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miércoles, marzo 01, 2017

Hablamos de Javier Coma en Plan B

La semana pasada nos deparó dos noticias especialmente luctuosas para el aficionado comiquero: en tres días nos dejaron Jiro Taniguchi y Javier Coma, dos nombres que forman parte de la historia misma del cómic. El primero fue uno de los autores de referencia del manga, un autor que puso al cómic japonés adulto en el foco de atención, una vez superada la fiebre Otomo (volveremos a Taniguchi en un futuro no muy lejano).
Coma, por su parte, fue un crítico y estudioso de referencia en la investigación comicográfica; sus eruditos libros, enciclopedias y colaboraciones significaron para muchos de nosotros una puerta abierta a la historia del cómic estadounidense, en un tiempo en el que la "novela gráfica" y la moda del cómic ni siquiera se intuían; cuando ni los periódicos, ni las universidades, ni los expertos de la cultura y el arte hablaban de viñetas, ahí estaban gente como Coma, Gubern, Antonio Martín, Vázquez de Parga o Altarriba.
A Javier Coma le dedicamos nuestra última participación en Plan B, en nuestro espacio «TBO en la onda». De todo lo anterior hablamos, pero tirando de la madeja del magisterio de Coma, terminamos también enrededados en temas tan variopintos como Tebeosfera, GRAF, el cómic digital o la feria de ARCO.
El audio a partir del minuto 03:45: «TBO en la onda».

viernes, enero 20, 2017

Algunos cómics de 2016 que deberían leer (en Plan B)

El 19 de diciembre, nuestros amigos de Plan B (Arco FM) nos invitaron a darle un repaso rápido a 2016 y a charlar de los mejores cómics del año en nuestra sección "TBO en la onda". Dicho y hecho, durante un buen rato estuvimos sacándole brillo a algunas de las páginas de las que pocos días después daríamos cuenta en nuestro listón con lo mejor de 2016. No tuvimos tiempo de hablar de todos, pero la conversación fue jugosa.
La tienen aquí, a partir del minuto 02:22 («TBO en la onda», con Rubén Varillas. Hoy: repaso a los mejores cómics de 2016).

viernes, diciembre 30, 2016

En Navidades, regale un Ware (en Plan B)

No hay mejor excusa, ni mejor aliciente para ser moderno, para estar a la última y presumir de sapiencia comicográfica, que leer a Chris Ware: el nuevo genio del cómic, pope de la novela gráfica y renovador del diseño contemporáneo. De todo eso hablamos en Plan B, con nuestros amigos Jorge y Alfredo (a partir del minuto 3).
Escuchen y saquen ideas para Reyes:

miércoles, diciembre 21, 2016

Intemperie, de Javi Rey. Viñetas tremendistas (en Culturamas)

Hemos publicado en Culturamas, vuestra revista cultural favorita, nuestra última reseña comiquera. En este caso, un cómic de Javi Rey que adapta la novela de Jesús Carrasco, del mismo nombre: Intemperie.
Se trata de una historia que recupera aquel tremendismo que tanto martilleó durante la postguerra literaria española, gracias a obras como La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela. Nos gustan muchas cosas del trabajo de Rey, su dibujo y su manejo del color son brillantes, los personajes están perfectamente trabajados y sus paisajes se ahogan en el polvo del camino y el frío de las noches al raso. En este escenario, Chico, el protagonista, busca un camino, una dirección, que le permita escapar de su pasado y de su vida, sobrevivir en definitiva.
Paséense por Culturamas y échenle uno ojo a "Intemperie, de Javi Rey. Viñetas tremendistas".

jueves, diciembre 08, 2016

Necrópolis, de Marcos Prior. Estamos hasta los huevos (en ABC Color)

Hemos dedicado nuestro último artículo en ABC Color a Necrópolis, el cómic de Marcos Prior que cierra su "trilogía de la crisis", después de Fagocitosis y Potlatch. Prior reformula la idea de cómic comprometido para hurgar en la herida de la "gran estafa global" que nos ha explotado a los ciudadanos en la cara por obra y gracia de nuestra clase política y su servidumbre ante los poderes financieros.
El suplemento cultural, se completa con un perfil del autor, a cargo de Julián Sorel, y una invotación a adentrarse en el trabajo de Prior ("Siete razones para leer Necrópolis"), de Montserrat Álvarez;  Les dejamos aquí las planchas del suplemento y el artículo extractado: "Necrópolis, de Marcos Prior. Estamos hasta los huevos".
 
 
RAE: Necrópolis: 1. f. Cementerio de gran extensión en que abundan los monumentos fúnebres.

Se está hablando mucho últimamente de Marcos Prior debido a la publicación de Gran Hotel Abismo, el cómic que ha realizado con David Rubín. El resplandor de este último trabajo no debería, sin embargo, hacernos perder de vista el recorrido reciente del  guionista y dibujante catalán; porque, sin duda, estamos ante uno de los autores más coherentes y comprometidos del cómic español actual.
En una entrevista de hace unos años, la escritora Belén Gopegui se preguntaba: "¿Debería la literatura actual eludir el presente y las cuestiones principales del mundo? Desde luego, nadie tendría que imponerle el deber de eludirlo". Marcos Prior lleva ya tiempo suscribiendo sus palabras al pie de la letra. Tanto en Fagocitosis (2011) y Potlatch (2013), ambos dibujados por Danide, como en Necrópolis (guionizado e ilustrado por Prior en 2016), el autor se erige en portavoz de un hastío social que encuentra su raíz en el desenlace de la crisis económica de 2008, provocada por la codicia irresponsable de los mercados globales y el comportamiento criminal de bancos y entidades financieras. El encubrimiento vergonzoso y cómplice de los gobiernos occidentales (disfrazado eufemísticamente de rescate económico) y la gravosa responsabilización que sufrió el ciudadano de a pie desencadenaron una auténtica ola de indignación contagiosa que, por un breve instante, pareció que tendría consecuencias sísmicas regeneradoras en el actual sistema capitalista liberal, injusto, oscurantista y narcótico. 
Todo fue un espejismo. Con las heridas aún a flor de piel y los derechos ciudadanos adelgazados hasta el raquitismo, las élites dirigentes han conseguido sobreponerse a la tormenta casi indemnes. Excepto en países “civilizados”, como Islandia, nadie ha pagado por sus desmanes, y los pequeños y medianos empresarios, los trabajadores y las clases más desfavorecidas nos hemos tragado un sapo color neocon de dimensiones desproporcionadas. De postre, aquellos que nos condujeron a las arenas movedizas son los únicos que han conseguido salir andando ufanos de la ciénaga, vestidos de un blanco inmaculado.
Tenemos la sensación de que, ante la pasividad intencionada de las autoridades, el desinterés artero de muchos medios de comunicación y la amnesia colectiva, sólo algunos artistas, escritores, cómicos y periodistas están asumiendo la responsabilidad de canalizar la rabia y la desesperanza que envuelve a las sociedades convalecientes después de la crisis. Marcos Prior ha decidido que él va a ser uno de ellos. El periodo de madurez y ruptura de límites que está viviendo el cómic contemporáneo, le ha allanado el camino, de algún modo.
El desahogo se puede hacer desde la rabia o desde la crítica paródica. Esta última vía, profundamente postmoderna, es la que adopta Marcos Prior para describir una sociedad secuestrada, habitada por zombies, cadáveres y estatuas. Como hemos dicho, Necrópolis se disfraza de juguete postmoderno y abunda en técnicas como la cita intelectual, la autorreferencia, la narración fragmentaria, la crítica política disfrazada de parodia cyberpunk (que maldita la gracia) y la alternancia estilística y textual (dibujos, falsos textos periodísticos, entrevistas, contenidos digitales y mediales, etc.).
El dibujo de Prior hace también gala de esa variedad estilística, para lo cual se apoya en un grafismo digital que alterna el esbozo, la caricatura y un naturalismo casi fotográfico, distorsionado por un trazo sucio, nervioso y un vasto rayado. Debido a ello, las viñetas de Necrópolis transmiten siempre un reflejo velado y borroso de la realidad: una visión incómoda, llena de interferencias.
Como señala el subtítulo del cómic ("Retrato de grupo con ciudad"), el protagonismo de Necrópolis recae en New Pool, una ciudad distópica y sólo ligeramente futurista, que no es otra cosa que una proyección pesimista de cualquier ciudad contemporánea. La acción se sitúa en el centro de una campaña electoral, en la que podemos reconocer muchas referencias a los actuales partidos políticos españoles y sus líderes. Bajo la superficie esmaltada de los mitins políticos, las declaraciones televisivas y los gestos huecos de los candidatos, New Pool malvive sumida en la violencia, la rapiña y los deficientes servicios públicos (ejemplificados por los constantes apagones eléctricos que dejan la ciudad inmersa en el caos).
Prior proyecta hacia el absurdo la inercia de los acontecimientos contemporáneos, para dibujar un cuadro social presidido por la violencia, la corrupción, la miseria, la estupidez y la insolidaridad generalizada. La acumulación en las últimas páginas del libro de viñetas habitadas por paisajes desolados, locales abandonados y solares llenos de ruinas es la metáfora perfecta, la fotografía final de las necrópolis que habitamos. Ciudades en un proceso de autodestrucción tan obvio y predecible que resultaría cómico si no se parecieran tanto a las de las sociedades en las que nos ha tocado vivir. Autores como Marcos Prior sólo lo están subrayando desde la inteligencia y una visión renovada del compromiso narrativo. 
Aunque no nos demos por aludidos, estamos avisados.

martes, noviembre 15, 2016

La ACDCómic publica 'Cómic digital hoy. Una introducción en presente'

Una muy buena noticia que llevábamos un tiempo esperando.
ACDCómic publica Cómic digital hoy. Una introducción en presente, un volumen digital gratuito de más de 700 páginas acerca de los webcómics y la pujanza actual del cómic en la red. En el libro colaboran algunos de los estudiosos y críticos más destacados del panorama nacional y hay que agradecerle su coordinación, compilación, edición y maquetación a Pepo Pérez, cuya implicación y perseverancia han permitido que este proyecto ciclópeo haya salido adelante. A Pepo le agradecemos también que nos haya invitado a participar en él, con nuestro artículo "De la revolución del cómic y otros augurios".
Les dejamos aquí con el muy goloso índice del libro y con la nota de prensa correspondiente, así se animan a la difusión y proselitismo de una obra que bien lo merece.
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La ACDCómic publica Cómic digital hoy. Una introducción en presente

El libro, de libre acceso en formato PDF, analiza el panorama actual del cómic digital internacional

Coordinada por Pepo Pérez, esta obra reúne los textos de 27 críticos y divulgadores

La ACDCómic (Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España) lanza Cómic digital hoy. Una introducción en presente, un libro que reúne diversos estudios sobre el panorama contemporáneo del cómic digital internacional. A lo largo de 33 capítulos, 27 autores abordan el tema desde diferentes perspectivas. El libro se puede descargar gratuitamente en un único archivo PDF desde la plataforma Lektu o por capítulos desde la web de ACDCómic.
La expansión de Internet y el uso de nuevos dispositivos electrónicos móviles están cambiando nuestros modos de relación, consumo y acceso a la información. El cómic no es ajeno a este proceso, como demuestra la explosión de webcómics, plataformas y revistas digitales de historieta. La ACDCómic ha querido contribuir con este libro a prestar más atención al impacto de las nuevas tecnologías digitales en los modelos de producción, difusión y consumo del cómic, así como analizar casos específicos de historietas digitales publicadas en las últimas dos décadas. 

Visión general y casos de estudio

Cómic digital hoy. Una introducción en presente se estructura en dos partes. La primera, “Panoramas digitales”, recoge textos que pretenden ofrecer una visión panorámica del cómic digital desde puntos de vista históricos, nacionales o temáticos. La segunda, “Casos de estudio”, analiza ejemplos concretos desde el ensayo, la reseña en profundidad, el reportaje o la entrevista, que permiten documentar tanto los avatares del proceso creativo como los desafíos de producción y difusión planteados por el entorno digital.
Los autores 

En 'Cómic digital hoy: una introducción en presente', bajo la coordinación de Pepo Pérez, escriben miembrosde la ACDCómic y otros estudiosos del cómic y las artes visuales: Jorge Iván Argiz, Daniel Ausente, Mikel Bao, Octavio Beares, Fernando Castro Flórez, Isabel Cortés Navarro, Irene Costa Mendia, Borja Crespo, Alberto García Marcos, Óscar Gual Boronat, Isabel Guerrero, Breixo Harguindey, Eduardo Maroño, Diego Matos, Raúl Minchinela, Carlos Miranda Mas, Erika Pardo Skoug, Pepo Pérez, Álvaro Pons, Jordi Riera Pujal, José Andrés Santiago Iglesias, Óscar Senar, José A. Serrano, Rubén Varillas, Jaume Vilarrubí, Gerardo Vilches y Yexus. En total, más de 700 páginas para analizar cómo internet y las tecnologías digitales han abierto nuevos caminos para el cómic.

La asociación que publica el libro 

ACDCómic (Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España) es una asociación sin ánimo de lucro que agrupa a personas que realizan trabajos de investigación, periodismo, crítica, estudio, comisariado y otras actividades teóricas y divulgativas relacionadas con el cómic. La asociación se constituyó en 2012 con la voluntad de colaborar en la difusión del trabajo que ya desarrollan sus miembros de forma individual, emprender iniciativas conjuntas que no se podrían afrontar de forma separada  y servir de interlocutor ante otros colectivos o instituciones.

Cómic digital hoy
Una introducción en presente

Antología de varios autores. Pepo Pérez (coord.)
Publica: ACDCómic | Primera edición: noviembre 2016
Libro digital en descarga gratuita desde la web de ACDCómic
ISBN: 978-84-608-3910-1
757 páginas | 27 autores | 33 capítulos
Índice e introducción: click aquí
Perfiles breves de los autores: click aquí

viernes, octubre 28, 2016

TBO en la onda: cómics y vanguardia en el siglo XX

En nuestra última cita radiofónica en Plan B, nos acercamos a las vanguardias (más o menos escondidas) del cómic del siglo XX: esos autores que intentaron colarse en la modernidad por los escasos resquicios que les permitieron las restricciones formales y editoriales de los syndicates periodísticos estadounidenses. En TBO en la onda (a partir del minuto 21:50) hemos invitado a genios como Winsor McCay, Lyonel Feininger, Gustave Verbeek, George Herriman o Frank King. Nombres esenciales, artistas recuperados y por reivindicar (más que nunca) en estos tiempos de novelas gráficas y nostalgia. Y, de postre, rematamos con algunas reflexiones sobre el nobel a Bob Dylan, que todavía no ha tocado nadie el tema.

viernes, octubre 14, 2016

Hablemos de viñetas: TBO en la onda (en Plan B)

Acaba de nacer una nueva emisora con aires marinos y alma cantábrica, Arco FM. Sin transición, nuestros amigos santanderinos nos han invitado a pasearnos por sus ondas y a participar en uno de los programas más sugerentes que formarán parte de su parrilla: Plan B. Lo contrario a un magazine, nos han aclarado. Cada lunes, de 18:00 a 19:00 En Plan B se hablará cada lunes a las 18:00 de cultura sin prejuicios ni condicionantes, una mirada abierta y abarcadora hacia el presente cultural por encima de modas, tendencias o correcciones políticas. Vanguardia y actualidad, estéticas y poéticas. Y cómic, por supuesto.
Tenía que haber un hueco para los cómic en Plan B, una sección en la que poder revisitar clásicos, analizar tendencias y descubrir cómics escondidos. Nos llamaremos TBO en la onda y cada dos o tres semanitas visitaremos los estudios de Arco FM para charlar de viñetas y pasar un buen rato con nuestros anfitriones Jorge Villasol & Alfredo Santos. Les esperamos.
Para que abran boca y se hagan una idea, les dejamos aquí con el primer programa de Plan B:

viernes, septiembre 02, 2016

Manifiesto incierto, de Frédéric Pajak, en Culturamas

http://www.culturamas.es/blog/2016/08/29/manifiesto-incierto-de-frederik-pajak-ensayo-de-una-vida-dibujada/
Abrimos nuestra reseña sobre el manifiesto de Frédéric Pajak con una cita también incierta, por lo que tiene de paradójico viniendo de quien viene:
Resulta curioso que las palabras parezcan una necesidad, un consuelo, al mismo tiempo que encarnan una equivocación, un desliz, una fuente de incomprensión. Me dejan perplejo y consternado la desenvoltura oratoria, esas bocas llenas de sí mismas, esas voces que lucen, que proclaman alto y claro su permanencia a la “realidad” -quiero decir a la autoridad-. Naturalmente, ante ese vasto ruido demasiado bien ordenado se abren abismos, y no me creo ni una palabra. Creo en el balbuceo, en la palabra hecha añicos entre sus zarzas y su maleza. Creo en una verdad total y absoluta, y perfectamente inefable.
Se queja Pajak de la oratoria, pero él escribe, con palabras, como un torrente que fluye vertiginoso y cristalino, y con imágenes, en un claroscuro expresionista que dibuja la vida de poesía. Hablamos de su libro, de Walter Benjamin, de Samuel Beckett y de muchas otras cosas en: "Manifiesto incierto, de Frédéric Pajak. Ensayo de una vida dibujada".

viernes, julio 29, 2016

Intrusos, de Adrian Tomine. Madurez generacional (en ABC Color)

En nuestro último artículo para el suplemento cultural de ABC Color, de Paraguay, hemos hablado de Intrusos, la última obra de Adrian Tomine. Se trata de un libro formado por seis historias breves; género en el que el norteamericano se ha revelado un verdadero maestro desde que publicara sus primeras historietas en su fanzine Optic Nerve. Intrusos es un trabajo complejo y ambicioso; un paso adelante en la capacidad narrativa de su autor y, en cierto sentido, una declaración de principios por parte de uno de los nombres esenciales de la revolución de la novela gráfica. De todo ello hablamos en "Madurez generacional". Acompaña a nuestro texto un afinado perfil biográfico a cargo de Juliá Sorel: "Adrian Tomine, Cazador de rutinas".
Se escucha y se lee mucho últimamente que Intrusos (Killing and Dying, en inglés) es el trabajo más maduro de Adrian Tomine. Analicemos qué hay de cierto en ello, y que hay de nuevo en ésta, su última colección de relatos breves.
Tomine pasa por ser uno de los grandes autores contemporáneos de la narración comicográfica. Las revistas y publicaciones más prestigiosas del mundo se pelean por sus dibujos e ilustraciones y prácticamente todos sus cómics se reciben con elogios unánimes de crítica y público. Lo curioso es que la cosa es así desde que el canadiense tenía 16 años y comenzó a autoeditarse su fanzine Optic Nerve en los 90 y a vender sus entregas por correspondencia antes de que Drawn & Quarterly (nada menos) se fijaran en él. Un talento precoz, un narrador superdotado.
Pero, ¿qué queda en Intrusos de aquel joven creador cuyas historias cortas todo el mundo comparaba con las de Raymond Carver? Sobre todo, precisamente, su gusto por la brevedad, por la condensación de la historia. Uno de los rasgos que más nos gustaban del Tomine de los Optic Nerve, perfeccionado en Sonámbulo y otras historias o Rubia de verano (dos de las recopilaciones de sus historias cortas publicadas en España), era esa capacidad de capturar el instante representativo: ese ojo clínico y quirúrgico que condensaba la vida o la psicología de un personaje en solo unos minutos, días o meses de su existencia. Sus historias parecían en el fondo fragmentos de narración, relatos in media res, que carecían de un principio o un final. Todavía hay mucho de ello en Intrusos, aunque la temporalidad de las historias de Tomine se haya vuelto, en general, más compleja y menos lineal: el relato que da nombre a la edición española, por ejemplo, apenas abarca unos días en la vida de su protagonista, un hombre de quien ni siquiera sabemos el nombre y que parece vivir una de esas etapas vitales de crisis y comportamientos erráticos que invitan más al olvido que a la creación de una historia a su alrededor. De otra situación de crisis personal arranca «Vamos, Búhos», de cronología igualmente breve (unas semanas, de nuevo), construida por pequeños saltos temporales irregulares. Es la historia del encuentro de dos personajes de edades diferentes que no tienen en común más que el estar perdidos y el carecer de una perspectiva futura de redención. Historias breves e instantes escogidos para la reconstrucción de vidas complejas: el Tomine de siempre, si cabe aún más hábil, imaginativo y complejo en la construcción de sus tramas (lo demuestra, por ejemplo, su fabuloso uso de la elipsis en «Triunfo y tragedia»).
De sus orígenes, el autor conserva también su enorme capacidad como dibujante realista, que no ha hecho sino mejorar con el tiempo (como ya dejó claro su excelente primera novela gráfica Shortcomings). Ha desaparecido cierta uniformidad que imprimía a las fisonomías femeninas y a sus personajes más jóvenes, en general. Tomine se ha consolidado como un dibujante sobresaliente: un autor con una línea clara y limpia que consigue capturar la realidad con un nivel de detalle y una apariencia de facilidad que no debe engañarnos respecto a su capacidad gráfica. Además, el Tomine de Intrusos es un dibujante mucho más ecléctico: juega constantemente con diferentes registros estilísticos y experimenta con recursos audaces en los usos cromáticos, como la alternancia entre el color y el blanco y negro en «Una breve historia del arte conocido como “hortiescultura”»; el falso empleo del bitono en «Vamos, Búhos»; el finísimo trazo gris vectorial en «Triunfo y tragedia», en vez de su habitual línea firme; o el gris monocromo en «Intrusos». En cada historia del libro, recurre a un estilo y una técnica de dibujo diferente, demostrando que es un creador en constante búsqueda. Así, mientras su estilo en «Amber Sweet» se parece mucho al de la línea clara y los colores planos que le hicieron célebre, el trazo suelto y modulado de «Intrusos», junto al empleo de la mancha y el sombreado expresionista, nos recuerda mucho más a autores como David Mazzucchelli o, si nos retrotraemos más en el tiempo, a los juegos de iluminación de un maestro como Milton Canniff.
Y es ahí donde tenemos que buscar la madurez del nuevo Adrian Tomine: en su conciencia generacional o, mejor aún, en su aceptación de pertenencia a un grupo privilegiado de autores que desde los 90 están provocando uno de los cambios culturales más excepcionales que ha vivido un discurso artístico en las últimas décadas: la madurez del cómic, que ha sucedido a la consolidación de la novela gráfica como formato. Tomine se sabe uno de los elegidos y, con sus pares, comparte el momento y avanza en una experimentación formal y conceptual intrínsecamente unida, en realidad, a la recuperación del pasado.
Quizás no haya mejor manera de entender Intrusos que por la lista de agradecimientos que el autor publica en las páginas finales. Entre sus nombres, adivinamos a algunos de los nuevos narradores de la literatura estadounidense, como Zadie Smith; encontramos a Chris Oliveros, el mago-visionario que en 1990 fundó Drawn & Quarterly, la casa editorial que tanto ha hecho por la consolidación del cómic moderno; aparece también otra visionaria, Françoise Mouly, que con su marido Art Spiegelman decidió a inicios de los 80 que el cómic podía ser un vehículo de alta cultura, un medio de creación adulta, y fundó la revista Raw.
Pero, sobre todo, en esa lista aparecen nombres como Chris Ware, Daniel Clowes o Seth..., los coetáneos de Adrian Tomine, los miembros de su «hermandad» artística: los que, como él, estaban llamados a cambiar el futuro del cómic cuando empezaron a participar en proyectos como Raw o cuando en el arranque de los 90 comenzaron a publicar y autoeditar revistas y fanzines cuyos nombres están cargados hoy de misticismo fundacional: Eightball, ACME Novelty Library, Palookaville u... Optic Nerve. 
Todos ellos se propusieron revitalizar el cómic, ampliar sus fronteras, desde una mirada constructiva al pasado, no solo del cómic, sino también de la ilustración o la tipografía. Construir un nuevo edificio a partir de la obra de genios como Winsor McCay, George Herriman, Frank King o Will Eisner, a los que las historias del arte y de la narración nunca habían puesto en el pedestal que se merecían. Sin ir más lejos, encontramos la influencia de Frank King en «Una breve historia del arte conocido como “hortiescultura”», con su alternancia entre episodios a media página en blanco y negro y otros a página completa en color, claro recuerdo de la transición de las antiguas tiras periodísticas diarias (dailies) a las grandes planchas dominicales a color (sundays). Habíamos visto ejercicios parecidos en la obra de Daniel Clowes (Ice Haven) o Seth (George Sprott). Igualmente, es imposible leer el relato «Traducido del japonés» y no recordar la obra de Chris Ware (y, de rebote, la de Winsor McCay), con esas preciosas postales de espacios apenas habitados, tan frías, detallistas y perfeccionistas que crean una geografía narrativa casi fotográfica (apoyada además por la visión subjetiva que construye el relato).
Es cierto, Intrusos es seguramente el trabajo más maduro y complejo de Tomine hasta la fecha, pero, sobre todo, es un ladrillo más de los muchos que él y sus «amigos» están colocando en la creación del edificio del cómic: el mismo espacio que habrá de cobijar el futuro del medio.

miércoles, junio 15, 2016

Paciencia, de Daniel Clowes, en Culturamas

Hace unos días publicábamos en Culturamas una reseña sobre Paciencia, el último cómic de Daniel Clowes.
Hablar de Clowes es hacerlo de uno de los grandes renovadores del lenguaje comicográfico, de una de las figuras emblemáticas en lo que ha sido el asentamiento de la novela gráfica y su despegue como medio artístico de prestigio. Todas las obras del estadounidense son reconocibles y valientes; en casi todas ellas encontramos algún hallazgo narrativo o méritos estilísticos que las convierten en obras de referencia. Paciencia tampoco decepciona. Enmarcada dentro del territorio de la ciencia ficción, el nuevo cómic de Clowes desafía las convenciones y desborda las expectativas que se van planteando en cada una de sus páginas. 
Se trata de un cómic de género, sí, pero al mismo tiempo su autor nos brinda una de sus habituales y certeras aproximaciones a las alienantes sociedades contemporáneas; con su correspondiente galería de personajes grotescos y personalidades perturbadoras. 
Les dejamos con el texto: "Paciencia, de Daniel Clowes. Psicopatías futuristas".

jueves, junio 02, 2016

Diez años y muchos cómics después...

Diez años hace, ya, que abrimos esta ventana bitacórica.
Al principio, sólo queríamos un archivador, un cuaderno vivo en el que colgar y dejar respirar los textos que escribíamos aquí y allá: aquellos artículos, por ejemplo, que un buen día Antonio Marcos nos invitó a publicar en un periódico de Salamanca que ya ni siquiera existe. Qué finos son los hilos que se entretejen en el tiempo y la distancia. Hoy aquellas páginas de un suplemento cultural se nos confunden con otras que ahora publicamos en un periódico mucho más lejano y exótico, gracias a una nueva invitación, igualmente amable.
Entre medias, nos dice el contador de Blogger que hemos recibido más de medio millón de visitas. En tanto tiempo tampoco parecen tantas. Bastantes, lo sabemos, son nuestras, porque seguimos siendo tan torpes como al principio y sigue costándonos lo mismo que entonces trastear en las tripas de esta plataforma bloguera que siempre nos enreda y confunde con su html y fuentes cambiantes. También hay mucho rastreador de imágenes en la red, y nosotros hemos colgado centenares de ellas. Pero tiene un eco bonito: medio millón. Sabemos, además, que, entre tanta visita casual, durante esta década nos han visitado muchos lectores de forma regular o racheada. Nuestro Little Nemo's Kat ha sido una barra de bar llena de cómics. Un punto de encuentro en el que nos hemos cruzado con amigos y con desconocidos que luego han sido nuestros amigos. Hemos aprendido de blogueros ilustres que empezaron mucho antes que nosotros y de otros que nacieron casi a la vez y ya son referente. Nos hemos dejado aconsejar, enseñar y sorprender por todos esos socios invisibles que en algún momento han llamado a nuestra puerta para contarnos sus secretos. Gracias a todos ellos hemos descubierto nombres, obras y lugares que ya no vamos a olvidar.
Personalmente, esta pequeña bitácora ha sido la excusa perfecta para atrevernos a airear rincones privados. Fue la parada y posta en la que un editor apasionado e idealista nos empujó a publicar páginas que habían nacido para morir en la academia. En la que otras editoras, igualmente soñadoras, nos invitaron a viajes selenitas copilotando cohetes amigos. Gracias a nuestro pequeño gato (viste mucho salir a las calles digitales con un minino al hombro) nos han invitado a fiestas congresales, guateques revisteros y botellones web. Hemos bailado, viajado, escrito y hablado, solos y en compañía. Y, sobre todo, hemos tenido la suerte de conocer a algunos de los protagonistas de una fiesta en la que los galanes y las divas dibujan y los directores escriben al ritmo de guiones con más estampas que palabras.
Pero, sobre todo, durante esta década hemos disfrutado de una penitencia autoimpuesta que, con religiosidad semanal y contadísimas excepciones, nos ha empujado a leer y escribir sobre páginas y más páginas de tebeos, cómics, novelas gráficas, historietas o como a bien tengan definirlas los señores McCay y Herriman que cada día nos vigilan (junto a nuestros amigos Gaspar, Pejac y López Cruces) desde los márgenes de este blog.
Por todo eso, y hasta que la indolencia crónica o alguna obligación insoslayable nos lo impidan, aquí seguiremos y aquí les esperamos, como cada siete días. Hasta ahora, amigos.

miércoles, abril 13, 2016

Billie Holiday, de Muñoz y Sampayo, en ABC Color. La canción de la mala vida

Hace algo menos de una semana se cumplían 101 años del nacimiento de una de las grandes voces del jazz, de la música: Billie Holiday. Decidimos celebrarlo por anticipado en el periódico ABC Color de Paraguay, con una reseña del homenaje que otros dos clásicos, los artistas José Muñoz y Carlos Sampayo, le dedicaron a la leyenda en forma de cómic. Curioso intercambio, en realidad, porque Muñoz y Sampayo son también dos leyendas vivas, de la narración gráfica en su caso. 
Nuestra editora Montserrat Álvarez le dedica en el número un perfil biográfico a la gran cantante; el Doctor en Filosofía y melómano, Jorge Manuel Benítez, se acerca a su voz a través de la escucha de All or Nothing at All; y nosotros completamos el homenaje con nuestro artículo: "Billie Holiday, de Muñoz y Sampayo. La canción de la mala vida".

Desde siempre, desde que, vanguardia viva, bucearon en el nacimiento de un cómic adulto que se dio en llamar «cómic de autor»; desde que se presentaron como invitados transatlánticos del hermano continental junto a aquellos tipos del underground y a aquellos atildados auteurs europeos que ahora entendemos como padres de la aclamada cosa gráfica novelada; desde que empezaron rasgando la página y la viñeta a machetazos, y los bocadillos con letras trazadas por un buril; desde entonces, Muñoz y Sampayo parecen arte nuevo y revelación, más que cómic; o cómic artístico y vanguardia, que puede llegar a ser lo mismo. Reinventores del lenguaje.
La edición preciosa de Billie Holiday, de Salamandra Graphic (prestada de los franceses Casterman) se abre como si fuera un museo: páginas doradas a lo Klein antes de los créditos; retrato plateado de ella, esbozado sobre negro como una caligrafía arrugada, para ilustrar el título; y luego, la foto enorme en plano medio de Francis Paudras de una Billie bellísima y jovencísima: una diosa de la música en plena exuberancia subrayada por un tocado de flores blancas sobre su pelo ensortijado. Un museo sin casi abrir el cómic de Muñoz y Sampayo, aún.
«Prostituta, alcohólica, toxicómana. Muere joven... Una vida sentimental desgraciada», dicta el cronista. La niebla de Billie Holliday es demasiado densa como para que la realidad llegue algún día a despejar el mito perfecto del malditismo, la gloria y el amor convertido en jirón de voz.
Con el estilo oblicuo y afilado de Muñoz, y la inclinación de Sampayo por los relatos seccionados y la mirada múltiple, este cómic aborda la historia de la gran dama del jazz como un relato construido a partir de referencias cruzadas y testimonios fragmentarios; recreando, en algún sentido, la propia vida de su protagonista. En el prólogo del cómic, Francis Marmande así lo señala:
«Afortunadamente, Billie Holiday vivió varias vidas. Varias vidas simultáneas, cruzadas, enredadas como el hilo de una madeja, con suficientes placeres inauditos para transmitírselos a todo el mundo; con aquella risa, a pesar de todo, sobre un fondo de muerte, y esa locura por los hombres que la llevaría a la perdición.
»...Tuvo la energía para vivir todas esas vidas mil veces más intensamente que nuestras vidas cuadriculadas, escrupulosas, renqueantes. Tuvo, sobre todo, la capacidad dañina de vivirlas todas juntas en sus intersecciones, en sus brechas, en sus heridas insoportables. Murió a los cuarenta y cuatro años».
Aquel cronista que mencionábamos, un periodista al que le han endosado la tarea de escribir sobre el trigésimo aniversario de la muerte de una cantante de jazz a la que no conoce, es una de las esquinas de este relato oblicuo, también fragmentario y entrecruzado. Una de las marcas de estilo de Muñoz y Sampayo. Otra de esas marcas es la presencia protagonista en Billie Holiday de Alack Sinner, personaje estandarte e icono del dúo creativo; detective oscuro, torturado, complejo, que representa una de las cumbres de la serie negra comicográfica, y referente fundamental, en las numerosas historias protagonizadas por él, para el crecimiento del cómic adulto a partir de aquel cómic de autor europeo e hispanoamericano de los años sesenta y setenta. En Billie Holiday, Alack Sinner es un policía primerizo (ignorante aún del serpenteante universo ficcional biográfico que le espera) que un día, de niño, conoció a la más grande cantante de jazz; y que luego, ya de adulto, volverá a encontrarse con ella un luctuoso 17 de julio de 1959, casi sin saberlo. Vidas cruzadas, viajes autorreferenciales.
La tercera presencia del relato es, claro, la que le pone nombre: Eleonora Holiday, Lady Day, Billie Holiday… La historia de una desgracia continuada que llegó a parecer una vida; y que salpicó a quienes la rodeaban, como a ese pobre Lester «Pres» Young, un hombre invisible que respiraba a través de un saxofón.
El cronista indaga, recupera los retales de la biografía y los une, no para ilustrar la imagen luminosa de su éxito y recuerdo póstumo (la que resiste plastificada en las portadas de sus CDs recopilatorios), sino las huellas casi perdidas de su fracaso como persona, de su vida infeliz sacudida por el machismo de los hombres que no la quisieron y por el racismo de sus conciudadanos, que no la respetaron. De fondo, suena «You might find th’night time th’right time for kissin», como un mantra. Tonada del anhelo de lo que nunca fue.
La voz de Billie Holiday encerraba el secreto del arte, y sus canciones solo nos dejaban constatarlo por una rendija. Este cómic lo da por hecho, y nos abre otra rendija para que descubramos la fragilidad, la imperfección y la suerte perra que en realidad respiraban debajo de la estrella.
El arte gráfico de José Muñoz, dueño del claroscuro, del tenebrismo, el verdadero expresionista alemán de Buenos Aires, es de nuevo un prodigio de manchas, intersecciones y rostros cortados por la tinta de una navaja. Los globos y los textos de Billie Holiday se entretejen, van y vienen, y, como en una banda sonora impresa sobre papel, crean un contexto, una atmósfera pesada y densa, hecha de conversaciones anónimas, recuerdos casi perdidos y muchas noches sin dormir (las del periodista, que necesita terminar su artículo, las de Alack Sinner, que no sabe que ella se está muriendo en la habitación contigua, y las de Billie Holiday, que fueron casi todas).
Este cómic está cargado de arte desde la portada hasta las páginas finales, en las cuales, bajo el título de «Jam session», se recogen los increíbles bocetos, dibujos rápidos y cuadros de situación creados por Muñoz para terminar de redondear un trabajo, que es un homenaje a la vida triste de una voz única.