- La Perdida (Astiberri), de Jessica Abel: seguramente, la autora indy más comentada y reseñada de este año. Su obra magna es ésta y la edición de Astiberri no ha defraudado. Estilísticamente, en la línea del realismo sobrio de Mazzucchelli, La Perdida arranca como un cómic bañado del slice of life, para terminar convertido en un thriller barriobajero de mafias centroamericanas y amistades defraudadas. Todo un culebrón de prestigio lleno de buenos momentos narrativos.
martes, enero 02, 2007
Un paseo de cómic por el 2006 (y VII): el LISTÓN
- La Perdida (Astiberri), de Jessica Abel: seguramente, la autora indy más comentada y reseñada de este año. Su obra magna es ésta y la edición de Astiberri no ha defraudado. Estilísticamente, en la línea del realismo sobrio de Mazzucchelli, La Perdida arranca como un cómic bañado del slice of life, para terminar convertido en un thriller barriobajero de mafias centroamericanas y amistades defraudadas. Todo un culebrón de prestigio lleno de buenos momentos narrativos.
sábado, diciembre 30, 2006
Un paseo de cómic por el 2006 (VI): la paletada de arena
Ya lo decía la amiga Iru el otro día en los comentarios, el almibar y los aplausos están bien, pero un poco de ácido también ayuda a poner las cosas en su sitio (y más un día triste, por otras razones, como lo es hoy). Y es que, si bien el 2006 ha sido un año lleno de buenas noticias para comiqueros y acólitos, ninguna dicha es absoluta (menos aún cuando se habla de viñetas). Miren ustedes, mucha normalización, distribución y reproducción, pero cuando un servidor, con la adolescencia olvidada (aún sin canas), comenta en sus entornos respetables que lee cómics a destajo y que incluso les dedica algún que otro esfuerzo académico (ya les contaré algún día de estos), pues como que recibe miradas de estupor y medias sonrisas sospechosas: "Ah, Mortadelo y Filemón". Pues sí, y a mucha gala, pero no sólo, oiga; pero claro, mucho es pedir que la gente sitúe a Ware o Clowes (por mentar a dos de los que deberían estar) dentro de su archivo de cultura general y obviedades culturales. Incluso, si avizas la mirada escrutinante puedes ver en sus rostros semisonrientes ese fugaz pensamiento de "ya lo decía yo, éste es un friqui con pintas". Ya, ¿y tu que música oyes? Wagner, ah, vaya fascistoide ¿no? Así, así se siente uno. Que lo de friqui puede ser gracioso, pero la generalización suena un poco aleatoria y, perdonen, desconsiderada hacia lo que no deja de ser una manifestación artística ¿o no?
Quizás por eso, a los que vivimos en una pequeña ciudad de provincias nos resulta tan complicado acceder a ciertos materiales comicográficos, que encargas los cómics en tu librería como el que pide plutonio para el quimicefa de su sobrino. Así que, o hay viaje a la capi o no hay viñetas, amigos. Porque claro, lo de la normalización, aún sólo ha tocado de refilón a las librerías (serios lugares para obras serias; menos mal que aún podemos confiar en las bibliotecas públicas). Quizás por eso las editoriales tienen que lidiar con la edición de obras en condiciones no-óptimas (medios técnicos, medios personales, medios económicos) y claro, pasa lo que pasa, que después nos encontramos con auténticas chapuzas como las que nos han llovido este año aquí, allí y más allá (cuánto han dado que hablar, por cierto, y justamente); además, los hados de la imprenta han querido que el desguace fuera a afectar a dos o tres de los grandes títulos del 2006 (Agujero negro y Louis Riel, nada menos), que no sólo a ellos. La ira del lector soliviantado, el bolsillo insultado y el aficionado desencantado se dejó escuchar por los blogs este curso más que nunca. Vaya papelón (y nunca mejor dicho; por cierto la imagen de ahí arriba, "robada" a Con C de arte, por cortesía de nuestro amigo Sr. Punch).
Por otro lado, en los comments de ayer, otro amigo de la bitácora, me recordaba que les recordase otra de las penas y penurias que acechan al fiel lector de cómics: la saturación. Ya les digo. Ayer alabábamos el raciocinio editorial y el criterio en la selección de títulos que se ha observado este año respecto a otros precendentes, pero es que ni así. No hay quien esté al día en sus lecturas, ni quien pueda permitirse el desembolso, por cierto. Porque, sí, los precios siguen ascendiendo a la sombra y cobijo del prestigio del asentamiento de la "novela gráfica" (que, al sonar, más serio, debe exigir también una mayor solemnidad pecuniaria, es decir, un desembolso más generoso). Menos mal que entre tanto crítico y parlanchín como hemos aparecido, resulta más fácil guiarse en la elección del cómic que sí vale el desembolso (¿o ha sido al revés?). Buff, cuan complicado es todo, maese Torrezno. En fin, que tendremos que seguir jugando al bingo inversor y rezar para que la penúltima obra maestra resulte, al fin, serlo. Y esa es otra, si este año se hubieran realmente publicado todos los prodigios que nos han contado, ni crisis, ni deprestigio, ni na; del cómic al limbo de la creación. Si estaba en lo cierto el buen comentarista semianónimo, a veces dan ganas de incomunicarse en una habitación, con tus cómics atrasados, a la luz de un flexo y no salir para evitar esas novedades que no debes perderte. Ya lo decía aquel, el tiempo es tinta, amigos. Cuando nos visite el año joven acabamos con este repaso, ya mas largo de lo necesario. Feliz fin de fiesta.
jueves, diciembre 28, 2006
Un paseo de cómic por el 2006: encalado final (V)
Última tanda de palmaditas, alegrones y miradas optimistas tras mejillas rubicundas a lo Liberatore. Inevitable mencionarlo, no obstante: el 2006 ha sido muy positivo en términos editoriales (ojo, hablamos desde la óptica del lector, que en lo de las ventas deberán ser las mismas casas las que se pronuncien). Pues sí, este curso se ha editado mucho y con un criterio más que aceptable (en progresión constante desde hace unos añitos). Respecto a otros años, se observa una mayor racionalización en los materiales editados: cantidad/calidad. Casi cada editorial de las muchas presentes en nuestro país, ha sacado a la luz algún estreno que merecería estar entre lo mejor del año. Además, las editoriales pequeñas van asentando sus criterios de edición y seleccionando su espectro de mercado.
El manga sigue creciendo sin freno, conscientes sus editores de la atracción magnética que ejerce el sector sobre los lectores más jóvenes y los fans irredentos (no hay más que ver las cifras del último salón del manga). Planeta sigue tirando de catálogo e influencias y, algunas veces, consigue engancharnos con sus propuestas editoriales a lectores no habituales de manga: por ejemplo, cuando recuperan la obra del grandísimo Tezuka, como este 2006 con El árbol que da sombra. Otras editoriales, Ponent Mon al frente, siguen apostando por el manga (con obras de Jiro Taniguchi: El viento de la Tundra, El rastreador o la continuación de La época de Botchan) o el "nouvelle manga" de calidad (Kan Takahama y su Awabi); sin olvidar incursiones editoriales con la mirada del manga al fondo (Fresa y chocolate, de Aurelia Aurita, por ejemplo). En La Cúpula le han cogido el gusto al terror onírico-hipnótico de Hideshi Hino (Panorama infernal, El hombre cadaver); que sigan. Mientras tanto, Glénat a lo suyo con su ingente catálogo manga, sigue las series en marcha de Takahashi (Maison Ikkoku o Lamu) y aparece alguna sorpresita de la autora, como La tragedia de P.
Panini continúa centrada en lo suyo, los superhombres y superhembras de Marvel. Reedita antiguos títulos clásicos con criterio (el Spiderman de Lee y Ditko o Marvels, de Busiek y Ross) y algunos no tan viejos que algún día lo serán (clásicos), como sus Ultimates. Entre lo nuevo, aparece en muchas listas los Jóvenes Vengadores, de Allan Heinberg y Jimmy Cheung o la miniserie Iron Man: Extremis, de Ellis y Granov (ahora que vamos a cansarnos de oír hablar del señor de hierro con su adaptación cinematográfica). Norma ha editado en un volumen el fantástico Superman para todas las estaciones (de Jeph Loeb y Tim Sale), pero como suele ser norma en ellos (¡perdón!), no se limita al mercado de los héroes en mallas y llega materiales menos localizables, genéricamente hablando, como los muy queridos por sus fans Concrete, de Chadwick, el Stranger in Paradise, de Terry Moore o Elfquest de los Pini. Planeta, no quiere ser menos y terminó su irregular coleccionable de Batman (que había comenzado con el cebo inmejorable del Año Uno a un euro). Además, entre sus muchas series, encontramos el Catwoman de Bruebaker, el Superman de Azzarello y Rucka o sus infinitas reediciones de clásicos, entre las que han hecho ruido la de JLA/JLE, de Keith Giffen y DeMatteis, la de El cuarto mundo, de Jack Kirby o, tachán, el Green Lantern/Green Arrow de los señores O'Neil y Neal Adams, casi na. Y sin ser exactamente del género, lo cierto es que Los muertos vivientes de Robert Kirkman merecería citarse aunque sólo fuera por los premios recibidos en Expocomic 2006 (guión y obra extranjera). Lo de los superhéroes, como ven, inmanejable. También abundante ha sido la cosecha del llamado "cómic de autor", por oposición a aquel (???). Entre lo norteamericano (Canadá incluido), encontramos y damos la bienvenida a muchas chicas con obra de relumbrón: La Perdida, de Jessica Abel (Astiberri), El corcel gris, de Hope Larson (Dibbuks) o Vida de una niña, de Phoebe Gloeckner (La Cúpula). También relativamente novedosa es la proliferación de cómics con temática gay, entre los que destaca sobremanera la obra magna de Howard Cruse, Stuck Rubber Baby (excelentemente editada por Dolmen). Entre los jóvenes y los viejos clásicos, nos topamos con que de casi todos encontramos novedades este año: de Chester Brown, Ed, el payaso feliz (La Cúpula; por lo demás, seguiremos el consejo de La Cárcel y consideraremos que la edición corregida de Louis Riel en enero sitúa a esta obra en el 2007), de Clowes, Caricatura, Lloyd Llewellyn (La Cúpula) y, el más citado y halagado del año, Ice Haven (Mondadori); el delicioso Paul va atrabajar este verano (Fulgencio Pimentel), del canadiense Rabagliati también merece algo más que una cita; por supuesto, Locas de Jaime Hernández y de Crumb, El gran libro Yum Yum (también de La Cúpula los dos); la ansiada tercera entrega de Tug & Buster (Astiberri) o el Gregory 2 (Planeta), de Marc Hempel o la edición definitiva del más popular de los los "independientes", el Bone de Jeff Smith (Astiberri). Por lo demás, en los próximos años, oíremos hablar de Kevin Huizenga (Ganges -Sins Entido), de Jeff Brown (Inverosímil - La Cúpula) o Anders Nilsen (Mitologías -Fulgencio Pimentel), y de algunos otros por venir como Weing, Hanuka o Brian Ralph. Y que no se me olvide un acontecimiento en varios sentidos y por varias causas: la edición del King, de Ho Che Anderson (Edicions de Ponent). En la vieja Europa, igualmente, muchas y muy buenas cosas. Refrendando además una realidad: cada vez se editan antes en España los materiales de fuera. Que valga como ejemplo La mala gente de Davodeau, que los señores de Ponent editaron en nuestro país con las ascuas de su triunfo en Angouleme aún humeantes. También de Ponent es el celebrado Periodo glaciar, de Créçy y algunas de las muchas obras de Sfar (La Java Bleue o Pascin), que hemos olido este año por aquí; otras son: El gato del rabino 4, El minúsculo mosquetero 1 (Norma), . Y siguen sacando cosas Frederik Peeters (nueva entrega de Lupus en Astiberri), Larcenet (Vida de perros: una aventura rocambolesca de Sigmund Freud y otra entrega de Los combates cotidianos -ambos en Norma ). Más cosas destacables: el extraño, experimental y sorprendente Morlac (Diábolo Ediciones), de Leif Tande (noruego-canadiense, que bien podríamos haber citado antes) o el premiado Apuntes para una historia de guerra, de Gippi (Sins Entido).
Y por estas tierras hispanas, ¿qué ha sucedido? Pues que lo que funciona fuera, parece que también cala dentro, así que, albricias, poco a poco las chicas se meten con fuerza dentro del negocio comicográfico: lo sabe bien Sonia Pulido, que ha sacado este año su Puede que esta vez (Sins Entido) o Sandra Uve con Los juncos (Astiberri). Por lo demás, siguen confirmando su buen hacer algunos autores jóvenes que ya habían mostrado maneras con obras anteriores, como David Rubin, con La tetería del oso malayo o Javier de Isusi y La isla de nunca jamás (los dos en Astiberri). Los de siempre tampoco han dejado pasar la ocasión y presentan un puñado de muy buenos tebeos: Carlos Giménez, Barrio 3 (Glénat), Mauro Entrialgo, Los domingos (Edicions de Ponent) y Ángel Sefija (Astiberri) y el gran Max, con una de las estrellas editoriales del año, Bardín, el superrealista; un cómic que, aunque recopila historias dispersas anteriores, nos apetece incluir aquí como novedad novedosa de la buena, por su carácter cohesivo y homogéneo (toma ya). Dejamos para el final, a modo de homenaje, siempre modesto, a don Santiago Valenzuela, y su última entrega torrezna, el cierre del ciclo de Deeneim. Además, con el precioso cofre-cajita que se han marcado los amigos de Edicions de Ponent para cobijar los cinco volúmenes de la serie, la cosa ya merecería la pena. Los años oscuros, más extraño, más loco y referencial que los anteriores, se presenta como cierre perfecto para la saga épico-paródico más grande del cómic español en muchos lustros. Todo un regalo. He dicho, mañana más.
miércoles, diciembre 27, 2006
Un paseo de cómic por el 2006 (IV): otra manita blanqueadora.
martes, diciembre 26, 2006
Un paseo de cómic por el 2006 (III): otra de cal.
Continuamos con el repaso anual y lo hacemos en rima consonante, en "on"; después de la normalización, aplaudimos otra buena nueva muy relacionada con aquella: la difusión. Efectivamente, con la posibilidad de comprar por internet (al fin algo en lo que hemos salido ganando con el euro), no sólo resulta cada vez menos complicado hacerse con esos cómics que sólo conocían los expertos (alabemos a San Amazon y San Ebay), sino que además, cada día es más sencillo acceder a información acerca del medio. Ayudan, y mucho, las editoriales (que como veremos mañana, cada vez funcionan con más diligencia) con sus listas de novedades. Esencial es también el papel de internet, con sus blogs y bitácoras, crecientes en número y en diversidad (¿en calidad? no nos pronunciaremos por lo que nos pueda tocar ;).
Parece que el círculo de amigos del cómic reunidos en torno al calor de las viñetas, se va consolidando positivamente. Quien más quien menos, tiene su listita de páginas favoritas a las que recurrir con un simple click. En este sentido, el papel difusor y englobador (permítaseme el oxímoron) de TEBELOGS! es cada día más loable e importante (desde aquí mi agradecimiento sincero y personal, pero me imagino que compartido por el colectivo de bloguers comiqueros); está por ver cual es la capacidad real que le permite a TEBELOGS! ser un blog de blogs manejable y operativo, y si aguantará el crecimiento exponencial al que se ha visto sometido este año (muy positivo, en principio). Por lo demás, aunque muchos nos hayamos sumado al juego de las bitácoras en este 2006, casi todos seguimos confiando en La cárcel y su carcelero, como bitácora maternal de referencia; al tiempo que nos dejamos caer casi a diario por muchas otras páginas clásicas, divertidas, locas o instructivas.
Como hemos dicho al arrancar el post, el tema de la difusión está emparentado directamente con muchos de los factores de normalización que señalábamos ayer (el apoyo institucional, el aprecio de la crítica y los medios impresos, etc.), y, sin duda, también ha de estarlo con algunos aspectos externos (o no tanto) al propio mercado comicográfico: porque, a ver, ¿quién no se ha tragado este año al menos una película basada en un cómic? Sin ningún ejemplo a mano tan glorioso como la gloriosa American Splendor de Springer y Pulcini, que vimos el año pasado, lo cierto es que cada vez "vemos más tebeos" en el cine (V de Vendetta, Batman Begins, etc.). Algo querrá decir y algo tendrá que ver con la popularidad creciente del discurso (al menos, debe significar que los productores confían más y más en la calidad de los guiones de cómics en detrimento de sus propios escritores).
En fin, no sé si los globos y los bocadillos no me dejan ver más allá de mis líneas cinéticas, pero juraría que cada vez se habla más y mejor de cómics, incluso en círculos que no tienen que ver con (o nunca han querido ver) los personajes enviñetados. Winds of change.
lunes, diciembre 25, 2006
Un paseo de cómic por el 2006 (II): una de cal
El palabro del año y uno de los top-ten de esta bitácora ha sido "normalización". Y es que, aunque suene increíble, parece ser que la máxima aspiración del cómic en sus (bastantes) más de 100 años de vida ha sido entrar dentro del grupo de las artes en un grado de paridad. La cosa ha tenido sus obstáculos, de ahí la ansiedad creada, claro. Por un lado estaba la cuestión del público lector: ya se sabe que lo de los dibujitos iba tradicionalmente asociado a la lectura ilustrada, que con colores los niños habían de asimilar más fluidamente (cosas de críos). Luego estaba el asunto del nacimiento a la sombra de las máquinas tipográficas y la distribución sindicada y los condicionantes de la prensa y el público lector que te lee y te tira como un producto de consumo más rápido y "popular" (en el peor de los sentidos), que un folleto publicitario. Y, claro, en la vieja Europa de los fascistillas diletantes se vio bien que el folleto se convirtiera en cómic y el cómic en folleto. Todo un batiburrillo de diretes que llevó al cómic al grado de arte menor o hermano menor de las artes, medio popular sin valor artístico, o vaya usted a saber.
Por eso, ahora (en realidad la cosa viene de hace unas décadas, los años 70 quizás; cuando hasta una lata de tomate podía estar en un museo), decía que ahora a uno se le ilumina la cara cuando descubre que rara es la semana en que no encontramos un tratamiento serio de los cómics en los medios de difusión periodística del país. O cuando resulta que cada vez más y más museos parecen interesarse por los artistas (sí, sí, como los que pintan cuadros, caballero) que hacen viñetas. Se abren los centros de investigación y divulgación, se unen los profesionales, se remueven inquietos los de dentro y los de fuera. Y mire que hasta los políticos, de repente, han decidido que hay que proteger, legislar e incentivar el 9 arte (¿o era el décimo?).
Además, resulta que lo de la normalización dichosa no sólo tiene que ver con la recepción y aceptación social del medio (aunque sí en gran medida), sino también con el hecho de la creación artística; es decir, con que en los cómics se pueda hablar de todo y con que nadie se eche las manos a la cabeza (si resulta que ya no es una cosa sólo de niños, pelillos a la mar) por que una señora o señorita se ponga a dibujar cómics (ahí están en este curso 2006 las Jessica Abel, Roberta Gregory, Hope Larson, etc.) o por que a alguien se le ocurra hablar de sexo con pelos y más pelos, sin importarle la inclinación, posición o paridad genérica. Miren que, quizás, algún día hasta seremos capaces de leer cómics de allá o de acullá con toda la normalidad del mundo, aunque hablen de señores de otros colores políticamente correctos.
Así da gusto. Este 2006 huele a cambio del bueno. A normalidad, a "nos-estamos-haciendo-modernos" pese a quien pese. Huele a que el cómic ha entrado definitivamente en la mayoría de edad y a que ya es un arte con mayúsculas. Que siga.
domingo, diciembre 24, 2006
Un paseo de cómic por el 2006 (I)
Vamos a sumarnos a la inercia buen-rollista-revisionista-fiestera de estas fechas y, amén de felicitarles las fiestas a todos los buenos amigos y lectores de esta bitacorita, les invitamos a pasearse con nosotros a lo largo de la siguiente semana por lo mejor y lo peor que nos han dejado las viñetas en este 2006. Iremos y vendremos por esas baldosas amarillas que nos guian esperanzados hacia un futuro luminoso del cómic y descenderemos por los resbaladizos escalones enmohecidos hacia las catacumbas del 2006 (se me inunda el espíritu de prosa versallesca estos días, que le voy a hacer). Lo dicho, acompañennos en el paseo; culminaremos a los pies del arco iris con los primeros pálpitos del 2007 y con la inevitable lista de nuestros cómics favoritos de este curso que ahora termina. Nos vemos por aquí. Abrazos.