como las posibles limitaciones motivadas por su personaje protagonista, muy elemental en su conformación (a todas luces, el pequeño Nemo es un personaje plano). Probablemente, la primera obra maestra de un arte balbuciente, Little Nemo destacó –quizás por esa misma personalidad primeriza y la consiguiente ausencia de modelos– por su respeto ante la libertad creativa del autor, por una innovación técnica constante y por la justificación de un universo onírico personal, difícilmente extrapolable a otro lenguaje que no fuera el de la narración gráfica.
 En su conjunto, las historias de Little Nemo se reciben como un compendio de pequeños poemas narrativos que esbozan una breve poética de lo impredecible, de las posibilidades ilimitadas con que cuenta el subconsciente para transmutar en sueño cada elemento de nuestra cotidianeidad. Richard Marschall, sitúa a Little Nemo in Slumberland en el origen del género que el denomina “Humor abstracto”. Una aproximación al cómic como vehículo de contenidos intelectuales y reflexiones críticas, solapadas tras escenarios fantasiosos, cronologías indefinidas y realidades alegóricas, disfrazadas en muchas ocasiones de inocentes cuentos tradicionales.
Sin embargo, lo que nos ha congraciado con este día de celebración y justifica la fecha elegida (un tanto traída por los pelos, no nos engañemos: ¿107 aniversario?) ha sido el espectacular doodle (ya saben, la versión tuneada de su logo) que se han montado los chicos de Google a cuento de la efeméride. Lo habían bordado con el homenaje guitarrero a Les Paul o con el acercamiento a otros personajes de la cultura y el arte como Popeye, pero con Little Nemo la cosa ha adquirido tintes de genialidad. El desplegable animado, a partir de ese Nemo que utiliza su cama como rampa de despegue hacia un mundo de fantasía, recorre algunos de los mejores momentos de la serie (glorioso ese chapuzón con la luna por testigo) y se convierte en un inteligente y sentido homenaje a una de las series esenciales en la historia del cómic. No os malacostumbréis, pero, gracias Google.