Cuando uno recibe un regalo inesperado (una gran canción, el descubrimiento de un buen libro o una vista inigualable) se despierta casi por instinto otro instinto: el del disfrute compartido. Por eso, hago hoy este post.
Tenemos que confesar que cuando, hace unas semanas, recibimos en los comentarios de uno de nuestros posts la visita de Kioskerman (alias Pablo Holmberg), no teníamos el placer de conocerle a él ni a su trabajo. La recibimos, no obstante, con la alegría que nos contagian siempre sus palabras (sí las de ustedes) cada vez que el correo nos comunica su paso por nuestra bitacorita. Cuando el que visita es además un protagonista (los hacedores, en definitiva, de todo este cotarro "comiquerófilo") la chispa alumbra por dos; nos entienden, ¿verdad?
Amablemente, Kioskerman nos invitaba a sumarnos a los seguidores de su serie actual, Edén. Una tira online que se publica semanalmente y a la que uno puede suscribirse, con el fin de recibir avisos de actualización de manos de su autor. Y vale la pena, créanme. Después de unas semanas siguiendo las aventuras y ensoñaciones de ese pequeño y entrañable animalillo-soberano del reino de Edén, espero como agua de otoño cada notificación dominical de una nueva entrega.
Mostraba Kioskerman en sus inicios un aire amateur indisimulado. Con cada nueva tira, no obstante, fue puliendo su estilo, muy influido por la marca de Liniers, para, en las últimas tiras de su serie Kioskerman, alcanzar una personalidad definida y un nivel de calidad muy alto (con algunas viñetas realmente brillantes). Pero es Edén el fruto más jugoso de la plantación de Kioskerman. En la realidad paralela de su jardín onírico, Pablo Holmberg recolecta semanalmente las aventuras del Rey del Bosque y sus súbditos (su amada, los dioses que lo protegen, los animales que lo pueblan, los caballeros y las damas durmientes, los árboles llenos de sueños, los sueños llenos de presagios, sus noches alumbradas por una única estrella, los brujos, las hadas, el diablo...). Cada nueva tira de Edén huele a poesía, la de las pequeñas ilusiones, la que puebla la irrealidad mágica de los sueños y los cuentos infantiles. El entramado mitológico de Edén, sus personajes y lugares, es conocido: lo hemos visto, leído y oído muchas veces; pero, casi siempre, sus viñetas florecen sorpresivamente como un sentimiento inesperado.
La semilla se llama sensibilidad y el abono está compuesto, ya saben, de sencillez armoniosa (la de sus dibujos), de imaginación y del afecto que uno termina por sentir por sus protagonistas. Se respira bien en el Edén. No me sean hoscos y abran el regalo (se lo dejo ahí a lado en los cómics online), háganlo por esos ángeles que habitan en su árbol ;)
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Añadimos una curiosidad: vean que ilustre lista de invitados se pasó a celebrar la edición aniversario de Kioskerman.