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miércoles, noviembre 21, 2007

Un paréntesis vinculante.

Pues eso, un interludio "crumbiano" (momentáneo) para engordar los blogs de autor de la derecha. Cuatro incorporaciones con aire cosmopolita; añadimos...
Al italiano Gipi porque es uno de los autores que más n0s gusta últimamente. Porque, aunque su blog se actualice con cuentagotas, sus obras no dejan de aparecer en nuestro país y nunca, nunca, decepcionan. Porque sus acuarelas son trasparentes y llenan de hermoso simbolismo la contundencia vital de sus historias. Y, en definitiva, porque es un placer disfrutar de sus trabajos y proyectos al margen de la ley editorial y en primerísima persona. ¿No es suficiente?

A los franceses Dupuy y Berberian por formar parte de esa parte de autores franceses que decidió que el cómic no era sólo una cuestión de álbums seriados para jóvenes lectores. Por ser los creadores de ese alterego de treintañero que es el Señor Jean (y por su portera, qué diablos) y por enseñarnos y enseñarse en el proceso de creación, con un título tan necesario como Diario de un álbum; la cuadratura de la metaviñeta. Y, por supuesto, por dejarnos mirar más allá de la línea a través de su página (no exactamente un blog). Un lugar privado hecho público de la mano y por la gracia de estos dos tipos, referentes en realidad, de aquella bande dessinee.

Al español Beroy, por su exitosa reaparición desde un Octubre cualquiera (aunque nunca se fuera). Por su barroquismo de ilustración antigua, por el misterio agazapado detrás de cada viñeta y por los secretos de su dibujo minucioso. Por sorprendernos hace ya más de 15 años en Cimoc y Cairo con unas historias que no se parecían a nadie, unas páginas que surgían como los misterios de un sueño febril o de una fiebre soñada, nunca se sabe. Por dejarnos entrar a su casa de proyectos, ideas y proyecciones de futuro.Y, por último, a un estadounidense de espíritu colorido y afanes psicodélicos, el gran Jim Woodring, que tiene un blog tan grande (dos en realidad) como sería de esperar de un tipo grande como él. Por ser un referente del cómic de fantasía surrealista, por su underground optimista y alucinado, por sus "animales sabios" pero felizmente enloquecidos y metamórficos. Por ser el autor de clásicos indiscutibles como Frank o The Book of Jim, y por seguir siendo un niño impredecible con pincel en mano y talento volando. Ah, y por ayudarnos a no perder, del todo, nuestro hilo underground de los últimos tiempos.