miércoles, abril 08, 2015

Yo, asesino, de Altarriba y Keko. La estética de la violencia, violencia entre viñetas

Seguimos tropezando en la misma viñeta. Nos pasó hace cinco años con esta obra maestra y nos ha vuelto a suceder otra vez. Cerramos nuestra lista de lo mejor de 2014 con unas cuantas deudas lectoras, y resulta que entre ellas se encontraban dos o tres de los mejores cómics del curso pasado; historias que por méritos propios deberían de haber estado en cualquier nómina de elegidos. Fue el caso de la desasosegante historia de Backerf, e igualmente injustificable (ahora a agua pasada lo sabemos) es la ausencia en cualquier selección de los mejores cómics de 2014 del nuevo trabajo del gran Antonio Altarriba y de un maestro como Keko. Porque Yo, asesino es un cómic mayúsculo. Bien lo han sabido ver nuestros vecinos.
Enrique Rodríguez ramírez es un profesor universitario de Historia del Arte que pone en práctica sus investigaciones acerca de la estética de la violencia mediante una serie de asesinatos selectivos minuciosamente escenografiados y ejecutados con un ánimo de trascendencia más aplicable a una obra de arte que a un homicidio casual o ritual.  Con un matrimonio al borde de la ruptura y una carrera docente e investigadora marcada por las presiones políticas, las míseras disputas docentes y las guerras por las subvenciones públicas que determinan el estatus académico en el escalafón universitario, el profesor Enrique Rodríguez desahoga sus inclinaciones artísticas, su talento como creador de "obras únicas", eligiendo víctimas al azar a las que asesina ceremoniosamente y con una intención claramente estética.
Por derecho propio, entonces, Yo, asesino es una obra de serie negra. Un thriller habitado por asesinos, cómplices, víctimas y detectives; una historia cargada de misterio, intriga y casos sin resolver que hará las delicias de cualquier amante del género. Pero el trabajo de Altarriba y Keko es mucho más que un cómic noir al uso...
Para contextualizar su “ensayo” acerca de la violencia, el arte y el dolor, Antonio Altarriba sitúa su historia en el País Vasco actual, la Facultad de Letras de Vitoria-Gasteiz. Ya han pasado los años de plomo de la actividad criminal de la banda terrorista ETA y la radicalización abertzale de la sociedad vasca. Aquellos años de violencia psicológica, social y física en los que las víctimas del terrorismo debían convivir además con la falta de empatía de su entorno y el hostigamiento político de la mayoría nacionalista. En este escenario contemporáneo, en el que aún pervive una fuerte politización y presión institucional, Altarriba sitúa a su peculiar protagonista y álter ego, un yo asesino, que Keko recrea con los rasgos físicos del propio Altarriba; también catedrático universitario en la Universidad del País Vasco en su vida real.
A lo largo de su trayectoria creativa, Keko (José Antonio Godoy) ha labrado una reputación como artista de culto al margen de cualquier tendencia comercial gracias a su muy personal dibujo expresionista, su dominio del claroscuro y cierta inclinación por personajes e historias marginales, cuando no extremos. Esta claro que no había un dibujante mejor a la hora de ponerle viñetas al elaborado y complejo guión de Altarriba. Es más, en un giro visual muy oportuno para la historia, Keko ha “sofísticado” su dibujo para Yo, asesino, dotándole de un detallismo y un tratamiento hiperrealista (obtenido en parte gracias a la manipulación de material fotográfico) que nos permiten hablar de cierto manierismo visual, donde antes primaban cierta inclinación hacia el cubismo y el ya señalado expresionismo (insistiendo en esa linea que ya anticipara con brillantez en La protectora). Oscuridad y sentimiento barroco para dar vida a una historia cargada de tragedia existencial.
Dentro del contexto profundamente violento del cómic descubrimos una de las tesis básicas de este cómic: la muerte como fenómeno imprevisible o improvisado puede ser un arte y un acto creativo, pero los crímenes políticos, ideológicos o institucionales (interesados, en definitiva) son puro y cruel ensañamiento:
Matar por nada es revolucionario... / Pone en evidencia las interesadas razones que la política, la religión, la filosofía o la psicología han encontrado para que sigamos asesinádonos... Para que parezca que tiene sentido hacerlo... / Son justificaciones de conveniencia... Nunca motivaciones justas... / En este mundo matar por nada constituye, en el fondo, una acción pacifista... / Al menos mucho más honesta que matar por la patria... 
¿Es entonces Yo, asesino una reivindicación de la naturaleza violenta de todo ser humano ("La pulsión asesina (...) constituye la esencia de nuestro carácter, reflejo del deseo de poder, resorte último de la supervivencia") o es tan sólo la escenificación plástica del aparato teórico que explica, por así decirlo, "la representación del dolor en el arte" (o el cómic) contemporáneo? ¿Exaltación estética de la violencia o crítica social implícita (y pacifista) hacia la dictadura sanguinaria de las ideologías? En un momento de la historia el protagonista conversa con Edurne, su alumna y joven amante, acerca del reciente asesinato de Carlos Alarcón, su máximo rival teórico:
- No me voy a escandalizar... Ni te voy a reprochar nada... Sabes que comparto tus teorías sobre el arte... Y creo en la pulsión asesina como fuente de creatividad.
- Son teorías esteticas... Escribo sobre ello... Investigo sobre ello... Pero eso no significa que vaya por ahí matando a mis colegas...
- ¿Ah no...? Decir una cosa y hacer otra supone incoherencia... Es una impostura intelectual... Si no recuerdo mal, tú mismo escribiste un artículo sobre ello...
- Vamos, Edurne, no seas chiquilla... Nadie lleva sus ideas hasta las últimas consecuencias... Al menos en algunos terrenos...
En el cómic, Enrique le está mintiendo a su amante, se está protegiendo. Quizás, como autor, Altarriba no lo esté haciendo. Desde este punto de vista, podríamos leer Yo, asesino como un objeto artístico, una novela gráfica que supone la ejemplificación ficcional de esa "teoría estética" de Antonio Altarriba (alias Enrique Rodríguez) y Keko. Un cómic que, detrás de su despliegue de erudición, esconde un desahogo y una crítica despiadada contra todos los ámbitos de la kultur contemporánea: la endogamia corrosiva e inmovilizante de la Universidad española; la política cultural errática, caprichosa y corrupta de las instituciones regionales y nacionales; o la vacuidad mercenaria y superficial de ciertas manifestaciones del arte contemporáneo (ejemplificadas en Abel y Omar, la pareja de performers gays que hacen acto de presencia en las páginas finales del cómic).
El ejercicio narrativo en primera persona adquiere, de este modo, unos tintes autorrefenciales que permiten leer la obra como un juego de espejos en el que realidad y ficción terminan por confundirse. El sentido último de la obra adquiere connotaciones irónicas insospechadas y una profundidad conceptual que concreta los planteamientos teóricos del profesor protagonista acerca de la violencia en la propia obra de arte que venimos analizando, este cómic titulado Yo, asesino, que el lector tiene entre manos. Pura vanguardia, el continente y el contenido reflejándose el uno sobre el otro.
Lo de nuestra lista incompleta, esta vez lo vamos a solucionar con medidas retroactivas violentas.

martes, marzo 31, 2015

Kovra #6 en Culturamas. El camino del underground

Kovra, el fanzine de Martín López & Cia, se está convirtiendo en un verdadero referente nacional del cómic subterráneo y la experimentación valiente. Ya lo deja ver su casa nodriza.
En el último artículo que hemos escrito para Culturamas, nuestra revista cultural online de cabecera, les hablamos de todo ello y desmenuzamos algunos de los secretos más jugosos de Kovra #6, la última entrega fecunda de este fanzine que parece un antología de jovenes valores. El artículo, se lo anunciamos en el título de este post: "KOVRA #6. El camino del underground."

jueves, marzo 26, 2015

Pelandrusca

Por aquello de la diversificación curricular, nos hemos metido en los últimos tiempos en el mundo del lúpulo, la levadura y la malta, que no sólo de viñetas bebe el hombre.
Con un aire familiar y rodeados de buenos amigos, nos hemos adentrado en el mundo microcervecero. Nuestra criaturita se llama Pepa, y es una simpática Pelandrusca.
No les estaríamos contando todo esto, no obstante, si en el proyecto no se nos hubieran embarcado amigos dibujantes y diseñadores, alguno de los cuales son viejos amigos de esta bitácora.
Estamos encantados, por ejemplo, con nuestro logo, realizado por ese monstruo del arte urbano y la provocación inteligente que es Pejac; un artista llamado a ocupar un lugar prominente dentro del arte figurativo de este país, un pintor que ya cuenta con legión de admiradores en todo el mundo.
http://www.cervezapelandrusca.com/
Para el cartelismo hemos fichado a Rodrigo Borque, dibujante, músico y diseñador; joven promesa y creador ecléctico, que nos ha diseñado unos pósters con un estilo flat design que enamorarían al mismo Clint Burton.
Ya saben, desde ya (desde hace unos meses, en realidad), pueden encontrar a nuestra PEPA en su bar de guardia. Una experiencia amarga.

jueves, marzo 19, 2015

Los últimos días de Stefan Zweig, de Seksik y Sorel, en la SER

Hemos estado hoy en SER Soria hablando de Los últimos días de Stefan Zweig, el cómic de Laurent Seksik y Guillaume Sorel basado en la novela del mismo título del primero de ellos.
Junto a nuestros amigos Chema Díez y Eva Lavilla, hemos aprovechado las preciosas acuarelas del dibujante francés para acercarnos a la fascinante figura de uno de nuestros escritores favoritos. La vida y obra de Stefan Zweig, literato, sabio y humanista, están cruzadas por una vitalidad intensa y por un sentimiento trágico que recorre a ambas. Este cómic nos relata, desde la admiración, los últimos días que el genio austriaco vivió en Brasil junto a su mujer Charlotte.
Les dejamos aquí el podcast.

martes, marzo 10, 2015

Nikolay Fomin y Apollonia Saintclair. Arte, dibujo, erotismo

El dibujo ha recuperado en este S.XXI una posición de privilegio dentro de las artes plásticas que pareció haber perdido durante muchas décadas del siglo anterior. Las exposiciones dedicadas al dibujo a lápiz, pluma o bolígrafo se multiplican. Museos reputados dedican retrospectivas y antológicas a viejos y jóvenes dibujantes e ilustradores que han optado por el trazo desnudo y el papel frente a la hasta hace poco mucho más solemne y reputada pintura sobre lienzo, tabla o muro. Fijense que hasta de dibujantes de cómic se están llenando los museos (afortunadamente).
No sabemos si los nuevos maestros de la pluma gozarán en el futuro del renombre y trascendencia de los Hogarth, Doré, Gillray, Cruickshank o Töpffer, pero pocas veces a lo largo de la historia hemos tenido acceso a tantos dibujantes (algunos casi anónimos) esparcidos a lo largo del Globo. Internet es un filón, por supuesto. Vamos a destacar aquí a dos autores que cuentan ya con legión de admiradores dentro del mundo digital y cuyas obras veremos, seguramente, un día no muy lejano colgadas de las paredes de algún museo.
Nos encanta, por ejemplo, la delicadeza del ruso Nikolay Fomin y el modo en que se acerca al folklore y la cuentistica rusa con un trazo minucioso y un exquisito gusto por el detalle. Por un lado, su dibujo nos recuerda al de algunos de los maestros decimonónicos del dibujo que mencionábamos antes (a los que tendríamos que añadir los nombres de Tenniel, Walter Crane y otros genios de la ilustración libresca y el cuento infantil), pero por otro lado, las obras de Fomin conectan con la modernidad gracias a un tratamiento del erotismo, simbólico, mordaz y provocador. Hay, sin embargo, algo ingenuo y naive en los dibujos de Fomin, que proviene su trazo casi infantil y sus perfiles acentuados.
Mucho menos cándido y evanescente es el erotismo de Apollonia Saintclair. Sus dibujos lindan en intenciones con la pornografía, pero su trabajo gráfico es tan delicado, sugerente y esmerado que resulta difícil abstraerse de su belleza visual o quedarse únicamente con la sexualidad obvia. Las comparaciones con las viñetas hipersexuadas de Milo Manara son inevitables, y como sucede en la obra de aquel, el sexo en los dibujos de Saintclair desprende erotismo y sugerencia más allá de su explicitud. Lo perverso se convierte en guiño procaz y lo que en otro artista pudiera interpretase como obsceno, adquiere en la obra de esta misteriosa ilustradora (que ha decidido camuflarse detrás de sus imágenes y esconderse detrás de la cortina digital) una cualidad sofisticada y glamurosa.
¿Cómo podríamos permanecer indiferentes, por ejemplo, a la poesía innegable y el simbolismo que subyace en su amplia colección de estampas onanistas femeninas (a la que llegamos gracias a PlayGround Magazine)?

miércoles, marzo 04, 2015

Biografía-cómics y vidas pintureras

¿Dónde se encuentran Joseph Beuys y el cómic? Creímos vislumbrarlo hace ya bastantes años en un viaje berlinés, sin embargo, la información completa nos ha llegado ahora gracias a la colección Muddy Mots que estrenan Sd.edicions. En su nota de presentación se nos presenta a Willi Bloss y Beatriz López Caparrós, los autores de unos minicómics biográficos cargados de arte:
Willi Blöß (Myhl, Alemania, 1958) ha sido arquitecto, traductor, crítico, docente en una escuela de diseño, dibujante y redactor publicitario. En 1998 realiza el concepto para su primera biografía-cómic a partir de un encargo de un coleccionista. La complicada vida del artista alemán Joseph Beuys se hace comprensible en 24 páginas y recibe una muy buena acogida de crítica y público, por lo que Willi Blöß decide hacer de ello una serie. Desde entonces trabaja la mayoría del año como autor, investiga, recolecta informaciones y escribe historias cautivadoras. En 2012 recibe el premio Deutsche Biografiepreis por toda la serie.
Beatriz López-Caparrós (Valencia 1969). Estudia en Barcelona y en Aachen (Alemania). Tras sus estudios conoce a Willi Blöß con quien colabora desde el inicio de la serie, dando color a las ilustraciones.
En estas páginas lo hemos repetido hasta la saciedad, la palabra "cómic" no sólo designa un "objeto" artístico y cultural o  su manifestación física, sino un lenguaje doblemente articulado (por imágenes y texto) capaz de expresar cualquier tipo de mensaje o contenido. Y queremos subrayar ese adjetivo indefinido "cualquier".
En el periodo de madurez que está viviendo el cómic en la actualidad estamos constatando que, como lenguaje artístico, el cómic se han liberado definitivamente de todo tipo de restricción cultural, temática o sociológica. Hoy en día, no hay contenido o idea que no pueda engarzarse y transmitirse por medio de viñetas. Cada vez hay más cómics que nos hablan de filosofía o de historia, más autores que deciden relatar acontecimientos de su biografía en forma de narración gráfica, e incluso instituciones, fundaciones y empresas que recurren a cómics con fines puramente explicativos o promocionales. Como ya sucedía en otras latitudes, con Japón a la cabeza, también en Occidente el cómic se está convirtiendo en un elemento icónico integrado en todos los niveles de la realidad cotidiana.
No nos soprende, por tanto, que Sd.edicions se hayan lanzado a editar estas minibiografías en viñetas de artistas clásicos como Van Gogh, Edward Hopper, Frida Kahlo o Salvador Dalí. Nos ha desvelado una de su editoras, además, la publicación de un nuevo tebeíto dedicado a Niki de Saint Phalle, con motivo de la inminente retrospectiva que prepara el Guggenheim en honor a la que muchos consideran la primera artista feminista del S.XX.
Al igual que una guía de viajes no tiene los mismo destinatarios ni intenciones que una novela o un catálogo de arte, en este S.XXI no todos cómics responden a los fines lúdicos o moralizantes de otros tiempos. Cada vez hay más autores que aspiran a trascender artísticamente o que persiguen un prestigio cultural. De igual manera, cada vez se publican más y más cómics con un componente marcadamente didáctico (como ya sucediera en las primeras décadas del S.XX). Las biografías-cómic que nos ocupan se mueven en ese territorio formativo, pero se disfrutan también por su materia narrativa y el interés de su contenido. No por conocidas, las peripecias biográficas de Van Gogh, Frida Kahlo o Edward Hopper pierden un ápice de interés o relevancia.

martes, febrero 24, 2015

Sam Zabel y la pluma mágica, de Dylan Horrocks. Aventuras y metacómics

Hicksville se público en 1998 y su edición española en 2003 (a cargo de Edicions De Ponent y Ediciones Balboa), en ninguna de esas dos fechas el cómic de Dylan Horrocks recibió la atención que merecía. No ha sido hasta bastantes años después cuando la crítica y el público ha sabido descubrir, en las posteriores reediciones de la obra, la valentía de un autor que se adentró de cabeza en eso que llaman autorreferencialidad y espíritu postmoderno. Es cierto, ya existían metacómics y tebeos autorreflexivos antes de Hicksville, pero el cómic de Horrocks funcionó a la perfección como obra completa, una novela gráfica compleja, inteligente y llena de lecturas. Un cómic de cómics, una reflexión sobre el cómic hecha desde dentro y tejida con los mimbres mismos de la narración gráfica.
Años después, recuperamos a Dylan Horrocks en Sam Zabel y la pluma mágica, un tebeo que enlaza directamente con Hicksville en muchos sentidos. Se trata de nuevo de un metacómic lleno de jugueteos con el lenguaje y autorreferencias. Sam Zabel y la pluma mágica también está protagonizado por un personaje alterego transparente del propio Horrocks: Sam Zabel es un dibujante de cómics que ha perdido su inspiración y que sufre terror ante el vacío de la página en blanco. Su historia, su aventura será la que de sentido y construya las páginas del cómic de Horrocks; apenas escondido en las dudas y tribulaciones de su personaje.
Pero, dentro de esa misma lógica interna, en Sam Zabel y la pluma mágica disfrutaremos de los ficticios trabajos autorales del propio Sam Zabel (esos comic-books superheroicos protagonizados por Lady Night de los que él reniega por su naturaleza puramente alimenticia), así como de sus lecturas (El Rey de Marte) y ensoñaciones. Metacómics y más metacómics, historietas dentro de la historia.
Gracias a la aparición de una "pluma mágica" que convierte la ficción en realidad, la historia y la fantasía se entremezclan en las páginas de este cómic para construir una historia de aventuras, cargada de peripecias y saltos temporales que debemos leer como un homenaje continuado al cómic y su mitología. Son constantes los guiños a autores, épocas y géneros de la historieta (es especialmente divertido y paródico el capítulo en el que Horrocks recrea el espíritu de los mangas hentai). En su viaje, Sam Zabel se topará con personajes propios y ajenos, y con compañeros inesperados como Miki, la joven otaku, o la fan comiquera Alice Brown. Entre todos componen una historia cargada de sorpresas e imaginación, que nunca pierde su conexión con la tierra, con esa Nueva Zelanda ancestral que tan integrada está en los tebeos de Horrocks.
Es cierto que Sam Zabel y la pluma mágica carece del brillo y la densidad narrativa de Hicksville; también lo es que el recurso a una "pluma mágica" no resulta tan brillante ni ofrece tantas posibilidades como la ingeniosa biblioteca-faro de los cómics que nunca se escribieron de Hicksville. Por contra, la nueva historia de Horrocks es más lúdica, procaz y ligera que aquella. Es, en todo caso, un cómic divertido que se lee con una sonrisa en la boca de principio a fin; un homenaje a la narración gráfica, cargado de historias y referencias al medio. Un nuevo metacómic firmado por Dylan Horrocks.

martes, febrero 17, 2015

The Return of Picturator, de Gonzalo Rueda. Surrealismo y exuberancia pop

Gonzalo Rueda es uno de los máximos representantes del surrealismo pop en nuestro país (y es uno de nuestrosa artistas favoritos). Lo vio con claridad Joan S. Luna, editor de Los colores del underground, esa antología de referencia del surrealismo pop contemporáneo.
Le conocemos, además, por su labor editorial al frente del colectivo Estudiosos del Tema, responsables de una revista de arte brillante e impredecible que responde al nombre de La Cruda. La labor de Rueda en los últimos años ha sido prolífica y diversa, ha dejado su impronta en portadas de discos (reales e imaginados), ha dibujado cómics y cuadernos de viajes y ha pintado, mucho, desde retablos a series fábuladas, pasando por óleos de gran tamaño tan fértiles como voluptuosos.
Los lienzos de Gonzalo Rueda se alimentan del humor y de la descontextualización (histórica, geográfica y cultural), herramientas que el artista emplea para crear ácidas paradojas y reubicaciones surrealistas cargadas de ingenio y cultura pop. El sentido del absurdo y la carga de profundidad de su mensaje se acrecienta gracias a la notable técnica pictórica de Rueda, quien, con su detallismo figurativo y su paleta de verdes turquesas, dorados y ocres carne, consigue crear auténticos bodegones del exceso, retratos del disparate y orgiásticos bestiarios.
Encontramos ejemplos de casi todo ello en The Return of Picturator Magazine el imaginativo y fecundo catálogo de su obra que Estudiosos del Tema acaba de publicar bajo la forma y apariencia de un comic-book tan pulp y exuberante como la misma obra del autor. En él encontramos reproducciones de los óleos de Rueda, un póster de una de sus obras, un ensallo de Mery Cuesta sobre lo bizarro en Rueda y una reproducción de Retablo Santhagio Martir, uno de sus trabajos más impresionantes y representativos.
¿Muestrario pop, catálogo, faznine pulp ilustrado? Da un poco igual, cuando un artista nos regala una tarjeta de presentación semejante la sonrisa de gratitud la tiene ganada de antemano.

martes, febrero 03, 2015

Enrique Marty y dibujos a tutiplén en el DA2

Acaba de concluir la exposición sobre la trayectoria de Enrique Marty en el DA2 de Salamanca (su ciudad de origen). Conocíamos el eclécticismo artístico de Marty a través de vídeos, fotografías y alguna escultura que se había incluido en muestras colectivas anteriores. Sin embargo, no habíamos tenido la ocasión de acercarnos a una recopilación tan amplia de trabajos suyos como la que se ha mostrado en esta ya finalizada exposición bajo el título Terapia de grupo, acto de fe, cuarto oscuro.
Como se anunciaba en su epígrafe y se desarrollaba en el catálogo de la muestra, las obras del autor salmantino se estructuraron sobre tres ejes (o "Actos"). En el "Acto I: Cuarto oscuro", se nos mostraba "el mundo de las obsesiones, del miedo y la megalomanía o la sed de poder"; "Acto II: Terapia de grupo", "recogía obras en las que Marty aborda las relaciones por las cuales los seres humanos se constituyen en sujeto y, en particular, la 'economía de esas relaciones de poder' -como afirmaría Focault-, ejercidas por instituciones como la 'familia' y los 'amigos' sobre nosotros o los otros"; finalmente, "Acto III: Acto de fe", nos invitaba a recorrer aquellos trabajos que "tratan básicamente de creencias, convicciones, sentimientos religiosos o, incluso, fantasmagorías y esueños de circo".
En realidad, muchas de las obras de Marty presentes en la muestra podrían haberse desplazado de una categoría a otra sin desentonar. Batantes de ellas mantienen ciertas constantes temáticas y conceptuales que tienen que ver con un acercamiento desesperanzado a la visión del hombre como ser social, y a esclavitud respecto a convenciones e imposiciones culturales. El autor plasma su mirada sobre el absurdo de la existencia a través de diferentes soportes artísticos y una variedad sorprendente de técnicas plásticas y escultóricas.
Precisamente, sus esculturas, hombrecillos contrahechos dotados de una solemnidad patética (Escena al azar, Los bastardos, Modelos de gente fácilmente ofendible o Rezad, rezad, P.I.G.S.), nos recuerdan a los "ejércitos" alienados de Juan Muñoz, pero también al desgarrado existencialismo expresionista de Giacometti o al cruel absurdo neodadaísta de algunas esculturas antropomórficas de Oppenheim como Attempt to Raise Hell. En el caso de la serie "Excena exterior revelada" las piezas adquieren un carácter mucho más marcadamente alegórico, con referencias simbólicas a la tópica literaria (Vanitas vanitatum, Memento mori, Ars moriendi) y a la historia del arte, desde el Barroco y el Romanticismo al Étant Donnés de Duchamp.
Los cuadros, fotografías y vídeos de Marty funcionan también como espejos de la sociedad y la familia. El espectador se contempla en ellos y recibe el reflejo matizado de sus propias miserias y frustraciones, sin adornos o filtros embellecedores. Las imágenes que observamos en Terapia de grupo, acto de fe, cuarto oscuro hurgan en las heridas hasta hacerlas sangrar, nos devuelven una visión esperpéntica de la realidad que termina por resultar mucho más real que la realidad misma.
La segunda exposición presente en el DA2 consistía (consiste, de hecho, ya que tienen ustedes la ocasión de visitarla hasta el 8 de febrero) en una estimable selección de Dibujo contemporáneo en la Colección DKV. Entre las muestras elegidas por la compañia aseguradora para su colección itinerante se hallan algunos de los dibujantes e ilustradores con más futuro de nuestro país; y sobre todo encontramos razones para afirmar que el arte plástico contemporáneo ha recuperado la fe en el dibujo y ha hallado en él una de las vías más fructíferas e inspiradas de su propducción.
Más allá de los diferentes enfoques y estilos, la exposición reivindica el protagonismo que vuelve a tener hoy el dibujo, que reside precisamente en su sencillez extrema, en la humildad de un procedimiento que contrasta con el mundo que nos rodea, donde reina la desmesura tecnológica y el exceso de artificio. Frente a todo ello, el discurso de la comisaria, Alicia Ventura, defiende la resistencia y la fascinante capacidad de atracción del dibujo.
En ella podemos disfrutar de ejemplos figurativos como las irónicas y sutiles reconstrucciones grupales de Rosana Antolí, la doméstica fragilidad naïve de Andrea Canepa, los grafitos insinuantes y elípticos de Agustín Bayón, el lánguido romanticismo de los retratos de Marina Puche o las escenografiadas arquitecturas interiores de Saelia Aparicio. No faltan referencias abstractas y conceptuales, como las que encontramos en las delicadas hojas de humo de Señor Cifrian, en la intelectualizada propuesta de Ignacio Uriarte, en la colección de acrílicos de José Medina Galeote o en la muy inteligente deconstrucción acumulativa conceptual de Almudena Lobera.