miércoles, abril 27, 2016

Sandra Chevrier. Rostros y superhéroes tatuados

El número 32 de la revista VNA (Very Nearly Almost) le dedica un artículo a la artista canadiense Sandra Chevrier. Su título, "Superheroism", no es casual; su ubicación en una revista dedicada sobre todo al arte urbano, el grafiti y las intervenciones en espacios arquitectónicos, tampoco.
Aunque la obra de Chevrier se enmarca dentro de los esquemas del arte tradicional (básicamente trabajos sobre papel y lienzo realizados con técnicas clásicas: óleo, acuarela, tinta china...), sus cuadros y dibujos presentan un espíritu profundamente contemporáneo por lo que respecta a sus intenciones y realización. 
Lo observamos, por ejemplo, en Studies on Paper, en los que la artista recurre al collage y al apropiacionismo pop para recrear rostros de bellas mujeres (con reminiscencias a conocidas modelos y actrices) invadidos por imágenes prestadas de la cultura pop y, sobre todo, de los cómics de superhéroes clásicos. Nos encontramos así con las efigies esbeltas de  hipotéticas Audrey Hepburns, Merilyn Monroes o Brigitte Bardots, con sus rostros invadidos por Supermanes compungidos o por onomatopeyas y batiseñales. El resultado es profundamente estético y desprende una sutil inocencia pop.
En las diferentes series que encuadra bajo el título Super Hero Canvas, la autora lleva el proceso un paso más allá por lo que respecta a la "nobleza" de los materiales empleados (óleo sobre lienzo), sin que la base de su propuesta varíe sustancialmente: de nuevo, recrea los rostros estilizados y graciosos de mujeres, cuya perfecta armonía se ve truncada por el "tatuaje" conveniente de escenas superheroicas descontextualizadas sobre sus caras. En Hand Painted Cages, el proceso se repite con acrílico sobre madera tallada.


La idea del rostro convertido en muro, pantalla o viñeta (como se prefiera), junto a la obvia referencia al collage (que en algunos casos no es tal, ya que las imágenes están directamente pintadas sobre el rostro) y las técnicas de sobreexposición y sobreimpresión combinadas, son los factores que convierten los cuadros de Chevrier en "textos" modernos y los emparentan con muchas vertientes contemporáneas del arte urbano, el post-pop y el neodadaísmo. Aunque sus trabajos tienen cierta impronta decorativa y se mueven en ocasiones en un territorio cercano a la ilustración, su uso del fotorrealismo, junto al empleo de técnicas mixtas y materiales normalmente emparentados con las bellas artes, están granjeándole al interesante ejercicio de apropiacionismo pop de Chevrier una popularidad creciente entre aficionados, galeristas y medios de comunicación. El pop está de moda, otra vez.

jueves, abril 21, 2016

La casa, de Daniel Torres, en la SER Soria

Retomamos nuestro microespacio en SER Soria para hablar junto a Eva Lavilla y Chema Díez del próximo Salón del Cómic de Barcelona, y para acercarnos a algunas de las obras favoritas a obtener el premio a mejor publicación del 2015.
En esta ocasión nos centramos en uno de los cómics que más disfrutamos el curso pasado: La casa, de Daniel Torres; una obra que puede presumir de didactismo, enciclopedismo y virtuosismo gráfico a partes iguales. El libro de Torres nos invita a viajar por la historia y la geografía de la vivienda humana desde el origen de la civilización hasta nuestros días, en un recorrido ambicioso que ilumina, entretiene y cautiva.

miércoles, abril 13, 2016

Billie Holiday, de Muñoz y Sampayo, en ABC Color. La canción de la mala vida

Hace algo menos de una semana se cumplían 101 años del nacimiento de una de las grandes voces del jazz, de la música: Billie Holiday. Decidimos celebrarlo por anticipado en el periódico ABC Color de Paraguay, con una reseña del homenaje que otros dos clásicos, los artistas José Muñoz y Carlos Sampayo, le dedicaron a la leyenda en forma de cómic. Curioso intercambio, en realidad, porque Muñoz y Sampayo son también dos leyendas vivas, de la narración gráfica en su caso. 
Nuestra editora Montserrat Álvarez le dedica en el número un perfil biográfico a la gran cantante; el Doctor en Filosofía y melómano, Jorge Manuel Benítez, se acerca a su voz a través de la escucha de All or Nothing at All; y nosotros completamos el homenaje con nuestro artículo: "Billie Holiday, de Muñoz y Sampayo. La canción de la mala vida".

Desde siempre, desde que, vanguardia viva, bucearon en el nacimiento de un cómic adulto que se dio en llamar «cómic de autor»; desde que se presentaron como invitados transatlánticos del hermano continental junto a aquellos tipos del underground y a aquellos atildados auteurs europeos que ahora entendemos como padres de la aclamada cosa gráfica novelada; desde que empezaron rasgando la página y la viñeta a machetazos, y los bocadillos con letras trazadas por un buril; desde entonces, Muñoz y Sampayo parecen arte nuevo y revelación, más que cómic; o cómic artístico y vanguardia, que puede llegar a ser lo mismo. Reinventores del lenguaje.
La edición preciosa de Billie Holiday, de Salamandra Graphic (prestada de los franceses Casterman) se abre como si fuera un museo: páginas doradas a lo Klein antes de los créditos; retrato plateado de ella, esbozado sobre negro como una caligrafía arrugada, para ilustrar el título; y luego, la foto enorme en plano medio de Francis Paudras de una Billie bellísima y jovencísima: una diosa de la música en plena exuberancia subrayada por un tocado de flores blancas sobre su pelo ensortijado. Un museo sin casi abrir el cómic de Muñoz y Sampayo, aún.
«Prostituta, alcohólica, toxicómana. Muere joven... Una vida sentimental desgraciada», dicta el cronista. La niebla de Billie Holliday es demasiado densa como para que la realidad llegue algún día a despejar el mito perfecto del malditismo, la gloria y el amor convertido en jirón de voz.
Con el estilo oblicuo y afilado de Muñoz, y la inclinación de Sampayo por los relatos seccionados y la mirada múltiple, este cómic aborda la historia de la gran dama del jazz como un relato construido a partir de referencias cruzadas y testimonios fragmentarios; recreando, en algún sentido, la propia vida de su protagonista. En el prólogo del cómic, Francis Marmande así lo señala:
«Afortunadamente, Billie Holiday vivió varias vidas. Varias vidas simultáneas, cruzadas, enredadas como el hilo de una madeja, con suficientes placeres inauditos para transmitírselos a todo el mundo; con aquella risa, a pesar de todo, sobre un fondo de muerte, y esa locura por los hombres que la llevaría a la perdición.
»...Tuvo la energía para vivir todas esas vidas mil veces más intensamente que nuestras vidas cuadriculadas, escrupulosas, renqueantes. Tuvo, sobre todo, la capacidad dañina de vivirlas todas juntas en sus intersecciones, en sus brechas, en sus heridas insoportables. Murió a los cuarenta y cuatro años».
Aquel cronista que mencionábamos, un periodista al que le han endosado la tarea de escribir sobre el trigésimo aniversario de la muerte de una cantante de jazz a la que no conoce, es una de las esquinas de este relato oblicuo, también fragmentario y entrecruzado. Una de las marcas de estilo de Muñoz y Sampayo. Otra de esas marcas es la presencia protagonista en Billie Holiday de Alack Sinner, personaje estandarte e icono del dúo creativo; detective oscuro, torturado, complejo, que representa una de las cumbres de la serie negra comicográfica, y referente fundamental, en las numerosas historias protagonizadas por él, para el crecimiento del cómic adulto a partir de aquel cómic de autor europeo e hispanoamericano de los años sesenta y setenta. En Billie Holiday, Alack Sinner es un policía primerizo (ignorante aún del serpenteante universo ficcional biográfico que le espera) que un día, de niño, conoció a la más grande cantante de jazz; y que luego, ya de adulto, volverá a encontrarse con ella un luctuoso 17 de julio de 1959, casi sin saberlo. Vidas cruzadas, viajes autorreferenciales.
La tercera presencia del relato es, claro, la que le pone nombre: Eleonora Holiday, Lady Day, Billie Holiday… La historia de una desgracia continuada que llegó a parecer una vida; y que salpicó a quienes la rodeaban, como a ese pobre Lester «Pres» Young, un hombre invisible que respiraba a través de un saxofón.
El cronista indaga, recupera los retales de la biografía y los une, no para ilustrar la imagen luminosa de su éxito y recuerdo póstumo (la que resiste plastificada en las portadas de sus CDs recopilatorios), sino las huellas casi perdidas de su fracaso como persona, de su vida infeliz sacudida por el machismo de los hombres que no la quisieron y por el racismo de sus conciudadanos, que no la respetaron. De fondo, suena «You might find th’night time th’right time for kissin», como un mantra. Tonada del anhelo de lo que nunca fue.
La voz de Billie Holiday encerraba el secreto del arte, y sus canciones solo nos dejaban constatarlo por una rendija. Este cómic lo da por hecho, y nos abre otra rendija para que descubramos la fragilidad, la imperfección y la suerte perra que en realidad respiraban debajo de la estrella.
El arte gráfico de José Muñoz, dueño del claroscuro, del tenebrismo, el verdadero expresionista alemán de Buenos Aires, es de nuevo un prodigio de manchas, intersecciones y rostros cortados por la tinta de una navaja. Los globos y los textos de Billie Holiday se entretejen, van y vienen, y, como en una banda sonora impresa sobre papel, crean un contexto, una atmósfera pesada y densa, hecha de conversaciones anónimas, recuerdos casi perdidos y muchas noches sin dormir (las del periodista, que necesita terminar su artículo, las de Alack Sinner, que no sabe que ella se está muriendo en la habitación contigua, y las de Billie Holiday, que fueron casi todas).
Este cómic está cargado de arte desde la portada hasta las páginas finales, en las cuales, bajo el título de «Jam session», se recogen los increíbles bocetos, dibujos rápidos y cuadros de situación creados por Muñoz para terminar de redondear un trabajo, que es un homenaje a la vida triste de una voz única.

miércoles, abril 06, 2016

Más de arquitectura y cómics. Revista MAS Context, especial "narrativa"

Después de aquel post acerca del simbolismo arquitectónico en el cómic, hemos estado especialmente receptivos hacia el tema. Por ello, o porque las casualidades siempre se enredan con los intereses circunstanciales, en los últimos tiempos nos hemos topado con varios textos interesantes que apuntan a la relación entre el cómic y la arquitectura. Algunos apuntes al respecto: 
En los comentarios de la entrada mencionada, Emilio Aurelio Gil, arquitecto y autor de blogs clásicos como Tangencias o Cómics en extinción, nos invita a acercarnos a sus interesantes fichas de lectura dedicadas a la relación entre comic y urbanismo; las conocíamos de antaño, pero nunca está de más revisar su acercamiento a la arquitectura comicográfica. Es el suyo un trabajo cuidadoso, lleno de hallazgos y reflexiones interesantes:
Me permito sugeriros este enlace, donde analizo gráficamente la interacción entre arquitectura, urbanismo y cómics. Yo diría que esa interacción se produce desde el momento en en que estas disciplinas utilizan el dibujo no por si mismo, sino como un medio para narrar historias o para transmitir las bondades de un proyecto que hasta ese momento solo está en nuestra mente.

El Issue 20 / Winter 13 de la revista cuatrimestral de arquitectura MAS Context (que se puede leer online o descargar gratuitamente en formato .pdf) estuvo dedicado a la “Narrativa”; en gran medida, a la relación entre el espacio arquitectónico, la imagen y la secuenciación. No es casual, por tanto, que los principales protagonistas de sus páginas sean el cómic y los autores de cómics. La portada, sin ir más lejos, está ocupada por algunos de los conocidos cortes axonométricos de plantas de edificios de Chris Ware.
Como marco contextualizador, la revista abre con dos interesantes artículos. El primero está firmado por el arquitecto y estudioso del cómic Koldo Lus Arana: “Comics and Arquitecture, Comics in Arquitecture”. En él, Arana hace un documentado repaso a la relación entre arquitectura y cómic, comenzando por un acercamiento (no muchas veces visto dentro de los estudios sobre cómic) a los préstamos que aquella ha tomado de las narraciones gráficas.
En su primera parte, se mencionan el uso del stoyboard que hizo Le Corbusier; los trabajos y las presentaciones del Equipo Archigram (a uno de cuyos miembros, Peter Cook, la revista dedica una entrevista), que utilizó las viñetas y las proyecciones secuenciales para desarrollar sus proyectos más importantes; se nos cuenta cómo Norman Foster recurrió a autores de cómic como John Batchelor (Dan Dare) o Franck Dickens (Bristow) a lo largo de su carrera, para realizar dibujos y versiones axonométricas de algunos de sus proyectos; o cómo fue Tanino Liberatore, entre otros artistas, el encargado de ilustrar el Louisiana Manifesto de Jean Nouvel. En la última parte de su estudio, Lus Arana plantea la naturaleza arquitectónica de toda construcción comicográfica: ambas disciplinas comparten relaciones de base en la organización espacial. Habla el autor de la influencia que el cómic ha tenido en arquitectos como Norman Foster, Jean Nouvel o el equipo Archigram, y de la incursión de François Schuiten, Joost Swarte, Marc-Antoine Mathieu y otros autores de cómic en proyectos arquitectónicos y diseños escenográficos:
…this interdisciplinary overlap happens in both ways, in an exchange that becomes particularly visible in the Franco-Belgian scene, where finding the participation of comics authors in the design of buildings, set designs, scenographies, or architectural installations has become a rather habitual situation, one that underlines the changing role of the medium in the cultural status quo and as its increasing “design” component. Excursions into architectural grounds are frequent in cases such as Marc-Antoine Mathieu’s or especially François Schuiten’s, whose designs, bred in the two dimensional, fictional realm of comic books, have been translated and adapted into exhibition spaces, interior designs, and outdoors architectural ornamentation. The restoration of the Maison Autrique, Victor Horta’s first Art Nouveau building in Brussels, is a particularly illustrative example. Stemming from François Schuiten & Benoit Peeter’s infatuation with the Belgian architect, both comics authors, who enjoy great public recognition within Belgium’s cultural scene, became the promoters and main supporters of the project, which they then integrated within the mythology of their series Les Cités Obscures, via an inner scenography designed ad-hoc. This same interdisciplinary tack can be found in Josst Swarte’s collaboration with Mecanoo on the design of the De Toneelschuur theatre in Haarlem (1996), later turned into a book and further architectural works, or in the development of the Nederlands Stripmuseum in Gronigen (2004), whose exterior redesign was undertaken after proposals by artists such as Schuiten or Henk Kuijpers (p. 25).
El segundo estudio teórico de la revista, a cargo de Mélanie van der Hoorn (“Buildings and Their Representations CollapsingUpon One Another”), se centra en los “cómics arquitectónicos”, entendiendo por tales aquellas “strip stories in which architecture plays a leading part, most of which have been made or commissioned by architects. In terms of content, the comic strip enables architects to present a project or concept or to express a critical standpoint” (p. 35). Es decir, comics realizados por arquitectos, bien como continuación (lúdica o profesional) a su propia ocupación arquitectónica, o como parte integrante de ésta. Nos descubre Van der Hoorn nombres y proyectos tan interesantes como los de Daniel Bosshart, Alexandre Doucin, Jimenez Lai o los del colectivo ruso Quiet Time.
Precisamente, entre sus contenidos, la revista incluye cómics de los dibujantes Leopold Lámbert, Jimenez Lai y Klaus, que prestan una atención especial a la espacialidad. El volumen incluye, además, entrevistas a varios de los autores de cómic citados en sus artículos a propósito de su incursión en el territorio de la arquitectura; todos ellos reconocidos por su recreación de espacios urbanos e interiores habitacionales: autores como Klaus, François Schuitein, Joost Swarte, Marc Antoine-Mathieu y Manuele Fior.
Como mencionábamos anteriormente, una de las entrevistas del volumen está dedicada a Peter Cook, que además de arquitecto fue, junto a Warren Chalk, fundador del grupo creativo y de la revista Archigram; a partir de cuya filosofía, sus autores desarrollaron su peculiar labor arquitectónica, fuertemente imbricada con la disciplina comicográfica.
Merece la pena echarle un vistazo al trabajo de Cook y a las futuristas y siempre originales ideas de Archigram. En MAS Context nos lo han puesto fácil.