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martes, enero 12, 2010

De los Batman y Robin pictóricos de Pablo García a los Jokers escenografiados de Erwin Olaf

Aprovechando las recientes (pero casi olvidadas) blancas festividades, nos acercamos hace unos días a esa ciudad siempre dorada que es Salamanca. Además de ver a amigos, comer pinchos de morucha y pasear sus calles, nos acercamos al DA2, su museo-cárcel de arte contemporáneo. Casi siempre merece la pena visitar sus instalaciones, aunque sólo sea por la exclusividad del contenedor o por el alivio que produce saber que ahora sí puedes abandonar sus muros cuando te plazca. Además, sus muestras suelen compensar la visita casi siempre.
En esta ocasión había varios argumentos expositivos que amortizaban el paseo: estaba, por ejemplo, la sala del espacio emergente con la serie desideratum de Pablo García, fotógrafo que trabaja digitalmente sus nunca amables retratos, hasta trasformarlos en recreaciones cuasi-pictóricas, muy barrocas, de la modernidad derrotada. Sus retratos, tomados todos en primer plano o plano medio, de personajes extraños, desafiantes, registran taxonómicamente un mundo de seres angustiados y angustiosos que miran al espectador a los ojos haciéndole cuestionarse la humanidad de lo observado, pero, al mismo tiempo, provocando su mirada interior en busca de los rasgos de animalización compartidos con el espejo del esperpento fotográfico-pictórico que el fotógrafo ha puesto ante su mirada. Anomalías sociales, imaginarias y culturales que recogen, seguramente, lo peor de cada casa y de nosotros mismos. Para muestra una pareja muy poco heroica.
Muy cerca, otras dos salas recogen la exposición "tiemposuspendido" (hasta el 24 de enero); una escenificación creada a partir de los abundantes fondos de la colección permanente del DA2, junto a la Fundación Coca-Cola. En ella, en un ambiente sombrío que invita al recogimiento y a la reflexión intimista, podemos observar trabajos de algunos de los creadores contemporáneos que con más acierto se han acercado al espacio discursivo de la "fotografía escenificada": la fotografía como espacio manipulado, como escenario de la acción preconcebida. La muestra recoge piezas de autores como Fernando García Malmierca, Charlie White, Alfredo Omaña, Bill Henson, Cristina Fontsaré o Manu Arregui entre otros muchos.
La exposición estrella de la temporada es, no obstante, la gigantesca retrospectiva que se ha levantado alrededor de la figura de Erwin Olaf, el famoso fotógrafo holandes, con el título de Darts of Pleasure. Comenzó la exposición en octubre del año pasado y durará hasta febrero de éste (con la crisis, hasta los museos tienen que aprender a amortizar sus oportunidades, y más cuando la calidad de las mismas salta a la vista). Erwin Olaf ha participado activamente en la selección y organización de las obras. Prácticamente toda su producción está representada en esta muestra, que se extiende por las diferentes salas del museo: desde sus primeras exitosas series, como Chessmen (1987-1988) o Square (1984-1993), barrocas, bizarras, sexualmente explícitas y muy simbólicas, hasta colecciones más recientes como Royal Blood (un ejercicio de cinismo gore con una manufactura impecable -2000-), Grief (instantes de tristeza congelada, escenas descontextualizadas de las que cuentan una vida -2007-), Fall (una serie de retratos de aire clásico y belleza estática, que demuestran la percia técnica y digital de su autor -2008-) o la muy gótica, sombría y esteticista Dusk (2009); sin olvidar sus muy apreciados trabajos publicitarios para Diesel, Levi's o Heineken, o su reverso cínico que es la serie Fashion Victims, en la que Olaf critica, con sarcasmo de pornógrafo, ese mismo exceso sexual de la publicidad moderna que él ha contribuido decisivamente a alimentar.
Desde luego, Erwin Olaf es una estrella de la escenificación fotográfica. Cada una de sus instantáneas vive y respira como obra independiente, compleja y elaborada. El holandés crea sus instantes fotografíados con el mimo del cineasta que prepara una escena. Las fotografías de Olaf son auténticas escenografías de historias inconclusas. El ejemplo más evidente es el de su serie Hope de 2005 (aunque podríamos haber incluido aquí Grief o Grief Portraits). Los personajes de Hope están congelados en su soledad, en su alienada infelicidad: el mundo se desarrolla a su alrededor sin que ellos parezcan ser conscientes de la importancia o las consecuencias que se derivan de su inacción. Las fotografías están protagonizadas por individuos americanos de clase media trasformados en figuras de cera, congelados de espaldas a la inminencia del momento relevante.
Deliberadamente artificiosa es también la serie Paradise Portraits (2001), un conjunto de retratos en un plano muy cerrado, que juegan con el maquillaje y la gestualidad para trasmitir, no sólo las sensaciones y sentimientos de sus protagonistas, sino todo un trasfondo de irrealidad ficcional. Sin que ninguna de las 13 fotografías llegue a personalizarse en un personaje conocido de forma concisa, algunas de ellas, en la exageración de sus gestos y sus maquillajes paródicos, nos remiten, en un nivel de asimilación referencial, a personajes del cómic perfectamente reconocibles, como el Joker, Batman, el Cuervo o el Duende Verde.
Todavía les quedan unos días, no se queden congelados y acudan al DA2.
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(Actualización: 09-febrero-2016)
Han pasado ya más de cinco años desde este post, pero nunca es tarde si hay pecunia. Gracias a una comunicación directa por parte de sus gestores, llega a nuestro conocimiento la existencia de una web de arte y coleccionismo entregada al proselitismo y venta de los trabajos de Erwin Olaf (cuya popularidad no ha dejado de crecer desde ese 2010 que enmarca esta entrada). Si alguno de ustedes siente hormigueo en la chequera, paseense por aquí, que seguro encuentran la forma de aliviarlo.