Sé que la hipótesis suele plantearse al contrario, pero ¿nunca les ha sucedido aquello de llegar a una tienda de cómics con unos eurillos en el bolsillo para descubrir que en realidad no te apetece leer nada de lo que se te oferta? ¿o, al menos, ninguna de las novedades que aparecen expuestas? (hecho especialmente frecuente si uno va a la tienda tiro hecho y le sale el tiro por la culata). Pues bien, para esos casos, es recomendable tener siempre una lista de apuestas ganadoras (valen cómics y autores), de esas que garantizan la infalibilidad de la inversión. En la mía desde hace bastantes años está el Lapinot de Lewis Trondheim. No estoy demasiado atento a la aparición de cada nuevo volumen, pero, más pronto o más tarde, siempre termino agenciándome la última entrega de las aventuras de este conejito antropomórfico tan salado. Acabo de terminar el último, La vida como viene. El acelerador atómico, que publicó Planeta hace unos meses y llevaba ya una temporadita en mi montón de lecturas-que-no-pueden-esperar-más (ehem, incoherente hasta el final).
Reconozco que nunca he tenido las agallas necesarias para enfrentarme al laberinto editorial que articula La mazmorra; y mira que la obra emite buenas vibraciones, pero nada, que no me atrevo a esclavizar mi cartera a esa inversión sin un final aparente. Creo que, en el fondo de mi válvula lectora, estoy esperando a que alguna editorial amiga se anime a reeditar los materiales en esos volúmenes recopilatorios que ahora se estilan tanto. Ente tanto, vuelco todas mis pasiones trondheinianas en Lapinot (que destaco entre las muchas otras obras del autor publicadas en nuestro país); esas historias surrealisto-cienciaficcio-dialogales protagonizadas por el conejito parlanchín, que responde al mismo nombre, y todos sus amigos antropomórficos ("intelligent animals" o "funny animals", les llamaba la crítica en los años 70 y 80).
En realidad, me parece que Trondheim es lo más parecido a Woody Allen que tenemos en el mundo del cómic. La lectura de La vida como viene y, en menor medida, de El acelerador atómico, me refirma en esa convicción. No conozco a muchos más autores capaces de crear diálogos tan ingeniosos, divertidos y convincentes como los que asoman, prácticamente, en cada secuencia de La vida como viene. Sin duda, Trodheim alcanza uno de los picos de la serie en esta historia centrada en los debates del azar y el destino, pero también en la amistad, el desamor, la vida y la muerte. Los personajes, son los mismos que ocupan las otras historias de Lapinot (Thierry, Nadia, Richard, etc.), el contexto, como siempre, adaptable a las exigencias de la trama ideada por el autor, y las situaciones, similares en su desarrollo: una escena aparentemente cotidiana degenera en toda una suerte de acontecimientos disparatados que, a su vez, provocan reacciones impredecibles en unos sorprendidos personajes.
Trondheim, como suele hacer Woody Allen, maneja y alterna unos elementos estables (los temas de la religión, el amor y el sexo en caso del director de Brooklyn, personajes con unos rasgos definidos, en el del dibujante y guionista), en un ejercicio de combinatoria artística lleno de interés. De este modo, los personajes de Lapinot están constantemente sometidos a viajes tiempo-espaciales e intergenéricos, del mismo modo que los temas de Woody Allen brotan una y otra vez, ahora en un thriller, más tarde en un vodeville y finalmente en un musical. Acúsenme de calzador interesado, si quieren, pero al menos, me admitirán que los diálogos de Lapinot, con su humor y su ironía fina, tocan algunos estratos de la realidad de un modo como sólo lo hacen los autores geniales. Fíjense hasta donde llega mi devoción (compartida con muchos otros) que, en algunos momentos, me conmueven más los animales de Lapinot que los personajillos que airean su bilis en nuestra realidad cotidiana.
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Dos cositas más:
A la espera de que alguien aporte la clave que habrá de iluminar ese conflicto que nos corroe, añado el blog de Trondheim, Les Petits Riens (la única bitácora que se difumina con el uso) a mis "Blogs by the author".
Les ofrezco, por cortesía de los chicos de http://www.pastis.org/lewis/, toda una colección de iconos y fondos de pantalla de los de "ponga un Tronheim en su vida" y, sorpresón, las dos páginas inéditas de La vida como viene (1 y 2). No se me quejarán.