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martes, abril 15, 2008

Burning Building Comix, se nos quema la página.

Seguimos hablando de indagaciones formales. Uno de los últimos tebeos que nos hemos agenciado vía internáutica ha sido el segundo número de Burning Building Comix, una ocurrencia de Jeff Zwirek; autor que en el mundo de la red comiquera no es un desconocido perfecto. Es un poco más grande (en dimensiones) que un minicómic habitual, pero comparte filosofía, intención autorial (Zwirek utiliza dicha etiqueta para definirlo) y espíritu experimental. Porque lo importante de la serie Burning Building Comix (que constará de cuatro números) no es lo que cuenta sino cómo lo cuenta, concretamente su formato.
La historia se resume en pocas palabras: un edificio comienza a quemarse desde su planta baja y, mientras el fuego "trepa" piso a piso, sus ocupantes intentan abandonar sus hogares respectivos. Una historia básica, dibujada con estilo cricaturesco muy esquemático, que nos conduce de un inquilino a otro del edificio mostrándonos sus reacciones ante la situación recreada; el humor y la solución ingeniosa, de fondo.
La curiosidad del tebeíto reside en la organización de sus materiales. El autor lo explica gráficamente en las "Instrucciones de lectura", en su segunda página: "For full effect, start on bottom story and read all the way across to the end. Start back on upper story and read across once again", y añade "future issues will buid up creating stories to complete the building".
Vamos, que Zwirek se propone crear todo un edificio formado por minicómics, cuya lectura se guiaría por la dirección de subida del fuego (de abajo a arriba) y por la ruta de escape de los inquilinos, piso a piso, de izquierda a derecha; nos leemos un piso y subimos al siguiente (a razón de dos pisos por número).

No sabemos si les suena esta propuesta, pero a nosotros nos ha recordado inmediatamente al "modelo de bandas" que proponía Sergio García en ese interesantísimo libro de análisis teórico comicográfico que es Sinfonía gráfica. Variaciones en las unidades estructurales y narrativas del cómic y que él mismo ha llevado a la práctica en su reinterpretación del cuento de Caperucita Roja o en Los tres caminos, su trabajo a dos manos con Lewis Trondheim.
El planteamiento es sencillo y Burning Building Comix lo ilustra a la perfección: se nos ofrece una historia montada en dos o más bandas paralelas que se leen independientemente, hasta que en un momento dado se interseccionan o sus acciones de cruzan. En el caso del cómic de Zwirek, la intersección entre bandas no se constata técnicamente: el elemento de unión entre ellas es el fuego que asciende de un piso a otro y sirve como nexo entre todas ellas. Es interesante observar como la aparición de las llamas, obviamente, se va retrasando con cada minicómic a medida vamos subiendo los pisos. Inteligente. Nos encantan los experimentos comiqueros hasta con fuego, aunque luego corramos el riesgo de mearnos en la cama (de gusto, como decía la Julia Roberts, supongo).

martes, febrero 26, 2008

Ya sabe, Usted, y van cuatro.

La labor de los fanzineros nos parece admirable (y necesaria); cuando ese trabajo adquiere la forma de un monográfico, la cosa se torna heroica. Así sucede y viene sucediendo con Esteban Hernández y su fanzine Usted, del que acaba de aparecer el cuarto número y se anuncia el quinto (con colaboraciones lustrosas esta vez).
Desde la aparición del interesante Culpable e historias cortas, se ha hablado bastante y bastante bien acerca de este joven (jovencísimo) autor ciudadrealeño, sin duda uno de los dibujantes que más alegrías habrá de darnos en años venideros. En este Usted #4 hay pruebas claras de ello, sobre todo por lo que respecta a la evolución gráfica de su autor. Quizás tenga algo que ver con las palabras que leíamos hace no mucho en su blog:
He pensado en concretar mi estilo de dibujo. En vista de que en unos tres meses acabo Bellas Artes y debo pensar en lo alimenticio, el plan de producción de páginas masivo lo voy a cambiar por otro consistente en buscar una fórmula gráfica que me abra caminos más comerciales. Lo que quiero decir es que al cerrar la etapa universitaria, cerraré aquella otra de investigación gráfica. Aunque haya habido poca. Seguiré ilustrando y haciendo tebeos, pero lo que pretendo es que todos mis dibujos se reconozcan de la misma mano. En definitiva, cuidar la producción con criterios de calidad mas que de cantidad.
Nos gusta lo que dice y lo reconocemos en Maldita metáfora (una de las historias de Usted): al estilo barroco, detallista y lleno de recovecos de Esteban le sienta bien el matiz clarificador que aporta el color (los tonos grises, en este ejemplo); mucho mejor, en todo caso, que las tramas y los rayados manuales que, en alguna ocasión, crean cierta confusión visual, que no existe cuando recurre a superficies cromáticas planas. Es indudable que Esteban Hernández ya tiene un estilo, el de un buen dibujante, un artista que nos recuerda a algunos grandes de los 80 como Beroy o Fernando de Felipe. Un estilo que, estamos seguros, seguirá creciendo en esa muy fructífera línea que venimos observando últimamente en su blog y que, como hemos señalado, se vislumbra claramente en algunos episodios de esta nueva entrega.
Personal es también su discurso, que duda cabe. En casi todos los trabajos de Esteban Hernández se gira alrededor de ciertas constantes básicas: el azar como factor inescrutable, los procesos mentales que conducen a la demencia, las patologías... Hay algo enfermizo en los seres que habitan las viñetas de este joven dibujante. Sucede que, también en ocasiones, ese alma osura se manifiesta con excesiva verbosidad y adquiere vericuetos narrativos demasiado tortuosos, hecho que afecta negativamente al desarrollo fluido de algunas de las tramas de Esteban. Aspectos mejorables, seguro, pero que no impiden que las palabras arriba citadas vayan camino de tornarse en certeza. Nos gusta la reflexión autorial y nos gustan los creadores abiertos a la experimentación y a la evolución.


Por eso nos gusta Esteban Hernández, porque pese a ser ya un artista con un lugar en el panorama comicográfico español, no se conforma. Apostamos por lo que nos ha de deparar.

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A lo mejor no hay que esperar tanto (al menos para el merecido reconocimiento). Nos acabamos de enterar de que Usted y Esteban, por tanto, han sido nominados para la categoría de mejor fanzine del 2007. ¡Enhorabuena!

martes, enero 22, 2008

Gatos, grizzlies y minicómics (II).

Más gatos. Los que hay en Black Ghost Apple Factory, el minicómic recopilación de los minicómics de Jeremy Tinder. El estadounidense es uno de los jóvenes dibujantes que más suenan últimamente en los mentideros de la trastienda comiquera. su gato se llama Kitty, claro, pero no es ni mucho menos el único animalejo que se pasea por su fatoría manzanera. Hay elefantes enamorados, conejitos folladores y osos grizzly con instintos incontrolables. Sospechamos que, en el fondo, todos son un trasunto del propio Tinder en sus diferentes ánimos, estados y momentos introspectivos. Resulta que don Jeremy es de esos a los que les salen las confesiones a flor de piel, sin pudores ni concesiones; para muestra "It's Spring, and Jeremy Tinder Is Secretly in Love with You", todo un ejercicio de declaración amorosa a su lector(a) anónimo(a). Nos gustan más, sin embargo, "Grizzly -or- How I Spent My Spring Break" (una relación de amor/odio con oso incluido), la historia conejero-depresiva "I'm, So Tired" o la emocionante "1, 2, 3, 4". Todas ellas cortitas y dibujadas con desenfado, como cualquier buen minicómic que se precie.
Para terminar con este recorrido zoológico, nos van a permitir una pequeña trampa alevosa. Resulta que entre los tebeos que nos trajimos de aquel nuestro ya lejano viaje pampero (¿recuerdan?) había uno destacado (por su tamaño, entre otras cosas) que no mencionamos entonces. Lo encontramos en la librería del Museo de Arte Latino Americano de Buenos Aires (el MALBA) y se llama Animaladas; sus autores (que viven y publican en España) son Leonardo Flores y Rebeca Luciani y Pequeño Editor la editorial editora (con cosas más que interesantes). Como decimos, minicómic parece si nos atenemos a su reducido volumen. Sin embargo, ni el acabado ni la muy cuidada y primorosa mini-edición nos acercan a la órbita de la edición amateur, manual y espontánea del minicómic. Animaladas es una colección de historias cortas, historias de animales, lógico, con un estilo cercano a la ilustración infantil, pero con una puntita de humor sádico y grandes dosis de ironía gaucha (nos acordamos de ese otro gran argentino que es Darío Adanti). No hay piedad para los eslabones últimos de la cadena alimenticia en estas mini-historias y gags gráficos: el lobo, el zorro y la serpiente tienen siempre las de ganar; pollitos, ovejas y ratones, reiros mientras podáis, vuestros días están contados (¿o no?)... Se compra aquí.

jueves, enero 17, 2008

Gatos, grizzlies y minicomics (I).

Nos enteramos ayer en nuestra celda favorita de la aparición de una nueva editorial hispana, Apa-Apa. Resulta además que los muy osados cuentan en su plantel de autores con algunos de los marcianos más dignos de atención del cómic norteamericano. Gente a la que ya le teníamos ganas por estos lares, como Sammy Harkham, John Porcellino o Liz Prince; y otros con los que ya habíamos estrechado lazos, léase Zak Sally. Gente que, en su mayoría, dió sus primeros pasos en el formato de los minicomics (de los que, como ya saben, somos fans y clientes habituales), algunos, como Porcellino, hasta el punto de ser considerados uno de los grandes exponentes del "cómic amateur autogestionado".
Viene todo esto a cuento porque llevábamos un tiempo con la idea de presentarles algunas de nuestras últimas lecturas al respecto y estaban los tebeitos seleccionados cogiendo polvo aquí al lado del ordenador. Comencemos pues con alguno de esos mini-tebeos llenos de atractivos, a cambio de muy poquita inversión temporal y menos inversión aún:

Bleep, Blop, Bloop, es un regalito que parece, más que un cómic, un cuadernito de ilustraciones con portada amarilla y unas preciosas páginas ocres con dibujos en blanco y negro. Una exaltación de la amistad minimalista, tontorrona y conmovedora ("A celebration of silliness & being friends"), firmada por el ya muy reconocido Paul (Silly) Hornschemeier (atención al guiño). Nos encanta su dedicatoria a Jim Henson ( "You made the world better") y su despedida: "I would like to thank my cat for keeping things in perspective -with sad eyes and a killer silly instinct- and thanks to the girl who saw her first but gave her to me". Grande Paul.

Hablando de gatos, en Do Not Disturb My Waking Dreams, el minicómic de Laura Park, también hay un minino omnipresente, de nombre Lewis, su gato. Un tebeito de edición modesta confeccionado a base de retales existenciales y trocitos de vida diseminados en pequeñas historias de 5 ó 6 viñetas. Excepto por How Does Your Garden Grow, una fábula ecológica personalizada y sentida desde dentro que (a la espera de siguientes episodios, si los hay) ha sido una de las historias cortas más bonitas y emocionantes que hemos tenido el placer de leer este año. Entre receta y receta (que también las hay), Laura Park desborda sensibilidad. Su tebeito está casi agotado, pero nosotros lo conseguimos aquí (junto a muchos otros minicómics). Como dijo aquel, "it’s just a matter of time before laura park’s comics are collected into a beautifully bound book".

En el siguiente post, seguimos hablando de gatos y otras cosas...
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Un offtopic interesado: llevamos tiempo planteándonos la mudanza a la versión beta de blogger, ¿alguna alma caritativa puede recomendarnos algo al respecto? ¿están nuestros miedos infinitos al vacio posteador justificados?

jueves, diciembre 21, 2006

Más de Weing, Bugbear.

Tengo la sensación de que mi sección de la sidebar de "cómics online" está gafada; vamos, que si la utilizase para publicitar una página de línea clara, me crecerían los pitufos. Todo empezó con Drew Weing, uno de mis jóvenes autores estadounidenses favoritos, sobre todo por su serie online Pup, que Drew descolgó cuando no hacía ni tres días de mi reseña; afortunadamente el propio autor la ha vuelto a colgar aquí, y nadie, nadie debe perdérsela.
Poco después, volvió a sucederme lo mismo con Derek Kirk Kim y su historia La misma diferencia, que quizás eliminó para no hacer competencia a su edición impresa (y que no ha vuelto a reponer). Además, como observará algún lector habitual del blog, la cacareada continuación de los comics online de Daniel Merlin, nunca tuvo tal continuidad en un segundo post (esto se debe única y exclusivamente a mi vaguería y prometo remediarlo en breve).
Por todo esto y como desagravio al primero de los protagonistas citados, me ha apetecido recuperar y recomendarles un cómic (esta vez en papel) de Drew Weing: Bugbear. Lo malo de Weing es que por estas tierras está aún inédito, lo bueno es que su preciosa página web y el servicio de venta por correo directo y personal que ofrece, va como un tiro. Así es como me hice, entre otros minicómics (y alguna baratita tira original) con Bugbear. Ya saben que soy un adicto a los minicómics, por su precio, su espontaneidad y lo que tienen de experimento artístico y barómetro de tendencias. Además, su edición casi artesanal te depara sorpresas como este Bugbear. Un delicioso cómic creado al alimón por Weing y su esposa Eleanor Davis, con historias de muy buen nivel por parte de ambos y con una portada litografiada a cuatro colores que es una maravilla (sic. foto).
Entre las historias, "Leaflet Drop", extraña y original, me deja, no obstante, un poco frío; al igual que ese experimento de una página que es "Farther Away". La cosa se calienta con el cuentecito campestre, "Camping Trip with my Dad and Sister", que a modo de diario de campo presenta Eleanor, y coge definitivamente impulso con la anécdota onírica de Weing sobre su padre, "Soy-Based". "Her Smell", de Eleanor es una breve (una página) e interesante reflexión sobre el destino de las personas. Sin embargo, son las dos últimas historias de cómic las que valen por sí solas la inversión de los $6 (¿4 euros y medio?):
"The Machinery Inside" es una de las historias breves mejor dibujadas y más emocionantes que ha leído un servidor en mucho tiempo. Una breve y lúcida reflexión sobre el ser humano, su papel en el universo y el respeto a la naturaleza. Una pequeña gema que reluce con fuerza y se convierte en metáfora perfecta del talento que atesora Drew Weing.
"The Mistake", de Eleanor Davis, está de nuevo llena de emoción y sinceridad: nos habla de las reacciones incomprensibles ante la muerte, de la imposible asunción de la inxistencia de los seres queridos; el cuento de un milagro soñado. En fin, ya lo ven, me rindo ante Weing y señora, y es que me tiene ganado el dicho aquel de que las buenas esencias vienen en frasco pequeño. Compruébenlo con Pup y si no pueden dejar de oler, ya saben.

miércoles, noviembre 29, 2006

Recidivist, de Zak Sally. Extrañeza al cubo (y un poco de música).

De tanto en cuanto agradecemos toparnos con una de esas obras artísticas que desafían al espectador/lector con su experimentalidad formal o estética. Lo mismo me vale para aquellos trabajos que por pertenecer a otra cultura, país, continente se nos presentan a los profanos directamente como parte de aquellas. Vamos, que no suelo ponerme chaleco-antiobras contemplativo-deconstructivo-experimentales (ehem). Dicho lo cual, si tengo que elegir un cómic/película/libro/disco/cuadro que en los últimos tiempos haya marcado índices muy altos en mi medidor de "rareza asimilable", creo que el elegido sería Recidivist, de Zak Sally. "The Odd and Obscure Minicomics" lo denominan en The Comics Journal, no nos extraña. Veamos por qué.
En uno de esos viajes de ida vuelta por las páginas de minicómics a la rebusca del espíritu amateur de vanguardia en el cómic actual, encontré unas imágenes de un tal Zak Sally que, literalmente, me hipnotizaron. Curiosamente, el cómic al que pertenecían (Recidivist) era un poco más caro de lo habitual (lo bueno de los minicómics es que por 15 euros te llevas media docena, gastos de envío incluídos) y se anunciaba con pastas duras y cuidada presentación (frente al espíritu informal y casero habitual en el formato). Decidí investigar ("googlear", como lo llaman ahora).
Parece ser que el tal Zak es miembro de un colectivo artístico-editorial formado por un único miembro, él mismo, que atiende al nombre de La Mano 21. La Mano publica materiales del propio Zak y de otros artistas, digamos, ajenos a las tendencias de la cultura de masas. Sigo indagando y ¡sorpresón!: antes de dedicarse en cuerpo y alma al cómic y a la edición, Zak fue componente (bajista) de uno de mis grupos fetiche: Low; una de las bandas más sugerentes, creativas y misteriosas del panorama musical estadounidense de los últimos tiempos.
Anonadado, hice el pedido y esperé los 10 ó 15 días de rigor a que me llegara Recidivist. Tras la lectura, mi pasmo sigue increscendo. Las historias del cómic de Zak Sally son desasosegantes (como una película de David Lynch), oscuras (como anunciaba The Comics Journal) y, por momentos, crípticas e indescifrables (que conste la redundancia): juegos de secuestros masoquistas, pesadilla catárquicas, parábolas pseudo-científicas... El circo de Recidivist, está pensado para aventureros de la viñeta. El mundo interior de Zak Sally recorre aguas turbulentas, rápidos entre riscos del subconsciente que harán zozobrar cualquier embarcación desprotegida. Sin embargo, hay algo en las historias del norteamericano... algo místico, trascendente. De hecho, ahora que lo pienso, sucedía lo mismo con Low. Su música parece buscar más allá del raciocinio. Ahonda en las raíces de la fe. Me imagino que de eso se trata, hay que creer en Zak Sally para disfrutar de su Recidivist: algunas de sus historias, como la maravillosa alegoría de "The Great Healing", te allanan el camino. De otras, nos quedaremos con ese realismo esquemático de Sally que tanto nos recuerda al mejor Mazzucchelli. Dicho queda, indaguen ahora ustedes. Yo les dejo con el blog de Zak Sally (en la columna de blogs de autor) las planchas que me condujeron a Recidivist y con dos temas de Low, para que vean y escuchen.
Las páginas de la hipnosis: 1, 2 y 3.
Low en estado puro:
Dinosaur Act (en Things We Lost in Fire)
Sunflower (en Things We Lost in Fire)
Just Stand Back (en The Great Destroyer)