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martes, marzo 19, 2019

Kafkiana, de Peter Kuper. Todos alienados

Descubrimos a Peter Kuper gracias a su participación en Spy vs. Spy, la célebre tira cómica de la revista de humor estadounidense MAD creada por el artista cubano Antonio Prohias. Sin embargo, fue su brillante adaptación de La metamorfosis de Kafka la principal razón para que, desde entonces, no le hayamos vuelto a perder la pista.
Gracias a su inconfundible estilo gráfico, Kuper es uno de esos artistas que no admiten comparación ni confusión con otros dibujantes. Su línea nos remite directamente a las ilustraciones xilografiadas de la primera mitad del siglo XX y a creadores como Frans Masereel, Lynd Ward o Giacomo Patri; todos ellos autores de "novelas ilustradas" (las antiguas "novelas gráficas") basadas en un modelo de dibujo expresionista que se apoyaba en un uso extremo del claroscuro. De esa veta estilística bebe Kuper y de esa fuerza visual se beneficiaba su adaptación de la obra maestra de Kafka. Un trabajo que en sus manos adquiría nuevos matices simbólicos y un vigor visual desconocido. Confesamos que La metamorfosis de Kuper nos dejó con ganas de ahondar en esa exploración gráfica iniciada por su autor (aunque ya se había acercado a la narrativa corta del escritor con Kafka: ¡Déjalo ya! y otros relatos, en la que adaptaba nueve de sus historias).
Afortunadamente, después de varios años y de muchos otros trabajos notables (como su libro de viajes Oaxaka o su obra Ruinas) Kuper ha recuperado aquella vieja senda transmedial para volver a reinterpretar algunos de los relatos breves más conocidos del genio checo en un nuevo cómic, Kafkiana, que la Editorial Sexto Piso acaba de editar en español.
Ha querido el azar que nuestra lectura de este cómic coincidiera con una visita a Praga, el escenario que inspiró y ambientó algunas de las narraciones más claustrofóbicas de Kafka. Poco queda de aquella su ciudad: sin perder un ápice de belleza monumental, las sombras expresionistas de la vieja capital checa han cedido su lugar a los escenarios idealizados de la ficción turística. Eso sí, sigue siendo un placer reencontrarse con sus callejuelas empedradas, sus edificios señoriales y ese puente maravilloso que articula su vida diaria y alimenta el recuerdo. 
Las siluetas deformadas de los muros y la media luz fantasmagórica que construye los escenarios del extrañamiento kafkiano sobreviven sólo en su literatura. Y ahora lo hacen también en las viñetas de Peter Kuper. De nuevo, el estilo del dibujante estadounidense se adapta como un molde a la búsqueda opresiva del sinsentido, la paradoja y el ahogo existencial que caracterizaba a aquellos relatos que marcarían un hito en la evolución de la narrativa universal.
Kafkiana recoge algunos de los cuentos más celebrados, reseñados y leídos del autor checo, como La madriguera, Un artista del hambre o Ante la Ley. El dibujo de Kuper añade nuevas capas interpretativas a las bien conocidas historias originales; y a las muchas interpretaciones que de ellas se han formulado. Es cierto que, en su paso al lenguaje comicográfico (necesariamente más sintético y selectivo), los textos pierden buena parte de su densidad conceptual y se tamizan los juegos del lenguaje y el sentido del absurdo, tan propios del pensamiento y el verbo kafkiano; sin embargo, lo que se pierde en literariedad, se gana en simbolismo y poesía visual. De este modo, la relectura comicográfica de Kuper adquiere giros expresivos novedosos y sorprendentes connotaciones metafóricas. En Kafkiana, el absurdo existencial, la alienación y la amenaza como concepto abstracto adquieren una concreción visual que no resta un ápice de desasosiego a la narración: así, el artilugio mecánico imposible de En la colonia penitenciaria cobra la forma pavorosa de una cama de tortura barroca con un mortífero dosel; los edificios de pesadilla de ¡Renuncia! y Los árboles se estiran hacia un lejano cielo plomizo y se distorsionan en perspectivas surrealistas que inciden en esa imagen ominosa de la ciudad como organismo alienante; y el miedo agónico que transpira el (inacabado) relato La madriguera se contagia a un espectador que, como el roedor protagonista, intenta encontrar una salida entre sus túneles subterráneos.
En su búsqueda de soluciones técnicas, Kuper juega con la estructura de la página y alterna el empleo de viñetas tradicionales con composiciones mucho más audaces, que incluyen el inserto de lexías (títulos y textos que se integran de forma activa en la narración), rupturas del ritmo de lectura y un manejo muy libre de las didascalias y los globos de viñeta.
Kafkiana es, en definitiva —y como ya sucedía con La metamorfosis—, un acercamiento heterodoxo y valiente a la obra de uno de los grandes escritores de la literatura universal. Un cómic que reúne muchas de las virtudes de ese artista brillante que es Peter Kuper.

lunes, abril 09, 2007

Peter Kuper. Viñetas metamorfoseadas

Hablando de adaptaciones. Hace poco leí que Astiberri incluye La metamorfosis, de Peter Kuper, entre sus inminentes novedades para el 2007. Sorpresa grata donde la haya.
Kuper se dio a conocer con Spy vs. Spy, su colaboración habitual para la revista MAD. A algunos esta historia cómica de los dos espías contrapuestos (un yin y un yan de la parodia detectivesca) les sonará más por la antigua versión del jueguecito del Spectrum que por su relación comicográfica (hasta hace poquito, Mad ha sido una revista de cómics emblemática, pero sólo para los lectores anglosajones. El hecho es que la obra de Kuper no se queda ahí; a su extensa y fructífera labor como creador de cómics y dibujante de tiras periodísticas, se suma su trabajo como ilustrador para Newsweek, Time, etc. 
Ahora nos llega su adaptación de La metamorfosis, a partir del conocidísimo relato de Kafka. Un trabajo brillante, que cuenta también con una brillante ventana en la web. Llevamos unos días dándole vueltas a la necesidad de que cada vehículo narrativo recurra a sus propias herramientas a la hora de trasmitir un relato: el cine tiene unas posibilidades discursivas, que no tienen porque coincidir con las de las narraciones gráficas. Tampoco el cómic debe caer en la tentación de "literalizar" su discurso en demasía si no queremos que la narración secuencial adolezca de deudas que terminen lastrando la propia narración secuencial. Ni siquiera cuando lo que se adapta es un relato literario, como éste. Kuper entiende esta idea a la perfección y la pone en práctica con maestría. 
La metamorfosis es un ejercicio de novela gráfica tremendamente respetuoso con la obra que lo inspira, gracias, paradójicamente, a la consciencia de la diferencia discursiva que establece los límites entre una y otra. Si el trabajo de Kafka brilla por su atmósfera de desasosiego existencial, por su fuerte carga simbólica y por la concreción de una prosa directa, simple y perfeccionista, la versión de Kuper lo hace por su facilidad para generar tensión a partir de la imagen, por su estilo sombrío y expresionista y por su capacidad para manipular el icono visual en aras del mensaje polisémico.

En este trabajo de 2003, Kuper hace suyos muchos de los principios que McCloud le exigía al cómic, algunos años antes, en su camino hacia la revolución final. En La metamorfosis de Kuper existe una manipulación constante y consciente de los instrumentos habituales que convierten al cómic en el vehículo que todos conocemos. El autor juega con el dibujo, mediante una recreación consciente de los grabados en madera de finales del S.XIX (la obra de autores como Masereel); lo hace a partir una técnica que nos recuerda al rayado sobre capas de ceras. Juega también Kuper con la reubicación y la manipulación de los segmentos textuales (la faceta menos visual de un cómic se convierte de este modo en un componente más de evocación icónica), que flotan y se mueven con libertad alrededor de las viñetas, los márgenes o los propios personajes y elementos actorales. Por último, La metamorfosis experimenta con la composición de la página, yuxtaponiendo y manipulando, de nuevo, elementos del lenguaje comicográfico que habitualmente tienen su campo de actuación muy delimitado. Respeta, por otro lado, uno de los valores esenciales del relato de Kafka: la brevedad, la misma que dota a La metamorfosis de un aire de fábula existencial con moraleja agonística (valga la redundancia).
Se trata en definitiva, de una obra rupturista llena de hallazgos visuales. Un ejemplo digno de esos cómics que ocupan nuestra estantería de "se-lo-tengo-que-prestar-a-X-que-tanto-critica-los-cómics". Es broma, todos sabemos que un cómic nunca se presta.