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miércoles, junio 11, 2008

Porcellino, no pasa nada.

Ahora que los globos de John Porcellino comienzan a escucharse en castellano, nos lanzamos a la lectura de su muy comentado Diary of a Mosquito Abatement Man, recopilación de algunas de sus historias cortas recogidas en sus minicómics King-Cat; nos hacemos con este cómic, editado por La Mano, gracias a ese lujo asiático del mercado de importación que es el Espacio Sins Entido. Impacientes, no hemos podido esperar a que los amigos de Apa Apa nos lo publiquen en castellano, como anuncian en su página.
Con una biografía artística que ronda ya los veinte años, Porcellino ha pasado de ser el secreto mejor guardado de los cómics autoeditados independientes a convertirse en un autor ampliamente reconocido, nominado y admirado por gente como Matt Madden o Chris Ware. Leemos en la contraportada del cómic los halagos de este último cuando comenta que: "Los cómics de John Porcellino destilan con unas pocas páginas y palabras la verdadera sensación de estar vivo". De eso se trata, de la vida, de la existencia, del día a día. ¿Les suena? Sí, del dichoso "slice of life". Además, para completar la cuadratura del círculo, el evangelio de las maravillas del género, Porcellino recurre al minimalismo gráfico típico del género, de hecho, la línea clara más esquemática que conocen las viñetas (uno de esos ataques sacrílegos contra el virtuosismo ultimate que a algunos les hincha la vena purista).
Diary of a Mosquito Abatement Man es exactamente eso, un cómic que sólo cuenta normalidades autobiográficas: las andanzas del propio Porcellino durante su época de exterminador de mosquitos en Illinois, Colorado y alrededores. Viajes en furgoneta fumigadora, paseos entre las charcas recogiendo muestras de larvas, accidentes casi domésticos (campestres, más bien) provocados por los insecticidas... Seguramente, éste es a uno de esos relatos a los que hace unos días criticaba, indirectamente, el señor Juan Manuel de Prada en su reseña sobre Acción de gracias, de Richard Ford. Se quejaba el escritor de que esta novela es un reflejo claro de cierta tendencia narrativa actual en tanto en cuanto:
Ford no cree en lo epifánico, que es tanto como decir que no cree que la vida tenga un sentido. En esto no se aparta del común de escritores de nuestro tiempo, cuya nota distintiva es el sentimiento profundo de que la vida es un engaño definitivo; sentimiento que es consecuencia inevitable de la convicción de que no hay otra vida.
Ni Joyce ni Kafka. Esta desesperación o conciencia de sinsentido no se muestra en Ford al modo en que, para entendernos, se muestra en Joyce, como intento de traducir gráficamente el panorama interno de la conciencia (y subconciencia) humana expuesta a un enjambre de impresiones confusas; tampoco al modo en que se muestra en Kafka, como retrato de un mundo fría y minuciosamente pesadillesco. La desesperación de Ford -muy tranquila, de una tranquilidad de calma chicha- se expresa a través de una narración que aspira a ser una descripción del presente continuo, ese «Período Permanente» en el que nada significativo (o «pseudoimportante», como dice su protagonista: y es natural que, cuando nada tiene sentido, nada tenga importancia) acontece.
No hemos tenido la suerte o la desgracia de leer a Richard Ford para comprobar cuán cerca estamos de Juan Manuel de Prada en su rechazo de esas novelas que se regodean en la vaciedad "que caracteriza al «hombre medio» de nuestra época". Presagiamos que, quizás por eso, al escritor, como a muchos lectores de cómics actuales, lo que cuenta Porcellino le parecería una nadería irrelevante, morosamente relatada. Quién sabe, quizás todos esos lectores y blogueros que airean su desprecio indisimuladamente hacia las (cada vez más habituales en nuestras librerías) obras de slice of life, tengan su parte de razón y todo esto no sea sino una moda pasajera.
Permítannos dudarlo: la vida ordinaria ha sido siempre una materia prima idónea para la narración ficcional. Cambia el estilo, el punto de vista, la contextualización histórico-artística, pero casi ninguna época ha podido sustraerse a la tentación de la normalidad. El momento actual del slice of life comicográfico cuenta además con unas señas de identidad cada vez más definidas, tanto temática como estilísticamente: las que en la última década han ido moldeando los canadienses de Drawn & Quarterly o los estadounidenses de Fantagraphics rescatados desde el minicómic independiente. Podríamos bautizar este estilo como una "nueva línea clara esquemática (o minimalista)" y seguro que tendríamos etiqueta para mucho tiempo.


Además, retornando a Diary of a Mosquito Abatement Man, nos damos cuenta de que, en la normalidad existencial de Porcellino, aquella epifanía que reivindicaba Juan Manuel de Prada se nos muestra en todo su esplendor. Bien pensado, resulta que este "diario" de un exterminador de mosquitos no es otra cosa que eso: un viaje vital, la historia de una lucha interior, el despertar de una conciencia ética, una epifanía a lo profano, en definitiva:
Lastly, I wanted to say-I'm certainly not proud of what I did as a mosquito man; in fact, I feel downright ashamed. I just wanted to share this story of mine, in the hopes that somebody out there might be able to get something positive out of it.
Thanks for listening!