Continúo con la "ventilación" de textos públicados con anterioridad. En este caso, una reseñita sobre el Shutterbug Follies, de Jason Little, que apareció en el suplemento Culturas, del Tribuna de Salamanca el 9 de abril de este año.
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La publicación en nuestro país de Shutterbug Follies, de Jason Little (Planeta, 2005), venía precedida por el extensivo reconocimiento de su autor en otros países y por un rosario de críticas laudatorias por parte de personalidades tan eminentes como Scott McCloud: “Jason Little es uno de los autores más ingeniosos de la tierra y Shutterbug Follies es su mejor historia hasta la fecha”, comenta el crítico y dibujante americano en la contraportada de la presente edición. Una edición que Planeta ha llevado a cabo siguiendo hasta el detalle la original americana de Doubleday. Uno de esos comics (o novelas gráficas) con pastas duras, papel de calidad y colores brillantes que da gusto tener entre manos y que invitan a la lectura.
El dibujo de Jason Little, además, es pulcro y luminoso, el resultado de combinar influencias como el detallismo de Pierre Jacobs junto a la paleta de colores y el acabado perfeccionista de Ware. Toda una garantía, para los amantes de un cómic con un dibujo esmerado según los cánones tradicionales de la línea clara (en estos tiempos en que se imponen otras tendencias tan fructíferas como el estilo minimalista, casi esbozado de autores como Marjan Satrapi, o los Seth, Andy watson, etc.).
Dicho lo cual, no podemos evitar cierto regusto amargo tras la lectura de Shutterbug Follies. Las promesas de ingenio desbocado que anunciaba McCloud, se reducen a una historia que sin llegar a lo convencional, se mueve fiel a referencias artísticas más o menos conocidas (en este caso, la influencia de La ventana indiscreta de Hitchcok es indudable). La trama se conforma en torno a los elementos habituales del thriller, recreando una madeja de encubrimientos y descubrimientos sorpresivos, intrigas criminales y persecuciones, que el lector intenta desenredar de la mano de la joven fotógrafa protagonista; siguiendo los pasos de la joven Bee (versión modernizada de James Stewart, pero tan curiosa e impertinente como aquel Jeffries que nos dibujara el maestro del suspense), el lector se adentra en una historia en la que el misterio sobrevuela los aspectos principales de la narración, eso sí, casi siempre acompañado por el aire naif y hasta cierto punto divertido, que imprime el dibujo de Little. Una obra, en definitiva, recomendable para todos los amantes del género y para aquellos que quieran disfrutar de una línea clara con una factura impecable, pero que está muy lejos de merecer algunos de los calificativos con los que ha sido presentada en sociedad. Dicho lo cual, habrá que seguir a Jason Little en futuras aventuras creativas y esperar que Shutterbug Follies no parezca realmente la mejor de sus obras cuando la comparemos con otras futuras entregas.