Ya lo decía la amiga Iru el otro día en los comentarios, el almibar y los aplausos están bien, pero un poco de ácido también ayuda a poner las cosas en su sitio (y más un día triste, por otras razones, como lo es hoy). Y es que, si bien el 2006 ha sido un año lleno de buenas noticias para comiqueros y acólitos, ninguna dicha es absoluta (menos aún cuando se habla de viñetas). Miren ustedes, mucha normalización, distribución y reproducción, pero cuando un servidor, con la adolescencia olvidada (aún sin canas), comenta en sus entornos respetables que lee cómics a destajo y que incluso les dedica algún que otro esfuerzo académico (ya les contaré algún día de estos), pues como que recibe miradas de estupor y medias sonrisas sospechosas: "Ah, Mortadelo y Filemón". Pues sí, y a mucha gala, pero no sólo, oiga; pero claro, mucho es pedir que la gente sitúe a Ware o Clowes (por mentar a dos de los que deberían estar) dentro de su archivo de cultura general y obviedades culturales. Incluso, si avizas la mirada escrutinante puedes ver en sus rostros semisonrientes ese fugaz pensamiento de "ya lo decía yo, éste es un friqui con pintas". Ya, ¿y tu que música oyes? Wagner, ah, vaya fascistoide ¿no? Así, así se siente uno. Que lo de friqui puede ser gracioso, pero la generalización suena un poco aleatoria y, perdonen, desconsiderada hacia lo que no deja de ser una manifestación artística ¿o no?
Quizás por eso, a los que vivimos en una pequeña ciudad de provincias nos resulta tan complicado acceder a ciertos materiales comicográficos, que encargas los cómics en tu librería como el que pide plutonio para el quimicefa de su sobrino. Así que, o hay viaje a la capi o no hay viñetas, amigos. Porque claro, lo de la normalización, aún sólo ha tocado de refilón a las librerías (serios lugares para obras serias; menos mal que aún podemos confiar en las bibliotecas públicas). Quizás por eso las editoriales tienen que lidiar con la edición de obras en condiciones no-óptimas (medios técnicos, medios personales, medios económicos) y claro, pasa lo que pasa, que después nos encontramos con auténticas chapuzas como las que nos han llovido este año aquí, allí y más allá (cuánto han dado que hablar, por cierto, y justamente); además, los hados de la imprenta han querido que el desguace fuera a afectar a dos o tres de los grandes títulos del 2006 (Agujero negro y Louis Riel, nada menos), que no sólo a ellos. La ira del lector soliviantado, el bolsillo insultado y el aficionado desencantado se dejó escuchar por los blogs este curso más que nunca. Vaya papelón (y nunca mejor dicho; por cierto la imagen de ahí arriba, "robada" a Con C de arte, por cortesía de nuestro amigo Sr. Punch).
Por otro lado, en los comments de ayer, otro amigo de la bitácora, me recordaba que les recordase otra de las penas y penurias que acechan al fiel lector de cómics: la saturación. Ya les digo. Ayer alabábamos el raciocinio editorial y el criterio en la selección de títulos que se ha observado este año respecto a otros precendentes, pero es que ni así. No hay quien esté al día en sus lecturas, ni quien pueda permitirse el desembolso, por cierto. Porque, sí, los precios siguen ascendiendo a la sombra y cobijo del prestigio del asentamiento de la "novela gráfica" (que, al sonar, más serio, debe exigir también una mayor solemnidad pecuniaria, es decir, un desembolso más generoso). Menos mal que entre tanto crítico y parlanchín como hemos aparecido, resulta más fácil guiarse en la elección del cómic que sí vale el desembolso (¿o ha sido al revés?). Buff, cuan complicado es todo, maese Torrezno. En fin, que tendremos que seguir jugando al bingo inversor y rezar para que la penúltima obra maestra resulte, al fin, serlo. Y esa es otra, si este año se hubieran realmente publicado todos los prodigios que nos han contado, ni crisis, ni deprestigio, ni na; del cómic al limbo de la creación. Si estaba en lo cierto el buen comentarista semianónimo, a veces dan ganas de incomunicarse en una habitación, con tus cómics atrasados, a la luz de un flexo y no salir para evitar esas novedades que no debes perderte. Ya lo decía aquel, el tiempo es tinta, amigos. Cuando nos visite el año joven acabamos con este repaso, ya mas largo de lo necesario. Feliz fin de fiesta.