Este fin de semana se ha celebrado el XIV Salón Internacional del Cómic de Granada, una convención comiquera que parece ya consolidada en el panorama de los salones nacionales (entre los de la serie B, si bien es cierto).
No hemos encontrado demasiadas diferencias respecto a la edición del curso pasado, algunos pequeños desajustes organizativos aparte. Nos parece mejorable, por ejemplo, la gestión de las charlas y conferencias, tan desoladas como poco publicitadas. Tampoco muy concurridos, nos comentan, estaban los pasillos del salón durante los dos primeros días del acto; sin embargo, se agradecían los espacios amplios y limpios de la nave (algo desaprovechados, quizás) los días de mayor afluencia, como el sábado. Cerramos los peros con unas exposiciones que, hecha la excepción de "Carta a cinco esposas" de José Luis Agreda (con unos paneles llenos de color, imaginación y varios preciosos bocetos), daban toda la impresión de estar cumpliendo un trámite incómodo para alguien.
Mucho mejor pintaban los numerosos talleres populares (de máscaras, de escritura japonesa, de origami...) y demás actividades (Karaoke, ilustración...) pensadas para un público joven y entregado; una muchachada que, sobre todo el sábado, pobló los pasillos de Narutos, zombies y hadas aladas. También muy correcta la nómina de autores invitados por la organización y los stands participantes; una lista reducida pero selecta, que contaba entre sus nombres con figuras del cómic americano como el gran Howard Chaykin o Adam Kubert y grandes nombres nacionales como Gallardo, Paco Roca o Alberto Vázquez; amén de algunos nuevos jóvenes dibujantes que ya están dando o darán que hablar, como Pejac, Gaspar Naranjo, Juan Gargallo, etc.
Pero sobre todo este salón juega con una baza que ningún otro encuentro comiquero del mundo tiene la suerte de disfrutar: se celebra en Granada, una de las ciudades más bellas, sugerentes y divertidas que tenemos el gusto de conocer. Una ciudad que ofrece tantísimo al que la visita, que provoca contagios y adicciones incurables. Entre sus virtudes, la de ofrecer constantemente escenarios para el deleite visual, la fiesta y la celebración, como esas que pudimos "disfrutar" el viernes y el sábado junto a cicerones "granaínos", algunos viejos amigos y otros nuevos, con los que llegamos hablar de primera mano acerca vuelos rasantes, evangelios, arrugas, makokis y muñequitos con pies de alambre.
Les dejo con algunas instantáneas del evento:
Pejac en la presentación de Vuelo rasante, un acto extrañamente convertido en secreto.
Alberto Vázquez, un tipo con aguante, haciendo de su evangelio un sayo.
Alberto Vázquez, un tipo con aguante, haciendo de su evangelio un sayo.
Chaykin, heroico, armado con su boli, desafiante ante las colas.
Sí, Adam Kubert, soltando telarañas y firmas.