miércoles, octubre 22, 2014

The Encyclopedia of Early Earth, de Isabel Greenberg. Cuéntame un cuento.

Después de sus galardones en los Premios Eisner y Harvey de este año, nos animamos a leer la obra de Isabel Greenberg. Ya en un primer vistazo nos resultó imposible no acordarnos de los cómics de otras autoras como Hope Larson o Lilli Carré, no por el hecho de que The Encyclopedia of Early Earth sea también trabajo de una mujer, sino porque las tres compartían evidentes similitudes en su grafía y, como veríamos después, en su base temática y construcción narrativa.
Podríamos incluso decir que está naciendo un género dentro de las narraciones gráficas: el del folclore ficcional. Historias como The LagoonWoodsman Pete o Gray Horses comparten no sólo un estilo visual a medio camino entre a la ilustración infantil y el grabado en madera de los Frans Masereel o Lynd Ward, sino un arraigo claro con la tradición folclórica y la cuentística popular.
Si Carré recurría a estereotipos y mitos de la ficción tradicional estadounidense, como la figura del rudo leñador o el gigante Paul Bunyan, Greenberg decide viajar unos cuantos cientos de millas hacia el norte para recrear un cuento fantástico con aires esquimales; aunque en su historia las referencias internas son múltiples y muy heterogéneas, desde Homero a la mitología escandinava, pasando por El Antiguo Testamento.
Lo más destacable de The Encyclopedia of Early Earth es que el estilo gráfico elegido por Greenberg encaja como un guante en la historia que con él se narra. Emplea la ilustradora londinense un dibujo bidimensional, con colores planos y texturas a base de patrones y motivos decorativos geométricos o vegetales que nos recuerdan a los diseños artesanos y textiles de tapices, cerámicas u orfebrería de culturas pretéritas y pueblos indígenas. A través de las evocadoras imágenes de su personal fábula, Greenberg construye un relato de relatos, un juego de cajas chinas en el que la cuentística, el folclore, la mitología y la religión se mezclan para construir una historia de amor repleta de dioses pájaros, niños escindidos en personalidades paralelas, torres de babel, tribus vikingas enfrentadas, diluvios universales y amantes que no se pueden tocar.
De este modo, las decenas de pequeños cuentos y relatos que se entretejen para urdir The Encyclopedia of Early Earth teminan por conformar un único relato global que funciona como un particular universo de ficción animado por sus propios dioses, cosmogonías y teorías teleológicas (que explican el título). Más allá de la ambiciosa propuesta, el trabajo de Greenberg se lee como un bonito e imaginativo relato, lleno de matices y relecturas; un cuento cargado de folclore, mística y creencias populares que, desde sus múltiples referencias, termina por construir su propia narración interna.

martes, octubre 07, 2014

Visiones fantásticas de Starewitch, Švankmajer y los Hermanos Quay. Monstruos animados.

Si son ustedes de esos que ululan ante las imágenes de Albert Gorey, que se frotan los ojos hasta el orzuelo con el cine de Tim Burton, Jean-Pierre Jeunet o Roger Corman, de esos que tienen a Poe, Lovecraft y Kafka en un altar hecho de huesecillos e hilos de colores, o que leyeron las viñetas de Jali, Tony Millionaire y Richard Sala y miraron después debajo de la cama..., si son ustedes de esos, olvídense de Richards Hamiltons, Le Cobusiers o veleidades victorianas, porque su gruta del tesoro particular está un poco más abajo, justo en La Casa Encendida madrileña; y las joyas que encierran su muros son más oscuras que el alma de un nigromante.
Tienen ustedes hasta el 11 de enero del 2015 para vivir y explorar el misterio que se esconde en los trabajos alucinados de Ladislas Starewitch, los Hermanos Quay y Jan Švankmajer. Atrévanse a emprender esta expedición de espeleología artistica entre películas animadas, autómatas y marionetas que parecen seguirle a uno con la mirada, y las escenografías fantasmagóricas de estos cuatro creadores tan soberbios como poco conocidos por el gran público.
Metamorfosis. Visiones fantásticas de Starewitch, Švankmajer y los Hermanos Quay es una oportunidad única de descubrir los mundos interiores y su proyección ilusionista de cuatro directores únicos. Cuatro realizadores que comparten su pasión por la ficción gótica, los universos deformantes del sueño y el espejismo de pesadilla, así como una capacidad poco común para dotar de vida a sus fantasías desasosegantes e hipnóticas. Alquimistas de la fábula negra, el cuento onírico y la artesanía orgánica.
En la exposición tuvimos la oportunidad de maravillarnos con las marionetas cuasi-vivas, los insectos animados y varios cortos y películas de Ladislas Starewitch, realizador, animador y entomólogo ruso de origen polaco, que consiguió crear un universo propio habitado por crueles y taimados animales sabios, por niños caprichosos y por elementos de la naturaleza que cobran vida ante los sorprendidos ojos del espectador.
La de los Hermanos Quay es una irrealidad lúgubre, polvorienta y angustiosa; un mundo de engranajes oxidados, cyberpunk postapocalíptico y paseantes siniestros que dejan a las pesadillas de Sandman y las charcuterías de Saw a la altura del verso floral. Asomarse a sus cajas de luz y revisar cintas como La calle de los cocodrilos son ejercicios de gozoso masoquismo.
Por último, la muestra dedicaba varias salas al checo Jan Švankmajer y a su producción multidisciplinar, que incluye esculturas, pinturas, grabados, cine y construcciones escenográficas realizadas a partir de materiales de desecho, rocas, ramas, animales disecados y piedras semipreciosas. Hablar de director de animación para referirse a Švankmajer es quedarse muy corto. En su obra rezuma la poesía trágica y la visión grotesca de la realidad. Sus esculturas mutantes y polimórficas, repletas de vísceras, muñones y calcificaciones, nos invitan a un viaje tenebroso entre las pesadillas deformadas de Bacon, las anamorfosis vegetales de Arcimboldo y el gore taxidérmico. Su cine, igualmente perturbador, se acerca al terror psicológico de Polanski y Kubrik, mientras sus construcciones escenográficas parecen recrear escenarios de pesadilla chatarrera. Angeles tenebrosos.
Estén seguros de que una vez que nos ha picado el insecto de la curiosidad morbosa y se nos ha contagiado el virus metamórfico, indagaremos en su trabajo y volveremos a hablar de estos cuatro artistas con mucho más detalle. Hasta que vuelvan ellos a esta casa, les invitamos a ustedes a que se pasen por su casona temporal y encendida.

martes, septiembre 30, 2014

Zen Pencils y Banksy, "Taking the Piss".

Zen Pencils es la página web de Gavin Aung Than, un dibujante que convierte citas y frases célebres en cómics y que se inspira en personalidades del arte, la política, la literatura y el mismo cómic para crear sus propias viñetas.
Uno de sus trabajos más recientes es "Taking the Piss" (que es además la cita elegida en cuestión), una página organizada en scroll vertical en la que el autor homenajea al artista callejero anónimo Banksy y a su película Exit Through the Gift Shop, de la que hablamos en este blog en su día. El propio Gavin hace algunas matizaciones respecto a "Taking the Piss": 
This quote was taken from Banksy’s 2004 book Cut It Out. Some of the passage was inspired/appropriated from an essay by artist Sean Tejaratchi. I rearranged the last couple of sentences for this comic.
http://zenpencils.com/comic/155-banksy-taking-the-piss-explicit/
Más allá del guiño comiquero y el homenaje, "Taking the Piss" es toda una declaración de intenciones desde el activismo más urbano y agitador. No sabemos si ha habido alguna reacción por parte del aludido (homenajeado) o si la tesis de actuación será compartida por ese (o esos) agitador artístico que se esconde detrás del pseudónimo Banksy, pero estamos seguros de que, si este cómic ha llegado a sus manos, al menos se le habrá escapado una sonrisa burlona. ¡A las empalizadas (publicitarias)!

martes, septiembre 23, 2014

René Magritte, Bruselas y la Période Vache.

Hemos visitado Bruselas tantas veces que nos resulta difícil localizarlas en el tiempo. Sin embargo, de lo que estamos seguros es de que hasta este verano no habíamos estado nunca en el Magritte Museum (lleva abierto tan sólo cinco), sito en el interior de The Royal Museums of Fine Arts of Belgium, en la Plaza Real justo enfrente del Palacio Real.
La visita merece verdaderamente la pena, sobre todo para aquellos que disfruten de las Vanguardias históricas y sus representantes. La colección incluye más de 200 obras del artista belga, lo que la convierte en la mayor colección de Magritte en el mundo. Están sus trabajos organizados cronológicamente a lo largo de tres plantas, que le permiten un recorrido ordenado al visitante por los diferentes periodos del artista: desde sus comienzos constructivistas, hasta su producción surrealista más conocida, previo paso por sus etapas en el mundo de la publicidad y el cartelismo (los que el denómino como sus "trabajos idiotas") y su fase impresionista ("surrealismo a plena luz"). En las salas del museo se recogen, por supuesto, pinturas, pero también muchas de las publicaciones, manifiestos y revistas surrealistas en las que participó, así como ejemplos de esculturas, botellas decoradas y cadáveres exquisitos realizados por el belga; se estudian sus vínculos con otros artistas de la Vanguardia (De Chirico, Nougé, Eluard, Breton, Aragon) y se analiza su filiación con la ideología comunista en pleno auge de los fascismos en Europa y su posterior desencanto.
Pero si algo nos sorprendió del recorrido biográfico y artístico por la trayectoria de un autor a quien creíamos conocer fue, precisamente, descubrir que todavía nos quedaban muchas cosas que descubrir alrededor de su persona. Nunca habíamos oído hablar, ni visto obra alguna, de su llamado "Pèriode Vache", algunas de cuyas obras descubrimos en la segunda planta del museo.
Resulta que en el año 48, Magritte, hastiado del conservadurismo artístico contemporáneo, se embarcó en un frenético proceso artístico que le llevo, durante unas pocas semanas, a elaborar una treintena de oleos y acuarelas realizados con una técnica espontánea y urgente, inspirada en la caricatura satírica y el cómic (junto a las obras aparecían en los textos explicativos ejemplos de páginas de prensa con viñetas de la época); muy alejada en todo caso de su depurada técnica pictórica minuciosa y detallista. Definió su estilo como "vache" (literalmente "vaca", como eufemismo de "mal gusto"), en lo que la crítica ha querido ver una paradodia del movimiento expresionista fauve. El escándalo fue instantáneo entre el público y sus coetáneos. Magritte había conseguido lo que buscaba: provocar a los espectadores y agitar el ambiente artístico parisino del momento.
Las obras Vache, pese a su premura en el trazo y su temática desenfadada, nos descubren a un artista lleno de ironía, muy dotado para el dibujo y tremendamente abierto a otros estilos y discusos artísticos. Cuadros como L'Ellipse, Les Profondeurs du Plaisir o La Galet funcionan como provocación, sí, pero también lo hacen como ejercicio estilístico que demuestra el talento de un autor ecléctico y vitalista. 
 Nunca deja uno de descubrir alicientes y novedades ni en aquello que cree conocer. Pese a que el Magritte Museum no cuenta con algunas de las obras icónica que han hecho del autor belga un referente artistico del S.XX (La Traición de las Imágenes, Golconda o El hijo del hombre), lo cierto es que entre los más de 200 cuadros que se recogen en sus estancias encontramos muchas de sus obras maestras, como La magia negra, dos fabulosas versiones de su El Imperio de la Luz o Los valores personales (que el museo exhibe en préstamo). Una visita, ésta, que satisfará a los amantes de don René Magritte y que encandilará tanto a los aficionados al arte como a los simples curiosos. Volveremos.

martes, septiembre 16, 2014

La entrevista, de Manuele Fior. Encuentros en otra fase

Leímos y hablamos hace poco de Come prima, el magnífico cómic de Fred. Aquel tebeo tenía algunos puntos en común con La entrevista, la obra que nos ocupará durante las siguientes líneas.
Más allá de que Fred y Manuele Fior sean unos tipos dotadísimos para el dibujo y de que sus imágenes se desplieguen con un trazo modulado, evanescente y ligeramente expresionista, ambos comparten un espíritu lírico similar, fundamentado en un empleo subjetivo del paisaje, un manejo extraordinario de la elipsis y una expresividad única a la hora de trasmitir emociones y sentimientos complejos a través del dibujo y unos diálogos sólo aparentemente anclados en la normalidad.
Lo analizamos así en la obra de Fred y lo vimos en su día cuando comentamos Cinco mil kilómetros por segundo, aquel multipremiado trabajo de Fior que tanto nos gustó y que adaptaba libremente una película de anime de Makoto Shinkai. Y lo volvemos a constatar ahora en su no menos brillante La entrevista.
Los cómics de Fior nacen en la normalidad, un in media res de la cotidianidad que nos agarrara de la mano como un padre a su hijo para mostrarle un paraje desconocido. Caminamos por el relato silenciosamente, observamos un paisaje que nos deja tiempo y espacio para la reflexión, escuchamos los diálogos ligeros de los personajes, completamos, imaginamos los silencios para, de pronto, en medio de nuestro paseo, descubrir estupefactos que nada de lo que parecía corriente lo es tanto: no es nuestro padre quien nos agarraba de la mano, las elipsis estaban llenas de secretos futuristas y enfrente de nosotros se despliegan una miríada de señales luminosas de origen extraterrestre... Podría parecer que nos recreamos en la metáfora descriptiva, pero no es el caso.
La entrevista está llena de hallazgos de guión y de soluciones visuales imaginativas. El dibujo expresionista de Fior se mueve con naturalidad entre el caricaturismo anguloso o sinuoso con el que construye a sus personajes y el muy efectivo realismo de manchas, difuminados y construcciones geométricas que emplea para sus líricos paisajes naturales y espacios urbanos.
La entrevista es un cómic de ciencia-ficción que nos interroga acerca del presente y se cuestiona el tipo de relaciones humanas que estamos tejiendo en nuestras sociedades actuales. El autor nos envuelve en un juego telepático de dudas y proyecciones hipotéticas, y nos invita a preguntarnos en clave de ficción y progreso hacia dónde nos dirigimos y hasta qué punto nos gustará lo que nos encontremos más adelante. Manuele Fior se cuestiona el modelo de civilización presente por arcaico, rancio y conservador, y parece depositar sus esperanzas de futuro en esa misma juventud libre, utópica e impredecible de la que a veces tanto desconfiamos.
En definitiva, La entrevista es un cómic moderno y optimista, un trabajo cargado de imaginación narrativa y repleto de soluciones visuales que no hacen más que confirmar el enorme talento de su autor para la narración secuenciada.

lunes, septiembre 08, 2014

DON cómic.

Lo hemos comentado antes: la revista DON es la mejor publicación online para tablet del momento, y además es gratis.
Para más inri, este mes le han dedicado un número especial al cómic y no se han andado con chiquitas. Cuando su director Rafael Benítez nos llamó para consultarnos nombres que pudieran participar en el DON #10: viñetas a gogó, le soltamos a bocajarro una lista con algunos de nuestros comiqueros favoritos del panorama actual del cómic español, incluyendo a muchos de los nuevos valores de la viñeta. Nos consta que tomó nota y se puso manos a la obra, anticipándonos la primicia de que, de los de fuera, ya tenía confirmados nada menos que a dos figuras como Peter Bagge y Bryan Talbot. Nos comentó también su idea de incluir una sección con algún artista contemporáneo de renombre que trabajara en el campo del cómic: nos acordamos rápidamente de nuestro amigo Judas Arrieta y los muy interesantes trabajos entre el pop y el underground comiquero que está llevando a cabo con su alterego Judas Z.
Pasaron los días y la siguiente charla que tuvimos con don Rafael arrancó con un "¡qué tipos más majos habitan en el mundo de las viñetas!". La práctica totalidad de los artistas invitados habían respondido afirmativamente a la invitación, empezando por un Jorge Parras que había diseñado una espectacular portada animada mutante.
Como hemos señalado, la publicación incluye una nómina de autores impresionante distribuidos en diferentes secciones; todos ellos participan con un perfil biográfico breve, una o varias páginas de cómic y una entrevista chipiriflautica en la loca línea DON. Entre los nominados, encontramos a Alexis Nolla, Álvaro Ortiz, Cristobal Fortúnez, David Sánchez, Gaspar Naranjo, Javi Rodríguez, José Domingo, Juan Díaz-Faes, Juarma, Marcos Martín, Miguel Noguera, Nestor F., Paco Alcázar, Pedro Vera, Peter Bagge, Raúl Cimas y Un tipo feliz. Lo dicho, mucha joven promesa y muchísimas realidades del cómic español.
A Bryan Talbot se le dedica un largo reportaje especial. Al igual que al TMEO, la revista de humor underground española por excelencia en los últimos lustros. Mauro Entrialgo hace un repaso minucioso comentado a sus publicaciones y personajes fundamentales. Y el arte y el cómic se hermanan gracias al mencionado reportaje con entrevista a Judas Arrieta y a la publicación de un capítulo de Los mitos del Pop, el cómic que Miguel Ángel Martín ha editado para el Museo Thyssen.
Una de las secciones que más nos gustan de este número es la dedicada al girrrl power, "Chicas pintonas", que incluye una selección esencial de las nuevas autoras españolas, con una compilación espléndida de sus historias (junto a la señalada entrevista). Enconramos a Ana Galvañ, Ana Oncina, Clara Soriano, María Herreros, Natacha Bustos, Miriam Persand, Mireia Pérez, Mamen Moreu. Son todas las que están, sin duda.
El ritmo, por cierto, lo pone una playlist basada en personajes y cómics clásicos: Merrie Melodies. No podemos dejar de mover los pies, oigan, así da gusto leer.

domingo, agosto 31, 2014

Rachel Rising, de Terry Moore. Zombis y brujas asimilados.

Nos enseña la experiencia que en el mundo del arte el mainstream acaba por asimilarlo todo, no importa de dónde proceda o cuán marginales sean los orígenes de la obra fagocitada. Hasta las corrientes más transgresoras y antisistema (el art-brut, el punk, el underground, el grunge, etc.) terminan viendo a sus obras más representativas impresas en camisetas o engullidas por el mundo publicitario, convertidas en materia prima para el canibalismo serializado. En los mejores casos, lo extraordinario, lo alternativo, termina por convertirse en fuente de inspiración, marca estilística o material de referencia para otros artistas y creadores. Pasa en la música, en la pintura, en la escultura, en el cómic...
Siguiendo esta premisa, muchos de los rasgos de los autores alternativos e independientes del cómic de los 80-90 se han asentado con normalidad dentro del lenguaje comicográfico contemporáneo y no entenderíamos el trabajo de otros tantod autores actuales sin analizar sus propias lecturas e influencias. Lo que era vanguardia en aquellos años es ahora tendencia: el extrañamiento de Daniel Clowes, el componente queer y la interreferencialidad de los cómics-río de los Hernandez Brothers, el striptease intelectual de los canadienses de Drawn & Quarterly o el existencialismo formalista de Ware son rasgos aceptados y reconocibles en muchos de los autores de cómic actuales; incluso en aquellos que se mueven dentro del espectro más comercial.
Acabamos de leer Rachel Rising de Terry Moore, un tebeo señalado por muchos premios y nominaciones en este 2014. Nos ha parecido uno de los acercamientos más interesantes que hemos leído/visto dentro de esa corriente zombi que todo lo invade últimamente. Aunque limitarse al fenómeno zombi para referirse a la obra de Moore es quedarse paranormalmente muy corto.
Como ya habíamos comprobado en Strangers in Paradise de la pluma de Moore (Manara mediante) nacen algunas de las mujeres más bellas y seductoras del cómic contemporáneo. En la linea de otros autores actuales, como David Lapham, Javier Pulido o Jeff Smith (con el que comparte no sólo sus orígenes en el cómic independiente), Moore aplica su filtro embellecedor sobre el modelo superheroico tradicional, sin llegar a caer en la caricatura disneyana dulcificada de dibujantes como Bruce Timm, Darwyn Cook o Michael Avon Oeming.
Pero, sobre todo, en la obra de Terry Moore encontramos a Jaime Hernandez y sus Locas; por todos los lados y no menos en sus guiones. Cada vez que hablamos de los Hernandez Bros mencionamos la sensación de desconcierto que nos invadía cada vez que nos enfrentábamos a sus historietas mutiladas en El Víbora y revistas afines. No entendíamos nada. Años después, cuando les hemos leído de un tirón, nos hemos dado cuenta de su genio: el extrañamiento de su propuesta, la condición marginal y extrema de sus personajes y sus diálogos arrancados (sin muletas explicativas) de la calle, nos han resultado algo muy parecido a la vida real.
No creemos que obras como Rachel Rising fueran posibles hoy en día sin aquellas otras. La gran virtud de este cómic excelente de Terry Moore es que respira verosimilitud. Nada desdeñable considerando que nos encontramos ante unos tebeos poblados por espíritus resucitados, almas atrapadas en cuerpos ajenos, encantadores zombis de barrio y forenses momificadores... Y, sin embargo, cuando nos adentramos en sus páginas, las conversaciones de sus personajes nos recuerdan a las charlas que mantenemos cada día con nuestras parejas, amigos y familiares; las bromas y los juegos de palabras respiran en la normalidad más absoluta y lo paranormal no nos chirría, sino que nos empuja a adentrarnos en la ficción y a disfrutar del ilusionismo terrorífico que protagonizan Rachel, su tía Joe y su amiga Jet, y Zoe, esa encantadora niña genocida que página a página roba cámara al resto de los personajes.
La historia de Rachel Rising conjuga algunos de los tópicos establecidos del género de terror: zombis, espíritus castigados a vagar entre mortales, momias, brujas quemadas en la hoguera, diablos conjurados desde los infiernos, frankensteins recién cosidos... Moore recurre al acervo popular para crear una iconografía propia coherente y conjugar todos los ingredientes en una historia que dosifica su información entre guiños humorísticos y referencias intelectuales a la cultura popular. Aunque hay momentos en que el lector no sabe si la amalgama llegará a buen puerto, a la altura en que se encuentra la serie actualmente, sospechamos que la armazón de la historia está ligada y bien ligada, y que la serialización está funcionando de forma coherente en su creación de expectativas, pese a algún tirabuzón narrativo de cara a la galería. Todo ello enhebrado con mucha coña e ironía fina (¿qué me dicen de ese concurso "Kill me Zoe!" que hemos descubierto en el número 27, premiado con una breve aparición luctuosa del ganador en el mismo número?).
Y sí, hay sentido del humor a raudales, pero no se confundan, la historia de Rachel Rising es un cuento gótico de esos que le arrastran a uno por los pelos y le obligan a mirar debajo de la cama. Terror del bueno, dibujado con genio y relatado con ritmo y talento. No nos sorprende su éxito, ni que se haya convertido en todo un fenómeno de masas. Llegar al mainstream desde la independencia, ahí es nada. Verán que poco tarda Hollywood en percatarse.

domingo, agosto 17, 2014

Las copygrafías de Alfredo Santos. Pinturas que saben de cómic.

Hace unos días conocimos a Alfredo Santos, pintor. Estuvimos hablando con él de arte, de cuadros y de cómics. Y hablamos de Andrei Molotiu y su obra Abstract Comics, ese libro que en 2010 reabrió el debate acerca de la naturaleza narrativa del cómic. Hubo críticos y estudiosos entonces que vieron en los ejemplos seleccionados por Molotiu una prueba clara de que podían existir cómics no narrativos.
Nunca secundamos la moción. El elemento narrativo (en ocasiones expresado sólo de forma latente y sujeto a la coherencia global de la obra) es inherente al cómic, más allá de que éste pueda abundar en un componente lírico, surreal, onírico o parcialmente abstracto. En las tripas de cualquier artefacto comicográfico existe una base secuencial y una intención narrativa; aunque ésta no aparezca obviamente presentada ni se exprese de forma diáfana en primera instancia. La causalidad y la existencia de unos vínculos espacio-temporales condiciona la lectura de un cómic, incluso la de un cómic abstracto.
De estos asuntos y varios más hablábamos con Alfredo mientras nos paseábamos por los trabajos que con frecuencia cuelga en su página Copygrafías. Resulta que su obra encaja a la perfección entre muchos de los ejemplos que Molotiu suele utilizar para aumentar la nómina de sus "abstract comics". Cuando compramos su libro con el mismo nombre, lo abordamos con una certeza que no nos abandonó en todo el recorrido por sus páginas: lo que teníamos ante nosotros no era cómic, sino arte plástico puro y duro. ¿Cómo debemos leer en ese caso ejemplos como los que se muestran en la obra de Alfredo Santos y otros autores (Mark Gonyea, Stan Brakhage o el propio Molotiu)?
La clave está en la propia acepción del término "cómic". Lo hemos repetido aquí en numerosas ocasiones, con él nos referimos al medio y al objeto que lo contiene (al libro, comic-book, álbum...), pero también a un lenguaje artístico y cultural que cuenta con unas herramientas propias y unos mecanismos definidos. Estos instrumentos (secuenciación, viñetas, globos, didascalias, personajes, etc.) funcionan conjuntamente como instrumentos que permiten crear narraciones gráficas. No obstante, como ya demostró Roy Lichtenstein en su momento, las bellas artes se retroalimentan unas de otras (que le pregunten a Duchamp) y el apropiacionismo es uno de los rasgos esenciales del arte contemporáneo. En este sentido, las herramientas del cómic (líneas de viñeta, globos, líneas cinéticas) están presentes en la obra de multitud de artistas plásticos actuales; como muchos de los que se recogen en Abstract Comics, y como demuestra la obra de Alfredo Santos.
Los aparatos y mecanismos que habitan sus cuadros crean ritmos y secuencias que a veces nos remiten a estructuras musicales y en otros casos se parecen más a estructuras arquitectónicas polimórficas y mutantes. Hay muchas pistas y referencias en la obra del artista cántabro que demuestran su pasión por el cómic, como esas líneas y modulaciones que nos conducen directamente a la escuela Marvel o sus construcciones espaciales que tanto nos recuerdan a Moebius y sus fantásticos escenarios futuristas. En el fondo, todo puede ser materia prima y todo termina por imbricarse.
Si quieren ver a Alfredo en acción, pasense por aquí.