jueves, agosto 25, 2011

The Accidental Salad, de Joe Decie. Una vuelta de tuerca sarcástica.

Cuando un inglés señala que algo es “hilarious” (que es la monda), normalmente se refiere, en realidad, a una cualidad del humor más cercana al sarcasmo inteligente y a la agudeza ingeniosa que a la carcajada. Formas de ver la vida y de mirar al mundo, sin duda.
Por ejemplo, hilararious es The Accidental Salad, de Joe Decie, otro de los tebeos que nos hemos traído de nuestra reciente visita a las islas. Es un cómic fantástico, añadimos nosotros. Muy en la línea del humor contemporáneo, basado en el absurdo y en la mirada cínica, mucho más que en la parodia gruesa o el astracán grosero que nos mataba de risa en otros tiempos. El tebeo de Decie es una colección de escenas breves (sketches), presuntamente autobiográficas, aparentemente cotidianas, que nos pasean por los recovecos vitales de un treintañero, artista, dibujante de cómics y padre de un hijo. No es un ejemplo más de slice of life independiente, aunque la recomendación de la contraportada esté firmada por Jeffrey Brown; el cómic de Decie es mucho menos autocompasivo, más cínico y ligero que la obra de Brown. La mirada del autor se posa en las pequeñas incongruencias de nuestra existencia, en esos dejà vues colectivos que en Matrix llamaban “fallos del sistema”, en la revisión del detalle que por habitual pasa desapercibido. Todo ello, narrado desde un yo autoparódico y lleno de ingenio, en el que muchos nos vemos reflejados sin demasiada dificultad:

Haraganeando: Todo el mundo sabe que paso demasiado tiempo enredando delante del ordenador, con la mente en blanco, la mirada perdida, dejándome llevar por su brillo. / Por eso, me prescribieron una temporadita en el campo, sin ordenador ni televisión. / Me pasé toda la semana mirando al fuego delante de la chimenea, enredando, con la mente en blanco, la mirada perdida, dejándome llevar por su brillo.
En cuanto abrimos las páginas de la ensalada de anécdotas accidentales que es el volumen de Decie y nos topamos con sus elegantes acuarelas, realistas y esquemáticas a un tiempo, pensamos en Gipi. Para más inri, el formato elegido por la colección “Chalk Marks” (la línea que Blank Slate ha creado para apostar por jóvenes artistas británicos) nos recuerda sobremanera a los cuadernillos de Sins Entido, en cuya edición pudimos leer el Apuntes para una historia de guerra de Gipi.
El estilo de Decie es, no obstante, mucho más directo y narrativo que el del italiano; al prescindir de intenciones evocadoras, su trazo resulta mucho más elemental y esquemático. En ese sentido, parecería mucho más sensato comparar The Accidental Salad con la obra de Ben Katchor o José Carlos Fernandes, con los que Joe Deci comparte, además, el gusto por el absurdo y la parodia social.
Hemos disfrutado sinceramente las ocurrencias vitales de Joe Decie y su habilidad para plasmarlas sobre el papel, jugando con mecanismos comicográficos y experimentando con su narración. Nos hemos quedado con ganas de seguir indagando en sus “Fun Facts” o en los “Parenting Tips” que salpican su producción. Él nos remite a su página de Internet y sus cómics online, nosotros le tomamos la palabra y les invitamos a ustedes a sumarse a la visita.
Una apuesta editorial ganadora la de Chalk Marks, sin duda.

lunes, agosto 22, 2011

fish + chocolate, de Kate Brown. Torturada maternidad.

A punto de regresar, por enésima vez en este curso, de un periplo por las Islas Británicas. Mucho English Breakfast, tragos de Cask Ales y paseos por arquitecturas normandas. Algunos cómics, también. Los mejores los encontramos en Page 45, la estupenda tienda que descubrimos en Nottingham con centenares de cómics independientes y joyas editoriales varias. Por exigencias de guión (aerolínea lowcost mediante), hemos tenido que limitar nuestro acopio comiquero a la mínima expresión, pero aún y así nos hemos traído alguna viñeta merecedora de atención.

Nos ha sorprendido, por ejemplo, fish + chocolate, de Kate Brown, por su simbolismo trágico y por esa explicitud que ya se avisa en la portada. Detrás de un apartado gráfico a medio camino entre un estilo manga estilizado (big eyes al frente) y el realismo manierista y manufacturado de la línea Vertigo, fish + chocolate esconde un espíritu experimental y grandes dosis de simbolismo.

Se trata de una colección de tres historias cortas (The Piper Man, The Cherry Tree y Matryoshka) conectadas entre sí por el concepto de la maternidad. Desconocemos el trasfondo biográfico que pueda haber llevado a Kate Brown a acercarse a las relaciones madre-hijo con tales dosis de crudeza y desgarro, pero no hay duda de que fish + chocolate es un trabajo que encierra una sensibilidad profundamente femenina en sus páginas: subjetividad y evocación simbólica. Sangre, desnudez, desafecto, abandono, dolor..., son elementos y sentimientos que se plasman en las páginas del cómic tejiendo un manto de incertidumbres y desasosiego, bastante críptico por momentos.

Detrás de la apariencia comercial de sus imágenes (y sus truculencias argumentales), fish + chocolate esconde, no obstante, fórmulas narrativas poco habituales: predominan en sus composiciones de página, las que Scott McCloud denominaba transiciones de viñeta aspecto a aspecto (esas en las que la narración se detiene para crear efectos contemplativos a través de la exposición sucesiva de objetos, el uso de planos cerrados o las acumulación de viñetas de detalle). Debido a ello, el cómic de Kate Brown avanza a paso lento, y crea atmósferas densas y desasosegantes, cuando no truculentas; unos efectos lastrados, en ocasiones, por el exceso de adornos y algunas elecciones caprichosas en los formatos de viñeta.

Una curiosidad, este fish + chocolate, con algunos momentos verdaderamente excelentes, como los que protagoniza esa madre desesperada hasta la paranoia de Matryoshka. ¿Lo veremos por aquí? Nos informaremos en su blog.

lunes, agosto 15, 2011

La rabia y unos superhéroes vandalizados.

Europa, poco a poco, empieza a perder su vieja compustura y la eterna impostura que se esconde detras de su máscara de civilización. Cuando no es el vandalismo de unos hooligans ingleses rabiosos y descontrolados, se trata de la juventud francesa de los arrabales que no espera nada de nadie o de la ejemplar y muy civilizada protesta ciudadana española (dando ejemplo, por una vez). No queremos meter todos estos "levantamientos" en un mismo saco (seria injusto, por ejemplo, para la causa que se levantó y continua alzada en nuestro país, enfrentarla a todo lo que estamos viendo estos dias en la televisión), pero encontramos un elemento común a todos ellos: la rabia; sea esta controlada, muda, violenta, explícita, organizada o anárquica, observamos hastío y saciedad detras de la impotencia.
Los ciudadanos empiezan a sentirse cansados de quienes les gobiernan en la sombra. Reconocida la gran mentira que ha resultado ser esta crisis que esta devorando al mundo, descubierto el andamiaje que sujeta la gran falacia de la especulación, de las ganancias bancarias, del entreguismo politico y de un planeta hipotecado, sólo nos queda reírnos con amargura de nuestra propia inocencia, pisotear nuestra buena fe y rebelarnos. Pudimos hacerlo cuando se nos engañó con guerras ancladas en la mentira, guerras mercadeadas por un puñado de políticos codiciosos mientras capoteaban en charcos de petróleo. No lo hicimos.
Ahora, mientras asistimos impotentes al espectáculo grotesco de la especulación, al derrumbe de unos mercados de monopoli que obligan a los estados a cercenar derechos sociales y a estrujar el panal, mientras los zánganos se ríen en sus poltronas, ahora, parece que la colmena esta a punto de reventar. Los políticos asisten estupefactos al estallido de realidad de una realidad que desconocen. Algunos, incluso, los mismos neoliberales que nos han metido en este fango, se postulan para sacarnos de él (a costa de nuestra salud, de nuevo, suponemos). Probablemente lleguen tarde. Probablemente esta vez no les creamos. A ellos ni a sus pornográficos consejos de administracion de las cajas de ahorros, ni a sus diputaciones engolfadas en el nepotismo, ni a sus amigos banqueros o empresarios millonarios que en un mismo consejo de administración anuncian de forma obscena, mientras babean petrodolares, benefici0s millonarios y despidos masivos de trabajadores. Ya no les creemos, tampoco podemos sentir pena por ellos, porque estamos en sus manos, pero sí podemos acariciar su decadencia putrefacta (como ya están haciendo en Islandia).
Nos habeis engañado, nos estáis engañando, cada vez que anunciáis repartos de beneficios entre vuestros accionistas os deseamos nuestra misma suerte, la peor de las suertes. Cada vez que nos aumentáis el diferencial de la deuda con otros reinos mejor provistos, nos ciscamos en vuestras colecciones de aes, bes y ces, en vuestros mases y menos, en vuestras obscenas calificaciones aleatorias que no supieron avisarnos de que el barco se hundía. Cada vez que os negáis a viajar en primera, a renunciar a vuestros derechos de pernada vitalacia, a vuestros sueldos dobles, triples y cuadruples, sospechamos que detrás de vuestras pashminas, modelo-amigos-de-los-trabajadores, se esconden dos colmillos afilados.
Y a pesar de todo, no os deseamos más mal que el mismo que nos infrinjáis a nosotros. No creemos en revoluciones cruentas, no asentimos ante los machetes descerebrados de los hooligans britanicos. No, sólo esperamos que la red global os envuelva y consiga apagar vuestra codicia.
Hasta entonces, no aceptamos mas vandalismo que el que se esconde detrás de, por ejemplo, la ironía y el humor resignados. Entre todos los actos de levantamiento a los que hemos asistido últimamente, nuestro favorito es éste (¡grandes estos búlgaros!):
Over the weekend, the citizens of Sofia, Bulgaria awoke to find a public monument to Red Army defaced by an unknown interventionist. The statues of Soviet soldiers who “liberated” Bulgaria in 1944 were painted as Superman, Ronald McDonald, Santa Claus and other pop culture icons of capitalist Americana. Below it, a graffiti caption read: “In step with the times!”
Today, the Bulgarian Minister of Culture condemned the act as “vandalism,” concluding that “We (Bulgarians) are the only ones led by some kind of destructive force when it comes to monuments of socialism.” Maybe, maybe not. Czech artist prankster-extraordinaire David Černý had pulled a similar stunt years ago when he
painted a Soviet tank pink.

lunes, agosto 08, 2011

Sin título (2008-2011), de Rayco Pulido. Elaboración y factura (postmoderna) de un thriller (experimental).

Es complicado hacer la crítica de una obra que la contiene, la crítica, en sí misma. Cuando se revisa el fenómeno postmoderno (vamos contando con la perspectiva histórica para hacerlo), una parte de la crítica habla de su falta de originalidad, de su continuidad manierista de lo Moderno; para otros, la Postmodernidad es un movimiento en sí mismo, una ruptura respecto a lo anterior, que cuenta con unas marcas definitorias propias. Ambas tendencias, confluyen, no obstante, en reconocerle una serie de características propias a la obra postmoderna: su revisión irónica del corpus precedente, su autorreflexividad crítica, los procesos de autorreferencia, la interdiscursividad, etc.

Si esto es así, Sin título (2008-2011), la primera obra del canario Rayco Pulido, es una obra postmoderna con todas las de la ley, desde su portada o el mismo título (que en realidad no es su título). Estamos, en todo caso, ante un trabajo profundamente reflexivo y muy experimental, una lectura que exige un esfuerzo del lector, aunque, como veremos, en este caso sus propias páginas desvelan todas y cada una de las claves de la lectura. Un cómic sorprendente y muy meritorio, con sus imperfecciones y sus muchos hallazgos, que se esfuerza por expandir el lenguaje del medio en el que se desarrolla.

En realidad, Sin título es el cómic de cómo se gesta y se lleva a cabo otro cómic, Pie de trinchera, enmarcado en las páginas de aquel, como metarrelato (otro nuevo rasgo típico de la narración postmoderna). Hemos visto un recurso parecidos con anterioridad en obras como Hicksville o El artefacto perverso. La historia de Pie de trinchera es sobre todo la historia del desencuentro de dos de sus protagonistas principales: Abel y Helena; pero es también el escenario de otras muchas historias que se ramifican a partir de ella y que consiguen crear una atmósfera de serie negra costumbrista con un alto grado de denuncia social. Como anuncia desde las páginas de Sin título el crítico literario que somete Pie de trinchera a crítica, Rayco Pulido aborda “un montón de temas delicados: corrupción policial (…), adulterio, xenofobia, violencia doméstica”. En este sentido, Pie de trinchera podría leerse, aparte de como un thriller comicográfico breve, como un relato simbólico de la decadencia contemporánea, de la suciedad que los países occidentales (España en este caso) esconden bajo sus opulentas alfombras. Quizás por eso casi todos sus personajes resultan tan antipáticos e imperfectos, como personas.

Le encontramos defectos a Pie de trinchera, como casi a cualquier narración: cierta premura en el desenlace de algunas escenas, ambigüedades o elipsis narrativas un tanto crípticas, incluso, dándole la razón al plomizo crítico de Sin título, no nos llega a convencer del todo la resolución casual del conflicto. Lo asombroso de este ejercicio crítico es que ni siquiera es nuestro del todo, nos lo da la misma narración marco en la que se integra Pie de trinchera como metarrelato. Nos explicamos.

Resulta que Sin título (2008-2011) no es un cómic propiamente dicho, es una fotonovela, un fragmento de realidad protagonizado por el mismo Rayco Pulido (en el papel de el “dibujante”), Manuel Henríquez (interpretando al intransigente “analista”) y Inés Álvarez (como Ángela). En las dos primeras páginas del cómic, aparece toda la galería de protagonistas de Pie de trinchera (Abel, Helena, Lázaro, Don Cándido, etc.), entre ellas se insertan las fotos reales de Rayco, Manuel e Inés (en la última página, aparece otro casting: el de los hombres y mujeres subsaharianas muertas en pateras al intentar cruzar el estrecho; en este caso sólo la fecha de su muerte al pie del dibujo les identifica). Es toda una declaración de principios: la obra desvela su andamiaje ficcional desde la primera página, lo hace a tumba abierta, sin medias tintas o falsos giros narrativos. De ahí la elección del formato de la telenovela, para crear el primer marco de la narración: el de un dibujante que le presenta su obra (Pie de trinchera) a un crítico, por intercesión de su pareja, amiga de éste.

En un primer momento, sorprende la intercalación de páginas dibujadas con la secuenciación fotográfica telenovelada (aunque de una forma diferente, viéramos una técnica similar en esa obra maestra que es El fotógrafo). Hubiera parecido más lógica y menos agresiva la elección de un simple cambio estilístico (como hacía Horrocks en Hicksville o Del Barrio en El artefacto perverso) como vehículo para diferenciar niveles narrativos. Sin embargo, a medida avanza la lectura, uno tiene la impresión de que la elección de Rayco Pulido es todo un hallazgo narrativo (aunque por su naturaleza experimental, no debería ser un ejercicio perpetuado como marca de estilo del artista). La fotonovela funciona a la perfección a la hora de distinguir ese plano de la realidad (que, no nos equivoquemos, también es pura ficción -no hay más que ver que los protagonistas están representando roles, aunque el dibujante sea un claro alterego del mismo Rayco) del otro plano del relato narrado (en el que, no obstante, el personaje principal y su pareja también nos recuerdan al “dibujante” y a “su pareja” Ángela). Además, desde estas páginas venimos defendiendo desde hace mucho que el “cómic” es un medio, sí, pero también un lenguaje artístico con unas herramientas narrativas propias, que comparte en gran número con la fotonovela. No es un hecho baladí en este caso.

A lo largo de la narración marco, el dibujante le muestra sus páginas semiacabadas de Pie de trinchera al crítico y éste las somete a una disección despiadada, revelando sus defectos y llamando la atención sobre su aparente inconsistencia. Señala en un momento dado a propósito de una escena conflictiva:

Entonces debería buscar mecanismos diferentes, no sé... realidad fragmentada o algo así... más experimental, de ese modo los críticos serán más indulgentes je, je. Porque tratar de ser “real” usando las herramientas de ficción más académicas suele dar como resultado un tostón... realidad=aburrimiento... y para ser tu primer trabajo quizás sea demasiada pretensión...

Obviamente, el crítico, el personaje de ficción, no conoce el proceso posterior de reelaboración discursiva que sufrirá ese relato que está analizando, ni sospecha que el terminará formando parte de él (en este sentido, es divertida y muy irónica la posible insinuación de la obra como ejercicio de venganza hacia la crítica en general o hacia un crítico concreto en particular -un nuevo guiño/juego narrativo, no obstante). Como lectores, observamos muchas de estas críticas como excesivas y, en muchos casos, si estamos acostumbrados al lenguaje de las viñetas (el crítico reconoce pertenecer al mundo del cine), entendemos que sus consejos no harían sino empobrecer la narración y nos posicionamos claramente junto al personaje que respira detrás de la fotografía de Rayco Pulido. En otros caso, reconocemos las palabras del crítico como una guía útil para seguir la lectura y tenemos que estar de acuerdo con sus ataques despiadados. Ahí se encierra uno de los grandes hallazgos de este cómic: aunque en ocasiones no sabemos a ciencia cierta si las páginas que estamos leyendo (las de Pie de trinchera) son las mismas que sojuzga el crítico o son la versión corregida posterior a sus palabras, lo cierto es que el lector nunca llega a percibir enteramente los defectos del relato (sus ambigüedades o sus posibles arritmias), ya que la reflexión crítica (previa o posterior) que hacen el dibujante y el crítico sobre las mismas, encierra en sí misma la solución de lectura y la “fe de erratas” que aquellas pudieran contener. Cuando la propia narración habla de sus errores internos, estos resultan subsanados, gracias un ejercicio de honestidad autorial y humildad creativa (pese a las enormes dosis de ambición que esconde en su trastienda).

Entre tanto aliciente, no se nos escapan algunos detalles que, como lectores críticos, nos rechinan un tanto. En algunos casos, tenemos la sensación de que un acabado más “limpio” de algunos dibujos, hubiera funcionado de un modo más efectivo en la transición entre los dos niveles narrativos. Puede ser que cierto esquematismo facilite la sensación de contraste entre ambos, por lo que respecta a la faceta gráfica; sin embargo, no nos acaban de convencer la factura abocetada de las onomatopeyas, ese aire exageradamente manual e irregular de la tipografía o las veladuras en el entintado de las tramas negras...

Son minucias, lo sabemos, dentro de una obra que plantea multitud de sorpresas narrativas y lecturas interesantes. Un trabajo que juega a experimentar con el lenguaje comicográfico desde dentro y que demuestra, como no muchas obras pueden hacer, las enormes posibilidades narrativas de un medio al que le queda aún mucho por explorar. Rayco lo sabe y estira las posibilidades de su lenguaje con unos resultados más que interesantes. Claro, como críticos, le tenemos que sacar punta hasta a lo bueno.

lunes, agosto 01, 2011

From the Shadow of the Northern Lights (vol. 1). La luz underground del norte.

A la vuelta de uno de nuestros últimos viajes, les comentábamos que nos habíamos traído material nórdico y que les daríamos cuenta del mismo a su debido tiempo.

En una pequeña tienda de Estocolmo descubrimos la existencia de From the Shadow of the Northern Lights (Top Shelf, 2008), una antología de cómic sueco con los autores más representativos de las últimas décadas, surgidos casi siempre alrededor de Galago, la revista underground que nació a finales de los años setenta. El descubrimiento de una colección de cómics traducida al inglés nos ayudó a sacarnos la espinita que se le clava a uno cada vez que llega a un país cuya lengua desconoce; especialmente, cuando en ese país existe una industria interesante de cómics (tampoco se piensen que andamos con las viñetas en la cabeza día y noche).

En el prólogo From the Shadow of the Northern Lights, el editor de Galago, Johannes Klenell, introduce el volumen:

"Oscuros" es una palabra que la crítica emplea frecuentemente para describir los trabajos de Galago. Evidentemente, esto es cierto en el caso de la recopilación que tiene usted entre manos, aunque también el humor ha tenido siempre un papel importante en nuestras publicaciones. Siguiendo la inspiración de los cómics contraculturales de Crumb, Galago nació a finales de los años 70 como revista de sátira política. En las últimas tres décadas, este extraño superviviente en un clima cultural adverso, ha crecido hasta convertirse en el buque insignia de la escena de cómics alternativos suecos. Se convirtió en la plataforma crítica contra los yuppies de los 80, un reducto de sinceridad durante los superficiales años 90, y permanece como uno de los pocos espacios de cultura alternativa que han resistido en el nuevo milenio. Los suecos somos una antigua raza, somos de un país tan septentrional que el sol apenas brilla durante los helados, glaciales y húmedos meses del año. Quizás este hecho ayude a la mezcla de melancolía y sarcasmo que brilla en esta colección. Esperamos que la disfrute, nuestro primer intento de sacar a los mejores artistas suecos fuera del Círculo Polar Ártico.

Lo hemos hecho, disfrutar de la antología. Se esconde talento en sus páginas. De hecho nos hemos quedado con ganas de saber más de algunos de sus componentes. En los siguientes párrafos les mencionaremos los nombres de aquellos de los que nos gustaría seguir oyendo hablar en el futuro; quién sabe, a lo mejor algún día llegan a nuestro país o se les sigue traduciendo desde editoriales como Top Shelf.

Se menciona en los breves perfiles biográficos del índice que Joakim Pirinen es una leyenda viva del cómic escandinavo. Su estilo underground es una extraña mezcla entre el trazo sucio de Vuillemin y el underground más ortodoxo (paradoja al canto) de Crumb. Nos gustó la ironía costumbrista de su "Bear family".

Hay mucho underground costumbrista en From the Shadow of the Northern Lights, ya saben, slice of life en la línea de Jeff Brown y coetáneos como Liz Prince. "Oktoberfest", la historia de Sofia Olsson se parece a las de Brown hasta en su vertiente gráfica; un clon sueco de esas historias que entienden la existencia como una rutina salpicada de alegrías mínimas y desconsuelos erosionadores. En la misma liga, juegan Mats Jonsson y Anneli Furmark. El primero, artista y coeditor de Galago, presenta también muchísimas similitudes a Jeffrey Brown y pasa por ser una leyenda viva del cómic autobiográfico sueco, "un icono pop de la escena del cómic sueco", reza su presentación. De "I dated a teenager" no podemos sacar conclusiones tan extremas, aunque resulta interesante como episodio de honestidad autobiográfica amorosa (descubrimos en su blog que Top Shelf acaba de editar en inglés su Hey Princess). El estilo de Anneli Furmark sigue emparentado con el underground (gracias sobre todo a su abigarrado entramado manual y el esquematismo de su propuesta), aunque se acerca a cierta concepción naturalista de los personajes y el escenario: la historia que desarrolla en "A private place" indaga en la autodestructiva naturaleza humana y en las dudas de la angustia creadora. Anneli Furmark ha publicado también con Drawn & Quarterly.

En un estilo igualmente esquemático, con una línea mucho más clara, cercano al de Porcellino, Henrik Bromander nos ofrece "The World-Wager", probablemente la historia más desasosegante y oscura de la recopilación. Detrás del trazo infantil, se esconde un relato familiar con carga de profundidad. El dibujo de Liv Strömquist mantiene los mismos patrones de esquematismo, trazo infantil y línea clara minimalista. Curiosamente, su historia ser aparta radicamente de ese aire naif: en "I was stalin's girlfriend" hace un recorrido crítico, no exento de ironia, por la vida sentimental de Stalin y su relación con las mujeres; el villano universal no lo era menos, en la trastienda del corazón, parece que nos viene a contar Strömquist con un discurso planteado desde un interesante feminismo activista. En este volumen, nos ha sorprendido mucho el talento visual de Lars Sjunnesson (con una historia cercana al mundo de la ilustración). O la capacidad gráfica de Marcus Ivarsson en su fábula "Nemesis", con un mundo de animales antropomórficos que se enfangan en los peores vicios de la humanidad. Con un estilo que nos recordaría al surrealismo pop animalizado de Woodring, después de un mal viaje psicodélico por los bajos fondos del subconsciente.

Nos ha impresionado la delicada línea underground de Tom Karlsson, un cruce perfecto de Dave Cooper y Anders Nilsen, que en "Tell me about the mountain" nos sumerge con dramatismo en las profundidades del recuerdo y la pesadilla. También lo ha hecho el académico y elegante naturalismo de Loka Kanarp en "The party", una historia acerca de la soledad y el dolor interior, cuyo dibujo y desarrollo nos ha hecho pensar en los mejores trabajos de Jessica Abel. Nos encantaría volver a tener ocasión de leer obras de estos dos autores en el futuro.

No hemos acabado con el tema, en algún post venidero, les contaremos nuestras impresiones acerca del segundo volumen de From the Shadow of the Northern Lights que publicó Top Shelf dos años después. Hasta entonces, buceen entre los autores de Galago y las muchas páginas que les hemos vinculado en este post. Seguro que descubren algún diamante en bruto.