jueves, noviembre 02, 2006

Bardín, el superrealista. Desde dentro de la cabeza (una reseñita informal para FHM).

Pasan los años (y hasta las décadas) y unos pocos autores se empeñan en perseguir la piedra filosofal de la producción artística: el éxito perenne. Algunos, como Max, incluso lo consiguen. Parece que hace siglos que conocimos a Gustavo, la cara autóctona y castiza del underground más estiloso; luego llegaron la aureola mítica de un tal Peter Punk, los muchos cuentos perversos o las mujeres nefandas que se hacían desear. Después, en un giro imposible, los sueños de Mr. Max aparecieron prolongados por un éxito crítico e internacionalizado; quizás se trataba de jugar con el subconsciente, con las pesadillas privadas que nos empeñamos en aprehender. Uno se imagina que para eso nació el Señor Bardín, para pasear por el subconsciente del artista y darle una forma comprensible, pongamos que la de unas viñetas. No parecía sencillo augurar el éxito de tamaña empresa. Al día de hoy, sin embargo, todo son loas y parabienes para Bardín, aquí, allá y acullá; así que, por qué no confesarlo, también a mi me apeteció subirme al carro de los halagos (aunque en este caso fuera una carretilla de carnaval como la que se me permite conducir en mis reseñitas mensuales de FHM). Ahí se la dejo, pintadita de azul celeste con caracolas de mar.
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¿Cansados de cómics donde las historias comienzan por el principio y acaban en un final al uso? ¿Sois de los que creéis que las narraciones lineales tienen las páginas contadas? Dejad de buscar, Bardín el Superrealista, es vuestro cómic. Entre sus múltiples personalidades, y después de varios paseos de ida y vuelta entre la línea clara y el underground, Françesc Capdevilla (alias Max) parece sentirse especialmente a gusto con el señor Bardín, protagonista de su subconsciente y viajero de sus sueños más dislocados y alocados. Nada es lo que parece en este catálogo de lo surreal, bueno, nada parece ser lo que es, ni tan siquiera el mismísimo Bardín: amigo del perro andaluz de Buñuel, alter-ego del artista y protagonista resucitado de todas sus aventuras pasadas. Y es que uno nunca sabe a que atenerse con Max (o Bardín); como ya dijo algún sabio del psicoanálisis: si la cabeza estuviera pensada para guardar los pensamientos, no tendría tantos agujeros por los que se escapan las ideas…

4 comentarios :

Yorkshire dijo...

Hola, Little Nemo, es mi primer comentario. Es una pena que no se tenga dinero para todo, pero me has puesto los dientes largos. Uno se cansa siempre de los mismos comics y de vez en cuando busca nuevas sensaciones. Parece ser que este Bardín es el tebeo que buscaba. Muy buen post.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Ea Yorkshire, haces bien en escuchar las sabias recomendaciones de Kat. Este es uno de esos escasísimos tebeos que se pueden (y se deben) leer muchas veces. Y además la edición es realmente bonita.

Little Nemo's Kat dijo...

Gracias a los dos, a Yorkshire por tu voto de confianza y a Tío Berni por el "apoyo moral". Además, como casi siempre, tienes más razón que un santo: la edición está verdaderamente cuidada e incita, aún más, a leer, releer y degustar las páginas de Max.

Anónimo dijo...

Así mismo es.