martes, octubre 31, 2006

Mujeres y cómics (III): los años 60, vientos de cambio.

El papel de la mujer en el cómic, que hasta ahora hemos definido con términos como “ornamental” o “comparsa”, empezó a presentar algunas alteraciones sustanciales en la década de los 60. El cambio, de hecho, se integra dentro de un proceso de trasformación más amplio: lo que se ha dado en llamar “el nacimiento del cómic de autor” en Europa.
Hasta esa década dichosa, los tebeos en el Viejo Continente habían sido asunto casi exclusivo de niños. Surgidos (en parte) y promovidos dentro de las revistas infantiles y suplementos periodísticos, el cómic se convierte en vehículo didáctico, ideológico o simple entretenimiento al servicio de la infancia (muy al contrario de lo que sucedía en otras partes del orbe, como ya sabemos). Sin embargo, desde finales de los 50 (época de agitación cultural y efervescencia ideológica), empieza a cuestionarse la firmeza de los cimientos teóricos de casi todas las disciplinas artísticas; entre ellos los que sustentan los preceptos comicográficos, desde luego.
¿Por qué no habría de ser válido el lenguaje de las viñetas para trasmitir mensajes dirigidos a lectores adultos?, parecen preguntarse los incipientes estudiosos de las comunicaciones audiovisuales y las nuevas disciplinas aparecidas desde la lingüística (pragmática, narratología, semiótica…). ¿Quién dictaminaba que no pudieran existir cómics con un mensaje artístico elaborado y con ínfulas elevadas? Se agita una nueva sensibilidad: el cómic empieza a ser objeto de análisis teóricos concienzudos, nuevos lectores inquietos se acercan al medio y, sobre todo, algunos autores empiezan a manejar nuevos temas, más adultos, y deciden experimentar con el lenguaje. Y, como bien sabrán ustedes, pocos temas hay más adultos o más susceptibles de escandalizar a audiencias adultas, posiblemente retrógradas, que el erotismo.
Surgen así toda una suerte de heroínas hipersexuadas y audaces que comienzan a habitar en las páginas de las revistas de cómics europeas. Personajes adultos, llenos de posibilidades, sexys, pero al mismo tiempo muy femeninas y sensibles con su condición sexual (lejos, por tanto, de los personajes cómico-eróticos de publicaciones norteamericanas, como MAD o Playboy). Existen bastantes precedentes, sobre todo en las Islas Británicas, sin embargo, casi todos ellos se ajustan de un modo u otro a esas heroínas descafeinadas que comentábamos en los posts precedentes. Uno de los primeros casos reseñables que nos encamina hacia esta nueva sensibilidad es también inglés; nos referimos a Modesty Blaise, la obra cumbre de Peter O’Donell y Jim Holdaway, creada en 1962 para la prensa británica.
La detective británica, pergeñada a imagen y semejanza del agente James Bond, está ahora mismo en el candelero editorial hispano por la reciente publicación de sus tiras a manos de Planeta. Por esta razón, Álvaro Pons reseñaba la obra recientemente en su bitácora. Señalaba el “carcelero” que si bien Modesty Blaise se alimentaba de la tradición de heroínas británicas antes mencionada su idiosincracia:
…la alejaba de la imagen de mujer-objeto para convertirla en un actor principal, con un carácter fuerte, dominante. Una mujer independiente, inteligente, que rompía los esquemas de la época para ponerse en la vanguardia de las reivindicaciones de las mujeres a finales de los 60 y que representaba una nueva forma de entender las relaciones entre hombre y mujer, alejadas del estándar marido-“esposa-ama-de-casa-sumisa”. Un magnetismo con el que O’Donell supo jugar en sus guiones, en general tópicas historias que no aportaban nada nuevo al género que prácticamente creo Ian Fleming una década antes, pero que supieron encandilar a toda una generación.De hecho, es evidente la relación que existe entre Modesty Blaise y la revolución de la historieta en Francia en los 60, dominada por personajes femeninos de fuerte personalidad claramente inspirados en ella: Barbarella, Jodelle o Pravda no pueden negar ser hijas directas de la creación de O’Donell y Holdaway, lo que convertiría a esta tira diaria británica en el antecedente indirecto del movimiento de renovación de la BD que supuso Metal Hurlant.
Así, pese a funcionar como una simple transposición genérica de los rasgos del Agente 007, Modesty Blaise es una buena piedra de toque para entender la evolución de los personajes femeninos europeos hacia esos modelos “fantaeróticos” que comentaba Román Gubern hace años en la enciclopédica Historia de los Comics, y que veremos en siguientes entregas.
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jueves, octubre 26, 2006

Monster Parade, los mundos extraños de Ben Catmull.

Pospongo por segunda (y última) vez ese azaroso recorrido de la mujer en el cómic, que tenemos entre manos. En este caso, la dilación viene provocada por un cómic que me apetece reseñar antes de que se me pasen los efluvios de su lectura. Se trata de uno de los tebeos de imprtación que arramblé (y nunca mejor dicho) en mi última visita a la Ciudad Condal: Monster Parade, de Ben Catmull.
Publicado por Fantagraphics, Monster Parade es obra de Ben Catmull, uno de los jóvenes valores del cómic estadounidense. No tan joven en realidad: hace ya unos años adquirió cierta relevancia y titulares gracias a Paper Theatre; por eso, la publicación de esta nueva obra, no ha pasado exactamente desapercibida.
La que esperamos sea la primera entrega de esta serie, no supera las 32 páginas, pero tampoco hacen falta muchas más para intuir el espíritu poético que sobrevuela el conjunto de su narración. De hecho, por lo que podemos deducir hasta ahora, Monster Parade es un extraño poema visual formado por tres "estrofas", en las cuales se presienten sutiles hilos conductores y algunas constantes visuales-estilísticas, como única rima interna entre las tres historias, aparentemente inconexas, que conforman el conjunto. Los argumentos narrativos de Ben Catmull son surrealistas, absurdos, oníricos, fragmentos de una lírica descabalada que envuelve la obra; intuiciones que se esconden bajo la armazón del cuento tradicional y la fábula fantástica. Catmull bebe de esas fuentes fabulísticas populares cuando se recrea en las anécdotas macabras (apenas disimuladas) de la cuentística tradicional, cuando nos recuerda a Gorey con sus monstruos imposibles o cuando recurre a la personificación de las fuerzas de la naturaleza y el mundo animal.
La faceta gráfica de Monster Parade persiste en esa línea, a medio camino entre la ilustración infantil y la iconografía de los grabados e ilustradores del S.XIX (como Alfred Kubin). En algunos aspectos nos recuerda a Jali (sencillez formal, abundancia de tonos grises), aunque sus contornos y personajes sean más redondeados, y las líneas de sus formas más moduladas y vaporosas.
Demasiadas palabras y expectativas, quizás, para un cómic, aún en fase incipiente, que no permite más que una visión fragmentada de lo que puede llegar a ser, de tener continuidad. Habrá que seguirle la pista al bueno de Ben y esperar que tarde menos de cinco años en regalarnos la siguiente entrega. A ustedes, rogarles me disculpen por lo que tiene de ventajista la referencia a un tebeo que aquí no ha leído aún casi nadie y del que no existe noticia alguna sobre una futura publicación. Así es fácil no equivocarse, aunque me arriesgaré mostrándoles algunas de sus páginas.
Páginas de Monster Parade (vía The Comics Reporter y Webscomicsnation): 1, 2 y 3.

lunes, octubre 23, 2006

El "profesor" Karasik en Kosmopolis 2006.

Interrumpo, sólo momentáneamente, la serie de "Las mujeres en el cómic" para satisfacer una deuda de actualidad de atención obligatoria: me refiero a la visita de Paul Karasik a Barcelona, con motivo del Kosmopolis 2006. Para mi desgracia, no estuve allí, pero por una de esas fotunas que nos sonríen ocasionalmente, la que sí que presenció el acto fue mi buena amiga Elena que, entre sus muchas virtudes cuenta con la de poseer un oído despierto y una pluma agil como pocas. Suya es la crónica que os remito a continuación en lo que se me antoja uno de los posts más interesantes que se han asomado por este blog; una crónica que, además añade vinagre a la herida de la ocasión perdida (Karasik no suele fallar). Next time.
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A las 19 horas del sábado 22 de Octubre de 2006, entre el bullicio y ajetreo del Kosmópolis 2006, aparece en el escenario del Hall Proteu, un personaje insigne, salido del mundo del cómic y que, a su vez, saca cómics de novelas. Hablamos de Paul Karasik y de su magnífica adaptación al cómic (con dibujos de Mazzucchelli) de la novela de Paul Auster: La ciudad de cristal.

La charla tiene por título: “Cómic, literatura y música”, pero con las dos primeras disciplinas tenemos más que de sobra para disfrutar durante una hora y media de una clase magistral. Más precisamente de lo que se habla es de adaptaciones de novelas a cómics. ¿Cuál es la clave de un proceso óptimo?

Según Karasik, hay que aprender de los buenos y de los malos ejemplos. El mal ejemplo que nos propone es la adaptación de una seria televisiva norteamericana, cuyo nombre no recuerdo, y su resultado en el cómic se revela insípido y aniñado. Pero, vayamos mejor a los ejemplos buenos (no comparto la máxima de Karasik de que se aprende más con un mal ejemplo que con uno bueno, y aunque sea cierta, lo que está claro es que se disfruta más con los buenos).

Las neófitas como yo asistimos embelesadas a la explicación, con puntero en mano, de una hoja del cómic adaptado de la novela de Lewis Caroll, Alice in Wonderland [¿la versión de Brian Talbot? Consultaré con mi corresponsal]. La sensación es parecida a la primera vez que la guía del Museo del Prado te hace observar las implicaciones formales del espacio del cuadro de La Rendición de Breda, y permaneces atónita ante la belleza de los juegos de simetrías y asimetrías. Paul Karasik disecciona la hoja, y como si en una clase estuviésemos nos pregunta a nosotros, alumnos improvisados, nuestras percepciones. Ni que decir tiene que el cómic es genial, es una maravillosa adaptación de un clásico literario. Partiendo del dibujo original de John Tenniel, en el que se observa a una cándida Alice que mira una llave depositada en una mesa y a una puerta a sus espaldas (dibujo que todos tenemos archivado en nuestras mentes); nos adentramos así en un infierno de acciones consecutivas en las que Alice va creciendo o decreciendo, según coma galletas o beba pociones mágicas. Su propósito, como todos recordaréis, no es otro que ser lo suficientemente grande como para coger la llave y lo suficientemente pequeña como para pasar por la puerta. La historia en el cómic comienza a ser delirante cuando todo crece y decrece (no sólo Alice), y justo cuando todo parece tener el tamaño adecuado, es la viñeta la que se ha quedado demasiado pequeña… Este recurso metaliterario provoca la carcajada del auditorio, que si bien ya estaba encandilado por este ex barbudo, ahora ya, sin ningún género de dudas, no le dejará marchar fácilmente.

Siguiendo con el análisis de viñetas, como si de un concurso se tratase, Karasik nos concede cinco segundos para visualizar una hoja de Winsor McCay (“coprotagonista” del título de este blog), extraída de Rarebit Fiend, e intentar adivinar de qué se trata. La expectación está creada, el maestro circense deja que el público haga sus suposiciones, hasta que la trama queda resulta y volvemos a la página. En este punto, Karasik nos permite disfrutar de la imagen más de cinco segundos, nos descubre los secretos formales y la importancia de la estructura de la página: es la ausencia de la arbitrariedad.

Después de analizar otra más de esas páginas pesadilla de McCay, llegamos a lo que todo el mundo pensaba que sería el inicio de la charla, aunque no percibo decepción en el ambiente por que el coloquio haya seguido otros derroteros. Llega el momento de explicar el proceso de adaptación:
cómo un Paul “guioniza” al otro Paul.

Reconozco que nunca me había parado a pensar en la tarea de adaptación. A veces, cuando miramos el resultado final de un proceso artístico, ninguneamos ese proceso, y en este caso (y en la mayoría) ese ninguneo está totalmente prohibido. Para comenzar, Karasik nos muestra una fotocopia del texto impreso de Paul Auster sobre la que trabajaba. El rosa son las acciones, lo que se puede trasformar en imágenes. El azul se queda, aparecerá literalmente en el libro. El grado de literalidad es elevado y así lo observamos en la primera frase que cómic y novela comparten: "Todo comenzó con una llamada de teléfono equivocada". Frase enmarcada en el centro de una página totalmente negra.

Después nos muestra también la siguiente página: oscuridad en el centro del número cero, éste dentro del marcador del teléfono, éste dibujado en las páginas amarillas, éstas sirviendo de apoyo a otro teléfono, esta vez el real. Así comienza ese juego de sueños y pesadillas entre papeles dentro de un papel. Karasik nos explica su pasión-obsesión por la división de la página en nueve viñetas, que se mantendrá incluso en las páginas que forman una única viñeta.
Aquí os muestro un ejemplo del proceso: del esbozo de Karasik al dibujo de Mazzuchelli. Lo último, lo que salió publicado (visto en Indy Magazine, Spring 2004).

La forma al servicio del contenido y más concretamente, la estructura de la página, se emerge de nuevo como elemento más que relevante en el proceso narrativo. Las viñetas, su contorno, son compañeras cómplices de los personajes que se derraman entre sueños y pesadillas en blanco y negro.

No sé si esto resume la conferencia de Karasik, pero lo que queda claro es que fue un auténtico placer escuchar al citado personaje, lleno de energía y transmitiendo esa pasión a un más que deleitado auditorio.

Una última reflexión que se me venía a la cabeza con este Kosmópolis: es un encuentro literario, aunque se vean pocos libros y nadie esté agazapado, sumido en el placer escondido de la lectura.

viernes, octubre 20, 2006

Mujeres y cómics (II): las primeras heroínas.

Entonces, y a tenor de lo dicho, ¿significa todo esto que no hubo heroinas en los arranques del cómic? Ni mucho menos. Las hubo varias y variadas, de todos los tipos, colores y edades. Eso sí, casi todas filtradas por el ojo interesado de un autor y por los intereses que se le suponían a una audiencia eminentemente masculina. Y, visto así, francamente, resulta complicado hablar de protagonistas con una sensibilidad femenina o, quizás fuera mejor decir, sensibles a una problemática femenina. Pero como haberlas las hubo, detengámonos someramente en tres o cuatro de ellas:
Little Orphan Annie (1924- ), fue la creación estrella de Harold Gray, y es uno de los personajes más exitosos de todos los tiempos que, si no me equivoco, continúa vivito y coleando en las páginas de la prensa estadounidense. La idiosincrasia de la pequeña Annie, sin embargo, no deja de ser cuanto menos curiosa: una niñita huerfanita, aparentemente desamparada y necesitada de afecto que termina enfrentada al hampa de Chicago, combatiendo a los nazis y enredada contra diversas mafias; un encanto, vamos.
En el fondo, la pequeña Annie aparece creada bajo un patrón eminentemente masculino (el joven o niño aventurero), barnizado con la capa de "exotismo" que aporta la inversión de género y su origen digno de lástima. Todo un cebo para alimentar la autoestima de la audiencia burguesa del momento, sin duda.
Dumb Dora (1924-1935), de Chic Young, resulta un ejemplo inmejorable para ilustrar nuestra charla, desde su mismo título: "Dora la Tonta" (una frase hecha en su momento). "Luchando contra el tópico", como no podía ser de otro modo, Young crea una flapper (mujer a la moda), bella, y un poco tontorrona, que encaja perfectamente en muchos de los modelos prefijados para la mujer dentro de aquellos felices años 20. En el fondo, Dora es una protagonista inspirada en los personajes femeninos de las "
family-strips" norteamericanas anteriores (como Bringing Up Father, del gran McManus; con el que comparte muchas afinidades gráficas y temáticas). Menos mal que la tira venía acompañada de un subtítulo que ponía las cosas en su sitio: "She's Not So Dumb As She Looks" ("No es tan tonta como parece").
También de Chic Young era Blondie (1930-), otro best-seller (de periódicos) de la época; una tira que también tiene continuidad actualmente. La línea argumental de esta serie protagonizada por la belleza rubia que le da nombre, ha sufrido varias idas y venidas en su larga vida. En sus comienzos, Blondie se nos presentó como una jovencita de vida alegre, amiga de los salones de baile y entregada a la vida fácil. Hasta que un buen día, nuestra amiga alcanza su objetivo soñado (atención al sutil giro sociológico) y se promete a un joven y rico heredero al que conoce en una de sus castas aventuras nocturnas, Dagwood Bumstead. Con lo que no contaba la entrañable pareja es con la desaprobación familiar del pater familia Bumstead, el dueño en definitiva de la fortuna familiar. Así que (nueva vuelta de tuerca socializante), ahí tenemos a los recién casados, con un futuro por labrarse por delante. En esas continuó la serie durante muchas décadas, la parejita Bumstead criando a sus hijos, Dagwood (cada vez más protagonista en detrimento de su siempre bella damisela) buscándose la vida en su trabajo de oficinista, etc.
Por último, no queremos dejar de mencionar a la inefable, la concupiscible Betty Boop (1930-), mito irredento de algunos bloggers, y objeto de deseo de muchos ciudadanos de a pie, durante muchos años. Nace Betty Boop como cómic a la sombra creativa de otra Betty Boop, una de carne y hueso, la actriz Helen Kane, que dio vida (paradoja donde las haya) al famoso dibujo animado (no del mismo nombre; nuestra Betty sería bautizada como tal en 1932). Su creador, Grim Natwick, completa ese mismo año 1932 la trasformación desde el personaje cabezón y deforme inicial hasta la linda muñequita (también un poco cabezona, reconozcámoslo) que todos conocemos, otra flapper girl en toda regla; para algunos, de hecho, la primera heroina comicográfica que tiene en su carga sexual, el principal de sus valores.
Hubo otras, por supuesto, entre ellas todas las heroínas que acompañaban a los archiconocidos héroes de la época: Aleta, la princesa enamorada de El Príncipe Valiente, Dale Arden la fiel acompañante de Flash Gordon y tantas otras. Mujeres inteligentes, valientes, nobles y... casi siempre comparsas de sus partenaires masculinos, los verdaderos protagonistas de las aventuras.
No siempre habría de ser así, como veremos.
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miércoles, octubre 18, 2006

Mujeres y cómics, mujeres en el papel (I)

De un tiempo a esta parte, cada vez son más frecuentes los intentos revisionistas del papel de la mujer en el cómic desde la óptica de un feminismo retroactivo, digamos, no del todo certera. La ilustradora, dibujante y periodista argentina, Ana Von Rebeur, en su artículo "Las mujeres que están dibujadas", comenta:
Aunque en la vida real a las mujeres se les dificulte alcanzar algún tipo de protagonismo, ellas siempre fueron las estrellas en variadas aventuras de papel. Las mujeres dibujadas llenaron kilómetros de papel en la historia del cómic y la historieta, reflejando la situación de la mujer en cada época. En un principio, representaban la esencia de la femineidad más pura . La vulnerabilidad lacrimógena de Annie la Huerfanita, los mohines aniñados junto al nada inocente portaligas de Betty Boop, los tacos aguja de Barbarella y la cintura de avispa de la Mujer Maravilla plasmaron en papel lo que los hombres querían ver en las mujeres de cada época, sin descuidar el ojo atento de las lectoras que buscaban en las tiras cuál era el último grito de la moda.
Las mismas palabras de Von Rebeur desaconsejan cualquier tipo de euforia a la hora de enjuiciar el rol fmenino en aquellos primeros cómics; en todo caso, en muy contadas ocasiones "fueron las estrellas" que comenta la autora argentina y, cuando su aparición merece la pena ser destacada, lo es, lamentablemente, en los términos que se deducen de la cita: a) "plasmaron en papel lo que los hombres querían ver en las mujeres de cada época"; b) "sin descuidar el ojo atento de las lectoras que buscaban en las tiras cuál era el último grito de la moda"; es decir, fue la suya una aparición testimonial, cuando no puramente ornamental, como personaje comparsa del protagonista masculino. Maria Antonia Diéz Balda lo ve con claridad en "La imagen de la mujer en el cómic: Cómic feminista, cómic futurista y de ciencia-ficción": "El mundo del cómic para adultos estaba hasta los años setenta bastante dominado por los hombres y tanto los lectores como los autores eran fundamentalmente hombres".
Como vemos en este último ejemplo, el acercamiento a los primeros cómics desde una óptica feminista es, por tanto, factible e interesante, pero no nos parece recomendable una revisitación imaginativa de la historia del cómic desde dichos preceptos. Los hechos (la participación de la mujer en los orígenes de la narración gráfica, como autora y protagonista) fueron de por sí bastante crudos como para resistir una argumentación optimista. No hubo autoras de cómics destacables y los personajes femeninos estaban gestados desde una sensibilidad masculina y satisfacían, por consiguiente, inquietudes y anhelos tópicos de hombres. En una siguiente entrega nos acercaremos someramente a algunas de estas celebradas heroínas. No se vayan muy lejos.
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Esta "disertación" está inspirada en la charla radiofónica que tuvo lugar el sábado 14 de octubre, y que se repetirá de nuevo el próximo sábado 21 a las 17.30 con la reposición del programa El Aleteo Des-Equilibrado, como se señalaba en el post anterior (me repito más que los X-men).

lunes, octubre 16, 2006

Aleteos, cómics y mujeres.

¡Prueba conseguida! El encuentro radiofónico con Elena, Carla y Bea, mis buenas amigas de El aleteo Des-Equilibrado, fue un éxito en todos los sentidos. La charla acerca de la presencia de la mujer en el cómic nos llevó hasta los años 90 y la conversación se presentó distendida y amena (si exceptuamos las molestias ocasionadas por el exceso de verborrea del invitado principal, osease el menda). En una hora y media tuvimos tiempo para hablar de muchas mujeres, de otros tantos cómics y de bastantes personajes (con Luba, estrella comicográfica, ave en el palomar, a la cabeza); además, pudimos escuchar algunos temas gloriosos de Absentee y Sophie Auster y charlar de feminismo, arte y otros puntos y aparte.
Así y con todo, como acabo de señalar, sólo pudimos llegar en nuestro recorrido cronológico hasta comienzos de los años 90, la que, probablemente, ha sido década más representativa para las artistas de cómics. Habrá que repetir visita algún día, para ocuparse de estos últimos 17 años, tan fecundos por lo que respecta al papel de la mujer en el cómic. Hasta entonces, me conformaré con repasar desde este blog algunos de los contenidos de la charla, que iré colgando en sucesivas partes. Además, aquellos que aún mantengan la curiosidad de escuchar lo que sucedió en los estudios de Contrabanda FM, tendrán una nueva oportunidad el próximo sábado 21 de octubre, de 17.30 a 19 horas, con la repetición del programa. La retransmisión online, aquí (echadle un vistazo a la parrilla de programación; más que interesante lo que están haciendo los chicos de Contrabanda).

viernes, octubre 13, 2006

Marjane Satrapi. Compleja ingenuidad.

Recupero un viejo artículo del Culturas, sobre Marjane Satrapi y su Pollo con ciruelas; y lo hago ahora porque me parece un buen prólogo o, mejor dicho, un buen calentamiento para adquirir la disposición mental adecuada para el día de mañana. Me explico, aprovechando el asueto que me regala este puente pilaresco, me he venido a Barcelona a pasar unos días; y aprovechando que venía a Barna, mis amigas de El aleteo desequilibrado (Contrabanda FM) me han invitado a pasar una rato con ellas hablando de cómics y mujeres, de mujeres en los cómics, en realidad. Será mañana a partir de las 5.30 de la tarde en la emisión en directo de los sábados, que se puede oír online aquí. Ya os contaré como sale todo. Ahora, os dejo con Satrapi y su alta cocina iraní.
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¿Se puede sobrevivir al éxito y mantener las señas de identidad que ayudaron a conseguirlo? Marjane Satrapi demuestra que sí y, en una doble cabriola narrativa sin red, mejora sus precedentes. Norma Editorial ha publicado en España Pollo con ciruelas, la última obra de la creadora de Persépolis (lo más parecido a un best-seller que, en términos comicográficos, podemos encontrar en nuestra pequeña Europa). Esta joven autora, que rozó la gloria editorial con el relato autobiográfico de su niñez en Irán y posterior autoexilio a Francia (Persépolis, entre otras muchas menciones, obtuvo el prestigioso premio Harvey a la mejor obra extranjera; además Satrapi fue considerada la autora revelación del año 2001 y obtuvo el premio al mejor guión en el año 2002 en el salón de Angoulême), parece ahora con Pollo con ciruelas haber encontrado su particular vía de banda ancha hacia el estrellato; por de pronto, ya ha recibido el premio al mejor álbum en el último salón de Angoulême (la meca de los premios europeos del cómic) y, sin duda, no será la última mención que recibirá con esta peculiar joya del cómic que ha modelado.
Pollo con ciruelas conserva intactas casi todas las virtudes que definen a su autora: la esencialidad gráfica basada en el esquematismo y la combinación de áreas planas en blanco y negro, la concreción simbólica de lo real a través de metáforas iconográficas o la oportuna ruptura temporal con fines informativos por medio de flash-backs y digresiones narrativas. Precisamente, es en el terreno de la organización del material narrativo, donde residen los fundamentos que, en nuestra opinión, convierten a Pollo con ciruelas en una obra superior a sus precedentes y, más allá de cualquier comparación, en una narración gráfica sobresaliente.
No por conocida, deja de sorprendernos la estructura discursiva que maneja Satrapi. El referente más popular de este modelo de organización cronológica es, sin duda, Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez. Pollo con ciruelas, como aquel, desvela rápidamente su final; la primera parte de libro nos adelanta esquemáticamente un suceso trágico: los acontecimientos inmediatos que movieron a Nasser Ali Kahn (músico iraní abuelo de la autora) a dejarse morir. A partir de ese instante, una vez configurado el armazón argumental en apenas dieciséis páginas (que concluyen en la tremenda escena del entierro), Satrapi comienza a desmenuzar uno a uno los días que transcurrieron entre el momento en que Nasser Ali Kahn toma su decisión fatal y el señalado día del deceso (escenificado de nuevo al final del libro por la misma instantánea emblemática del entierro). De este modo, cada uno de esos ocho días de agonía autoinducida, funciona como límite de organización narrativa, y los sucesos y anécdotas que encierran, como capítulos esenciales de una vida, la de la historia de Nasser Ali Kahn.
Una historia que, en manos de Satrapi, crece y se enriquece a cada página con el pulso de la materia viva. Como un árbol que cada vez esconde más anillos en su tronco, Pollo con ciruelas recubre el hecho anecdótico (la semilla inicial que se esboza en sus primeras dieciséis páginas), con todas esas capas narrativas, detalles y datos biográficos, que consiguen transformar a un cuento en un fragmento de vida; y es que, igual que la existencia no suele permitir lecturas en línea recta, en las historias de Satrapi las cosas casi nunca son tan sencillas como parece desprenderse de la bella ingenuidad que transmiten sus imágenes.
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Vaya, veo que en este dichoso cibercafé, los ordenadores no me dejan subir imágenes, otro día será. Pues nada, viva la desnudez y la consistencia verbal. Allá va el post, más mondo y lirondo que un papiro mesopotámico (Actualización sábado: ¡¡Arreglado!!)

lunes, octubre 09, 2006

Actualizando los blogs de autor: Ed.

Llevaba tiempo sin incluir nuevos vínculos en la lista de los "Blogs de autor" y eso que uno no deja de sorprenderse ante la aparición de más y más bitácoras protagonizadas por los mismos que nos hacen disfrutar con sus historias. Así que, me pongo manos a la obra, actualizo la lista de ahí al lado, e incorporo algún nombre nuevo.
Me refiero en concreto a Ed, ilustrador, músico y dibujante de cómics argentino, residente en España (que dirían en el Un, dos, tres), que parece estar dotado (permítaseme la redundancia) del don de la ubicuidad para llevar a cabo mil proyectos simultáneos. Entre ellos, una de las páginas web más alucinantes y surrealistas que se pueden ver por estos lares y, por supuesto, un blog, en donde cuelga sus comentarios y dibujos. Esos monigotes imaginarios, mostruos entrañables por cuyas fauces se escapan los colores y que tras sus andamiajes de collages espantados abrigan intestinos de serpentina. Influencias detectables, todas y cruzadas, desde nuestro siempre necesario inspirador, Krazy Kat, a Walt Disney, referentes del cómic caricaturesco argentino, como Ferro o Dante Quinterno y su Patoruzú, e incluso algunos autores marcianos, como Kim Deitch o Vaughn Bode. Divertido e imaginativo, "Mi bulin" está esperando su visita (y nosotros andamos esperando proyectos editoriales de Ed).

viernes, octubre 06, 2006

Creando adicciones: Astiberri, Bone y el pdf.

No suelo utilizar este foro para anunciar novedades, proyectos o iniciativas editoriales, sin embargo, hoy me ha llamado la atención lo serio que se lo están tomando los chicos de Astiberri con la publicación de Bone. Me ha gustado especialmente el detalle publicitario de "regalar" a través de su web la descarga del primer capítulo de la serie ("El mapa"). ¿Qué mejor forma hay de crear fans que invitarlos a conocer tu producto?
Pues eso, a ver si cunde el ejemplo y alguna otra editorial nos ofrece la posibilidad de ver, leer y degustar, antes de invertir; seguro que ganaríamos en criterio y repartiríamos mejor nuestras riquezas.

jueves, octubre 05, 2006

Reseñita para FHM: ...y más Huizenga.


Repito, una vez más, palabras, persona y personaje. Así es, hablamos de Huizenga y su Ganges hace no demasiado, pero un servidor tiene debilidad por este joven autor, así que no pude resistirme a la tentación de recortar y variar ligeramente la reseña original (adaptarla, más bien, al tono desenfadado de FHM) y darle salida una vez más. Disculpen ustedes la falta de originalidad.
En otro orden de cosas, he pensado que sería una buena idea poner en práctica un juego de vasos comunicantes y, del mismo modo que aquí cuelgo artículos aparecidos en publicaciones impresas, podría dar salida a materiales blogueros en aquellas. Lo estoy valorando, pero creo que podría ser divertido y útil en términos de difusión comiquera (ya se sabe, uno suele estar más suelto de dedos en su blog y se atreve con temas y tratamientos que resultarían demasiado especializados en otros medios escritos). Veremos que sucede, les tendré informados. Ahora, la reseña de Huizenga.
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Qué los comiqueros se preparen para un plato fuerte: la editorial Sins Entido anuncia la publicación del Ganges de Kevin Huizenga. ¿Hay un autor más prometedor en el panorama norteamericano actual que el amigo Kevin? Dibujante de minicómics y fanzinero de pro, Huizenga es el “cocinero” de Ganges, una serie de historias cortas con un mismo protagonista (Glenn Ganges), aparentemente encuadradas en ese género gafapasta que se ha dado en llamar slice of life; y digo aparentemente, porque Ganges es mucho más que un cómic de vidas cotidianas. Huizenga es un geniecillo de las viñetas. Detrás de su línea clara amable, las aventuras de Ganges son una auténtica macedonia de ideas y experimentos visuales con sabor agridulce. Un cómic para gourmets y un chef del que se va a hablar mucho en el futuro. Entren y saboreen.

martes, octubre 03, 2006

Marc Hempel. Demencia infantil.

Recupero un articulillo que publiqué en el Culturas hace ahora casi un añito (el 9 de octubre). Me encanta Marc Hempel, me reí con Tug & Buster y más aún con el surrealismo tierno de Gregory. A la edición en español de este último por parte de Planeta, dediqué mi reseña y cuánto me gustaría tener excusas para anunciar la edición del material de Gregory que queda aún por editar...
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“¡YO GREGORY!”. Si existiera la justicia poética, este habría de ser el grito de guerra de los desheredados y los locos de corazón noble. Imagínense: un niño cabezón embutido en una camisa de fuerza, sin más espacio vital que una habitación de apenas cinco metros cuadrados y sin más amigos que su rudo carcelero y una rata parlanchina y autodestructiva (que en la última fase del libro adquiere un protagonismo esencial).
Con estos mimbres, tan exiguos como desoladores, Marc Hempel teje las páginas de su Gregory y, lo que es mejor, consigue que en vez de morirnos de pena, nos carcajeemos sin sentimientos impostados de culpa. Efectivamente, Gregory es un cómic de humor, pero no uno cualquiera. Hace ya un tiempo que parte de la obra de Hempel vio la luz en nuestro país (si bien es cierto, con más pena que gloria en cuestión de ventas y popularidad), con la correctísima edición por parte de Astiberri de dos tomos de Tug & Buster. Sin embargo, llevábamos ya mucho tiempo esperando a que algún editor caritativo se atreviera con el personaje esencial del americano. Al fin, Gregory habla español por la verbigracia de Planeta de Agostini. La edición, además, solventa en la medida de lo posible las muchas dificultades de adaptación que planteaba la obra original (los radicales juegos tipográficos de Hempel, su peculiar uso del lenguaje y los muchos registros estilísticos de los protagonistas, etc.); el resultado es impecable y su precio realmente ajustado (7, 95 euros-176 páginas).
Gregory es un trabajo incalificable dentro del mundo del cómic. Nos cuesta encontrar precedentes a su humor cafre y surrealista: podemos mencionar algunas referencias más o menos obvias por su naturaleza impredecible, como el archiconocido Krazy Kat (también con altas dosis de demencia surreal), o los comics underground, que anticipan la irreverente heterodoxia con que Marc Hempel se enfrenta a la labor gráfica. Sin embargo, no todo resulta tan sencillo como mencionar dos o tres influencias lejanas; lo cierto es que Gregory es una obra gráfica que rompe cualquier tipo de esquema preestablecido. Su dibujo, tremendamente básico, se apoya en un trazo nervioso y en un relleno que alterna la tinta y un empleo profuso del carboncillo (dotando al conjunto de cierto aire näif). La obra se mueve entre el esquematismo de ciertas tiras periodística (Barnaby, Peanuts, etc) y la espontaneidad que aporta la (falsa) simplicidad de su acabado cuasi-esbozado.
Por otro lado, el tono de las páginas de Gregory depende casi exclusivamente de la habilidad de Hempel para crear una anécdota cómica desde la nada. Sus personajes se alimentan de la habilidad del artista a la hora de convertir sus tics recurrentes en un hallazgo descriptivo; de este modo, la narración avanza al mismo tiempo que sus personajes adquieren matices más y más sutiles. Además, las altas dosis de impredecibilidad que sazonan cada episodio de Gregory, evitan cualquier atisbo de monotonía, al tiempo que nos invitan a reírnos de nosotros mismos y de nuestro lado más primitivo e instintivo; ese que nos reubica en la irracionalidad de una infancia elevada al cubo de la locura.
Pero no hay que llevarse a equivocaciones con Hempel. Pese a apoyarse en una base trágica (la demencia infantil), su humor surrealista nunca es cruel, más bien todo lo contrario: el lector no se ríe de ese niño tristemente enjaulado; sonreímos con sus ocurrencias, vivimos como propios sus irrefrenables ataques de euforia esencial y compartimos con congoja la incomunicación que le brinda el mundo que le rodea (curiosamente nuestro mundo real), sin embargo, Hempel nunca nos deja disfrutar a costa de su dolor. Pocas veces un autor ha respetado tanto a su creación, como lo hace el dibujante americano, y pocas veces un antihéroe ha regresado tan fortalecido de su viaje a los infiernos como Gregory. Así que, en un arrebato de bendita locura, descubran todos ese lado oculto que, seguro, esconden en su interior, y griten conmigo: ¡¡¡¡¡¡¡YO, GREGORY!!!!!!!!!!!