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martes, octubre 21, 2008

Los tesoros del baúl (I): Steranko.

Regresamos tardíamente del fin de semana con el baúl cargado de cómics. Casi literalmente. Hace unos días nos fuimos de viaje a esa ciudad elegante y marítima que es A Coruña. Allí, además de la fórmula mágica para a ese néctar líquido que le exprimen al café, saben mucho de tebeos. Además, tienen la suerte de contar con islas llenas de tesoros comiqueros y baúles de recuerdos preciados: como los que se encuentran en la Ronda de Outeiro. Doblones, ducados y joyitas como el descatalogadísimo Atmósfera Cero de Jim Steranko para Metal Hurlant (entre otras pequeñas maravillas) a precio de saldo.

Releemos Atmósfera Cero y nos damos cuenta de lo mal que lo habíamos leído hace tiempo. Nos enteramos además del pasado filibustero del amigo Jim, descubrimos alguna que otra curiosidad sobre él y leemos sobre su entrada vocacional en el mundillo artístico. Hecho, este último, que no nos sorprende a tenor del prodigioso despliegue visual que ofrece este episodio adaptativo (de la película del mismo nombre) lleno de lunas, intrigas detectivescas y mineros espaciales clembuterolizados.

Steranko ya estaba asentado en el stardom de los experimentadores gráficos cuando publica Atmósfera Cero (Outland) en 1981: raccords imposibles de espacio-acción, composiciones de página en las que perspectivas, ángulos y puntos de vista multiplican el significado narrativo del conjunto, secuenciaciones innovadoras e imaginativas, splash-panels colosales etc. Pocas veces una película encontró un trasvase visual tan brillante a otro vehículo discursivo.

Lamentablemente, la narración cojea por la pata del componente textual. Su autor abusa hasta la extenuación del material escrito, en forma de bocadillos recargados y cajetillas de texto infinitas. En realidad, este "defecto" tiene que ver a su vez con la dificultad que conlleva adaptar una obra fílmica (109 minutos), tan compleja argumentalmente, en poco más de 40 páginas. El sumario se apodera de la narración. Steranko intenta contarnos demasiadas cosas en cada viñeta, en cada página, y el resultado es una acumulación de acciones y acontecimientos que no se explican con la pausa y el detalle necesarios. Curiosamente, quizás sea en el defecto donde se encuentra la virtud: el ejercicio de síntesis le obliga a Steranko a "inventar" soluciones gráficas llenas de osadía. Un ejercicio en el que el americano había demostrado encontrarse como pez en el agua en obras anteriores como su Nick Furia de los años 60 y 70.


Y, como me consta que algunos de ustedes me miran mal por contarles milongas sobre cómics underground de acceso imposible y tebeítos independientes escritos en jergas bárbaras, les vamos a "regalar" una versión online de Atmósfera Cero (que ya nos habían descubierto nuestros amigos de Entrecómics). Seguimos con más tesoritos en breve.