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 Allí al fondo
Allí al fondo 

 
  En plena digestión, enfilamos la salida del museo y en su surtida librería de arte contemporáneo nos topamos con una sorpresa que enlaza este post con el de "ayer". Un tebeíto, minicómic (por su tamaño y número de páginas) con editorial detrás, acerca de la biografía de Beuys, titulado: Joseph Beuys. Der lärchelnde Schamane (El chamán sonriente, creemos); firmado por Bernd Jünger y Willi Blöss. No entendemos ni hablamos una palabra de alemán, pero los tres euros que cuesta el tebeo nos empujan a la compra (dentro de ese conocido afán por la adquisición de curiosidades inutiles que sufrimos los lectores políglotas frustrados). Se trata ésta, claramente, de una iniciativa didáctica en la que prima el concepto divulgativo sobre la búsqueda artística. El tebeíto, descubrimos luego, tiene continuidad en toda una serie de biografías artísticas que incluyen a Andy Warhol, Frida Kahlo o Egon Schiele, entre otros. Realmente curiosa esta mini-colección (cada volumen tine 24 páginas a un tamaño de 10'5 x 14'5 cms) editada por Willi Blöss Verlag.
En plena digestión, enfilamos la salida del museo y en su surtida librería de arte contemporáneo nos topamos con una sorpresa que enlaza este post con el de "ayer". Un tebeíto, minicómic (por su tamaño y número de páginas) con editorial detrás, acerca de la biografía de Beuys, titulado: Joseph Beuys. Der lärchelnde Schamane (El chamán sonriente, creemos); firmado por Bernd Jünger y Willi Blöss. No entendemos ni hablamos una palabra de alemán, pero los tres euros que cuesta el tebeo nos empujan a la compra (dentro de ese conocido afán por la adquisición de curiosidades inutiles que sufrimos los lectores políglotas frustrados). Se trata ésta, claramente, de una iniciativa didáctica en la que prima el concepto divulgativo sobre la búsqueda artística. El tebeíto, descubrimos luego, tiene continuidad en toda una serie de biografías artísticas que incluyen a Andy Warhol, Frida Kahlo o Egon Schiele, entre otros. Realmente curiosa esta mini-colección (cada volumen tine 24 páginas a un tamaño de 10'5 x 14'5 cms) editada por Willi Blöss Verlag. Uno de los efectos secundarios de eso que llaman la normalización del cómic es su acercamiento a géneros y formas que en otros discursos narrativos parecen ya asentadas, pero que en el caso de las viñetas resultan todavía un territorio por explorar. Hablamos, por ejemplo, del género de las biografías históricas.
Uno de los efectos secundarios de eso que llaman la normalización del cómic es su acercamiento a géneros y formas que en otros discursos narrativos parecen ya asentadas, pero que en el caso de las viñetas resultan todavía un territorio por explorar. Hablamos, por ejemplo, del género de las biografías históricas. 
 Ya ven, una nueva incursión entre la espesa y fértil vegetación del cómic independiente norteamericano que tiene en este caso más sentido que nunca, ya que nos ha conducido al panorama sociopolítico de la Europa anterior a la Segunda Guerra Mundial. Precisamente, el mismo territorio que acabamos de visitar y que ha tenido este blog paralizado durante casi una semana. En próximas entregas (que, prometemos, serán menos distanciadas en el tiempo) les hablamos de nuestro periplo berlinés; que ha dado para mucho.
 Hace unos años, en un episodio de noctambulismo estival, tomamos una de esas resoluciones irreflexivas que sólo tienen sentido a partir de la media noche: encender la televisión y convertirse en estoico espectador de "lo que nos echen". Con la buena fortuna de que lo emitido resultó ser un film de ese polémico autor austriaco, un tal Haneke, por aquel entonces no demasiado conocido (no había, creemos, ni siquiera estrenado La pianista). La película era Funny Games, popular ahora por su innecesario (como casi siempre) remake americano, calcado por el mismo Haneke.
Hace unos años, en un episodio de noctambulismo estival, tomamos una de esas resoluciones irreflexivas que sólo tienen sentido a partir de la media noche: encender la televisión y convertirse en estoico espectador de "lo que nos echen". Con la buena fortuna de que lo emitido resultó ser un film de ese polémico autor austriaco, un tal Haneke, por aquel entonces no demasiado conocido (no había, creemos, ni siquiera estrenado La pianista). La película era Funny Games, popular ahora por su innecesario (como casi siempre) remake americano, calcado por el mismo Haneke.
Lo mejor de este invento es, repetimos, la interacción. Que no acabábamos de colgar nuestro post-manifiesto con sus grafitis granadinos estampando muros y se nos dirige amablemente en los comments el amigo haddock para informarnos de otro grafitero la mar de resultón y "granaíno" también, para más señas: el niño de las pinturas.
Merece la pena pas(e)arse por su página y pinchar en los cajones de madera de esa estantería hasta llegar a sus obras en muros, escaleras, miradores y edificios de Granada y otras latitudes. Todo un catálogo de arte urbano regido por algunos de esos factores que insinuábamos el otro día; léanse inteligencia, talento, actitud y estudio del medio. Pero es que, sólo un poco después, nos escribe por una vía menos pública nuestro buen amigo Gaspar para ponernos en conocimiento de otro grafitero, foráneo éste: don (no merece otro tratamiento, como verán en breve ustedes) BLU. Una celebridad, a tenor del ingente número de entradas, posts y halagos que se le dedican en la red y aledaños, pero un artista desconocido para nosotros. Un Banksy italiano universal, que dirían, y nosotros como un gato de yeso que observa el circo desde fuera, ciegos e ignorantes.
Pero es que, sólo un poco después, nos escribe por una vía menos pública nuestro buen amigo Gaspar para ponernos en conocimiento de otro grafitero, foráneo éste: don (no merece otro tratamiento, como verán en breve ustedes) BLU. Una celebridad, a tenor del ingente número de entradas, posts y halagos que se le dedican en la red y aledaños, pero un artista desconocido para nosotros. Un Banksy italiano universal, que dirían, y nosotros como un gato de yeso que observa el circo desde fuera, ciegos e ignorantes.
Entramos en su brillante página web y notamos que se nos empiezan a dislocar las meninges, o así lo sentimos, si tal cosa no fuera posible. Apabulla el BLU con su exaltación del art brut, la experimentación mimetizadora sobre el medio y una técnica artística que ya la quisieran para sí algunos de los inquilinos de los museos cuyas paredes ilustra. En su colección de "muros" encontramos juegos sarcásticos tridimensionales, crítica social referencial, interactuación con el "lienzo" por medio de recursos prestados y retóricos frisos descomunales en su mensaje y concepción. No hay página, fotografía o collage pictórico que deje indiferente; no observamos en los trabajos de BLU una sola esquina, cúpula con membranas ilustradas, estructura urbana, entrada a propiedades privadas o estancia en edificios públicos que no renazca transformada en obra de arte estimable o superlativa. Ya lo insinuábamos en el título mismo del post, anonadados estamos. Más cuando descubrimos varios de sus trabajos en nuestros muros hispánicos, en ciudades que nos gusta visitar y a cuyos muros nos apena no haber prestado mayor atención.
 En su sketchbook seguimos descubriendo más arte gráfico (sobre papel, en este caso) apoyado en el mensaje y el diseño elaborado, con un gusto definitivo por el desguace anatómico, que ya veíamos en sus grafitis, y un mucho de humor sarcástico forense (en la línea de las últimas ilustraciones de ese otro fenómeno que responde al nombre de Shintaro Kago, y que empieza a rozar la genialidad en su peculiar concepción del humor sádico). También nos recuerda, por supuesto, a esos autores del colectivo Fort Thunder de los que tanto hemos hablado en estas páginas. La misma (similar) organicidad en sus monstruos-persona-personaje, el mismo interés por la mutación polimórfica, por los laberintos interiores y exteriores o por la simetría multiplicadora. Viejos conocidos en una nueva y motivante versión.
 En su sketchbook seguimos descubriendo más arte gráfico (sobre papel, en este caso) apoyado en el mensaje y el diseño elaborado, con un gusto definitivo por el desguace anatómico, que ya veíamos en sus grafitis, y un mucho de humor sarcástico forense (en la línea de las últimas ilustraciones de ese otro fenómeno que responde al nombre de Shintaro Kago, y que empieza a rozar la genialidad en su peculiar concepción del humor sádico). También nos recuerda, por supuesto, a esos autores del colectivo Fort Thunder de los que tanto hemos hablado en estas páginas. La misma (similar) organicidad en sus monstruos-persona-personaje, el mismo interés por la mutación polimórfica, por los laberintos interiores y exteriores o por la simetría multiplicadora. Viejos conocidos en una nueva y motivante versión. Miren que llevamos hablado, pues bueno, después de tanta loa y alabanza, aún no hemos mentado la obra que más nos ha llegado a impresionar del impresionante BLU. Y no vamos a hacerlo, véanlo ustedes por sí mismos. Incluimos por vez primera un vídeo en esta bitacorita, creemos que la ocasión lo merece. Siéntense, relájense y saquen tiempo de donde no lo tengan, pero no se pierdan lo que sigue: MUTO.
Miren que llevamos hablado, pues bueno, después de tanta loa y alabanza, aún no hemos mentado la obra que más nos ha llegado a impresionar del impresionante BLU. Y no vamos a hacerlo, véanlo ustedes por sí mismos. Incluimos por vez primera un vídeo en esta bitacorita, creemos que la ocasión lo merece. Siéntense, relájense y saquen tiempo de donde no lo tengan, pero no se pierdan lo que sigue: MUTO.

 
 Pues no, no vamos a hablar de Watchmen (al menos únicamente). Confesamos que la películanos ha gustado bastante: por adulta en sus planteamientos y soluciones, porque Snyder aborda en serio y con respeto el cómic de Alan Moore, porque evita caer en los cliches de género (superheroico) que se han instalado en las adaptaciones cinematográficas de cómics y porque la película mantiene el más esencial de los rasgos constituyentes de la obra que adapta: su espíritu posmoderno y rupturista (en un momento, éste, en el que la posmodernidad empieza a parecer una virtud pretérita, todo sea dicho). Pero no, no vamos a hablar de Watchmen, la película, porque una vez más (y van..) Jordi Costa dijo de ella casi todo lo que había que decir hace dos semanas en su brillante reseña para El País, "El abismo bajo la máscara".
Pues no, no vamos a hablar de Watchmen (al menos únicamente). Confesamos que la películanos ha gustado bastante: por adulta en sus planteamientos y soluciones, porque Snyder aborda en serio y con respeto el cómic de Alan Moore, porque evita caer en los cliches de género (superheroico) que se han instalado en las adaptaciones cinematográficas de cómics y porque la película mantiene el más esencial de los rasgos constituyentes de la obra que adapta: su espíritu posmoderno y rupturista (en un momento, éste, en el que la posmodernidad empieza a parecer una virtud pretérita, todo sea dicho). Pero no, no vamos a hablar de Watchmen, la película, porque una vez más (y van..) Jordi Costa dijo de ella casi todo lo que había que decir hace dos semanas en su brillante reseña para El País, "El abismo bajo la máscara".
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.jpg) Sin embargo, mucho antes de dar lustre a La cosa del Pantano, reinventar a Batman (La broma asesina) y escribir Watchmen, From Hell, Un pequeño asesinato o The League of Extraordinary Gentlemen, Moore ya se había hecho un hueco a empujones entre los “autores a seguir” del noveno arte, gracias a la obra que ha impulsado estas páginas perezosas: V de Vendetta. Se trata de un trabajo mayor creado al alimón por Alan Moore y el dibujante David Lloyd en 1982. Entre ambos, conciben una “fábula política” que planteaba una hipótesis histórica de profundo calado: estamos en la Inglaterra de 1881; después de una derrota electoral no aceptada por los conservadores, estalla un conflicto nuclear que lleva a Inglaterra hacia un periodo de fascismo. En este contexto, surge la figura de V, un luchador-justiciero para unos, un terrorista para otros, que siguiendo una inspiración política claramente anclada en las teorías anarquistas, pretende cambiar el orden político a base de acciones armadas. La obra está salpicada de referencia literarias (desde Shakespeare a Ray Bradbury), intenciones ideológicas (el desprecio del tándem artístico por la política conservadora de Margaret Thatcher) y condicionantes sociopolíticos del momento en que se gestó la obra (afianzamento de la carrera de armamento nuclear, bipolarización mundial, etc.), pero en el fondo, V de Vendetta debe ser analizada como una gran tragedia socio-política de ficción, que elevó al cómic hacia esferas de reflexión artística y temática, prácticamente desconocidas.
Sin embargo, mucho antes de dar lustre a La cosa del Pantano, reinventar a Batman (La broma asesina) y escribir Watchmen, From Hell, Un pequeño asesinato o The League of Extraordinary Gentlemen, Moore ya se había hecho un hueco a empujones entre los “autores a seguir” del noveno arte, gracias a la obra que ha impulsado estas páginas perezosas: V de Vendetta. Se trata de un trabajo mayor creado al alimón por Alan Moore y el dibujante David Lloyd en 1982. Entre ambos, conciben una “fábula política” que planteaba una hipótesis histórica de profundo calado: estamos en la Inglaterra de 1881; después de una derrota electoral no aceptada por los conservadores, estalla un conflicto nuclear que lleva a Inglaterra hacia un periodo de fascismo. En este contexto, surge la figura de V, un luchador-justiciero para unos, un terrorista para otros, que siguiendo una inspiración política claramente anclada en las teorías anarquistas, pretende cambiar el orden político a base de acciones armadas. La obra está salpicada de referencia literarias (desde Shakespeare a Ray Bradbury), intenciones ideológicas (el desprecio del tándem artístico por la política conservadora de Margaret Thatcher) y condicionantes sociopolíticos del momento en que se gestó la obra (afianzamento de la carrera de armamento nuclear, bipolarización mundial, etc.), pero en el fondo, V de Vendetta debe ser analizada como una gran tragedia socio-política de ficción, que elevó al cómic hacia esferas de reflexión artística y temática, prácticamente desconocidas. Chaykin, heroico, armado con su boli, desafiante ante las colas.
Sí, Adam Kubert, soltando telarañas y firmas.