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jueves, julio 27, 2017

Tomoji, de Jiro Taniguchi, en ABC Color. Esa lenta tragicomedia que esla vida

El fin de semana pasado publicamos en ABC Color, nuestro suplemento cultural transatlántico favorito, un artículo dedicado a ese genio del cómic que nos dejó hace unos meses llamado Jiro Taniguchi. Escribimos sobre Tomoji, uno de sus últimos cómis publicados en España. Un tebeo, además, que junto a las muchas virtudes que acompañan los cómics de Taniguchi, presenta algunas peculiaridades que merecen subrayarse respecto al resto de su producción.
Tomoji es una obra vitalista, poblada de paisajes rurales y antiguos oficios, un cuadro de costumbres de una época que ya ha desaparecido. Pero Tomoji es también el retrato generoso y admirado de una mujer fuerte, perseverante y valiosa. Les dejamos con nuestra reseña: "Esa lenta tragicomedia que es la vida"
En febrero de 2017 murió Jiro Taniguchi, uno de los genios recientes del cómic y uno de los autores más influyentes e imitados de las últimas décadas.
Desde que descubriéramos su obra gracias a El Caminante (1990) o El almanaque de mi padre (1994), Taniguchi siempre ha sido un refugio al que volver; un guionista y dibujante privilegiado cuya prolífica obra mantiene siempre unos niveles de calidad altísimos. Se le considera, de hecho, uno de los padres de la llamada nouvelle manga (una etiqueta, nos parece, demasiado etérea e imprecisa, que intenta abarcar el cruce de influencias comicográficas entre Japón y Europa).
Con contadas excepciones y sin seguir el orden cronológico editorial japonés, casi toda su producción está ya publicada en español. Ponent Mon editó en 2016 uno de sus últimos trabajos, Tomoji (2014); y en este 2017 hemos visto como Planeta se ha atrevido con la reedición de uno de sus primeros cómics, Hotel Harbour View (1983), y Ponen Mont ha vuelto a hacerlo por partida doble con la también reedición de Sky Hawk (sobre el guión de Natsuo Sekikawa, 2002) y con Venecia (2014); una de las últimas obras publicadas en vida por el genio japonés junto a Los guardianes del Louvre (2014).
Una de las curiosidades que esconde la edición de Tomoji de Ponent Mon en sus páginas finales es la entrevista que Thomas Hantson le hizo al propio Taniguchi en agosto de 2014. En ella, descubrimos la peculiar visión que el propio autor tenía de su propia obra y sus opiniones acerca de Tomoji. En uno de los pasajes, confiesa "me doy cuenta de que jamás he tratado realmente el amor en mis libros anteriores. Esta es, salvo a lo mejor Los años dulces, la primera vez que lo hago". Poco después admite que es "posible que los mangas de acción que hacía antaño ya hayan quedado atrás. En retrospectiva, diría que La cumbre de los dioses es sin duda mi última obra en la que las expresiones se muestran con pasión, y en la que el aspecto gráfico así los muestra".
Aunque en su producción (sobre todo en sus comienzos) encontramos obras con un elemento de acción, si hay un rasgo que sobrevuela casi toda la obra de Taniguchi en su capacidad para mostrar aspectos intangibles de la naturaleza humana y su relación con el entorno: el paso del tiempo y la añoranza hacia el pasado, los afectos sutiles, la mirada curiosa del paseante, el viajero o el turista... Por eso, sorprende que un autor tan contenido y contemplativo utilice un concepto como "pasión" para referirse a algunos de sus cómics. Ni siquiera en Tomoji, el drama costumbrista de una mujer cuya biografía está recorrida por infortunios y adversidades, existe un acercamiento trágico o pasional a la existencia. Las páginas de este cómic están surcadas, de nuevo, por miradas nostálgicas y un profundo y agradecido (también dolorido) vitalismo.
Pero si hay algo que diferencia a Tomoji de otros cómics de Taniguchi, más allá de esa presencia del tema amoroso que señala, es su acercamiento a un Japón que va camino de desaparecer: el de los paisajes rurales de la era Taishō, un periodo de transición entre dos momentos decisivos en la historia del país (las eras Meiji y Shōwa), en el que el antiguo Japón casi feudal dejó paso a la nación mucho más urbanita e industrializada que iba a tomar parte en la Segunda Guerra Mundial.
El virtuosismo gráfico de Taniguchi, su meticuloso preciosismo artesanal, pocas veces a brillado con más luz y belleza que en las estampas naturales de este libro. Como sucede habitualmente en el manga, las primeras páginas de cada uno de sus seis capítulos están coloreadas (como si de una introducción al paisaje narrativo se tratara), para a continuación dejar paso al preciosista y diáfano blanco y negro que caracteriza el "estilo Taniguchi"; con esos entramados y minuciosos rayados/sombreados que aportan a sus escenarios un aire casi hiperrealista.
Los rostros de sus personajes (como siempre, bastante semejantes entre ellos) desprenden una humanidad apacible, un gesto de resistencia ante las pesadumbres de la existencia que se personifica como nadie en la figura de la protagonista del relato. Tomoji Uchida fue una mujer valiente y espiritual en un momento en el que las mujeres no lo tenían fácil en una sociedad tan tradicional y conservadora como era (y sigue siendo) la nipona. Fue la fundadora del budismo Shinnyo-en (una variante del budismo Shingon) y responsable junto a su marido Ito Shinjo de la proliferación de numerosos templos dedicados a esta práctica en Japón.
Jiro Taniguchi y su mujer eran asiduos a uno de esos templos Shinnyo-en en las cercanías de Tokio, y fue allí donde le propusieron embarcarse en la biografía de Tomoji; contó para ello con la ayuda del guionista Miwako Ogihara. Sin embargo, el dibujante tomó una decisión sorprendente: en su relato prescindiría de alusiones religiosas explícitas o de los hechos mismos que hicieron de Tomoji Uchida una figura relevante. En vez de eso, se enfrentaría al trabajo como el biógrafo de una niña que superó con humildad cuanto obstáculo se le planteó en la vida (y fueron muchos) hasta hacerse a sí misma y convertirse en una figura admirable: "...decidí privilegiar un ángulo narrativo que mostrara el recorrido vital que cinceló la personalidad de Tomoji y que finalmente le llevó a escoger el camino de la espiritualidad", aclara Taniguchi en la entrevista.
Pero a veces la Historia no es suficiente ("... no se puede hacer un manga sólido basado en simples hechos biográficos"), así que en su perfil el el célebre mangaka idea experiencias, construye encuentros imaginarios y entrecruza acontecimientos sociohistóricos traumáticos con la naturalidad de un maestro; como esas secuencias del gran terremoto que asoló Tokio en 1923 y cuyas reverberaciones perduran en la memoria del Japón actual, de la misma manera en que en su día alcanzaron incluso a las apacibles zonas rurales de la región de Yamanashi, en las que se sitúa el relato. Porque las páginas de Tomoji son también un fresco costumbrista en el que se recrean los antiguos oficios y el folclore de de un contexto muy localizado: descubriremos en ellas una forma de vida sencilla, basada en el duro trabajo de agricultores, artesanos y pequeños mercaderes, una realidad que se movía al ritmo de los elementos, las estaciones y las puestas de sol; y que, como decíamos antes, prácticamente ha desaparecido.
Tomoji es un acercamiento humanista y humano a la experiencia de vivir, una biografía entreverada de ficción en la que las tradiciones rurales, el lento paso de las estaciones y la majestuosidad de los paisajes dibujan un fresco lleno de sosiego y resignación. En su cómic, Tamaguchi construye uno de sus mejores retratos femeninos y, al mismo tiempo, nos invita a sumergirnos en una espiritualidad japonesa que siempre ha estado imbuida de respeto por el pasado y adoración reverencial a los elementos de la  naturaleza.

viernes, mayo 12, 2017

La novela gráfica española y la memoria recuperada

http://edizionicafoscari.unive.it/it/edizioni/libri/978-88-6969-145-4/
Acabamos de publicar un estudio en el libro Historieta o Cómic. Biografía de la narración gráfica en España, de Edizioni Ca’ Foscar (editado por Alessandro Scarsella, Katiuscia Darici y Alice Favaro). En él, tenemos el honor de compartir páginas con investigadores de la talla de Antonio Martín o Manuel Barrero, así que no podemos estar más satisfechos. Se pueden ustedes descargar el libro en pdf de forma gratuita.
Este es el -creemos- interesante índice de la obra:
 
En nuestra colaboración hemos intentado acercarnos al fenómeno de la memoria histórica y al modo en que algunos creadores contemporáneos están llevando a cabo una labor que debería estar encabezada por las autoridades políticas y por una administración que se demuestra temerosa, arbitraria e injusta. Una sociedad difícilmente puede avanzar si no se cierran las heridas, se resarce a las víctimas y se pide perdón por los errores cometidos. Fundamentos de base que, frente a ejemplos muy recientes (como los de Argentina y Chile), o más lejanos en el tiempo (el ejemplo obvio de Alemania), en nuestro país  siguen sin afrontarse o resolverse. De todo ello hablamos en "La novela gráfica española y la memoria recuperada", cuyo texto arrancan así:
Concluida la Guerra Civil Española, el gobierno franquista en el poder llevó a cabo una política de purga y exterminio contra los supervivientes del ejército republicano derrotado y aquellos ciudadanos que habían colaborado con él o simplemente se habían mostrado desafectos hacia la causa del régimen. La historia de estos represaliados ha permanecido silenciada y ‘enterrada’ durante décadas en el olvido y en miles de fosas comunes. La Ley de la Memoria Histórica aprobada por el Parlamento Español en 2007 intentaba reparar y reconocer a las victimas de la Guerra Civil y el franquismo, sin embargo, su recorrido fue tan breve como el alcance de su puesta en práctica.
En nuestro estudio nos referiremos a este proceso político fallido y a cómo el espíritu de la iniciativa pervive gracias a actuaciones individuales y proyectos artísticos/culturales. Llevaremos a cabo un recorrido somero por aquellos cómics de postguerra que, de algún modo, se refirieron a los efectos del conflicto sobre los derrotados de Guerra Civil, hasta llegar al auge presente de la novela gráfica. Nos centraremos en una serie cómics que abordan los efectos de la Guerra Civil y de la dictadura en el bando de los perdedores; obras como El arte de volar, Los surcos del azar o Un médico novato, que a su manera funcionan como ejercicios reales de recuperación de la memoria histórica.

miércoles, abril 12, 2017

Cómics Esenciales 2016 (de Jot Down y la ACDCómic)

La semana pasada hablábamos de una asociación y de una publicación online en la que se ponía de relieve el estado de la industria del cómic en nuestro país durante 2016. En ésta, vamos a hacer lo propio acerca de otra asociación y una nueva publicación en la que, en este caso, se analizan y reseñan los cómics esenciales en español publicados en el mismo periodo tiempo; todo ello, según el criterio de sus redactores y el de la revista Jot Down, que es quien publica este interesante y muy recomendable volumen (y eso que en él participamos nosotros con dos reseñas).
Cómics Esenciales 2016 nace de la alianza de Jot Down con la ACDCómic (Asociación de Críticos de Cómic de España) y de la voluntad de dar forma impresa al trabajo de la Asociación en su selección semestral de cómics esenciales: dos tandas anuales con los 50 cómics más destacados publicados en España según el criterio de sus miembros. Una valiosa herramienta de divulgación y promoción del cómic en nuestro país.
El libro de Jot Down y la ACDCómic se aproxima a ese compendio de obras seleccionadas durante el año con todo lujo de referencias bibliográficas, recomendación de obras afines y reseñas exhaustivas. Además, Cómics Esenciales 2016 incluye una interesante e instruida conversación a tres bandas entre Paco Roca, Ana Galvañ y Pepo Pérez; tres de los autores esenciales del cómic español contemporáneo.
Nosotros hemos participado con reseñas de dos de las novelas gráficas que más nos han impresionado este curso: las espléndidas Beverly, de Nick Drnaso y La favorita, de Matthias Lehmann. Si le echan un vistazo al listado de participantes de más abajo, verán que la cosa tiene enjundia y recoge los nombres de muchos de los mejores críticos del país. Les adjuntamos también a continuación los párrafos introductorios de nuestras colaboraciones, a ver si enganchamos a alguno, que la publicación lo vale. Créannos.
Listado de participantes
Alberto García Marcos, Alex Serrano, , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , .
Beverly, de Nick Drnaso. Miserias corales
En 1993 el cineasta Robert Altman estrenó su película Vidas cruzadas (Shortcuts), en la que, a partir de diversos relatos y poemas de Raymond Carver, creaba un relato coral tejido a partir de las vidas de personajes sin relación aparente entre sí, cuyos itinerarios terminaban por confluir en una misma línea argumental para crear un cuadro social y costumbrista de más amplio alcance.
La idea no era nueva, encontramos ejemplos de este modelo de expresionismo narrativo en escritores modernistas del siglo XX, como John Dos Passos (Manhattan Transfer, 1925) o William Faulkner (Mientras agonizo, 1930), y en autores más recientes como Camilo José Cela (La Colmena, 1951). El mismo Robert Altman había recurrido con anterioridad a esta técnica en películas tan distanciadas en el tiempo como MASH (1970) o El juego de Hollywood (1992)... (continúa en Cómics Esenciales 2016)
La Favorita, de Matthias Lehmann. Otra vuelta de tuerca 
Algunas biografías literarias esconden detalles extraordinarios que harían sombra a muchos actos de ficción. ¿Sabían, por ejemplo, que la madre del poeta alemán Rainer Maria Rilke, durante siete años de su vida, vistió y trató a su hijo  como a una niña para poder superar el dolor que le causó la muerte de una hija anterior? ¿O que las precoces hermanas Brontë, paradigma de la exaltación romántica y las pasiones agitadas, vivieron una apacible vida sedentaria sin salir apenas de su casa de Haworth, y sin grandes historias sentimentales que llevarse al corazón? Podríamos referir también el caso de Henry James y sus hermanos, cuyas infancias estuvieron marcadas por las vívidas experiencias sobrenaturales que su padre les confesaba haber vivido y les relataba con frecuente sobresalto... (continúa en Cómics Esenciales 2016)

jueves, diciembre 08, 2016

Necrópolis, de Marcos Prior. Estamos hasta los huevos (en ABC Color)

Hemos dedicado nuestro último artículo en ABC Color a Necrópolis, el cómic de Marcos Prior que cierra su "trilogía de la crisis", después de Fagocitosis y Potlatch. Prior reformula la idea de cómic comprometido para hurgar en la herida de la "gran estafa global" que nos ha explotado a los ciudadanos en la cara por obra y gracia de nuestra clase política y su servidumbre ante los poderes financieros.
El suplemento cultural, se completa con un perfil del autor, a cargo de Julián Sorel, y una invotación a adentrarse en el trabajo de Prior ("Siete razones para leer Necrópolis"), de Montserrat Álvarez;  Les dejamos aquí las planchas del suplemento y el artículo extractado: "Necrópolis, de Marcos Prior. Estamos hasta los huevos".
 
 
RAE: Necrópolis: 1. f. Cementerio de gran extensión en que abundan los monumentos fúnebres.

Se está hablando mucho últimamente de Marcos Prior debido a la publicación de Gran Hotel Abismo, el cómic que ha realizado con David Rubín. El resplandor de este último trabajo no debería, sin embargo, hacernos perder de vista el recorrido reciente del  guionista y dibujante catalán; porque, sin duda, estamos ante uno de los autores más coherentes y comprometidos del cómic español actual.
En una entrevista de hace unos años, la escritora Belén Gopegui se preguntaba: "¿Debería la literatura actual eludir el presente y las cuestiones principales del mundo? Desde luego, nadie tendría que imponerle el deber de eludirlo". Marcos Prior lleva ya tiempo suscribiendo sus palabras al pie de la letra. Tanto en Fagocitosis (2011) y Potlatch (2013), ambos dibujados por Danide, como en Necrópolis (guionizado e ilustrado por Prior en 2016), el autor se erige en portavoz de un hastío social que encuentra su raíz en el desenlace de la crisis económica de 2008, provocada por la codicia irresponsable de los mercados globales y el comportamiento criminal de bancos y entidades financieras. El encubrimiento vergonzoso y cómplice de los gobiernos occidentales (disfrazado eufemísticamente de rescate económico) y la gravosa responsabilización que sufrió el ciudadano de a pie desencadenaron una auténtica ola de indignación contagiosa que, por un breve instante, pareció que tendría consecuencias sísmicas regeneradoras en el actual sistema capitalista liberal, injusto, oscurantista y narcótico. 
Todo fue un espejismo. Con las heridas aún a flor de piel y los derechos ciudadanos adelgazados hasta el raquitismo, las élites dirigentes han conseguido sobreponerse a la tormenta casi indemnes. Excepto en países “civilizados”, como Islandia, nadie ha pagado por sus desmanes, y los pequeños y medianos empresarios, los trabajadores y las clases más desfavorecidas nos hemos tragado un sapo color neocon de dimensiones desproporcionadas. De postre, aquellos que nos condujeron a las arenas movedizas son los únicos que han conseguido salir andando ufanos de la ciénaga, vestidos de un blanco inmaculado.
Tenemos la sensación de que, ante la pasividad intencionada de las autoridades, el desinterés artero de muchos medios de comunicación y la amnesia colectiva, sólo algunos artistas, escritores, cómicos y periodistas están asumiendo la responsabilidad de canalizar la rabia y la desesperanza que envuelve a las sociedades convalecientes después de la crisis. Marcos Prior ha decidido que él va a ser uno de ellos. El periodo de madurez y ruptura de límites que está viviendo el cómic contemporáneo, le ha allanado el camino, de algún modo.
El desahogo se puede hacer desde la rabia o desde la crítica paródica. Esta última vía, profundamente postmoderna, es la que adopta Marcos Prior para describir una sociedad secuestrada, habitada por zombies, cadáveres y estatuas. Como hemos dicho, Necrópolis se disfraza de juguete postmoderno y abunda en técnicas como la cita intelectual, la autorreferencia, la narración fragmentaria, la crítica política disfrazada de parodia cyberpunk (que maldita la gracia) y la alternancia estilística y textual (dibujos, falsos textos periodísticos, entrevistas, contenidos digitales y mediales, etc.).
El dibujo de Prior hace también gala de esa variedad estilística, para lo cual se apoya en un grafismo digital que alterna el esbozo, la caricatura y un naturalismo casi fotográfico, distorsionado por un trazo sucio, nervioso y un vasto rayado. Debido a ello, las viñetas de Necrópolis transmiten siempre un reflejo velado y borroso de la realidad: una visión incómoda, llena de interferencias.
Como señala el subtítulo del cómic ("Retrato de grupo con ciudad"), el protagonismo de Necrópolis recae en New Pool, una ciudad distópica y sólo ligeramente futurista, que no es otra cosa que una proyección pesimista de cualquier ciudad contemporánea. La acción se sitúa en el centro de una campaña electoral, en la que podemos reconocer muchas referencias a los actuales partidos políticos españoles y sus líderes. Bajo la superficie esmaltada de los mitins políticos, las declaraciones televisivas y los gestos huecos de los candidatos, New Pool malvive sumida en la violencia, la rapiña y los deficientes servicios públicos (ejemplificados por los constantes apagones eléctricos que dejan la ciudad inmersa en el caos).
Prior proyecta hacia el absurdo la inercia de los acontecimientos contemporáneos, para dibujar un cuadro social presidido por la violencia, la corrupción, la miseria, la estupidez y la insolidaridad generalizada. La acumulación en las últimas páginas del libro de viñetas habitadas por paisajes desolados, locales abandonados y solares llenos de ruinas es la metáfora perfecta, la fotografía final de las necrópolis que habitamos. Ciudades en un proceso de autodestrucción tan obvio y predecible que resultaría cómico si no se parecieran tanto a las de las sociedades en las que nos ha tocado vivir. Autores como Marcos Prior sólo lo están subrayando desde la inteligencia y una visión renovada del compromiso narrativo. 
Aunque no nos demos por aludidos, estamos avisados.

martes, noviembre 15, 2016

La ACDCómic publica 'Cómic digital hoy. Una introducción en presente'

Una muy buena noticia que llevábamos un tiempo esperando.
ACDCómic publica Cómic digital hoy. Una introducción en presente, un volumen digital gratuito de más de 700 páginas acerca de los webcómics y la pujanza actual del cómic en la red. En el libro colaboran algunos de los estudiosos y críticos más destacados del panorama nacional y hay que agradecerle su coordinación, compilación, edición y maquetación a Pepo Pérez, cuya implicación y perseverancia han permitido que este proyecto ciclópeo haya salido adelante. A Pepo le agradecemos también que nos haya invitado a participar en él, con nuestro artículo "De la revolución del cómic y otros augurios".
Les dejamos aquí con el muy goloso índice del libro y con la nota de prensa correspondiente, así se animan a la difusión y proselitismo de una obra que bien lo merece.
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La ACDCómic publica Cómic digital hoy. Una introducción en presente

El libro, de libre acceso en formato PDF, analiza el panorama actual del cómic digital internacional

Coordinada por Pepo Pérez, esta obra reúne los textos de 27 críticos y divulgadores

La ACDCómic (Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España) lanza Cómic digital hoy. Una introducción en presente, un libro que reúne diversos estudios sobre el panorama contemporáneo del cómic digital internacional. A lo largo de 33 capítulos, 27 autores abordan el tema desde diferentes perspectivas. El libro se puede descargar gratuitamente en un único archivo PDF desde la plataforma Lektu o por capítulos desde la web de ACDCómic.
La expansión de Internet y el uso de nuevos dispositivos electrónicos móviles están cambiando nuestros modos de relación, consumo y acceso a la información. El cómic no es ajeno a este proceso, como demuestra la explosión de webcómics, plataformas y revistas digitales de historieta. La ACDCómic ha querido contribuir con este libro a prestar más atención al impacto de las nuevas tecnologías digitales en los modelos de producción, difusión y consumo del cómic, así como analizar casos específicos de historietas digitales publicadas en las últimas dos décadas. 

Visión general y casos de estudio

Cómic digital hoy. Una introducción en presente se estructura en dos partes. La primera, “Panoramas digitales”, recoge textos que pretenden ofrecer una visión panorámica del cómic digital desde puntos de vista históricos, nacionales o temáticos. La segunda, “Casos de estudio”, analiza ejemplos concretos desde el ensayo, la reseña en profundidad, el reportaje o la entrevista, que permiten documentar tanto los avatares del proceso creativo como los desafíos de producción y difusión planteados por el entorno digital.
Los autores 

En 'Cómic digital hoy: una introducción en presente', bajo la coordinación de Pepo Pérez, escriben miembrosde la ACDCómic y otros estudiosos del cómic y las artes visuales: Jorge Iván Argiz, Daniel Ausente, Mikel Bao, Octavio Beares, Fernando Castro Flórez, Isabel Cortés Navarro, Irene Costa Mendia, Borja Crespo, Alberto García Marcos, Óscar Gual Boronat, Isabel Guerrero, Breixo Harguindey, Eduardo Maroño, Diego Matos, Raúl Minchinela, Carlos Miranda Mas, Erika Pardo Skoug, Pepo Pérez, Álvaro Pons, Jordi Riera Pujal, José Andrés Santiago Iglesias, Óscar Senar, José A. Serrano, Rubén Varillas, Jaume Vilarrubí, Gerardo Vilches y Yexus. En total, más de 700 páginas para analizar cómo internet y las tecnologías digitales han abierto nuevos caminos para el cómic.

La asociación que publica el libro 

ACDCómic (Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España) es una asociación sin ánimo de lucro que agrupa a personas que realizan trabajos de investigación, periodismo, crítica, estudio, comisariado y otras actividades teóricas y divulgativas relacionadas con el cómic. La asociación se constituyó en 2012 con la voluntad de colaborar en la difusión del trabajo que ya desarrollan sus miembros de forma individual, emprender iniciativas conjuntas que no se podrían afrontar de forma separada  y servir de interlocutor ante otros colectivos o instituciones.

Cómic digital hoy
Una introducción en presente

Antología de varios autores. Pepo Pérez (coord.)
Publica: ACDCómic | Primera edición: noviembre 2016
Libro digital en descarga gratuita desde la web de ACDCómic
ISBN: 978-84-608-3910-1
757 páginas | 27 autores | 33 capítulos
Índice e introducción: click aquí
Perfiles breves de los autores: click aquí

viernes, julio 29, 2016

Intrusos, de Adrian Tomine. Madurez generacional (en ABC Color)

En nuestro último artículo para el suplemento cultural de ABC Color, de Paraguay, hemos hablado de Intrusos, la última obra de Adrian Tomine. Se trata de un libro formado por seis historias breves; género en el que el norteamericano se ha revelado un verdadero maestro desde que publicara sus primeras historietas en su fanzine Optic Nerve. Intrusos es un trabajo complejo y ambicioso; un paso adelante en la capacidad narrativa de su autor y, en cierto sentido, una declaración de principios por parte de uno de los nombres esenciales de la revolución de la novela gráfica. De todo ello hablamos en "Madurez generacional". Acompaña a nuestro texto un afinado perfil biográfico a cargo de Juliá Sorel: "Adrian Tomine, Cazador de rutinas".
Se escucha y se lee mucho últimamente que Intrusos (Killing and Dying, en inglés) es el trabajo más maduro de Adrian Tomine. Analicemos qué hay de cierto en ello, y que hay de nuevo en ésta, su última colección de relatos breves.
Tomine pasa por ser uno de los grandes autores contemporáneos de la narración comicográfica. Las revistas y publicaciones más prestigiosas del mundo se pelean por sus dibujos e ilustraciones y prácticamente todos sus cómics se reciben con elogios unánimes de crítica y público. Lo curioso es que la cosa es así desde que el canadiense tenía 16 años y comenzó a autoeditarse su fanzine Optic Nerve en los 90 y a vender sus entregas por correspondencia antes de que Drawn & Quarterly (nada menos) se fijaran en él. Un talento precoz, un narrador superdotado.
Pero, ¿qué queda en Intrusos de aquel joven creador cuyas historias cortas todo el mundo comparaba con las de Raymond Carver? Sobre todo, precisamente, su gusto por la brevedad, por la condensación de la historia. Uno de los rasgos que más nos gustaban del Tomine de los Optic Nerve, perfeccionado en Sonámbulo y otras historias o Rubia de verano (dos de las recopilaciones de sus historias cortas publicadas en España), era esa capacidad de capturar el instante representativo: ese ojo clínico y quirúrgico que condensaba la vida o la psicología de un personaje en solo unos minutos, días o meses de su existencia. Sus historias parecían en el fondo fragmentos de narración, relatos in media res, que carecían de un principio o un final. Todavía hay mucho de ello en Intrusos, aunque la temporalidad de las historias de Tomine se haya vuelto, en general, más compleja y menos lineal: el relato que da nombre a la edición española, por ejemplo, apenas abarca unos días en la vida de su protagonista, un hombre de quien ni siquiera sabemos el nombre y que parece vivir una de esas etapas vitales de crisis y comportamientos erráticos que invitan más al olvido que a la creación de una historia a su alrededor. De otra situación de crisis personal arranca «Vamos, Búhos», de cronología igualmente breve (unas semanas, de nuevo), construida por pequeños saltos temporales irregulares. Es la historia del encuentro de dos personajes de edades diferentes que no tienen en común más que el estar perdidos y el carecer de una perspectiva futura de redención. Historias breves e instantes escogidos para la reconstrucción de vidas complejas: el Tomine de siempre, si cabe aún más hábil, imaginativo y complejo en la construcción de sus tramas (lo demuestra, por ejemplo, su fabuloso uso de la elipsis en «Triunfo y tragedia»).
De sus orígenes, el autor conserva también su enorme capacidad como dibujante realista, que no ha hecho sino mejorar con el tiempo (como ya dejó claro su excelente primera novela gráfica Shortcomings). Ha desaparecido cierta uniformidad que imprimía a las fisonomías femeninas y a sus personajes más jóvenes, en general. Tomine se ha consolidado como un dibujante sobresaliente: un autor con una línea clara y limpia que consigue capturar la realidad con un nivel de detalle y una apariencia de facilidad que no debe engañarnos respecto a su capacidad gráfica. Además, el Tomine de Intrusos es un dibujante mucho más ecléctico: juega constantemente con diferentes registros estilísticos y experimenta con recursos audaces en los usos cromáticos, como la alternancia entre el color y el blanco y negro en «Una breve historia del arte conocido como “hortiescultura”»; el falso empleo del bitono en «Vamos, Búhos»; el finísimo trazo gris vectorial en «Triunfo y tragedia», en vez de su habitual línea firme; o el gris monocromo en «Intrusos». En cada historia del libro, recurre a un estilo y una técnica de dibujo diferente, demostrando que es un creador en constante búsqueda. Así, mientras su estilo en «Amber Sweet» se parece mucho al de la línea clara y los colores planos que le hicieron célebre, el trazo suelto y modulado de «Intrusos», junto al empleo de la mancha y el sombreado expresionista, nos recuerda mucho más a autores como David Mazzucchelli o, si nos retrotraemos más en el tiempo, a los juegos de iluminación de un maestro como Milton Canniff.
Y es ahí donde tenemos que buscar la madurez del nuevo Adrian Tomine: en su conciencia generacional o, mejor aún, en su aceptación de pertenencia a un grupo privilegiado de autores que desde los 90 están provocando uno de los cambios culturales más excepcionales que ha vivido un discurso artístico en las últimas décadas: la madurez del cómic, que ha sucedido a la consolidación de la novela gráfica como formato. Tomine se sabe uno de los elegidos y, con sus pares, comparte el momento y avanza en una experimentación formal y conceptual intrínsecamente unida, en realidad, a la recuperación del pasado.
Quizás no haya mejor manera de entender Intrusos que por la lista de agradecimientos que el autor publica en las páginas finales. Entre sus nombres, adivinamos a algunos de los nuevos narradores de la literatura estadounidense, como Zadie Smith; encontramos a Chris Oliveros, el mago-visionario que en 1990 fundó Drawn & Quarterly, la casa editorial que tanto ha hecho por la consolidación del cómic moderno; aparece también otra visionaria, Françoise Mouly, que con su marido Art Spiegelman decidió a inicios de los 80 que el cómic podía ser un vehículo de alta cultura, un medio de creación adulta, y fundó la revista Raw.
Pero, sobre todo, en esa lista aparecen nombres como Chris Ware, Daniel Clowes o Seth..., los coetáneos de Adrian Tomine, los miembros de su «hermandad» artística: los que, como él, estaban llamados a cambiar el futuro del cómic cuando empezaron a participar en proyectos como Raw o cuando en el arranque de los 90 comenzaron a publicar y autoeditar revistas y fanzines cuyos nombres están cargados hoy de misticismo fundacional: Eightball, ACME Novelty Library, Palookaville u... Optic Nerve. 
Todos ellos se propusieron revitalizar el cómic, ampliar sus fronteras, desde una mirada constructiva al pasado, no solo del cómic, sino también de la ilustración o la tipografía. Construir un nuevo edificio a partir de la obra de genios como Winsor McCay, George Herriman, Frank King o Will Eisner, a los que las historias del arte y de la narración nunca habían puesto en el pedestal que se merecían. Sin ir más lejos, encontramos la influencia de Frank King en «Una breve historia del arte conocido como “hortiescultura”», con su alternancia entre episodios a media página en blanco y negro y otros a página completa en color, claro recuerdo de la transición de las antiguas tiras periodísticas diarias (dailies) a las grandes planchas dominicales a color (sundays). Habíamos visto ejercicios parecidos en la obra de Daniel Clowes (Ice Haven) o Seth (George Sprott). Igualmente, es imposible leer el relato «Traducido del japonés» y no recordar la obra de Chris Ware (y, de rebote, la de Winsor McCay), con esas preciosas postales de espacios apenas habitados, tan frías, detallistas y perfeccionistas que crean una geografía narrativa casi fotográfica (apoyada además por la visión subjetiva que construye el relato).
Es cierto, Intrusos es seguramente el trabajo más maduro y complejo de Tomine hasta la fecha, pero, sobre todo, es un ladrillo más de los muchos que él y sus «amigos» están colocando en la creación del edificio del cómic: el mismo espacio que habrá de cobijar el futuro del medio.