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jueves, febrero 08, 2018

Comicperiodismo: Oscuridades Programadas, de Sarah Glidden, en ABC Color

ABC Color nos ha prestado su tribuna para hablar de ese excelente cómic que es Oscuridades programadas, de Sarah Glidden, y para reflexionar sobre el comicperiodismo y su estado actual. Les dejamos aquí mismo las planillas centrales del suplemento y el artículo íntegro: "Los caminos del comicperiodismo: Oscuridades Programadas, de Sarah Glidden".
Las referencias al mundo del periodismo como fuente de creación de ambientes o inspiración argumental han sido recurrentes en la historia del cómic. Desde Clark Kent a Kurt Severino (el personaje del Berlín, de Jason Lutes), pasando por Tintín o el inefable Reporter Tribulete, los tebeos han estado habitados por multitud de periodistas y fotógrafos que desempeñaban sus faenas reporteriles a la luz de una viñeta. En principio, la excusa temática para explorar parajes desconocidos, dar a conocer a personajes extravagantes y desentrañar misterios no podía ser mejor.
Sin embargo, en estas líneas no nos referiremos al periodismo como medio inspirador, sino como materia constitutiva y vehicular. Hablaremos de cómics que se alimentan de la naturaleza del periodismo, es decir, que funcionan en sí mismos como crónicas, noticias o reportajes de investigación. De cómics que, por así decirlo, podrían haber sido o han sido hechos por periodistas. 

Pioneros
La mención primera es obvia. No hay reseña o análisis de Maus que omita su Premio Pulitzer en 1992; unos premios anuales que se conceden a los mejores trabajos de investigación periodística. En su obra (que probablemente supuso el pistoletazo de salida al auge contemporáneo del formato de la «novela gráfica»), Art Spiegelman narraba, mediante una recreación fabulística protagonizada por ratones y gatos, la historia del holocausto a través de los ojos de su padre, Vladek, superviviente de Auschwitz. Pero al mismo tiempo, en un juego de metarrelatos y niveles narrativos, describía el proceso de recreación de ese relato: de este modo, la obra se componía, en su primera parte, de la historia de supervivencia de Vladek; mientras que la segunda reconstruía narrativamente los encuentros entre Spiegelman, su padre y su madre adoptiva que hicieron posible la historia inicial. De este modo, Maus incluye la disección de su propia génesis: el cómo se hizo Maus.
Lo que más nos interesa aquí, sin embargo, es la naturaleza de un trabajo que tuvo mucho de investigación y de reportaje periodístico. Spiegelman ahondó en las raíces del infierno nazi e intentó derribar la coraza de autoprotección de algunas de sus víctimas para ofrecer una crónica honesta de su sufrimiento sin ahorrarse en el empeño sofocos personales y angustias existenciales.
Spiegelman rompió una barrera que llevaba décadas resquebrajándose: la que sujetaba al cómic dentro del territorio de la ficción. Las confesiones personales de los creadores transgresores del underground o los experimentos sociológicos y reivindicativos de los autores europeos habían puesto en duda la naturaleza misma del cómic, demostrando que, además de un objeto cultural o una obra de entretenimiento, el cómic era un lenguaje, que se amoldaba a cualquier tipo de discurso narrativo. Incluido el periodístico.
La influencia de Maus se extendió con rapidez. Una vez abierto el dique, la marea fue imparable. Persépolis, de Marjan Satrapi, también funcionaba como crónica filtrada por vivencias subjetivas: las que experimentó la propia autora durante su niñez en Irán durante la llegada al poder del integrismo islámico de los ayatolas. No obstante, en este caso el relato añade multitud de elementos biográficos y simbólicos (sobre todo en su parte gráfica, con una influencia directa de David B. y su obra La ascensión del gran mal, 1996), que introducen unos niveles de imaginación y de recreación fantasiosa que contrastan con la presentación objetiva y rigurosa que se le presupone a un ejercicio periodístico.
Un ejemplo similar es el de los trabajos del canadiense Guy Delisle, que se apartan del reportaje periodístico puro y duro con intenciones humorísticas reforzadas por el empleo de una caricatura muy sintética y expresiva. Shenzhen (2000), Pyongyang (2003) y Crónicas birmanas (2008) son obras que se mueven a medio camino entre el relato de viajes, la comedia costumbrista y la crónica corresponsal. 

Joe Sacco: El maestro del cómic periodístico
Pero si hay un autor que encaja como un guante en la etiqueta de comicperiodismo, es sin duda el norteamericano (maltés de nacimiento) Joe Sacco. En sus obras no hay atisbo de la fabulación, el simbolismo, la fantasía o el humor que convertía a los ejemplos precedentes en acercamientos híbridos al ejercicio periodístico. Joe Sacco es un periodista que no escribe reportajes, los dibuja. De ello dan fe sus colaboraciones habituales en medios como The Guardian, Harper’s Magazine o The Washington Post.
En sus cómics, habitualmente Sacco se dibuja a sí mismo como interlocutor de los personajes a los que entrevista. A partir de esos testimonios dibujados secuencialmente, reconstruye con rigor la crónica histórica de conflictos bélicos enquistados en el mapa de las zonas calientes: Palestina: en la franja de Gaza (1993-1995), Gorazde: zona protegida (2000), El mediador (2003), Notas a pie de Gaza (2009)… Pese a su autorrepresentación, intenta huir de cualquier tipo de subjetividad o de juicio de valor. En sus reportajes son los hechos y los personajes quienes hablan y ayudan a construir la historia.
Uno de los mejores ejemplos recientes de cómic periodístico en español es Los vagabundos de la chatarra (2015). Sus autores, el dibujante Sagar Fornies y el escritor/periodista Jorge Carrión, se acercan a los efectos de la crisis económica que ha sumido a Occidente en un largo periodo de políticas de austeridad, recesión económica y pérdida de derechos sociales y laborales. Se sumergen en una Ciudad Condal subterránea, desconocida, habitada por los Otros: ciudadanos que sobreviven en una precariedad irresoluble y en un estado de indefinición por lo que respecta a su situación legal y civil. Bastantes de ellos son inmigrantes ilegales, otros, pequeños criminales reincidentes y, casi todos, víctimas (y «esclavos a sueldo») de todo tipo de mafias.
El epílogo del cómic es el resultado de una conversación (una entrevista informal) en viñetas entre el guionista, Jorge Carrión, y un Joe Sacco que se encontraba de visita en Barcelona; el encuentro se desarrolla entre paseos y comidas, en presencia de Sagar y otros amigos. En un momento dado de la entrevista se desarrolla el siguiente diálogo:
- Jorge Carrión: Yo creo que el auténtico New Journalism está en el cómic de no ficción.
- Joe Sacco: Puedes decir que el cómic es una nueva estética, estoy de acuerdo. Pero no conozco el panorama general como para saber si es el único lenguaje que está aportando algo nuevo. Tal vez hoy haya documentalistas que lo están haciendo también en cine… 
- JC: Tienes razón: la renovación formal se está produciendo en varios lenguajes. ¿Qué es lo que no se puede perder, lo que hay que conservar? 
- JS: Lo que importa del periodismo es el compromiso. Los hechos importan. La realidad importa. Las víctimas imperan. Hay que cuestionar el poder. Esos son los fundamentos morales que hay que defender. (…) 
- JC: Art Spiegelman es el gran referente del cómic autobiográfico, y tú lo eres del periodístico. Sois por tanto los maestros, voluntarios o no. ¿Cómo ves la próxima generación de autores de cómic de no ficción? 
- JS: Josh Neufeld y Sarah Glidden son buenos. Hay una nueva generación de dibujantes y autores franceses, como los que agrupa la revista XXI. O españoles también, que siguen trabajando en el cómic como experimento. Es lo bueno de este lenguaje: que todo está en marcha, todo se está haciendo, es todavía posible encontrar nuevas formas para acercarte a un tema... 

Sarah Glidden: Oscuridades Programadas
En el año 2010, la dibujante Sarah Glidden se unió al colectivo de periodistas independientes Seattle Globalist en una expedición a Irak y Siria para realizar reportajes periodísticos sobre la situación posbélica en Oriente Próximo (acababa de concluir la Segunda Guerra de Irak). El proyecto de Seattle Globalist había sido concebido cinco años antes por iniciativa de Sarah Stuteville, Alex Stonehill y Jessica Partnow, periodistas aficionados y amigos de Glidden. Además de ella, a la expedición se unió el excombatiente en la Guerra de Irak Dan O’Brien. De las experiencias del viaje y de las muchas entrevistas realizadas sobre el terreno nace Oscuridades programadas, un ejercicio de comicperiodismo de Sarah Glidden.Glidden recurre al mismo rol de dibujante-periodista-personaje que inaugurara Joe Sacco. Utiliza la autorrepresentación para mostrarnos visualmente el desarrollo de la noticia desde dentro y se sitúa en el plano doble de personaje y testigo en primera persona que intenta trasladar objetivamente la veracidad de los hechos a un formato de secuenciación en viñetas.
En la introducción, la propia Sarah advierte de los inconvenientes de su propuesta. Está por un lado el problema de la limitación espacial: la naturaleza gráfico-textual del cómic exige un ejercicio de concisión mayor que cualquier otro formato «literario». Así, aunque en los comentarios a su trabajo señala que todos los testimonios recogidos son veraces, reconoce que «las conversaciones transcriptas han pasado por una fase de edición y condensación con el fin de que se transformaran en el guión de un cómic legible que no tuviera un millar de páginas».
Pero sobre todo, asume la autora, debe tenerse en cuenta el hecho de que toda narración supone un proceso de reconstrucción y, consecuentemente, una ficcionalización de los hechos relatados. Así, señala que ha moldeado los «hechos y diálogos reales para componer una historia, pero la vida de una persona no es una historia. Todos creamos narraciones de nuestras propias vidas, destacando algunas experiencias y dejando otras de lado. (…) Cuando contamos nuestra historia a alguien, esa otra persona presta atención a ciertos detalles y pasa por alto otros, un proceso que se acentúa cuando esa persona narra la misma historia a un tercero. Por ese motivo es imposible alcanzar una objetividad real en el periodismo narrativo (y podría decirse lo mismo de cualquier otro tipo de periodismo)».
En el caso de un cómic periodístico existe, además, la mediación interpuesta del dibujo. El autor debe adoptar una decisión por lo que respecta a la elección de un estilo gráfico. Esto añadirá nuevos matices al debate de la «objetividad» y supondrá un nuevo filtro por lo que respecta a la interpretación de la realidad. Sacco optó por un estilo heredero del underground (a medio camino entre el realismo y la caricatura), apoyado en una trama profusa y un rayado abundante: un dibujo que provocaba cierto distanciamiento de la condición trágica de los sucesos narrados. Glidden apuesta por un naturalismo de líneas sencillas y cierto minimalismo en la puesta de escena. Para reforzar la expresividad y el realismo de su propuesta, recurre a unas acuarelas que, con sobria brillantez, añaden color y tridimensionalidad al conjunto.
La historia de Oscuridades programadas respira veracidad a lo largo de todo su recorrido. En el viaje real que hicieron sus protagonistas, el trayecto fue tan importante como la estancia en las zonas de conflicto. En trenes, aviones y taxis, los cuatro miembros de la expedición (Jessica Partnow solo se les unió en la última fase) ultimaron los preparativos: en el largo viaje en tren que les llevó de Turquía a Irán al comienzo del periplo, por ejemplo, organizaron sus ideas, establecieron un plan de actuación y un sistema de edición de los contenidos. Luego, desde la ciudad de Van y su campo de refugiados, se adentraron en Irak a través del Kurdistán, antes de dirigirse a Suleimaniya a investigar la extravagante y dramática historia de Sam Malkandi: refugiado de guerra kurdo-iraquí realojado en Estados Unidos y más tarde extraditado de nuevo a Irak por una relación tangencial, nunca probada del todo, con los atentados del 11-S.
Oscuridades programadas reflexiona sobre hechos de la historia reciente cuyas consecuencias y desarrollo ulterior conocemos bien. De su lectura pareciera deducirse ese mensaje desesperanzado de que no importa cuán mal estén las cosas, porque siempre pueden ir peor. Cuando los cuatro periodistas llegan a Siria y comienzan a entrevistarse con refugiados iraquíes que intentan rehacer su vida en el país vecino, nada parecía anunciar la ola de devastación que solo un año después habría de destruir el país y contagiarlo de la debacle iraquí. Así, leemos las reflexiones de Glidden en 2010 con un sobrecogedor escalofrío anticipatorio: «Siria es un refugio de la violencia sectaria que en Irak enfrenta a suníes y chiíes y a otras minorías. Hasta ahora, esas luchas nunca han traspasado la frontera. Estas personas viven en pisos en la ciudad, no en tiendas de campaña. La lengua y cultura sirias les resultan familiares y sus hijos pueden escolarizarse gratuitamente en primaria y secundaria. Pero su vida está lejos de ser fácil. Para empezar, a los refugiados no les permiten trabajar». Es imposible no preguntarse qué habrá sido de aquellos refugiados, miembros de una clase media iraquí que lo perdió todo tras la invasión; pero es igualmente difícil no pensar en la nueva oleada de desposeídos sirios que se ha unido a aquella primera marea de refugiados y de cómo el que era un país de acogida se ha visto transformado en un nuevo campo de muerte y desolación habitado por sombras que tratan de escapar de él.
Oscuridades programadas reflexiona también sobre la responsabilidad de Occidente en el proceso de desintegración de unos países que sujetaban su precaria estabilidad al gobierno de sátrapas y dictadores; países cuya dinámica histórica pareció ajustarse a los intereses de Occidente durante largo tiempo. La figura del exmarine Dan O’Brien es fundamental en este proceso de asunción catártica que intenta desviar la mirada patriótica de las gestas de un ejército de liberación, hacia el espacio luctuoso de las vidas rotas y el dolor infringido en una población civil que, mal que bien, sobrevivía en una paz estricta y amordazada. En ese territorio de asunción de responsabilidades se despliega uno de los conflictos interiores que se desarrollan en Oscuridades programadas: el del soldado Dan, muchas de cuyas certezas y convicciones se desmoronan poco a poco.
El cómic de Glidden es un reportaje periodístico que avanza en la línea metaficcional que la novela gráfica ha adoptado en las dos últimas décadas, pero también es un doble ejercicio autorreferencial sobre el acto de ser periodista, en primer lugar, y sobre la realidad del dibujante de cómics, en segundo. No se limita a ser un cómic que funciona como reportaje periodístico, sino que disecciona las dos profesiones desde dentro. En su construcción, el proceso resulta tan importante como la historia final que se edifica en el reportaje: por eso, en sus páginas asistimos a los fatigosos preparativos y tiempos muertos previos al reportaje, se nos desvelan las dificultades técnicas que implica la construcción de una noticia y de un cómic, somos testigos de los obstáculos que se presentan durante los procesos de investigación y creación y, por último, se nos hace partícipes de la construcción ficcional que implica toda narración (periodística, comicográfica, audiovisual, etc.). Al penetrar en los procesos intestinos de la construcción de la historia, el lector mismo pasa a formar parte de la creación metaficcional que edifica su autora: un cómic dentro del cómic, un reportaje periodístico que se construye a sí mismo mientras se bucea en su proceso creativo. Postmodernidad en estado puro.
En las primeras páginas, Sarah Glidden le pide a su amiga, la periodista Sdlarah Stuteville, que le dé una definición de periodismo. Esta, después de dudarlo, le responde que comparte esa idea que circunscribe su profesión a todo «lo que sea informativo, verificable, responsable e independiente». Una de las preguntas que se plantea esta novela gráfica es, precisamente, qué cuota de responsabilidad debemos asignar al periodismo actual en la ecuación de injusticias e inequidades globales. La misma Sarah se lo cuestiona en las páginas finales del cómic: «Que la gente considere el periodismo poco ético… me saca de mis casillas, pero en cierto modo entiendo por qué. (…) Muchos factores están contribuyendo al declive del periodismo tal y como lo conocemos. Internet y los modelos económicos tienen mucho que ver. Pero también el elitismo y la arrogancia, y la desconfianza en los periodistas y los medios. Obviamente, lo que precedió a la guerra de Irak no ayudó nada. Ni el auge del estilo tendencioso de los informativos de canales privados, ni la politización, que haya medios de izquierdas y de derechas…».
Una vez leído el cómic de Glidden, tenemos la sensación de que Oscuridades Programadas es periodismo del bueno, pero nos surge la duda de si, en estos tiempos de posverdades y noticias redactadas al dictado de intereses espurios, hay tantos periodistas que de verdad hacen honor a tal nombre.

domingo, diciembre 31, 2017

Pravda, de Guy Peellaert y Pascal Thomas. Sueños pop, rebeldía juvenil (en Tebeosfera)

En Tebeosfera nos han invitado a participar en el número 5 de su revista digital, dedicada en esta ocasión a la Revolución Rusa de 1917 y a las que siguieron a ésta a lo largo del siglo XX, desde diferentes perspectivas políticosociales. El listado de estudios y reseñas es realmente jugoso.
Nuestra colaboración se ha centrado en Pravda, la derrapadora (Pravda, la survireuse) el cómic pop de 1968 que Guy Peellaert creo sobre un guión de Pascal Thomas. Pravda surgió en su momento como una anomalía dentro del mundo del cómic, una rareza que entroncaba directamente con el incipiente espíritu de la postmodernidad y con revolución sociocultural juvenil que modeló el desarrollo de los años 60, pero que no remitía a referentes conocidos dentro del universo comicográfico más allá de sus inquietudes compartidas con el movimiento del comix underground. Ha sido recientemente cuando la obra de Peellaert ha empezado a ser reivindicada en su justa medida dentro del cómic de autor europeo y mundial y cuando se ha estudiado con más rigor su adhesión a los movimientos culturales de la época.
Sirva este artículo como pequeña aportación a ese proceso reivindicativo. Les dejamos aquí los dos primeros párrafos del texto; el resto lo tienen en Tebeosfera: "Pravda, de Guy Peellaert y Pascal Thomas. Sueños pop, rebeldía juvenil".

Los años cincuenta y sesenta del siglo XX fueron el momento decisivo para la configuración de la actual imagen de la juventud como grupo de consumidores y ciudadanos con voz. Por primera vez, los jóvenes dejaron de considerarse proyectos incompletos de adultos para integrarse en el flujo consumista del capitalismo avanzado. Las grandes empresas descubrieron en ellos a clientes potenciales mucho más abiertos, flexibles y prolíficos que sus mayores. Pero, al mismo tiempo, se vivió el proceso de emancipación que legitimaba sus gustos, opiniones políticas y forma de vida.

La juventud se apodera de la cultura popular y luego la modela a su imagen y semejanza. El pop y el rock, la psicodelia, la canción protesta, el underground, el cine experimental, el pop art…, fueron hijos de un espíritu lúdico y una forma reivindicativa y transgresora de ver la cultura. Este espíritu de renovación impregnó todas las disciplinas artísticas y vehículos narrativos, y se manifestó en todo el mundo en multitud de movimientos contestatarios y experimentales. En el mencionado underground estadounidense, en el boom literario hispanoamericano o en el cine francés de la nouvelle vague se percibe una clara intención emancipadora generacional. Gilles Lipovetsky y Jean Serroy hacen una precisa radiografía de este escenario en su obra La pantalla global; aunque su principal objeto de análisis es el discurso cinematográfico, muchas de sus conclusiones son extrapolables al panorama general de la creación cultural...

jueves, noviembre 09, 2017

Júpiter, de Daniel Torres, en Culturamas

http://www.culturamas.es/blog/2017/11/07/roco-vargas-jupiter-una-aventura-en-el-espacio-tiempo/
Acabamos de publicar en Culturamas, nuestra revista cultural online favorita, una reseña sobre Júpiter, la última entrega que Daniel Torres ha dibujado para esa saga mítica del género de acción espacial que son las aventuras Roco Vargas.
Como señalamos en nuestra reseña, Roco Vargas: Júpiter plantea una mirada postmoderna, distópica y fragmentaria. En sus páginas, Torres rompe el juguete de las arquitecturas futuristas cargadas de utopía para desplegar un mensaje pesimista y un activismo ecologista que conecta con el signo de los tiempos; y, de otro modo, con las reflexiones que también se planteaban en los capítulos finales de La casa. Sin abandonar el género de aventuras interespaciales, la nueva obra de Daniel Torres alude a la necesidad inminente de repensar el espacio y la ubicación del ser humano en el mismo: una relación que abarca desde la pequeñez de los espacios habitacionales, hasta nuestra interacción con el planeta Tierra y su situación en la Galaxia.
Por su planteamiento circular y sus referencias interdiscursivas a otros volúmenes de la saga, parece Júpiter una revisión crepuscular y el cierre de las aventuras de Roco Vargas; no es así. Sí que es, sin embargo, un ejercicio visual de virtuosismo gráfico y una colección de escenarios, situaciones y proyecciones futuristas al alcance de muy pocos dibujantes de cómics del planeta. Les dejamos con: "Roco Vargas: Júpiter Una aventura en el espacio-tiempo".

jueves, julio 27, 2017

Tomoji, de Jiro Taniguchi, en ABC Color. Esa lenta tragicomedia que esla vida

El fin de semana pasado publicamos en ABC Color, nuestro suplemento cultural transatlántico favorito, un artículo dedicado a ese genio del cómic que nos dejó hace unos meses llamado Jiro Taniguchi. Escribimos sobre Tomoji, uno de sus últimos cómis publicados en España. Un tebeo, además, que junto a las muchas virtudes que acompañan los cómics de Taniguchi, presenta algunas peculiaridades que merecen subrayarse respecto al resto de su producción.
Tomoji es una obra vitalista, poblada de paisajes rurales y antiguos oficios, un cuadro de costumbres de una época que ya ha desaparecido. Pero Tomoji es también el retrato generoso y admirado de una mujer fuerte, perseverante y valiosa. Les dejamos con nuestra reseña: "Esa lenta tragicomedia que es la vida"
En febrero de 2017 murió Jiro Taniguchi, uno de los genios recientes del cómic y uno de los autores más influyentes e imitados de las últimas décadas.
Desde que descubriéramos su obra gracias a El Caminante (1990) o El almanaque de mi padre (1994), Taniguchi siempre ha sido un refugio al que volver; un guionista y dibujante privilegiado cuya prolífica obra mantiene siempre unos niveles de calidad altísimos. Se le considera, de hecho, uno de los padres de la llamada nouvelle manga (una etiqueta, nos parece, demasiado etérea e imprecisa, que intenta abarcar el cruce de influencias comicográficas entre Japón y Europa).
Con contadas excepciones y sin seguir el orden cronológico editorial japonés, casi toda su producción está ya publicada en español. Ponent Mon editó en 2016 uno de sus últimos trabajos, Tomoji (2014); y en este 2017 hemos visto como Planeta se ha atrevido con la reedición de uno de sus primeros cómics, Hotel Harbour View (1983), y Ponen Mont ha vuelto a hacerlo por partida doble con la también reedición de Sky Hawk (sobre el guión de Natsuo Sekikawa, 2002) y con Venecia (2014); una de las últimas obras publicadas en vida por el genio japonés junto a Los guardianes del Louvre (2014).
Una de las curiosidades que esconde la edición de Tomoji de Ponent Mon en sus páginas finales es la entrevista que Thomas Hantson le hizo al propio Taniguchi en agosto de 2014. En ella, descubrimos la peculiar visión que el propio autor tenía de su propia obra y sus opiniones acerca de Tomoji. En uno de los pasajes, confiesa "me doy cuenta de que jamás he tratado realmente el amor en mis libros anteriores. Esta es, salvo a lo mejor Los años dulces, la primera vez que lo hago". Poco después admite que es "posible que los mangas de acción que hacía antaño ya hayan quedado atrás. En retrospectiva, diría que La cumbre de los dioses es sin duda mi última obra en la que las expresiones se muestran con pasión, y en la que el aspecto gráfico así los muestra".
Aunque en su producción (sobre todo en sus comienzos) encontramos obras con un elemento de acción, si hay un rasgo que sobrevuela casi toda la obra de Taniguchi en su capacidad para mostrar aspectos intangibles de la naturaleza humana y su relación con el entorno: el paso del tiempo y la añoranza hacia el pasado, los afectos sutiles, la mirada curiosa del paseante, el viajero o el turista... Por eso, sorprende que un autor tan contenido y contemplativo utilice un concepto como "pasión" para referirse a algunos de sus cómics. Ni siquiera en Tomoji, el drama costumbrista de una mujer cuya biografía está recorrida por infortunios y adversidades, existe un acercamiento trágico o pasional a la existencia. Las páginas de este cómic están surcadas, de nuevo, por miradas nostálgicas y un profundo y agradecido (también dolorido) vitalismo.
Pero si hay algo que diferencia a Tomoji de otros cómics de Taniguchi, más allá de esa presencia del tema amoroso que señala, es su acercamiento a un Japón que va camino de desaparecer: el de los paisajes rurales de la era Taishō, un periodo de transición entre dos momentos decisivos en la historia del país (las eras Meiji y Shōwa), en el que el antiguo Japón casi feudal dejó paso a la nación mucho más urbanita e industrializada que iba a tomar parte en la Segunda Guerra Mundial.
El virtuosismo gráfico de Taniguchi, su meticuloso preciosismo artesanal, pocas veces a brillado con más luz y belleza que en las estampas naturales de este libro. Como sucede habitualmente en el manga, las primeras páginas de cada uno de sus seis capítulos están coloreadas (como si de una introducción al paisaje narrativo se tratara), para a continuación dejar paso al preciosista y diáfano blanco y negro que caracteriza el "estilo Taniguchi"; con esos entramados y minuciosos rayados/sombreados que aportan a sus escenarios un aire casi hiperrealista.
Los rostros de sus personajes (como siempre, bastante semejantes entre ellos) desprenden una humanidad apacible, un gesto de resistencia ante las pesadumbres de la existencia que se personifica como nadie en la figura de la protagonista del relato. Tomoji Uchida fue una mujer valiente y espiritual en un momento en el que las mujeres no lo tenían fácil en una sociedad tan tradicional y conservadora como era (y sigue siendo) la nipona. Fue la fundadora del budismo Shinnyo-en (una variante del budismo Shingon) y responsable junto a su marido Ito Shinjo de la proliferación de numerosos templos dedicados a esta práctica en Japón.
Jiro Taniguchi y su mujer eran asiduos a uno de esos templos Shinnyo-en en las cercanías de Tokio, y fue allí donde le propusieron embarcarse en la biografía de Tomoji; contó para ello con la ayuda del guionista Miwako Ogihara. Sin embargo, el dibujante tomó una decisión sorprendente: en su relato prescindiría de alusiones religiosas explícitas o de los hechos mismos que hicieron de Tomoji Uchida una figura relevante. En vez de eso, se enfrentaría al trabajo como el biógrafo de una niña que superó con humildad cuanto obstáculo se le planteó en la vida (y fueron muchos) hasta hacerse a sí misma y convertirse en una figura admirable: "...decidí privilegiar un ángulo narrativo que mostrara el recorrido vital que cinceló la personalidad de Tomoji y que finalmente le llevó a escoger el camino de la espiritualidad", aclara Taniguchi en la entrevista.
Pero a veces la Historia no es suficiente ("... no se puede hacer un manga sólido basado en simples hechos biográficos"), así que en su perfil el el célebre mangaka idea experiencias, construye encuentros imaginarios y entrecruza acontecimientos sociohistóricos traumáticos con la naturalidad de un maestro; como esas secuencias del gran terremoto que asoló Tokio en 1923 y cuyas reverberaciones perduran en la memoria del Japón actual, de la misma manera en que en su día alcanzaron incluso a las apacibles zonas rurales de la región de Yamanashi, en las que se sitúa el relato. Porque las páginas de Tomoji son también un fresco costumbrista en el que se recrean los antiguos oficios y el folclore de de un contexto muy localizado: descubriremos en ellas una forma de vida sencilla, basada en el duro trabajo de agricultores, artesanos y pequeños mercaderes, una realidad que se movía al ritmo de los elementos, las estaciones y las puestas de sol; y que, como decíamos antes, prácticamente ha desaparecido.
Tomoji es un acercamiento humanista y humano a la experiencia de vivir, una biografía entreverada de ficción en la que las tradiciones rurales, el lento paso de las estaciones y la majestuosidad de los paisajes dibujan un fresco lleno de sosiego y resignación. En su cómic, Tamaguchi construye uno de sus mejores retratos femeninos y, al mismo tiempo, nos invita a sumergirnos en una espiritualidad japonesa que siempre ha estado imbuida de respeto por el pasado y adoración reverencial a los elementos de la  naturaleza.

jueves, junio 29, 2017

La levedad, de Catherine Meurisse, en Culturamas

http://www.culturamas.es/blog/2017/06/22/la-levedad-de-catherine-meurisse-lo-inexplicable/
Hemos reseñado para Culturamas La levedad, el último trabajo de la francesa Catherine Meurisse. No es un cómic cualquiera, son las páginas de una superviviente y es, a su vez, un ejercicio de supervivencia.
Meurisse trabajaba en la revista humorística Charlie Hebdo cuando, el 7 de enero de 2015, dos terroristas de Al-Quaeda irrumpieron en la redacción y perpetraron una masacre. Doce personas murieron en los atentados, entre ellos seis de los dibujantes de la célebre publicación satírica y varios colaboradores.
En La levedad, Meurisse hace un relato de la angustia de la quien permanece mientras todos se van (salvó su vida porque ese día fatídico llegó tarde a la redacción), un perfil psicológico, sentido, desgarrado y muy personal, de la angustiosa ingravidez en la que flotó como un fantasma los meses siguientes al atentado. La levedad es un cómic de retazos organizados en breves secuencias de linealidad emocional, más que cronológica. Su relato en viñetas está cargado de metáforas visuales y un humor trágico y amargo. Quizás, no existan muchas más formas de sobrevivir al sinsentido: "La levedad, de Catherine Meurisse. Lo inexplicable".

miércoles, abril 12, 2017

Cómics Esenciales 2016 (de Jot Down y la ACDCómic)

La semana pasada hablábamos de una asociación y de una publicación online en la que se ponía de relieve el estado de la industria del cómic en nuestro país durante 2016. En ésta, vamos a hacer lo propio acerca de otra asociación y una nueva publicación en la que, en este caso, se analizan y reseñan los cómics esenciales en español publicados en el mismo periodo tiempo; todo ello, según el criterio de sus redactores y el de la revista Jot Down, que es quien publica este interesante y muy recomendable volumen (y eso que en él participamos nosotros con dos reseñas).
Cómics Esenciales 2016 nace de la alianza de Jot Down con la ACDCómic (Asociación de Críticos de Cómic de España) y de la voluntad de dar forma impresa al trabajo de la Asociación en su selección semestral de cómics esenciales: dos tandas anuales con los 50 cómics más destacados publicados en España según el criterio de sus miembros. Una valiosa herramienta de divulgación y promoción del cómic en nuestro país.
El libro de Jot Down y la ACDCómic se aproxima a ese compendio de obras seleccionadas durante el año con todo lujo de referencias bibliográficas, recomendación de obras afines y reseñas exhaustivas. Además, Cómics Esenciales 2016 incluye una interesante e instruida conversación a tres bandas entre Paco Roca, Ana Galvañ y Pepo Pérez; tres de los autores esenciales del cómic español contemporáneo.
Nosotros hemos participado con reseñas de dos de las novelas gráficas que más nos han impresionado este curso: las espléndidas Beverly, de Nick Drnaso y La favorita, de Matthias Lehmann. Si le echan un vistazo al listado de participantes de más abajo, verán que la cosa tiene enjundia y recoge los nombres de muchos de los mejores críticos del país. Les adjuntamos también a continuación los párrafos introductorios de nuestras colaboraciones, a ver si enganchamos a alguno, que la publicación lo vale. Créannos.
Listado de participantes
Alberto García Marcos, Alex Serrano, , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , .
Beverly, de Nick Drnaso. Miserias corales
En 1993 el cineasta Robert Altman estrenó su película Vidas cruzadas (Shortcuts), en la que, a partir de diversos relatos y poemas de Raymond Carver, creaba un relato coral tejido a partir de las vidas de personajes sin relación aparente entre sí, cuyos itinerarios terminaban por confluir en una misma línea argumental para crear un cuadro social y costumbrista de más amplio alcance.
La idea no era nueva, encontramos ejemplos de este modelo de expresionismo narrativo en escritores modernistas del siglo XX, como John Dos Passos (Manhattan Transfer, 1925) o William Faulkner (Mientras agonizo, 1930), y en autores más recientes como Camilo José Cela (La Colmena, 1951). El mismo Robert Altman había recurrido con anterioridad a esta técnica en películas tan distanciadas en el tiempo como MASH (1970) o El juego de Hollywood (1992)... (continúa en Cómics Esenciales 2016)
La Favorita, de Matthias Lehmann. Otra vuelta de tuerca 
Algunas biografías literarias esconden detalles extraordinarios que harían sombra a muchos actos de ficción. ¿Sabían, por ejemplo, que la madre del poeta alemán Rainer Maria Rilke, durante siete años de su vida, vistió y trató a su hijo  como a una niña para poder superar el dolor que le causó la muerte de una hija anterior? ¿O que las precoces hermanas Brontë, paradigma de la exaltación romántica y las pasiones agitadas, vivieron una apacible vida sedentaria sin salir apenas de su casa de Haworth, y sin grandes historias sentimentales que llevarse al corazón? Podríamos referir también el caso de Henry James y sus hermanos, cuyas infancias estuvieron marcadas por las vívidas experiencias sobrenaturales que su padre les confesaba haber vivido y les relataba con frecuente sobresalto... (continúa en Cómics Esenciales 2016)

miércoles, marzo 01, 2017

Hablamos de Javier Coma en Plan B

La semana pasada nos deparó dos noticias especialmente luctuosas para el aficionado comiquero: en tres días nos dejaron Jiro Taniguchi y Javier Coma, dos nombres que forman parte de la historia misma del cómic. El primero fue uno de los autores de referencia del manga, un autor que puso al cómic japonés adulto en el foco de atención, una vez superada la fiebre Otomo (volveremos a Taniguchi en un futuro no muy lejano).
Coma, por su parte, fue un crítico y estudioso de referencia en la investigación comicográfica; sus eruditos libros, enciclopedias y colaboraciones significaron para muchos de nosotros una puerta abierta a la historia del cómic estadounidense, en un tiempo en el que la "novela gráfica" y la moda del cómic ni siquiera se intuían; cuando ni los periódicos, ni las universidades, ni los expertos de la cultura y el arte hablaban de viñetas, ahí estaban gente como Coma, Gubern, Antonio Martín, Vázquez de Parga o Altarriba.
A Javier Coma le dedicamos nuestra última participación en Plan B, en nuestro espacio «TBO en la onda». De todo lo anterior hablamos, pero tirando de la madeja del magisterio de Coma, terminamos también enrededados en temas tan variopintos como Tebeosfera, GRAF, el cómic digital o la feria de ARCO.
El audio a partir del minuto 03:45: «TBO en la onda».

viernes, enero 20, 2017

Algunos cómics de 2016 que deberían leer (en Plan B)

El 19 de diciembre, nuestros amigos de Plan B (Arco FM) nos invitaron a darle un repaso rápido a 2016 y a charlar de los mejores cómics del año en nuestra sección "TBO en la onda". Dicho y hecho, durante un buen rato estuvimos sacándole brillo a algunas de las páginas de las que pocos días después daríamos cuenta en nuestro listón con lo mejor de 2016. No tuvimos tiempo de hablar de todos, pero la conversación fue jugosa.
La tienen aquí, a partir del minuto 02:22 («TBO en la onda», con Rubén Varillas. Hoy: repaso a los mejores cómics de 2016).

viernes, diciembre 30, 2016

En Navidades, regale un Ware (en Plan B)

No hay mejor excusa, ni mejor aliciente para ser moderno, para estar a la última y presumir de sapiencia comicográfica, que leer a Chris Ware: el nuevo genio del cómic, pope de la novela gráfica y renovador del diseño contemporáneo. De todo eso hablamos en Plan B, con nuestros amigos Jorge y Alfredo (a partir del minuto 3).
Escuchen y saquen ideas para Reyes:

miércoles, diciembre 21, 2016

Intemperie, de Javi Rey. Viñetas tremendistas (en Culturamas)

Hemos publicado en Culturamas, vuestra revista cultural favorita, nuestra última reseña comiquera. En este caso, un cómic de Javi Rey que adapta la novela de Jesús Carrasco, del mismo nombre: Intemperie.
Se trata de una historia que recupera aquel tremendismo que tanto martilleó durante la postguerra literaria española, gracias a obras como La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela. Nos gustan muchas cosas del trabajo de Rey, su dibujo y su manejo del color son brillantes, los personajes están perfectamente trabajados y sus paisajes se ahogan en el polvo del camino y el frío de las noches al raso. En este escenario, Chico, el protagonista, busca un camino, una dirección, que le permita escapar de su pasado y de su vida, sobrevivir en definitiva.
Paséense por Culturamas y échenle uno ojo a "Intemperie, de Javi Rey. Viñetas tremendistas".

jueves, diciembre 08, 2016

Necrópolis, de Marcos Prior. Estamos hasta los huevos (en ABC Color)

Hemos dedicado nuestro último artículo en ABC Color a Necrópolis, el cómic de Marcos Prior que cierra su "trilogía de la crisis", después de Fagocitosis y Potlatch. Prior reformula la idea de cómic comprometido para hurgar en la herida de la "gran estafa global" que nos ha explotado a los ciudadanos en la cara por obra y gracia de nuestra clase política y su servidumbre ante los poderes financieros.
El suplemento cultural, se completa con un perfil del autor, a cargo de Julián Sorel, y una invotación a adentrarse en el trabajo de Prior ("Siete razones para leer Necrópolis"), de Montserrat Álvarez;  Les dejamos aquí las planchas del suplemento y el artículo extractado: "Necrópolis, de Marcos Prior. Estamos hasta los huevos".
 
 
RAE: Necrópolis: 1. f. Cementerio de gran extensión en que abundan los monumentos fúnebres.

Se está hablando mucho últimamente de Marcos Prior debido a la publicación de Gran Hotel Abismo, el cómic que ha realizado con David Rubín. El resplandor de este último trabajo no debería, sin embargo, hacernos perder de vista el recorrido reciente del  guionista y dibujante catalán; porque, sin duda, estamos ante uno de los autores más coherentes y comprometidos del cómic español actual.
En una entrevista de hace unos años, la escritora Belén Gopegui se preguntaba: "¿Debería la literatura actual eludir el presente y las cuestiones principales del mundo? Desde luego, nadie tendría que imponerle el deber de eludirlo". Marcos Prior lleva ya tiempo suscribiendo sus palabras al pie de la letra. Tanto en Fagocitosis (2011) y Potlatch (2013), ambos dibujados por Danide, como en Necrópolis (guionizado e ilustrado por Prior en 2016), el autor se erige en portavoz de un hastío social que encuentra su raíz en el desenlace de la crisis económica de 2008, provocada por la codicia irresponsable de los mercados globales y el comportamiento criminal de bancos y entidades financieras. El encubrimiento vergonzoso y cómplice de los gobiernos occidentales (disfrazado eufemísticamente de rescate económico) y la gravosa responsabilización que sufrió el ciudadano de a pie desencadenaron una auténtica ola de indignación contagiosa que, por un breve instante, pareció que tendría consecuencias sísmicas regeneradoras en el actual sistema capitalista liberal, injusto, oscurantista y narcótico. 
Todo fue un espejismo. Con las heridas aún a flor de piel y los derechos ciudadanos adelgazados hasta el raquitismo, las élites dirigentes han conseguido sobreponerse a la tormenta casi indemnes. Excepto en países “civilizados”, como Islandia, nadie ha pagado por sus desmanes, y los pequeños y medianos empresarios, los trabajadores y las clases más desfavorecidas nos hemos tragado un sapo color neocon de dimensiones desproporcionadas. De postre, aquellos que nos condujeron a las arenas movedizas son los únicos que han conseguido salir andando ufanos de la ciénaga, vestidos de un blanco inmaculado.
Tenemos la sensación de que, ante la pasividad intencionada de las autoridades, el desinterés artero de muchos medios de comunicación y la amnesia colectiva, sólo algunos artistas, escritores, cómicos y periodistas están asumiendo la responsabilidad de canalizar la rabia y la desesperanza que envuelve a las sociedades convalecientes después de la crisis. Marcos Prior ha decidido que él va a ser uno de ellos. El periodo de madurez y ruptura de límites que está viviendo el cómic contemporáneo, le ha allanado el camino, de algún modo.
El desahogo se puede hacer desde la rabia o desde la crítica paródica. Esta última vía, profundamente postmoderna, es la que adopta Marcos Prior para describir una sociedad secuestrada, habitada por zombies, cadáveres y estatuas. Como hemos dicho, Necrópolis se disfraza de juguete postmoderno y abunda en técnicas como la cita intelectual, la autorreferencia, la narración fragmentaria, la crítica política disfrazada de parodia cyberpunk (que maldita la gracia) y la alternancia estilística y textual (dibujos, falsos textos periodísticos, entrevistas, contenidos digitales y mediales, etc.).
El dibujo de Prior hace también gala de esa variedad estilística, para lo cual se apoya en un grafismo digital que alterna el esbozo, la caricatura y un naturalismo casi fotográfico, distorsionado por un trazo sucio, nervioso y un vasto rayado. Debido a ello, las viñetas de Necrópolis transmiten siempre un reflejo velado y borroso de la realidad: una visión incómoda, llena de interferencias.
Como señala el subtítulo del cómic ("Retrato de grupo con ciudad"), el protagonismo de Necrópolis recae en New Pool, una ciudad distópica y sólo ligeramente futurista, que no es otra cosa que una proyección pesimista de cualquier ciudad contemporánea. La acción se sitúa en el centro de una campaña electoral, en la que podemos reconocer muchas referencias a los actuales partidos políticos españoles y sus líderes. Bajo la superficie esmaltada de los mitins políticos, las declaraciones televisivas y los gestos huecos de los candidatos, New Pool malvive sumida en la violencia, la rapiña y los deficientes servicios públicos (ejemplificados por los constantes apagones eléctricos que dejan la ciudad inmersa en el caos).
Prior proyecta hacia el absurdo la inercia de los acontecimientos contemporáneos, para dibujar un cuadro social presidido por la violencia, la corrupción, la miseria, la estupidez y la insolidaridad generalizada. La acumulación en las últimas páginas del libro de viñetas habitadas por paisajes desolados, locales abandonados y solares llenos de ruinas es la metáfora perfecta, la fotografía final de las necrópolis que habitamos. Ciudades en un proceso de autodestrucción tan obvio y predecible que resultaría cómico si no se parecieran tanto a las de las sociedades en las que nos ha tocado vivir. Autores como Marcos Prior sólo lo están subrayando desde la inteligencia y una visión renovada del compromiso narrativo. 
Aunque no nos demos por aludidos, estamos avisados.