Hablando de descontextualizaciones (que no de desmitificaciones, porque en estos días nada glorifica más que un buen par de colmillos vampíricos), recibimos el otro día un envío de imágenes disneyanas cargadas de malas intenciones. Se trata de un divertido juego de "despersonajización" o de trasvase de personalidad, que lo mismo da. Estamos acostumbrados a ver ejercicios similares en alegres hibridaciones entre Tracy Lords y Cenicienta o con Blancanieves, cual Celia Blanco, trajinándose a los siete roconanitos. En este caso la cosa va, como hemos dicho, de la revelación del lado oscuro de las féminas cuentísticas y aquello de la inocencia interrumpida; aunque, por la pinta, nos tememos que la página en cuestión en la que hallamos el tesoro también ha de abundar en el otro tipo de procacidades que comentábamos.
Si alguien sabe ruso y nos adivina quien firma las obras de arte (se ve algo en la esquina inferior derecha de las imágenes, pero no nos llega la vista), se lo agradeceremos.
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Por cierto, ¿no les recuerdan estos dos últimos posts, llenos de bromas macabras, superhéroes decadentes y salidas de contexto, a aquel fenómeno caricaturista italiano del que hablamos hace ahora casi tres años?