viernes, octubre 20, 2006

Mujeres y cómics (II): las primeras heroínas.

Entonces, y a tenor de lo dicho, ¿significa todo esto que no hubo heroinas en los arranques del cómic? Ni mucho menos. Las hubo varias y variadas, de todos los tipos, colores y edades. Eso sí, casi todas filtradas por el ojo interesado de un autor y por los intereses que se le suponían a una audiencia eminentemente masculina. Y, visto así, francamente, resulta complicado hablar de protagonistas con una sensibilidad femenina o, quizás fuera mejor decir, sensibles a una problemática femenina. Pero como haberlas las hubo, detengámonos someramente en tres o cuatro de ellas:
Little Orphan Annie (1924- ), fue la creación estrella de Harold Gray, y es uno de los personajes más exitosos de todos los tiempos que, si no me equivoco, continúa vivito y coleando en las páginas de la prensa estadounidense. La idiosincrasia de la pequeña Annie, sin embargo, no deja de ser cuanto menos curiosa: una niñita huerfanita, aparentemente desamparada y necesitada de afecto que termina enfrentada al hampa de Chicago, combatiendo a los nazis y enredada contra diversas mafias; un encanto, vamos.
En el fondo, la pequeña Annie aparece creada bajo un patrón eminentemente masculino (el joven o niño aventurero), barnizado con la capa de "exotismo" que aporta la inversión de género y su origen digno de lástima. Todo un cebo para alimentar la autoestima de la audiencia burguesa del momento, sin duda.
Dumb Dora (1924-1935), de Chic Young, resulta un ejemplo inmejorable para ilustrar nuestra charla, desde su mismo título: "Dora la Tonta" (una frase hecha en su momento). "Luchando contra el tópico", como no podía ser de otro modo, Young crea una flapper (mujer a la moda), bella, y un poco tontorrona, que encaja perfectamente en muchos de los modelos prefijados para la mujer dentro de aquellos felices años 20. En el fondo, Dora es una protagonista inspirada en los personajes femeninos de las "
family-strips" norteamericanas anteriores (como Bringing Up Father, del gran McManus; con el que comparte muchas afinidades gráficas y temáticas). Menos mal que la tira venía acompañada de un subtítulo que ponía las cosas en su sitio: "She's Not So Dumb As She Looks" ("No es tan tonta como parece").
También de Chic Young era Blondie (1930-), otro best-seller (de periódicos) de la época; una tira que también tiene continuidad actualmente. La línea argumental de esta serie protagonizada por la belleza rubia que le da nombre, ha sufrido varias idas y venidas en su larga vida. En sus comienzos, Blondie se nos presentó como una jovencita de vida alegre, amiga de los salones de baile y entregada a la vida fácil. Hasta que un buen día, nuestra amiga alcanza su objetivo soñado (atención al sutil giro sociológico) y se promete a un joven y rico heredero al que conoce en una de sus castas aventuras nocturnas, Dagwood Bumstead. Con lo que no contaba la entrañable pareja es con la desaprobación familiar del pater familia Bumstead, el dueño en definitiva de la fortuna familiar. Así que (nueva vuelta de tuerca socializante), ahí tenemos a los recién casados, con un futuro por labrarse por delante. En esas continuó la serie durante muchas décadas, la parejita Bumstead criando a sus hijos, Dagwood (cada vez más protagonista en detrimento de su siempre bella damisela) buscándose la vida en su trabajo de oficinista, etc.
Por último, no queremos dejar de mencionar a la inefable, la concupiscible Betty Boop (1930-), mito irredento de algunos bloggers, y objeto de deseo de muchos ciudadanos de a pie, durante muchos años. Nace Betty Boop como cómic a la sombra creativa de otra Betty Boop, una de carne y hueso, la actriz Helen Kane, que dio vida (paradoja donde las haya) al famoso dibujo animado (no del mismo nombre; nuestra Betty sería bautizada como tal en 1932). Su creador, Grim Natwick, completa ese mismo año 1932 la trasformación desde el personaje cabezón y deforme inicial hasta la linda muñequita (también un poco cabezona, reconozcámoslo) que todos conocemos, otra flapper girl en toda regla; para algunos, de hecho, la primera heroina comicográfica que tiene en su carga sexual, el principal de sus valores.
Hubo otras, por supuesto, entre ellas todas las heroínas que acompañaban a los archiconocidos héroes de la época: Aleta, la princesa enamorada de El Príncipe Valiente, Dale Arden la fiel acompañante de Flash Gordon y tantas otras. Mujeres inteligentes, valientes, nobles y... casi siempre comparsas de sus partenaires masculinos, los verdaderos protagonistas de las aventuras.
No siempre habría de ser así, como veremos.
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miércoles, octubre 18, 2006

Mujeres y cómics, mujeres en el papel (I)

De un tiempo a esta parte, cada vez son más frecuentes los intentos revisionistas del papel de la mujer en el cómic desde la óptica de un feminismo retroactivo, digamos, no del todo certera. La ilustradora, dibujante y periodista argentina, Ana Von Rebeur, en su artículo "Las mujeres que están dibujadas", comenta:
Aunque en la vida real a las mujeres se les dificulte alcanzar algún tipo de protagonismo, ellas siempre fueron las estrellas en variadas aventuras de papel. Las mujeres dibujadas llenaron kilómetros de papel en la historia del cómic y la historieta, reflejando la situación de la mujer en cada época. En un principio, representaban la esencia de la femineidad más pura . La vulnerabilidad lacrimógena de Annie la Huerfanita, los mohines aniñados junto al nada inocente portaligas de Betty Boop, los tacos aguja de Barbarella y la cintura de avispa de la Mujer Maravilla plasmaron en papel lo que los hombres querían ver en las mujeres de cada época, sin descuidar el ojo atento de las lectoras que buscaban en las tiras cuál era el último grito de la moda.
Las mismas palabras de Von Rebeur desaconsejan cualquier tipo de euforia a la hora de enjuiciar el rol fmenino en aquellos primeros cómics; en todo caso, en muy contadas ocasiones "fueron las estrellas" que comenta la autora argentina y, cuando su aparición merece la pena ser destacada, lo es, lamentablemente, en los términos que se deducen de la cita: a) "plasmaron en papel lo que los hombres querían ver en las mujeres de cada época"; b) "sin descuidar el ojo atento de las lectoras que buscaban en las tiras cuál era el último grito de la moda"; es decir, fue la suya una aparición testimonial, cuando no puramente ornamental, como personaje comparsa del protagonista masculino. Maria Antonia Diéz Balda lo ve con claridad en "La imagen de la mujer en el cómic: Cómic feminista, cómic futurista y de ciencia-ficción": "El mundo del cómic para adultos estaba hasta los años setenta bastante dominado por los hombres y tanto los lectores como los autores eran fundamentalmente hombres".
Como vemos en este último ejemplo, el acercamiento a los primeros cómics desde una óptica feminista es, por tanto, factible e interesante, pero no nos parece recomendable una revisitación imaginativa de la historia del cómic desde dichos preceptos. Los hechos (la participación de la mujer en los orígenes de la narración gráfica, como autora y protagonista) fueron de por sí bastante crudos como para resistir una argumentación optimista. No hubo autoras de cómics destacables y los personajes femeninos estaban gestados desde una sensibilidad masculina y satisfacían, por consiguiente, inquietudes y anhelos tópicos de hombres. En una siguiente entrega nos acercaremos someramente a algunas de estas celebradas heroínas. No se vayan muy lejos.
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Esta "disertación" está inspirada en la charla radiofónica que tuvo lugar el sábado 14 de octubre, y que se repetirá de nuevo el próximo sábado 21 a las 17.30 con la reposición del programa El Aleteo Des-Equilibrado, como se señalaba en el post anterior (me repito más que los X-men).

lunes, octubre 16, 2006

Aleteos, cómics y mujeres.

¡Prueba conseguida! El encuentro radiofónico con Elena, Carla y Bea, mis buenas amigas de El aleteo Des-Equilibrado, fue un éxito en todos los sentidos. La charla acerca de la presencia de la mujer en el cómic nos llevó hasta los años 90 y la conversación se presentó distendida y amena (si exceptuamos las molestias ocasionadas por el exceso de verborrea del invitado principal, osease el menda). En una hora y media tuvimos tiempo para hablar de muchas mujeres, de otros tantos cómics y de bastantes personajes (con Luba, estrella comicográfica, ave en el palomar, a la cabeza); además, pudimos escuchar algunos temas gloriosos de Absentee y Sophie Auster y charlar de feminismo, arte y otros puntos y aparte.
Así y con todo, como acabo de señalar, sólo pudimos llegar en nuestro recorrido cronológico hasta comienzos de los años 90, la que, probablemente, ha sido década más representativa para las artistas de cómics. Habrá que repetir visita algún día, para ocuparse de estos últimos 17 años, tan fecundos por lo que respecta al papel de la mujer en el cómic. Hasta entonces, me conformaré con repasar desde este blog algunos de los contenidos de la charla, que iré colgando en sucesivas partes. Además, aquellos que aún mantengan la curiosidad de escuchar lo que sucedió en los estudios de Contrabanda FM, tendrán una nueva oportunidad el próximo sábado 21 de octubre, de 17.30 a 19 horas, con la repetición del programa. La retransmisión online, aquí (echadle un vistazo a la parrilla de programación; más que interesante lo que están haciendo los chicos de Contrabanda).

viernes, octubre 13, 2006

Marjane Satrapi. Compleja ingenuidad.

Recupero un viejo artículo del Culturas, sobre Marjane Satrapi y su Pollo con ciruelas; y lo hago ahora porque me parece un buen prólogo o, mejor dicho, un buen calentamiento para adquirir la disposición mental adecuada para el día de mañana. Me explico, aprovechando el asueto que me regala este puente pilaresco, me he venido a Barcelona a pasar unos días; y aprovechando que venía a Barna, mis amigas de El aleteo desequilibrado (Contrabanda FM) me han invitado a pasar una rato con ellas hablando de cómics y mujeres, de mujeres en los cómics, en realidad. Será mañana a partir de las 5.30 de la tarde en la emisión en directo de los sábados, que se puede oír online aquí. Ya os contaré como sale todo. Ahora, os dejo con Satrapi y su alta cocina iraní.
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¿Se puede sobrevivir al éxito y mantener las señas de identidad que ayudaron a conseguirlo? Marjane Satrapi demuestra que sí y, en una doble cabriola narrativa sin red, mejora sus precedentes. Norma Editorial ha publicado en España Pollo con ciruelas, la última obra de la creadora de Persépolis (lo más parecido a un best-seller que, en términos comicográficos, podemos encontrar en nuestra pequeña Europa). Esta joven autora, que rozó la gloria editorial con el relato autobiográfico de su niñez en Irán y posterior autoexilio a Francia (Persépolis, entre otras muchas menciones, obtuvo el prestigioso premio Harvey a la mejor obra extranjera; además Satrapi fue considerada la autora revelación del año 2001 y obtuvo el premio al mejor guión en el año 2002 en el salón de Angoulême), parece ahora con Pollo con ciruelas haber encontrado su particular vía de banda ancha hacia el estrellato; por de pronto, ya ha recibido el premio al mejor álbum en el último salón de Angoulême (la meca de los premios europeos del cómic) y, sin duda, no será la última mención que recibirá con esta peculiar joya del cómic que ha modelado.
Pollo con ciruelas conserva intactas casi todas las virtudes que definen a su autora: la esencialidad gráfica basada en el esquematismo y la combinación de áreas planas en blanco y negro, la concreción simbólica de lo real a través de metáforas iconográficas o la oportuna ruptura temporal con fines informativos por medio de flash-backs y digresiones narrativas. Precisamente, es en el terreno de la organización del material narrativo, donde residen los fundamentos que, en nuestra opinión, convierten a Pollo con ciruelas en una obra superior a sus precedentes y, más allá de cualquier comparación, en una narración gráfica sobresaliente.
No por conocida, deja de sorprendernos la estructura discursiva que maneja Satrapi. El referente más popular de este modelo de organización cronológica es, sin duda, Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez. Pollo con ciruelas, como aquel, desvela rápidamente su final; la primera parte de libro nos adelanta esquemáticamente un suceso trágico: los acontecimientos inmediatos que movieron a Nasser Ali Kahn (músico iraní abuelo de la autora) a dejarse morir. A partir de ese instante, una vez configurado el armazón argumental en apenas dieciséis páginas (que concluyen en la tremenda escena del entierro), Satrapi comienza a desmenuzar uno a uno los días que transcurrieron entre el momento en que Nasser Ali Kahn toma su decisión fatal y el señalado día del deceso (escenificado de nuevo al final del libro por la misma instantánea emblemática del entierro). De este modo, cada uno de esos ocho días de agonía autoinducida, funciona como límite de organización narrativa, y los sucesos y anécdotas que encierran, como capítulos esenciales de una vida, la de la historia de Nasser Ali Kahn.
Una historia que, en manos de Satrapi, crece y se enriquece a cada página con el pulso de la materia viva. Como un árbol que cada vez esconde más anillos en su tronco, Pollo con ciruelas recubre el hecho anecdótico (la semilla inicial que se esboza en sus primeras dieciséis páginas), con todas esas capas narrativas, detalles y datos biográficos, que consiguen transformar a un cuento en un fragmento de vida; y es que, igual que la existencia no suele permitir lecturas en línea recta, en las historias de Satrapi las cosas casi nunca son tan sencillas como parece desprenderse de la bella ingenuidad que transmiten sus imágenes.
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Vaya, veo que en este dichoso cibercafé, los ordenadores no me dejan subir imágenes, otro día será. Pues nada, viva la desnudez y la consistencia verbal. Allá va el post, más mondo y lirondo que un papiro mesopotámico (Actualización sábado: ¡¡Arreglado!!)

lunes, octubre 09, 2006

Actualizando los blogs de autor: Ed.

Llevaba tiempo sin incluir nuevos vínculos en la lista de los "Blogs de autor" y eso que uno no deja de sorprenderse ante la aparición de más y más bitácoras protagonizadas por los mismos que nos hacen disfrutar con sus historias. Así que, me pongo manos a la obra, actualizo la lista de ahí al lado, e incorporo algún nombre nuevo.
Me refiero en concreto a Ed, ilustrador, músico y dibujante de cómics argentino, residente en España (que dirían en el Un, dos, tres), que parece estar dotado (permítaseme la redundancia) del don de la ubicuidad para llevar a cabo mil proyectos simultáneos. Entre ellos, una de las páginas web más alucinantes y surrealistas que se pueden ver por estos lares y, por supuesto, un blog, en donde cuelga sus comentarios y dibujos. Esos monigotes imaginarios, mostruos entrañables por cuyas fauces se escapan los colores y que tras sus andamiajes de collages espantados abrigan intestinos de serpentina. Influencias detectables, todas y cruzadas, desde nuestro siempre necesario inspirador, Krazy Kat, a Walt Disney, referentes del cómic caricaturesco argentino, como Ferro o Dante Quinterno y su Patoruzú, e incluso algunos autores marcianos, como Kim Deitch o Vaughn Bode. Divertido e imaginativo, "Mi bulin" está esperando su visita (y nosotros andamos esperando proyectos editoriales de Ed).

viernes, octubre 06, 2006

Creando adicciones: Astiberri, Bone y el pdf.

No suelo utilizar este foro para anunciar novedades, proyectos o iniciativas editoriales, sin embargo, hoy me ha llamado la atención lo serio que se lo están tomando los chicos de Astiberri con la publicación de Bone. Me ha gustado especialmente el detalle publicitario de "regalar" a través de su web la descarga del primer capítulo de la serie ("El mapa"). ¿Qué mejor forma hay de crear fans que invitarlos a conocer tu producto?
Pues eso, a ver si cunde el ejemplo y alguna otra editorial nos ofrece la posibilidad de ver, leer y degustar, antes de invertir; seguro que ganaríamos en criterio y repartiríamos mejor nuestras riquezas.

jueves, octubre 05, 2006

Reseñita para FHM: ...y más Huizenga.


Repito, una vez más, palabras, persona y personaje. Así es, hablamos de Huizenga y su Ganges hace no demasiado, pero un servidor tiene debilidad por este joven autor, así que no pude resistirme a la tentación de recortar y variar ligeramente la reseña original (adaptarla, más bien, al tono desenfadado de FHM) y darle salida una vez más. Disculpen ustedes la falta de originalidad.
En otro orden de cosas, he pensado que sería una buena idea poner en práctica un juego de vasos comunicantes y, del mismo modo que aquí cuelgo artículos aparecidos en publicaciones impresas, podría dar salida a materiales blogueros en aquellas. Lo estoy valorando, pero creo que podría ser divertido y útil en términos de difusión comiquera (ya se sabe, uno suele estar más suelto de dedos en su blog y se atreve con temas y tratamientos que resultarían demasiado especializados en otros medios escritos). Veremos que sucede, les tendré informados. Ahora, la reseña de Huizenga.
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Qué los comiqueros se preparen para un plato fuerte: la editorial Sins Entido anuncia la publicación del Ganges de Kevin Huizenga. ¿Hay un autor más prometedor en el panorama norteamericano actual que el amigo Kevin? Dibujante de minicómics y fanzinero de pro, Huizenga es el “cocinero” de Ganges, una serie de historias cortas con un mismo protagonista (Glenn Ganges), aparentemente encuadradas en ese género gafapasta que se ha dado en llamar slice of life; y digo aparentemente, porque Ganges es mucho más que un cómic de vidas cotidianas. Huizenga es un geniecillo de las viñetas. Detrás de su línea clara amable, las aventuras de Ganges son una auténtica macedonia de ideas y experimentos visuales con sabor agridulce. Un cómic para gourmets y un chef del que se va a hablar mucho en el futuro. Entren y saboreen.

martes, octubre 03, 2006

Marc Hempel. Demencia infantil.

Recupero un articulillo que publiqué en el Culturas hace ahora casi un añito (el 9 de octubre). Me encanta Marc Hempel, me reí con Tug & Buster y más aún con el surrealismo tierno de Gregory. A la edición en español de este último por parte de Planeta, dediqué mi reseña y cuánto me gustaría tener excusas para anunciar la edición del material de Gregory que queda aún por editar...
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“¡YO GREGORY!”. Si existiera la justicia poética, este habría de ser el grito de guerra de los desheredados y los locos de corazón noble. Imagínense: un niño cabezón embutido en una camisa de fuerza, sin más espacio vital que una habitación de apenas cinco metros cuadrados y sin más amigos que su rudo carcelero y una rata parlanchina y autodestructiva (que en la última fase del libro adquiere un protagonismo esencial).
Con estos mimbres, tan exiguos como desoladores, Marc Hempel teje las páginas de su Gregory y, lo que es mejor, consigue que en vez de morirnos de pena, nos carcajeemos sin sentimientos impostados de culpa. Efectivamente, Gregory es un cómic de humor, pero no uno cualquiera. Hace ya un tiempo que parte de la obra de Hempel vio la luz en nuestro país (si bien es cierto, con más pena que gloria en cuestión de ventas y popularidad), con la correctísima edición por parte de Astiberri de dos tomos de Tug & Buster. Sin embargo, llevábamos ya mucho tiempo esperando a que algún editor caritativo se atreviera con el personaje esencial del americano. Al fin, Gregory habla español por la verbigracia de Planeta de Agostini. La edición, además, solventa en la medida de lo posible las muchas dificultades de adaptación que planteaba la obra original (los radicales juegos tipográficos de Hempel, su peculiar uso del lenguaje y los muchos registros estilísticos de los protagonistas, etc.); el resultado es impecable y su precio realmente ajustado (7, 95 euros-176 páginas).
Gregory es un trabajo incalificable dentro del mundo del cómic. Nos cuesta encontrar precedentes a su humor cafre y surrealista: podemos mencionar algunas referencias más o menos obvias por su naturaleza impredecible, como el archiconocido Krazy Kat (también con altas dosis de demencia surreal), o los comics underground, que anticipan la irreverente heterodoxia con que Marc Hempel se enfrenta a la labor gráfica. Sin embargo, no todo resulta tan sencillo como mencionar dos o tres influencias lejanas; lo cierto es que Gregory es una obra gráfica que rompe cualquier tipo de esquema preestablecido. Su dibujo, tremendamente básico, se apoya en un trazo nervioso y en un relleno que alterna la tinta y un empleo profuso del carboncillo (dotando al conjunto de cierto aire näif). La obra se mueve entre el esquematismo de ciertas tiras periodística (Barnaby, Peanuts, etc) y la espontaneidad que aporta la (falsa) simplicidad de su acabado cuasi-esbozado.
Por otro lado, el tono de las páginas de Gregory depende casi exclusivamente de la habilidad de Hempel para crear una anécdota cómica desde la nada. Sus personajes se alimentan de la habilidad del artista a la hora de convertir sus tics recurrentes en un hallazgo descriptivo; de este modo, la narración avanza al mismo tiempo que sus personajes adquieren matices más y más sutiles. Además, las altas dosis de impredecibilidad que sazonan cada episodio de Gregory, evitan cualquier atisbo de monotonía, al tiempo que nos invitan a reírnos de nosotros mismos y de nuestro lado más primitivo e instintivo; ese que nos reubica en la irracionalidad de una infancia elevada al cubo de la locura.
Pero no hay que llevarse a equivocaciones con Hempel. Pese a apoyarse en una base trágica (la demencia infantil), su humor surrealista nunca es cruel, más bien todo lo contrario: el lector no se ríe de ese niño tristemente enjaulado; sonreímos con sus ocurrencias, vivimos como propios sus irrefrenables ataques de euforia esencial y compartimos con congoja la incomunicación que le brinda el mundo que le rodea (curiosamente nuestro mundo real), sin embargo, Hempel nunca nos deja disfrutar a costa de su dolor. Pocas veces un autor ha respetado tanto a su creación, como lo hace el dibujante americano, y pocas veces un antihéroe ha regresado tan fortalecido de su viaje a los infiernos como Gregory. Así que, en un arrebato de bendita locura, descubran todos ese lado oculto que, seguro, esconden en su interior, y griten conmigo: ¡¡¡¡¡¡¡YO, GREGORY!!!!!!!!!!!

jueves, septiembre 28, 2006

Maquillaje...

Cuando se tiene un blog y se es muy torpe en estas lides informáticas, o se abandona uno a su desventurada suerte a la espera de que el cielo catódico caiga sobre nuestras cabezas o se abusa de los amigos expertos. A esta última opción me he acogido para "maquillar" y cambiar el look de mi cada vez más estimado Kat (y mira que era arisco de recién llegado). Poco a poco, va entrando en esa edad difícil de los cambios hormonales, así que antes de que se le vieran los granos pixelados, he decidido vestirlo y pintarlo de arriba a abajo con su camisita y su canesú, recién comprados en Coconino. Espero que sea del gusto de los que tenéis a bien visitarnos de tanto en cuanto y que los gutters dejen ver el bosque de viñetas. Aquí seguiremos a su disposición.
Y, por supuesto, gracias Vita por tu ayuda desinteresada, correrá el ron celebratorio al ritmo desenfrenado de Yo La Tengo ;).

Étienne Davodeau. ¿La mala o la buena gente?

Hace menos de una semanita, dejé mi última reseña en manos de los hados de la imprenta del Culturas, suplemento cultural del Tribuna de Salamanca. En esta ocasión le tocó el turno a La mala gente, de Davodeau, de la que, ahora y aquí, me libero con bloguerío y diurnidad.
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Pocos cómics han entrado en nuestro mercado en este 2006 con una aureola más florida que La mala gente, de Étienne Davodeau: mejor guión y premio del público en Angouléme este mismo año, premio de la crítica 2006 por la ACBD…, y otros tantos, que se anuncian convenientemente en la solapilla de la edición española.

Concluida su lectura, paso la lengua por mi paladar y adivino una esencia conocida: la de los cómics con sabor agridulce. Lo cual, después de las expectativas creadas, puede leerse también en términos de pequeña desilusión “culinaria”.

Y lo cierto es que me resulta complicado explicar el porqué de esta insatisfacción (creo recordar que fue incluso una de las lecturas que un servidor propuso para este veranito recién acabado), ya que La mala gente reúne muchas de las cualidades que se le piden a un cómic (a cierto tipo de cómics): a saber, Davodeau se muestra valiente al abordar un tema denso y complejo, la narración es en todo momento coherente y se apoya en un guión impecable, los personajes son redondos, verosímiles y están bien construidos, la técnica de narración autoconsciente y metaficcional, funciona en todo momento… ¿Entonces, por qué no voy a incluir La mala gente entre mis favoritos del 2006?

No es, desde luego, porque la mencionada autoconciencia me recuerde una y otra vez al Maus (algo que más bien se me antoja una virtud). Mis “peros” se mueven más bien en el terreno de la historia que en el de la técnica discursiva; en concreto alrededor de la cuestión temática y la capacidad del autor para generar expectación en torno a ella: aún reconociendo bastantes afinidades ideológicas con algunos de los planteamientos que Davodeau desarrolla en su libro, lo cierto es que casi nunca he conseguido engancharme a su historia del nacimiento del movimiento obrero en los Mauges (que por momentos, lo confieso, me aburre soberanamente). El bombardeo de siglas, organizaciones y partidos políticos, la sucesión de datos positivistas y la lista de personajes y sucesos trascendentes en la historia sindical francesa (y por ende europea), consiguen interesarme muchísimo menos que las pequeñas anécdotas infantiles de la niñez del autor. La presencia de aquellas fundamenta, no obstante, el armazón del relato.Tampoco el dibujo de Davodeau acaba de seducir. Admito, como el reconoce, la efectividad de su esquematismo un tanto tosco, en una historia en la que los sucesos destacan por encima de los individuos (“Bah… es como cuando os dibujo, eh… No busco el parecido perfecto, no es mi objetivo”, les dice el Davodeau personaje a sus padres en la ficción); después de todo, se trata de un cómic sobre el sentimiento y la solidaridad del colectivo obrero. Sin embargo (probablemente debido a mi falta de empatía general con la historia), las viñetas del francés terminan por resultarme un tanto plomizas y monótonas; muy al contrario que las de otros dibujantes a cuyo estilo me recuerdan, como las de Santiago Valenzuela o las de Lauzier.

No me malinterpreten (si es posible a estas alturas), la lectura de La mala gente es un ejercicio del todo recomendable. Se trata, como ya hemos dicho, de un cómic valiente, adulto y lleno de hallazgos… Una de esas lecturas que dignifican al medio y están consiguiendo resituar al cómic como discurso artístico al lado de la novela o el cine. Pero, que se le va a hacer, no he conseguido sacarle el jugo como hubiera querido. Volveré a intentar hincarle el diente a los siguientes platos que nos cocine el chef Davodeau. A comer también se aprende, dicen.