jueves, diciembre 24, 2020

Verano indio, de Joaquín López Cruces. Viajar con dibujos

Hasta un año aciago trae alguna buena noticias. No hay más que ver el asombroso muestrario de cómics que nos ha deparado este 2020 (intentaremos dar debida cuenta de él en nuestro habitual repaso a lo mejor del año del Día de Reyes).

Una de esas buenas noticias es que, después de mucho tiempo, hemos vuelto a tener noticias artísticas de nuestro buen amigo don Joaquín López Cruces. Por partida doble. Nos sorprendió encontrarnos con él en las entregas de La residencia de historietistas, jugando a los espejos con Javier Olivares. Y nos ha encantado poder leer Verano indio, su nuevo cuaderno de viajes ilustrado.

Nos maravillan los viajeros capaces de fotografiar la realidad con un lápiz. Esos artistas que dibujan sus aventuras exploratorias en un diario de abordo. Verano indio sigue la misma vereda de Por el camino yo me entretengo, el librito de viajes que el añorado Paco Camarasa editó en 2008, o Cuaderno de Vietnam. En aquellas obras, López Cruces ilustraba sus viajes a países como Uganda, Egipto o Chile, en el primer caso, y a Vietnam y Camboya, en el segundo; en este nuevo librito, publicado por Libros de Autoengaño, el autor nos deja acompañarle por el viaje a la India que realizó hace ocho años: “En 2012, Lucía me pidió que la acompañara en un viaje del que esperaba obtener tanto salud como negocios. En este cuaderno, más un pequeño diario que un libro de aventuras, fui anotando y dibujando aquellos días. Sólo para no olvidar.”


De Joaquín solemos decir, medio en broma medio en serio, que es el “último romántico del cómic español”. Su delicado realismo de filigrana finísima no ha perdido la frescura poética que tenía ya en aquellos lejanos tiempos de exploración y vanguardia que él y otros artífices del nuevo cómic español alumbraron en publicaciones como Madriz o Cairo. Da lo mismo lo que dibuje, sus trazos siempre esconden un gesto poético y una mirada nostálgica.

“No son ni el libro ni el viaje más alegres del mundo, pero creo que te gustará”, me confesaba el autor cuando le pedí que me lo dedicara. Es cierto. Como se anuncia en la contraportada, “El viaje traerá a la vez pérdida y aprendizaje”. Cuando uno termina de leer Verano indio (nos gusta el guiño a Manara), no tiene la sensación de que el autor y su acompañante hayan vivido una de esas experiencias extáticas de las que suelen presumir los viajeros (con visa) que vuelven de la India transformados e irradiando espiritualidad. Más bien, todo lo contrario. El diario transmite la fascinación del viajero, el deslumbramiento cultural, pero también un poso de incomprensión e incomodidad, tanto por el choque de culturas como por las incomodidades coyunturales de un viaje que no siempre pareció feliz.

 

El texto y las imágenes se funden con naturalidad en Verano indio. Y López Cruces demuestra, una vez más que, además de un ojo atento al detalle y una prosa amena, tiene esa rara habilidad de capturar la complejidad de la existencia y todas sus arquitecturas con un dibujo exuberante y cargado de detalles, pero tan nítido y espontáneo como un esbozo a mano alzada. Una pequeña joya.

lunes, noviembre 23, 2020

Mono de trapo, de Tony Millionaire. La juguetería mágica (en ABC Color)

Afirman desde la editorial sevillana Barrett que sólo publican un libro infantil y un cómic al año. Ojalá mantengan siempre el nivel de la antología de Mono de trapo que acaban de editar este 2020. Palabras mayores. Por el continente en sí, una preciosa edición limitada de pastas duras que combina con acierto el blanco y negro con el color, y por el contenido: una de las obras de referencia del estadounidense Scott Richardson, más conocido como Tony Millionaire; uno de los dibujantes y guionistas más heterodoxos y fascinantes del cómic actual.

Dentro de aquella generación de autores independientes que irrumpieron en Estados Unidos a mediados de los 90, a caballo entre la edición en papel, los blogs y el webcómic (los Kochalka, Arkham, Shaw, Weing, etc.), Millionaire fue uno de los que más éxito y reconocimiento tuvo gracias a la multipremiada Maakies; su celebrada y enloquecida galería de "animales sabios" que nació como tira de prensa para el New York Press en 1994. Luego llegarían sus series Billy avellanas (editado en español por La Cúpula en 2007) y Mono de trapo (que vio en nuestro país una primera edición parcial a cargo de la Editorial Rossell en 2008), en las que “recicla” y adapta algunos de los personajes aparecidos en sus tiras.  

Aunque suele adscribírsele al nuevo underground, el trabajo de Millionaire desborda escuelas o etiquetas y se alimenta de fuentes muy dispares. Herencia de un linaje familiar repleto de artistas y pintores, seguramente. En su estilo encontramos huellas del underground más sofisticado y abigarrado de Robert Crumb, efectivamente, pero su empleo minucioso de las tramas y del rayado demuestra también una influencia de la ilustración decimonónica y los grabados xilográficos de Tenniel o Cruikshank; o de pioneros del cómic como Winsor McCay o Lyonel Feininger. En su actualización de lo gótico y de lo macabro (una original combinación de tópicos y parajes románticos junto a referencias a la cuentística popular) y en su construcción de personajes antropomórficos podemos ver también la huella de ilustradores como Gorey o Sendak.


En toda su producción, desde sus cómics a sus películas de animación, el bostoniano hace gala de buenas dosis de extravagancia para configurar un imaginario visual que discurre entre lo grotesco y el cartoon macabro de Gorey. Sus tebeos son como una tienda de antigüedades repleta de juguetes parlantes, cacharrería mágica y muñecos de trapo. El propio Millionaire se encarga de cultivar esa imagen de chamarilero loco. No hay más que rastrear las fotos que de él circulan por Internet: tan pronto aparece con un smoking de gala con chorreras imposibles, como disfrazado de guerrero carnavalesco, con melenaza y casco alado con pico de pato. Ese es el espíritu que preside sus cómics: un espacio mágico en el que conviven lo extravagante y lo inesperado, las referencias infantiles con temas y contenidos claramente adultos. La Villa Kunterbunt de Pippi Langstrum filtrada por el oscuro realismo mágico de Tim Burton. 

Las tragedias autoconclusivas que conforman los episodios de Mono de trapo tienen lugar en fastuosas mansiones victorianas ubicadas en un Estados Unidos que ya no existe, pero todas ellas están protagonizadas por Tío Gabby, ese mono remendado de un calcetín que da título al cómic (sock monkey), y por su amigo Don Cuervo, un pájaro de trapo con botones por ojos; son los personajes ideales para unas andanzas imposibles que siempre acaban mal. Juntos, viven las aventuras menos infantiles que uno pueda imaginar: incendios catastróficos, naufragios en Borneo junto a cabezas jibarizadas, matrimonios entre roedores que terminan en canibalismo, cacerías de insectos, etc.


Mono de trapo nos devuelve a un tiempo en el que la infancia estaba habitada por muñecas de porcelana, caballitos de mecedora y cuentos de criaturas fantásticas. Cada página del cómic nos remite a ese pasado que sólo sobrevive en ilustraciones y fotografías sepias. Cuando Millionaire decide añadir un texto al pie de cada página, está apuntando directamente a los grabados del siglo XIX; de este modo, la página funciona, no sólo como parte de una secuencia, sino como una unidad en sí misma que nos recuerda a viejas ilustraciones llenas de encanto. De este ejercicio de nostalgia que enhebra el imaginario infantil tradicional con el tenebrismo de las historias góticas nace la narrativa mágica y el riquísimo imaginario gráfico de Tony Millionaire.


Junto a los ocho episodios alrededor de las aventuras de Tío Gabby y Señor Cuervo, la antología de Barrett incluye tres capítulos más (dos de ellos en color): "El pomo de cristal" (construido como un cuento ilustrado), "El episodio de Pulgadas" y el brillante cierre que supone "Tío Gabby"; un pequeño relato en sí mismo, que nos habla de los anhelos imposibles de la infancia perdida, y que consigue cerrar el círculo de forma emocionante.

No exageramos si decimos que Mono de trapo es uno de los acontecimientos viñeteros de este año complicado. Un libro que nos invita a huir de la realidad para refugiarnos en el desván de la infancia y los recovecos de la nostalgia. 

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Y así ha quedado la cosa en la edición impresa del cultural dominical del periódico paraguayo ABC Color

lunes, noviembre 02, 2020

Encrucijadas gráfico-narrativas. Novela gráfica y álbum ilustrado. Entre el cómic y la ilustración

Sigue la Universidad de León, con José Manuel Trabado Cabado al frente, haciendo una labor impagable en su empeño de impulsar los estudios académicos en torno al cómic y su historia. En esta ocasión, para la publicación de Encrucijadas gráfico-narrativas. Novela gráfica y álbum ilustrado la Universidad ha colaborado con la editorial asturiana Trea, que cuenta con un más que interesante catálogo sobre estudios académicos de las más diversas áreas y materias. Trabado ha planteado este estudio colectivo como una incursión en el análisis de las intersecciones y territorios afines entre los lenguajes del cómic y de la ilustración. Entre la nómina de participantes, que han colaborado bajo el paraguas académico que proporciona Greconagra (Grupo de Estudios sobre Cómic y Narración Gráfica). En el índice de participantez encontramos algunos de los nombres más importantes de la investigación comicográfica reciente, como Roberto Bartual, Inés González Cabeza o el propio José Manuel Trabado Cabado, quien participa con un estupendo estudio dedicado a las incursiones de Neil Gaiman y Art Spiegelman en el campo de la ilustración infantil.


Como pueden ver en este índice, una vez más, la Universidad de León nos ha invitado a participar en el volumen con un estudio acerca de la figura de uno de los ilustradores más relevantes e influyentes del siglo XX: el británico Raymond Briggs. Hemos tenido la oportunidad de releer sus obras más importantes y acercarnos a trabajos que desconocíamos; hemos profundizado en los vínculos estrechos entre su obra y su biografía, analizando la evolución de una poética que no dejó de enriquecerse a lo largo de su vida y de su evolución como autor. El título de nuestro ensayo, Una industria llamada Raymond Briggs, se explica por la capacidad que sus libros han tenido para desbordar cualquier tipo de género, audiencia e incluso vehículo discursivo. Difícilmente encontraremos un autor mas exitoso y adaptado (interdiscursivamente) que Briggs; y difícilmente hallaremos un autor de su relevancia al que se le haya dedicado menos atención académica. Con nuestro ensayo esperamos añadir un pequeño aporte, por lo que respecta al menos a su difusión y estudio desde la crítica en español.

Les dejamos ahora con la información promocional proporcionada por el propio coordinador del volumen:

El presente libro pretende mostrar un diálogo entre dos formas de narración gráfica —el álbum ilustrado y el cómic— que pertenecen a tradiciones diferentes y que han poseído, también, una consideración cultural muy dispar. Sin embargo, es posible rastrear numerosos puntos de encuentro que sirven para ilustrar parcelas menos atendidas de la la obra de autores consagrados dentro del panorama de la novela gráfica. En esa intersección de formas y poéticas se instalan ejemplos refractarios a la clasificación estricta. Estas páginas surgen de la voluntad de documentar una necesidad de contar que desborda y enriquece los moldes formales.



sábado, octubre 24, 2020

Tatsumi, de Yoshihiro Tatsumi, en Culturamas

Nos acercamos de nuevo a Culturamas, nuestra revista online de cabecera, para reseñar Tatsumi, el cómic que Satori Ediciones acaba de publicar recopilando algunas de las mejores historias cortas del maestro del manga y padre del género gekiga Yoshihiro Tatsumi. Aprovechando la buena nueva, repasamos fugazmente la producción del mangaka e intentamos poner su figura en relieve dentro de la historia del manga y del cómic en general.

Les dejamos aquí con el comienzo de nuestro texto. Más en: "Tatsumi, de Yoshihiro Tatsumi. La confirmación de un clásico"

Tengo la sensación de que nos ha costado aprender a querer a Yoshihiro Tatsumi en occidente. Y eso que fue uno de los primeros mangakas reputados de los que tuvimos noticias. En nuestro país, relativamente pronto. Probablemente fue el primer autor de manga publicado en español. Sus historias aparecieron en El Víbora a comienzos de los 80. Luego, en 1982, La Cúpula recopilaría algunos de aquellos relatos cortos que venía publicando en su revista en el cómic Qué triste es la vida y otras historias (que sin duda hoy definiríamos como «novela gráfica»).

Pese a ello, el impacto de Tatsumi no alcanzó ni de lejos la repercusión que tuvieron algunos de sus compatriotas editados a lo largo de la siguiente década en publicaciones similares. Su realismo, el tono oscuro y desesperanzado de sus relatos, no consiguió cautivar a las audiencias occidentales como luego harían otros dibujantes de manga adulto como Katsuhiro Otomo con su exuberancia cinética ciberpunk o Jiro Taniguchi y el realismo contemplativo de obras como El caminante o El almanaque de mi padre. El sobrio costumbrismo existencial de Tatsumi no estaba envuelto en el halo misterioso y las resonancias míticas que acompañaban a mangakas como Yoshiharu Tsuge o Shigeru Mizuki, cuyo eco llegaba a occidente a través de menciones bibliográficas y referencias en antologías, incluso antes de haber sido publicados fuera de Japón.



domingo, octubre 11, 2020

Sobre el coleccionismo (continuación) y el tamaño de Robbins

Cuando les contábamos el otro día algunos caminos para iniciarse en el mundo del coleccionismo de originales, sin hipotecar el ajuar de la abuela, se nos olvidaron dos o tres detalles.

No mencionamos, por ejemplo, lo interesante que es siempre visitar las webs oficiales de los propios autores para obtener su arte obviando comisiones y mediadores. Es cierto que las páginas de algunos creadores consagrados muy apetitosos siguen teniendo precios difíciles de asumir, sin embargo, otros muchos están abiertos a aceptar encargos (comissions) o directamente ponen sus originales en venta a precios asumibles. Vean, por ejemplo, las estupendas recreaciones-homenaje que está vendiendo últimamente el reciente triunfador del Premio ACDCómic 2019 y candidato número uno al Premio Nacional de Cómic, Pep Brocal; a un precio imbatible, por cierto. Aunque alguno de estos autores a los que nos referimos venden su arte directamente desde sus páginas, otros prefieren recurrir a plataformas como Etsy para sacar a la luz su trabajo; es todo un entretenimiento dedicarse un rato a navegar por la plataforma en busca de nombres consagrados o futuras promesas (les recomendamos tener prudencia con Etsy, no obstante, ya que abundan los tributos y las reproducciones que se anuncian con la etiqueta "original").

Para obtener un cuadro amplio del mercado de originales online de autores y galerías, les recomendamos que visiten la estupenda recopilación de links y direcciones que ha reunido Rafael Amat (autor y uno de los grandes coleccionistas de nuestro país) en su página web ARTCÓMICenventa

El otro día mencionamos también Heritage Auctions, la casa subastas estadounidense que podía llegar a cobrarle a uno (literalmente) más por los costes de envío y manipulación que por la obra original. Pero se nos olvidó hablar de Catawiki, otra casa de subastas online que ha venido a ocupar una parte del espacio que los coleccionistas-vendedores de ebay han dejado libre, con esa falta de salida de originales al mercado que mencionábamos el otro día. La política de Catawiki es la de mantener abiertas varias subastas simultáneas organizadas temáticamente (originales europeos, originales de cómics estadounidenses, planchas eróticas, subasta Disney, etc.).

Si se le dedica tiempo y se está dispuesto a correr ciertos riesgos, en Catawiki se pueden obtener páginas originales a precios muy interesantes; y si suena la flauta y la subasta en concreto muestra poca actividad, uno puede hacerse incluso con algún chollo. Además, como la mayoría de las subastas están organizadas por curadores europeos, los gastos de envío resultan mucho más razonables que los de Heritage Auctions (aparte de que se anticipan con claridad en la hoja de puja).

En una subasta reciente de Catawiki hemos conseguido una tira de un autor al que llevábamos siguiendo algún tiempo en busca de una "oportunidad" ventajosa. Frank Robbins no tiene tanto nombre como Milton Caniff o Alex Toth, pero pertenece a esa misma escuela de autores estadounidenses, técnicamente superdotados, que renovaron el lenguaje visual del cómic de aventuras en sus tiras de prensa, gracias a la introducción de recursos cinematográficos (iluminación, planificación, angulaciones, etc.). Aunque no fue tan celebrada como el Terry y los piratas de Caniff, la serie Johnny Hazard, de Robbins, fue tremendamente popular durante los años 40-60. A esta serie pertenece la tira de Robbins que obtuvimos recientemente por unos 60€ (a los que tuvimos que sumar los gastos de envío). Es un ejemplo muy tardío de la serie (sólo tres años antes de su cancelación) y no es espectacular ni especialmente representativa (no incluye ninguna de esas escenas de aviación en las que Robbins era un maestro), pero nuestra adquisición muestra algunas de esos rasgos tan cinematográficos que definen a su autor, así como su talento infinito en la condensación temática y la composición de planos:


Una de las cosas que más nos sorprendió cuando nos llegó a casa fue su reducido tamaño. Curioso asunto el de los tamaños de originales. Aunque la historia ofrece infinitos ejemplos que demuestran que cada autor dibuja de una manera y se impone sus propias condiciones por lo que respecta a técnicas y formatos (sobre todo ahora, tras la irrupción de lo digital), lo cierto es que —en Estados Unidos, sobre todo, pero también en el mercado europeo de los álbumes y en el mundo editorial manga— existen multitud de constricciones técnicas que vienen impuestas por las editoriales: cualquiera reconoce las láminas pautadas en ese estandarizado formato cercano al A3 (alrededor de 40 x 30 cm) que Marvel o DC imponían a sus dibujantes. En el caso de los dailies y los sundays eran los syndicates (agencias de distribución) quienes determinaban las condiciones de creación y publicación de los cómics en prensa.

Por ejemplo, la gran mayoría de tiras originales periodísticas a las que hemos tenido acceso estos años mantienen un formato que oscila entre los 12 x 46 cm de McManus y el más estándar 19 x 59 cm de Al Capp, Walter Kelly, Frank King o Milton Caniff; luego están los gigantescos formatos que se estilaban en las tiras de los primeros años, como las de Bud Fisher (de las que hablamos aquí). Con lo que no nos habíamos topado nunca es con una tira de material clásico de un tamaño tan pequeño como el que emplea Robbins en nuestra adquisición más reciente, con un área de dibujo de 11 x 36'5 cm. 

Como ven, en el mundo del coleccionismo el tamaño también importa. Y suele deparar sorpresas.


viernes, septiembre 18, 2020

La burbuja del coleccionismo de páginas originales

Quienes siguen este blog desde sus comienzos saben que el coleccionismo de originales es uno de nuestros vicios confesables. Comenzamos a comprar páginas de cómic y a escribir en esta bitácora casi al mismo tiempo. Mucho ha cambiado el panorama coleccionista desde aquel entonces. Se afirma en el mundillo, seguramente con razón, que la compraventa de cómics originales está viviendo su burbuja particular. Queremos apuntar algunas notas al respecto desde nuestra experiencia personal.

Cuando comenzamos a adquirir originales teníamos claro que no íbamos a hacer grandes dispendios económicos. Ni contábamos con los posibles ni nos apetecía hipotecarnos. Hace quince años, si uno tenía paciencia y le dedicaba tiempo al asunto, podía conseguir páginas de autores clásicos a precios más que interesantes. El camino más fácil era seguir las subastas de ebay de coleccionistas-vendedores y pujar insistentemente con pequeñas cantidades hasta que sonara la flauta. Con esa filosofía nos hicimos con un buen puñado de originales, como contamos en aquella serie de posts que titulamos "Operación 700"; en la que, a lo largo de varios meses, jugamos a adivinar que podíamos comprar con una inversión planificada de 700 eurillos (de los de aquel entonces) que teníamos ahorrados. 

Muchos de aquellos "subastadores" que comenzaban en Ebay son ahora propietarios de algunas de las mejores galerías de originales del mercado. A Scott Eder (con su pseudónimo chesslov en ebay), por ejemplo, le debemos muchas de las piezas de nuestra colección. Su actividad en la casa de subastas ha pasado a ser testimonial, y las piezas que expone en la actualidad en su galería web han dejado de ser tan accesibles como podían llegar a ser en una puja afortunada. Es el signo de los tiempos. El mercado estadounidense, por lo que respecta a proveedores y a las obras en sí, está bastante inflado.

Lo vemos en las frecuentes subastas de la casa de apuestas Heritage Auctions, una de las fuentes más fecundas de salida de originales al mercado. En sus subastas todavía se pueden obtener páginas a precios aceptables, pero si sumamos el Buyer's Premium (la comisión), los gastos de manipulación y envío, y las tasas de aduana, la cosa deja de ser tan rentable y apetecible. En una puja reciente nos hicimos con unas tiras estupendas del Moon Moolins, de Frank Williard (un autor clásico detrás del que llevábamos bastante tiempo) por poco más de 100 euros. Nos frotábamos las manos y los ojos. Una vez cumplimentados todos los trámites de tasas, gastos de envío y aduanas, el precio inicial se doblo sobradamente.

Pero para constatar la existencia de una burbuja de oríginales, sólo hay que echarle un vistazo a las cifras que alcanzaron algunas de ellas en una puja posterior de la misma casa de subastas. Atención a los precios de venta de las siguientes páginas (algunas de ellas muy representativas, es cierto) de Frank Frazetta, Lee Elias, Jack Kirby o Frank Miller (tampoco se nos asusten con el precio alcanzado por el ejemplar de Action Comics #7); a su lado, las estupendas páginas de Herriman y Winsor McCay parecen baratas.


Lo realmente paradójico es que cuando comenzamos con nuestra colección, en general era mucho más sencillo hacerse con una pieza de un autor clásico del cómic estadounidense por un precio módico que con la de un dibujante español o europeo de renombre. Las tornas han cambiado. Por eso, si a alguno de ustedes les pica el gusanillo del coleccionismo o quieren darse un capricho, nuestra recomendación es que se acerquen a webs locales de venta como Todocolección o a páginas españolas como Artcoholics (mucho material de los autores españoles en Marvel y DC), ECC Arte y Coleccionismo (algunos de los clásicos del cómic español), Yojimbo Cómics (con obras de las grandes estrellas del cómic actual en nuestro país: Paco Roca, David Rubín, Cristina Durán...) o El arte del cómic (con un amplio surtido de páginas españolas, estadounidenses y europeas). 

En el mercado europeo también se está notando la burbuja en la mayoría de las galerías importantes, pero siguen existiendo tiendas online en las que aún pueden encontrarse obras interesantes a precios razonables: tres de nuestras favoritas son la canadiense The Beguiling (con lo más granado del cómic independiente) y las italianas Hollow Press (una cueva de tesoros del underground contemporáneo) y Tavoleoriginali.net (con un surtido muy interesante de cómics italianos, norteamericanos e hispanoamericanos). En todo caso, añadir una nueva pieza a tu colección es emocionante, pero el juego de rastrear y descubrir oportunidades también puede ser un estupendo entretenimiento.

jueves, agosto 27, 2020

Cómics esenciales 2019, de Jot Down y ACDCómic

La publicación con los mejores cómics del año a cargo de Jot Down y la ACDCómic va camino de convertirse en (gloriosa) tradición. Por cuarto año seguido, se ha editado el anuario con los mejores cómics de este curso. Y, por cuarta entrega, hemos participado en Cómics Esenciales 2019 reseñando una de nuestras lecturas favoritas del año. En esta ocasión hemos juntado algunas letras sobre esa bendita rareza que es Guy, retrato de un bebedor, de Olivier Shrauwen y Ruppert & Mulot, publicada por Fulgencio Pimentel. Un cómic que desborda cualquier etiqueta estilística para poner patas arriba el género de aventuras y reflexionar acerca de la condición humana.

Como siempre, pueden adquirir el anuario a través de la tienda web de Jot Down. Les dejamos aquí con el índice del volumen y con los primeros párrafos de nuestro artículo para abrir boca e invitarles a morder el anzuelo.

Parecía un cómic de piratas

Por Rubén Varillas

Olivier Schrauwen lleva años descolocando a sus lectores y a la crítica con una sucesión de cómics ajenos a géneros o escuelas. Es belga, sí, y su estilo parece una línea clara actualizada y despojada de adornos, pero sólo a veces. Otras, creemos estar ante un adepto anacrónico del underground más alucinado y surrealista de los 60-70; y, en ocasiones, tenemos la tentación de situarle dentro de ese expresionismo esquemático contemporáneo que ha encumbrado a autores como Gipi, Blain, Blutch o Sfar… No es fácil encasillar su obra, sin embargo, sí que podemos reconocer en su trabajo una línea creativa que le vincula con las vanguardias históricas mediante un proceso de actualización postmoderna. Es ese el nexo que conectaba a Mi pequeño con el modernismo y con el surrealismo, con el ornamento art déco y con los cadáveres exquisitos; o el que explicaba el dadaísmo de Arsène Schrauwen, igualmente salpicado de ensoñaciones surrealistas freudianas.

También encontramos esa devoción hacia la vanguardia y sus mecanismos en la obra de Jérôme Mulot y Florent Ruppert; en muchos casos, como paso previo a una deconstrucción de sus convenciones y su manipulación metaficcional. No faltan ejemplos en su bibliografía: cómics que desbordan los límites impuestos por los géneros tradicionales (Le Tricheur), ruptura de expectativas (Maison Close; La técnica del perineo), composiciones vanguardistas (Safari, Monseigneur; Panier de singe), etc. Los juegos del lenguaje de Ruppert & Mulot beben de la autorreferencialidad contemporánea y de su atracción por la experimentación interdiscursiva, sin dejar de mirar a los hallazgos modernistas de las vanguardias clásicas...

lunes, agosto 10, 2020

Esenciales ACDC 2020 (primer semestre)

Un semestre más la Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España presenta su selección de Cómics esenciales correspondiente a la primera mitad del año 2020. 

El listado lo componen treinta novedades y cinco reediciones, elegidas de entre todos los cómics publicados en España entre enero y junio.

La Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España (ACDCómic) presenta la primera ronda de sus ‘Esenciales 2020’, la selección semestral de cómics con la que esta organización busca destacar algunos de los títulos más relevantes de cuantos se han editado en nuestro mercado en dicho periodo. Con estas treinta novedades y cinco reediciones se pretende configurar una "guía de lectura" orientativa que puede servir de referencia a aficionados al medio y a lectores habituales, pero también a librerías, bibliotecas y profesionales de la gestión cultural. Como no podía ser de otra manera, las excepcionales circunstancias provocadas por la pandemia del coronavirus durante los pasados meses también han tenido sus efectos sobre el mercado español de cómics. Por un lado, al dificultar la salida de novedades editoriales y concentrarlas tanto entre enero y febrero como entre mayo y junio, y por otro, porque algunos de los títulos elegidos son fruto en mayor o menor medida del confinamiento. Es el caso, entre otros, de El murciélago sale a por birras de Álvaro Ortiz, un divertimento que nació en Twitter y pasó al papel con poco tiempo de diferencia, o también de Bigfoot de Pau Valls, cómic en formato digital que el dibujante valenciano puedo acabar durante esas fechas, y de Manifiestamente anormal de Max, la reacción airada y rápida del veterano historietista mallorquín ante la actitud de determinados colectivos y figuras públicas.

En lo referente al resto de seleccionados, destacan cuantitativamente los títulos de manga clásico, de cómic europeo y de novela gráfica estadounidense. El primer grupo englobaría a El chico de los ojos de gato de Kazuo Umezu, Cráter de Osamu Tezuka, Los sentimientos de Miyoko en Asagaya de Sinichi Abe o, ya en el capítulo de reediciones, La rosa de Versalles de Riyo Ikeda. En cuanto a la segunda categoría, podríamos señalar la presencia de Verdad de Lorena Canottiere, Squeak the Mouse de Massimo Mattioli, Preferencias del sistema de Ugo Bienvenue o 'Melvina' de Rachele Aragno. Y en la última de estas categorías entrarían, por ejemplo, Mis cien demonios de Lynda Barry, ¿Me estás escuchando?' de Tillie Walden, Isolada de Keiler Roberts o Devastación de Julia Gfrörer, curiosamente todos ellos de autoría femenina.

Por supuesto, el cómic español también está presente de manera significativa. Desde historietistas jóvenes, caso de Nadia Hafid o Irene Márquez, con El buen padre o Esto no está bien, respectivamente, a escritores y dibujantes con trayectorias bien contrastadas: el retorno de Santiago García y Javier Olivares con La cólera, la primera colaboración de Hematocrítico con Albert Monteys en Leyendas del recreo, o la adaptación del best seller de Fernando Aramburu, Patria, a cargo de Toni Fejzula.

La lista completa de ‘Esenciales’ para el primer semestre de 2020, en orden alfabético, es la siguiente:

Novedades 

  • ¿Me estás escuchando? de Tillie Walden (La Cúpula)
  • A través de Tom Haugomat (Pípala)
  • Bigfoot de Pau Valls (Autoedición digital)
  • Cassandra Darke de Posy Simmonds (Salamandra Graphic)
  • Cráter de Osamu Tezuka (Planeta Cómic)
  • Devastación de Julia Gfrörer (Alpha Cómic)
  • El buen padre de Nadia Hafid (Sapristi)
  • El chico de los ojos de gato de Kazuo Umezu (Satori)
  • El humano de Lucas Varela y Diego Agrimbau (La Cúpula)
  • El murciélago sale a por birras de Álvaro Ortiz (¡Caramba!)
  • Epiphania, de Ludovic Debeurme (Kraken)
  • Estela plateada: Negro de Donny Cates y Tradd Moore (Panini)
  • Esto no está bien de Irene Márquez (Autsaider)
  • Harley Quinn: Cristales rotos de Mariko Tamaki y Steve Pugh (Hidra)
  • Isolada de Keiler Roberts (Alpha Cómic)
  • La cólera de Santiago García y Javier Olivares (Astiberri)
  • La espiral de Aidan Koch (AIA / Ediciones Valientes)
  • Leyendas del recreo de Hematocrítico y Albert Monteys (Anaya)
  • Llamarada de Jorge González (ECC)
  • Los sentimientos de Miyoko en Asagaya de Sinichi Abe (Gallo Nero)
  • Manifiestamente anormal de Max (La Cúpula)
  • Melvina de Rachele Aragno (Liana Editorial)
  • Mis cien demonios de Lynda Barry (Reservoir Books)
  • Patria de Toni Fejzula (Planeta Cómic)
  • Preferencias del sistema de Ugo Bienvenue (Ponent Mon)
  • Queridos difuntos de Lorenzo Montatore (Sapristi)
  • Squeak the mouse de Massimo Mattioli (Fulgencio Pimentel)
  • Sunny sunny Ann! de Miki Yamamoto (Astiberri)
  • The Shaolin Cowboy de Geof Darrow (Norma)
  • Verdad de Lorena Conottiere (Liana Editorial)

Reediciones

  • Ernie Pike de H. G. Oesterheld y Hugo Pratt (Norma) 
  • Essex County de Jeff Lemire (Astiberri) 
  • Estela plateda Omnibus de Dan Slott y Michael y Laura Allred (Panini) 
  • La ciudad al atardecer. El país de los cerezos de Fumiyo Kouno (Kodai) 
  • La rosa de Versalles de Riyo Ikeda (ECC)

ACDCómic es una asociación sin ánimo de lucro que agrupa a personas que realizan trabajos de periodismo, crítica, estudio, comisariado y otras actividades teóricas y divulgativas relacionadas con el cómic. La asociación se constituyó en 2012 con la voluntad de colaborar en la difusión del trabajo que ya desarrollan sus miembros de forma individual, emprender iniciativas conjuntas que no se podrían afrontar de forma separada y servir de interlocutor ante otros colectivos o instituciones. 

En la selección de los Esenciales del primer semestre de 2020 han participado cuarenta miembros de ACDCómic: Anna Abella, Daniel Ausente, Agus López “Bamf!”, Mikel Bao, Octavio Beares, Pablo Begué, Josep Maria Berengueras, David Brieva, Jordi Canyissà, Marc Charles, Oriol Estrada, David Fernández de Arriba, Iván Galiano, Manuel González, Julio Andrés Gracia Lana, Óscar Gual, Cristina Hombrados, Raúl Izquierdo, Jesús Jiménez, Joan S. Luna, José L. García Vargas “Jota Lynnot”, Javier Marquina, Elena Masarah, Diego Matos, Pedro Monje, Francisco Naranjo, Josep Oliver, Pepo Pérez, Carolina Plou, Juan Royo, Francisco Sáez de Adana, José Andrés Santiago, Óscar Senar, Xavi Serra, Jose A. Serrano, Jon Spinaro, Raúl Tudela, Jaume Vilarrubí, Gerardo Vilches y Jesús García “Yexus”.