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domingo, octubre 11, 2020

Sobre el coleccionismo (continuación) y el tamaño de Robbins

Cuando les contábamos el otro día algunos caminos para iniciarse en el mundo del coleccionismo de originales, sin hipotecar el ajuar de la abuela, se nos olvidaron dos o tres detalles.

No mencionamos, por ejemplo, lo interesante que es siempre visitar las webs oficiales de los propios autores para obtener su arte obviando comisiones y mediadores. Es cierto que las páginas de algunos creadores consagrados muy apetitosos siguen teniendo precios difíciles de asumir, sin embargo, otros muchos están abiertos a aceptar encargos (comissions) o directamente ponen sus originales en venta a precios asumibles. Vean, por ejemplo, las estupendas recreaciones-homenaje que está vendiendo últimamente el reciente triunfador del Premio ACDCómic 2019 y candidato número uno al Premio Nacional de Cómic, Pep Brocal; a un precio imbatible, por cierto. Aunque alguno de estos autores a los que nos referimos venden su arte directamente desde sus páginas, otros prefieren recurrir a plataformas como Etsy para sacar a la luz su trabajo; es todo un entretenimiento dedicarse un rato a navegar por la plataforma en busca de nombres consagrados o futuras promesas (les recomendamos tener prudencia con Etsy, no obstante, ya que abundan los tributos y las reproducciones que se anuncian con la etiqueta "original").

Para obtener un cuadro amplio del mercado de originales online de autores y galerías, les recomendamos que visiten la estupenda recopilación de links y direcciones que ha reunido Rafael Amat (autor y uno de los grandes coleccionistas de nuestro país) en su página web ARTCÓMICenventa

El otro día mencionamos también Heritage Auctions, la casa subastas estadounidense que podía llegar a cobrarle a uno (literalmente) más por los costes de envío y manipulación que por la obra original. Pero se nos olvidó hablar de Catawiki, otra casa de subastas online que ha venido a ocupar una parte del espacio que los coleccionistas-vendedores de ebay han dejado libre, con esa falta de salida de originales al mercado que mencionábamos el otro día. La política de Catawiki es la de mantener abiertas varias subastas simultáneas organizadas temáticamente (originales europeos, originales de cómics estadounidenses, planchas eróticas, subasta Disney, etc.).

Si se le dedica tiempo y se está dispuesto a correr ciertos riesgos, en Catawiki se pueden obtener páginas originales a precios muy interesantes; y si suena la flauta y la subasta en concreto muestra poca actividad, uno puede hacerse incluso con algún chollo. Además, como la mayoría de las subastas están organizadas por curadores europeos, los gastos de envío resultan mucho más razonables que los de Heritage Auctions (aparte de que se anticipan con claridad en la hoja de puja).

En una subasta reciente de Catawiki hemos conseguido una tira de un autor al que llevábamos siguiendo algún tiempo en busca de una "oportunidad" ventajosa. Frank Robbins no tiene tanto nombre como Milton Caniff o Alex Toth, pero pertenece a esa misma escuela de autores estadounidenses, técnicamente superdotados, que renovaron el lenguaje visual del cómic de aventuras en sus tiras de prensa, gracias a la introducción de recursos cinematográficos (iluminación, planificación, angulaciones, etc.). Aunque no fue tan celebrada como el Terry y los piratas de Caniff, la serie Johnny Hazard, de Robbins, fue tremendamente popular durante los años 40-60. A esta serie pertenece la tira de Robbins que obtuvimos recientemente por unos 60€ (a los que tuvimos que sumar los gastos de envío). Es un ejemplo muy tardío de la serie (sólo tres años antes de su cancelación) y no es espectacular ni especialmente representativa (no incluye ninguna de esas escenas de aviación en las que Robbins era un maestro), pero nuestra adquisición muestra algunas de esos rasgos tan cinematográficos que definen a su autor, así como su talento infinito en la condensación temática y la composición de planos:


Una de las cosas que más nos sorprendió cuando nos llegó a casa fue su reducido tamaño. Curioso asunto el de los tamaños de originales. Aunque la historia ofrece infinitos ejemplos que demuestran que cada autor dibuja de una manera y se impone sus propias condiciones por lo que respecta a técnicas y formatos (sobre todo ahora, tras la irrupción de lo digital), lo cierto es que —en Estados Unidos, sobre todo, pero también en el mercado europeo de los álbumes y en el mundo editorial manga— existen multitud de constricciones técnicas que vienen impuestas por las editoriales: cualquiera reconoce las láminas pautadas en ese estandarizado formato cercano al A3 (alrededor de 40 x 30 cm) que Marvel o DC imponían a sus dibujantes. En el caso de los dailies y los sundays eran los syndicates (agencias de distribución) quienes determinaban las condiciones de creación y publicación de los cómics en prensa.

Por ejemplo, la gran mayoría de tiras originales periodísticas a las que hemos tenido acceso estos años mantienen un formato que oscila entre los 12 x 46 cm de McManus y el más estándar 19 x 59 cm de Al Capp, Walter Kelly, Frank King o Milton Caniff; luego están los gigantescos formatos que se estilaban en las tiras de los primeros años, como las de Bud Fisher (de las que hablamos aquí). Con lo que no nos habíamos topado nunca es con una tira de material clásico de un tamaño tan pequeño como el que emplea Robbins en nuestra adquisición más reciente, con un área de dibujo de 11 x 36'5 cm. 

Como ven, en el mundo del coleccionismo el tamaño también importa. Y suele deparar sorpresas.