jueves, septiembre 16, 2021

La isla, de Mayte Alvarado. Un poema marinero

La Isla, el primer cómic de la pacense Mayte Alvarado tiene la cadencia de un poema marinero; por lo que cuenta y por cómo lo cuenta, con ese preciosismo pictórico que atrapa la vista entre colores serpenteantes y masas cromáticas de cálida solidez.

El color ausente de líneas inunda con intenciones simbólicas una historia casi silente basada en sugerencias y presagios, un cuento trágico que, como sucede en muchas narraciones populares, parece esconder un recorrido circular y una deriva alegórica, en la que la naturaleza (identificada y personificada en el mar, en este caso) adquiere una naturaleza mágico-demiúrgica. Sus personajes (la joven, el loco, el perro, los amantes, el mar...) funcionan como abstracciones arquetípicas al servicio de ese formulismo de la cuentística tradicional. Su presentación paulatina (acompañada de un título) ayuda a estructurar el relato y a dirigir la atención del lector más allá de sus poderosas imágenes.

Porque la gran fuerza de La isla reside en su apartado gráfico y en sus numerosas metáforas visuales. Cuadros secuenciados (o secuencias pictóricas, como queramos verlo) que, con su expresionismo colorista, desbordan el hecho narrativo para tejer una cadencia poética en una red de referencias cruzadas y asociaciones connotativas. El pincel de Alvarado se mueve con libertad entre la secuenciación tradicional en viñetas y otras composiciones simbólicas cercanas a la abstracción que parecen desbordar la página en un flujo centrífugo.

La isla es un debut luminoso, un ejercicio de estilo que, en su afortunada combinación de lenguajes (el pictórico, el poético, el narrativo-secuencial), propone una lectura cargada de lirismo, al mismo tiempo que invita a numerosas relecturas desde el puro disfrute visual.

domingo, agosto 15, 2021

Esenciales ACDC 2021 (primer semestre)

La Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España publica su relación de “cómics esenciales” correspondientes a la primera mitad de 2021. 

La lista la conforman treinta y cinco obras elegidas entre todos los cómics publicados en España entre enero y junio del presente año. 

La Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España (ACDCómic) presenta la primera ronda de sus ‘Esenciales 2021’, una selección de cómics con la que esta organización pretende fijar la atención sobre algunas de las obras más destacadas de entre las editadas en nuestro mercado. Está formada por 35 obras publicadas entre enero y junio de 2021 elegidas en votación por 46 de los integrantes de la ACDCómic. 

Como novedad, a partir de esta selección el sistema de votación no distingue entre novedades o reediciones, siendo ambas opciones seleccionables y seleccionadas entre estos ‘Esenciales 2021’. En paralelo y en un futuro cercano, la ACDCómic planteará también una selección única y exclusivamente dedicada a ‘Clásicos Esenciales’, que pondrá el foco en trabajos y autores que son claves en la historia del cómic y que se reeditan o publican en España por primera vez. 

En lo que respecta a la presente selección, contiene una variada muestra de lo que ha ofrecido el mercado del cómic en nuestro país en lo que va de año. Así, hay propuestas como ‘Todo bajo el sol’, de Ana Penyas, ‘La isla’ de Mayte Alvarado o ‘El Pacto’, de Paco Sordo. En cómic internacional, el listado tiene muestras lo que nos ha llegado de Europa, Estados Unidos y Asia. Del viejo continente destacan títulos como ‘Los grandes espacios’, de Catherine Meurisse, ‘Anaïs Nin. En un mar de mentiras’, de Leonie Bischoff o propuestas del cómic británico como ‘Ethel y Ernest’, de Raymond Briggs. De entre los llegados el otro lado del Atlántico destacan obras como el final de ‘Invencible’, de Robert Kirkman y Ryan Ottley, clásicos como el ‘Tales from the Crypt’ de EC Comics y propuestas de cómic infantil/juvenil como ‘Snapdragon’ de Kat Leyh o ‘Superman contra el Klan’, de Gene Luen Yang y Gurihiru. En cuanto a cómic asiático,destacan clásicos como ‘Queen Emeraldas’ de ‘Leiji Matsumoto’ o ‘Kamen Rider de Shōtarō Ishinomori. 

Esta selección se presenta como una herramienta para animar a lectores, bibliotecas, libreros y otro tipo de colectivos culturales a descubrir obras destacadas.

La lista completa de "Esenciales" del primer semestre de 2021, por orden alfabético, es la siguiente:

Novedades 

  • ¡Vaya siglo nos espera! Instrucciones para salvar el mundo, de Pedro Cifuentes (Plan B) 

  • Anaïs Nin. En un mar de mentiras, de Léonie Bischoff (Garbuix Books) 

  • Bad Weekend, de Ed Brubaker y Sean Phillips (Panini) 

  • Bradley de él, de Connor Willumsen (Alpha Cómic) 

  • Carta blanca, de Jordi Lafebre y Clemence Sapin (Norma Editorial) 

  • Contrapaso: los hijos de los otros, de Teresa Valero (Norma Editorial) 

  • El futuro que no fue, de Daniel Torres (Norma Editorial) 

  • El pacto, de Paco Sordo (Nuevo Nueve) 

  • En camino, de José Ángel Ares y Paco Hernández (La Cúpula) 

  • Ethel y Ernest, de Raymond Briggs (Blackie Books) 

  • Giganta. Historia de aquella que recorrió el mundo en busca de libertad, de J. C. Deveney y Núria Tamarit (Norma Editorial) 

  • Gokushufudo: Yakuza amo de casa, de Kousuke Ono (Ivrea) 

  • Invencible, de Robert Kirkman y Ryan Ottley (ECC Ediciones) 

  • Justin, de Nadar y Julien Frey (Astiberri) 

  • Kamen Rider, de Shōtarō Ishinomori (Ooso Comics) 

  • La isla, de Mayte Alvarado (Reservoir Books) 

  • Los grandes espacios, de Catherine Meurisse (Impedimenta) 

  • Los locos del gekiga, de Masahiko Matsumoto (Satori Ediciones) 

  • Medea a la deriva, de Fermín Solís (Reservoir Books) 

  • Monstruos, de Barry Windsor-Smith (Dolmen Editorial) 

  • No siento nada, de Liv Strömquist (Reservoir Books) 

  • Oleg, de Frederik Peeters (Astiberri) 

  • Queen Emeraldas, de Leiji Matsumoto (Satori Ediciones)

  • Revolución, de Florent Grouazel y Younn Locard (Planeta Cómic) 

  • Romeo muerto, de Santiago Sequeiros (Reservoir Books) 

  • Sácamelo todo (las tiras completas de Mr. Prolapso), de Guillermo Lizarán (Fandogamia Editorial) 

  • Snapdragon, de Kat Leyh (Astronave) 

  • Superman contra el Klan, de Gene Luen Yang y Gurihiru (Editorial Hidra) 

  • Tales from the Crypt, de VV. AA. (Diábolo Ediciones) 

  • Todo bajo el sol, de Ana Penyas (Salamandra Graphic) 

  • Tonta, de Jaime Hernández (La Cúpula) 

  • Under ninja, de Kengo Hanazawa (Norma Editorial) 

  • Universo Sandman: El sueño, de Simon Spurrier, Bilquis Evely y otros (ECC Ediciones) 

  • Us, de Sara Soler (Astiberri) 

  • Warburg & Beach, de Jorge Carrión y Javier Olivares (Salamandra Graphic) 

ACDCómic es una asociación sin ánimo de lucro que agrupa a personas que realizan trabajos de periodismo, crítica, estudio, comisariado y otras actividades teóricas y divulgativas relacionadas con el cómic. La asociación se constituyó en 2012 con la voluntad de colaborar en la difusión del trabajo que ya desarrollan sus miembros de forma individual, emprender iniciativas conjuntas que no se podrían afrontar de forma separada y servir de interlocutor ante otros colectivos o instituciones. 

En la selección de los Esenciales del primer semestre de 2021 han participado 46 miembros de ACDCómic: Anna Abella, Bamf, Manuel Barreiro, Pablo Begué, Luigi Benedicto Borges, Josep M. Berengueras, David Brieva, Jordi Canyissà, Marc Charles, Oriol Estrada, Ángel L. Fernández, David Fernández de Arriba, Nerea Fernández Rodríguez, Iván Galiano, Diego García Rouco, Jordi Giner, Manuel González, Julio Andrés Gracia Lana, Kike Infame, Jesús Jiménez, Joan S. Luna, Ander Luque, Jota Lynnot, Eduardo Maroño, Javier Marquina, Elena Masarah, Diego Matos, Pedro Monje, Francisco Naranjo, Jordi T. Pardo, Pepo Pérez, Quim Pérez, Carolina Plou, Mónica Rex, Iria Ros, Juan Royo, Kiko Sáez de Adana, Óscar Senar, Xavi Serra, Jose A. Serrano, Jon Spinaro, Raúl Tudela, Jaume Vilarrubi, Gerardo Vilches y Yexus.

martes, julio 27, 2021

Nuevo fondo de Pablo Ríos para nuestro bog

De haberlos, los más fieles y observadores seguidores de este blog habrán descubierto que, en los últimos días, se ha añadido a los fondos una nueva imagen con los icónicos personajes que dan nombre a nuestra bitácora. Se trata de un dibujito (commission) que le encargamos hace unos meses al bueno de Pablo Ríos. Por obligaciones familiares recientemente contraídas, hemos tardado un tiempecito en actualizar la plantilla html, pero, por fin, nuestros nuevos Little Nemo y Krazy lucen lustrosos junto a esas interpretaciones clásicas de Gaspar Naranjo, Pejac y López Cruces que llevan ya más de diez años con nosotros.


miércoles, julio 07, 2021

Cinco apuntes para desentrañar Romeo Muerto, de Santiago Sequeiros

Apunte 1: La reaparición de Sequeiros después de años de silencio es en sí misma un acontecimiento de los que merecen titulares. Una de las noticias comiqueras del año: el regreso del gran maldito del cómic español. Veinte años de espera que, al parecer, tendrán continuidad inmediata en otros tres volúmenes.

Apunte 2: Los cómics de Santiago Sequeiros son raros de cojones. Maravillosamente raros.

Apunte 3: Si Kelly y Herriman crearon, con Pogo y Krazy Kat, su particular Yoknapatawpha para el mundo de los cómics, y Beto Hernandez hizo de su Palomar un Macondo en viñetas, La Mala Pena de Sequeiros habría de ser el cruce de caminos maldito entre la Comala de Rulfo y el Purgatorio de Dante, una ciudad habitada por cadáveres andantes, almas en pena, hijos de puta sádicos y monstruos deformes. 


Apunte 4: Que nadie espere encontrar en Romeo muerto una narración (lineal) al uso, una narración siquiera. El cómic de Sequeiros es una galería de pesadillas escrita en versos emponzoñados; la inversión poética y perversa de un relato, cuya recitación interpuesta emana, como una letanía incesante, de la boca de sus personajes. Réprobo y provocador como Baudelaire, soez y obsceno como Panero, el malditismo de Sequeiros no es una etiqueta; sus odas biliosas a la embriaguez enfermiza y al sexo ulcerante beben de la experiencia y de la necesidad catártica. Hay un mucho del propio autor en cada uno de los seres que habitan La Mala Pena y casi toda su obra (en especial este último libro) puede leerse desde una dimensión simbólica basada en su autobiografía y su bajada a los infiernos. En Romeo muerto nos reencontramos con los personajes que ya protagonizaban sus cómics en aquellos años 90 en los que le y les descubrimos como un escalofrío: Nostromo Quebranto, Ambigú, Susi Patíbulo, la Mamá Grande...

Apunte 5: Horror vacui. Barroquismo. Claroscuro. Cubismo. Expresionismo. Surrealismo. Neoexpresionismo alemán. Art-brut. Los grabados xilográficos de Masereel y Lyn Ward. El underground de Crumb, pero también la suciedad agresiva de Clay Wilson. El postunderground de Clowes y Burns. El primitivismo de Panter... El dibujo de Sequeiros bebe de mil fuentes que confluyen en un estilo gráfico reconocible desde la primera mancha hasta la última sombra. Una penumbra frondosa se extiende por sus páginas como una plaga vírica que infecta hasta el último rincón de la última viñeta. Y, sorprendentemente, de este caos de negrura profusa y angulosa, de espacios y personajes que se superponen y estrangulan unos a otros, surge la belleza luminosa (tenebrosa) de unas páginas que resumen la búsqueda virtuosa del estilo: es imposible no reaccionar con asombro y fascinación ante el dibujo de Romeo muerto, ante el impacto visual de su trascendencia artística. 

Coda: Nadie dijo que la empresa fuera fácil o que la belleza tuviera que estar al alcance de la mano. En ocasiones, hay que bajar a los infiernos para probar el fruto prohibido.

 

lunes, junio 21, 2021

Philippe Ramette, por Jorge Bustos

Nantes es también una ciudad modernista arquetípica. Una ciudad que trata de sacudirse un viejo complejo de culpa —el propio de toda ciudad industrial, es decir, explotadora del proletariado— mediante la promoción algo febril y anárquica de toda expresión de arte callejero, valga el oxímoron. La excepción a la cruda sucesión de grafitis —o de unicornios con un cucurucho de helado en la cabeza— que impone la penitencia posmoderna es un señor que se llama Philippe Ramette, un artista plástico provisto del humor y la ternura suficientes como para que le perdonemos la rápida conversión de sus obras en iconos pop. Teclead su nombre en Google y sonreíd ante la escultura del tipo trajeado con su aspecto de viajante cuya pierna se apoya en el vacío; o ante su entrañable Elogio de la transgresión, que inmortaliza a una lolita bajándose —¿o subiéndose?— de su propio pedestal.

                                               Jorge Bustos, Asombro y desencanto, p. 98



                                                                                    Vía Nao Casanova


sábado, junio 05, 2021

A Single Match, de Oji Suzuki. Melodías extrañadas

En esta última década, parece haber surgido en Occidente un interés renovado por el manga más experimental que la revista Garo publicó durante los años 60-70 a la estela del magisterio de Yoshiharu Tsuge. Shin'ichi Abe, Oji Suzuki, Seiichi Hayashi o Kuniko Tsurita (la única mujer del grupo) han visto recopilados sus relatos en editoriales de prestigio como Drawn & Quarterly. En España, el catálogo espectacular que está confeccionando la editorial Gallo Nero incluye ya varias obras de Tsuge, de su hermano Tadao y de algunos de sus "discípulos" en Garo, como Shin'ichi Abe, de quien recientemente editaron Los sentimientos de Miyoko en Asagaya (hablamos de ella aquí y volveremos a hacerlo más extensamente dentro de no mucho tiempo).

En un momento u otro habíamos tenido la oportunidad de leer páginas de casi todos ellos excepto de Oji Suzuki. Parte de su obra está publicada en francés (Le kimono rouge; Vaste le ciel; Bleu transparent) y en italiano (La casa delle stelle), pero el libro que ha llegado a nuestras manos es A Single Match (edición inglesa de Le kimono rouge), la colección de historias cortas que los canadienses de D&Q publicaron en 2010.  

Los relatos de Suzuki no esgrimen la autobiografía de forma tan obvia como pueda hacerlo Shin'ichi Abe en su idiosincrática interpretación del watakushi manga (‘manga del yo’), ni hacen tanto hincapié en el lirismo como Seiichi Hayashi, que basa su narrativa en la evocación simbólica de las imágenes y en el cripticismo de unas referencias socio-culturales difíciles de descifrar para un lector occidental. Y, sin embargo, tanto estilística como conceptualmente, la narrativa de Suzuki encuentra numerosos puntos de confluencia con los de sus amigos y compañeros de generación. 

En las historias de A Single Match encontramos esas huellas del relato biográfico que define a los mangakas watakushi; por ejemplo, en la obsesión de Suzuki por la infancia entendida como bifurcación y por el modo en el que cada uno construye su propia existencia a base de descartes y decisiones sin vuelta atrás. El relato que titula el volumen, "A Single Match" (pero también "Fruit of the Sea" o "City of Dreams") dibuja un recorrido circular entre el presente y el pasado, y está poblados de alusiones simbólicas a la inocencia perdida, a los instantes decisivos que determinaron la huida hacia un futuro, seguramente, menos feliz de lo que el niño inconsciente podía adivinar. La narración elíptica y simbólica de Suzuki oscurece el significado de unos diálogos y secuencias cuya musicalidad se ve con frecuencia subrayada por recitados y letanía extradiegéticas (canciones, poemas, ruido medial), que actúan como banda sonora connotativa con una intención más evocativa que narrativa. 

Suzuki es, si cabe, más oscuro y tenebroso que Abe, Hayashi o Tsurita. Sus historias están sobrevoladas por una idea de fatalidad que conecta a la existencia con la muerte y los espíritus que la habitan (transfigurados muchas veces en forma de recuerdos, de presagios o sueños en otras), pero también con los deseos incumplidos o la imposibilidad de aprehender la realidad. Lo vemos en el sobrecogedor "Tale of Remembrance", que, como se anuncia en su título, se acerca a la muerte de la hermana desde el plano dolorido de la memoria y la evocación onírica, fantasmal, del ser querido; o en "Crystal Thoughts", en la que el niño proyecta fallidamente sobre un objeto, un aparato de radio, un deseo de trascendencia que le explique la realidad compleja que le rodea; incomprensión que se repite en "Mountain Town", en la que los universos del niño y el adulto recorren vías divergentes que los separan dolorosamente. 

 


El dibujo de Suzuki coincide con el de Abe en su apuesta por un expresionismo feísta que juega con el claroscuro a partir de la imperfección de las tramas y un trazo despreocupado. No obstante, su estilo es, si cabe, todavía más oscuro y evasivo que el de aquel. En muchas ocasiones, sus personajes no son otra cosa que sombras o siluetas perfiladas sobre el fondo oscuro de la noche o el polvo de los caminos. El niño de "Color of Rain" se despierta sobresaltado en medio de sus pesadillas, pero sólo vemos su silueta rodeada por la oscuridad y los presagios de la noche; la figura solitaria del protagonista de  "Fruit of the Sea" se recorta sobre un mar encrespado mientras observa la luz lejana de un faro.

En marzo de este año, Gallo Nero ha publicado Tokyo Goodbye, una selección que incluye algunos de los relatos que Suzuki dibujó en los años 70 y que ofrece al lector español la oportunidad de bucear en la narrativa extrañada y simbólica de uno de los autores más singulares y exigentes del cómic japonés. Una nueva ventana abierta a ese otro manga que representaron los autores de Garo.



sábado, mayo 22, 2021

Adiós, Battiato

Veníamos esta semana dispuestos a hablar de Oji Suzuki, pero la muerte de Franco Battiato nos ha encojido un poco el alma (y la biografía). Llevamos unos años visitando la crónica necrológica con más frecuencia de la deseable. Como nos comentaba una amiga ayer, quizás ha llegado el momento de empezar a buscar referentes culturales más jóvenes que nosotros. En pocos años, nos hemos despedido en este blog de artistas que han sido importantes para construir nuestra visión de la cultura y del mundo; George Harrison, Éric Rohmer, Luis eduardo Aute, y ahora, Franco Battiato.

Descubrimos a Battiato sentado en una alfombra persa, rodeado de timbales y violines, señalando con el dedo al espacio y anunciando un futuro de nuevas vibraciones que no tardó mucho en alcanzarnos. Muchos años después, pudimos satisfacer uno de nuestros deseos musicales más anhelados y tuvimos la suerte de verle en directo en Burgos, en un concierto que el auditorio vivió con ánimo ceremonial y devoción admirativa. Maestro del pastiche y del mestizaje genérico, artista renacentista, humanista sin subterfugios, intelectual con cierta aura mesiánica para sus muchos adeptos, tiene Battiato en su discografía más de una docena de canciones que suenan a clásicos imperecederos desde la primera escucha. Como letrista, fue siempre un genio postmoderno con esa capacidad suya para construir escenarios atemporales a partir de ráfagas luminosas de imágenes y citas culturales. Battiato fue un artista con conciencia social y crítica disfrazado de cantautor neorromántico, un músico pop que componía sinfonías instantáneas, un poeta con gesto filosófico. Y, así, enlazando paradojas y glosando sus virtudes en racimo, podríamos seguir una vida, pero nos consolaremos con disfrutar de sus música emocionante y, como insinuaron en Cachitos, con la certeza de que al menos hubo un Franco bueno.

El cómic italiano tuvo el buen gusto de dedicarle a Battiato un homenaje (no póstumo) en el número de octubre de 2020 de la mítica revista Linus. Pueden ojear algunas páginas del ejemplar aquí.

sábado, abril 10, 2021

ResiduaA, de Sao. Abstracción y lenguaje

Hablábamos de cómics abstractos, no hace demasiado, con motivo de la publicación de La espiral, de Aidan Koch. Comentábamos cómo se está consolidando últimamente cierta tendencia creativa hacia cómics que hacen uso de la abstracción para componer obras que escapan de una narratividad tradicional, apoyándose en principios de contigüidad o solidaridad icónica más que en conexiones clásicas de causalidad o secuenciación espacio-temporal. Citábamos a críticos como Thierry Groensteen, Andre Molotiu o Gerardo Vilches, que se han acercado a estos nuevos cómics "no narrativos" para explicar las peculiaridades de su lenguaje.

Volvemos hoy al mismo asunto porque ha llegado a nuestras manos ResiduaA, el cómic que el santanderino Sao (Alfredo Santos) ha publicado en esa humilde pero audaz editorial brasileña que es Risco Impresso. Una prueba más de lo difícil que resulta ser profeta en tierra propia. Y tenemos que acudir a este lugar común porque ResiduaA es uno de los mejores cómics abstractos que hemos leído, y desde luego de lo mejor que ha hecho un autor español en ese ámbito.

Alfredo Santos es un viejo amigo de este blog. Hemos hablado ya de sus intervenciones urbanas y de sus trabajos de ilustración. Nos hemos referido a él en alguna ocasión anterior, destacando el uso que su propuesta plástica hace de las herramientas comicográficas. Sus Copygrafías, por ejemplo, anticipaban ya muchos de los hallazgos que ha consolidado en su primer cómic. Confesamos que hemos tenido la suerte de seguir muy de cerca la gestación de ResiduaA. En sus páginas asistimos a un proceso (literal) de creación de lenguaje desde el vacío, para asistir a continuación a su descomposición y desintegración. En el camino, Sao centrifuga la semiótica del cómic junto a ingredientes de la iconografía pop en un collage cinético-barroco que nos remite al vértigo de la sociedad líquida que nos ha tocado vivir. El recorrido es fascinante y está repleto de hallazgos visuales.


Si algo nos enseña ResiduaA es que, cuando hablamos de cómics, la abstracción no implica una falta de secuenciación. Es cierto que, como señalaba Groensteen, las relaciones que se crearán entre las imágenes (las viñetas, quizás) serán de otro tipo (por afinidad rítmica o yuxtaposición), pero ese hecho no invalida en ningún caso la existencia de secuenciación (un aspecto que está en la base misma del hecho comicográfico). El trabajo de Alfredo Santos nos muestra, además, que hay un espacio artístico, un plano de construcción visual, en el que abstracción y narración pueden incluso llegar a encontrarse.

Cuesta pensar que este trabajo no haya encontrado su hueco en alguna de las editoriales más vanguardistas de nuestro país. Afortunadamente, los brasileños de Risco Impresso, que tan bien saben navegar entre las propuestas experimentales y la abstracción comicográfica, supieron ver lo que tenían entre manos. 

sábado, marzo 20, 2021

Beti Berdín Taberna, de Gastón. Empatía en tiempos del coronavirus

Se cumple un año de esta dichosa pandemia que nos ha cambiado las coordenadas a todos. Después de olas de angustia y parálisis social, parece que al fin (¡ojalá!) empezamos a ver la luz. Las experiencias intensas tienen la cualidad de congelar el tiempo. En este caso, además, el miedo a la enfermedad y a sus consecuencias económicas han contribuido a estirar nuestra percepción de lo vivido. Parece que lleváramos años instalados en la "Era Covid"; años de aquel primer confinamiento, de los aplausos en el balcón, de las incursiones semiclandestinas a supermercados y de las precauciones quirúrgicas antes y después de las mismas. Aquellos días de fiebre digital y de angustia licuada por la mala uva de las redes sociales, por los terribles contadores de muertos de la televisión, por las noticias cada vez peores, por la inercia zombi del teletrabajo...

Nuestra fórmula para sobrevivir a aquellos momentos tenebrosos fue la compañía y la certeza de que esperábamos buenas noticias personales. También el cine, el cómic, la literatura y la música fueron buenos aliados. De las Redes Sociales tenemos pocos recuerdos gratos más allá de aquellos amigos digitales que se empeñaron en hacernos la vida más fácil y en afrontar la pandemia desde una mirada constructiva. Leímos algunas crónicas interesantes que nos ayudaron a entender la situación y entramos en blogs sanadores. Y también nos reconfortamos con artistas como Gastón (Asier Iturralde), que cada poco tiempo nos invitaba en Twitter a tomar unos zuritos con él y sus personajes en la taberna Beti Berdin, lugar de encuentro en el que todos teníamos un taburete reservado. Con viñetas llenas de humor y sensibilidad, los personajes de Beti Berdin se conviertieron en excelentes cronistas de el día a día de la pandemia.

Ahora, tenemos la oportunidad de recuperar aquellas pequeñas dosis de humor de una página gracias a la publicación en formato comic-book de algunas de las historias que el autor publicó en sus redes sociales. El formato, que mantiene el bitono amarillo-anaranjado original, le sienta bien a la línea clara elegante y expresiva de Gastón. Sus personajes desarrollan arquetipos reconocibles (la hater, el sibarita incólume, el optimista, el alter ego ciclotímico...), tipos en los que, en un momento u otro, todos podemos proyectar nuestras propias reacciones durante la pandemia, así como el humor cambiante con el que muchos sobrellevamos la crisis. La taberna de Gastón nos regala buenas dosis de empatía y un humor amable basado en una mirada irónica que invita a la media sonrisa del "yo he estado ahí".

Menos mal que Beti Berdin estaba abierto, porque ¡mira que hemos echado de menos los bares durante buena parte de este castigo global! Gracias, Asier, por ayudarnos a sobrellevarlo.

sábado, marzo 13, 2021

De listas y deudas: crónica negra de la corrupción política española

Lo peor de las listas culturales es que nunca se cierran, aunque quizás en esa falta de clausura esté también su mayor virtud: la de invitar siempre a una revisión continua, a una actualización del gusto y de las convicciones propias.

Nos pasa todos los años. Cada vez que llega el día de Reyes y publicamos nuestro listado con los mejores cómics de ese curso, lo hacemos con la certeza de estar traicionando a aquellas lecturas a las que no pudimos llegar. Desde hace un tiempo, junto a nuestra selección anual, publicamos en papel (en el periódico ABC Color de Paraguay) una lista depurada de sólo diez cómics, un resumen del resumen.

Después de jugar a las quinielas y disfrutar de selecciones ajenas, mucho más completas y cualificadas, teníamos claro que este año se nos habían quedado en el debe algunos cómics importantes. El arranque de 2021 ha sido generoso a la hora de permitirnos actualizar unas lecturas que, prácticamente, nos han empujado a escribir este post a modo de epílogo tardío a nuestra selección de "cómics para una pandemia". Y es que, aunque Blogger invita a la trampa y a la "reescritura" (ortográfica, gramatical e incluso conceptual e ideológica) del pasado, hemos preferido entonar el mea culpa en vivo y en directo por no haber incluido en nuestra lista dos cómics superlativos; ambos con bastantes puntos en común, pero con diferentes intenciones.

Con su primorosa edición en páginas doradas Primavera para Madrid (Autsaider Cómics), de Magius, es la gran crónica carnavalesca y bufa de la reciente historia política de nuestro país. Con toda la mala leche que exigen las circunstancias y con escaso disimulo (tanto en nombres como en caracterizaciones), Magius disecciona el circo político de la corrupción postaznarista y sus acólitos borbónicos: una galería esperpéntica de personajes instalados en el chantaje, la ostentación chabacana, los puñales por la espalda, los sobres con mordidas y las prácticas mafiosas. Ante el cutrerío sórdido de lo narrado y la impunidad de sus actores, el visitante foráneo podría pensar que la farsa de Primavera para Madrid cobra fuerza a partir de una deformación hiperbólica de la crónica política. Lo cierto es que, si no hubiéramos sido testigos diarios del descalabro, con asiento en primera fila de noticieros y confesiones judiciales, ni los mismos españoles hubiéramos comprado la historia. Seguramente, lo peor de todo es que algunos siguen pensando que aquel lodazal fue la mejor de las realidades posibles. Un ejercicio obligatorio de memoria, una obra para leer y releer cada pocos años.

Esos dos clásicos del cómic español que son Altarriba y Keko, concluyen su inmaculada trilogía del ego (Yo, asesino, Yo, loco y, ahora, Yo, mentiroso). Yo, mentiroso (Norma) rebusca en la misma materia prima que el cómic de Magius, la corrupción de la política española, pero prescinde del humor paródico para centrarse en un doble enfoque socio-psicológico que, bajo su apariencia de thriller político, intenta destejer las urdimbres maquiavélicas de la corrupción, el engaño y el poder a cualquier precio. El claroscuro tenebrista de Keko nunca había brillado tanto como en este cómic. Su empleo realista de collages de situación funciona con pasmosa naturalidad a la hora de crear las localizaciones macabras de una escena del crimen que se multiplica en todas las direcciones posibles que permiten la codicia y la iniquidad humana. Como sucedía en Primavera para Madrid, los personajes de Yo, mentiroso apenas disimulan los nombres reales que protagonizaron algunos de los episodios más negros de la democracia española. Detrás del andamiaje de ficción que ofrece el episodio criminal de la trama (con los guiños irónicos y autorreferenciales habituales en Altarriba), reconocemos casi todos los rostros funestos de sus personajes y nos acordamos de sus acciones. Yo, mentiroso es un cómic sobresaliente (el mejor de la trilogía, pensamos), pero le deja a uno mal cuerpo para varios días. Avisados están.  

Y todavía no hemos tenido tiempo de leer Cheminova, el quinto y último tomo de esa saga brillante y llena de humanidad que Luis Durán ha facturado a lo largo de años con su serie Orlando y juego, así que no descarten alguna nueva operación de enmienda.