No se nos ocurre mejor desconexión navideña que la de navegar entre viñetas para escaparse de banquetes excesivos, masificaciones celebratorias y jingles machacones. Hoy les invitamos a leer cómics de calidad en formato pequeño y autoeditado. Ya saben ustedes cuánto nos gustan los minicómics y los fanzines hechos con mimo. Tenemos dos ejemplos recientes que cumplen con todas las premisas.
Esteban Hernández lleva ya nada menos que siete números publicados de su fanzine Usted. Toda una caja de sorpresas que encierra entre sus páginas muchas de las fobias, filias y reflexiones de su creador. Más aún en este número en el que todas las historias son suyas. Siguiendo el itinerario de los Usted, uno percibe además la evolución artística de un creador que cada vez es mejor dibujante; se adivina el refinamiento de su línea detallista, su trabajo con los fondos, primoroso y expresivos, y su empleo del color y las masas de grises como elecciones plásticas que aportan profundidad y tridimensionalidad a sus imágenes (y que a nosotros nos gustan mucho más que esa línea clara diáfana que emplea en otras historias).
Usted #7 está todavía mejor dibujado y editado que los ejemplares anteriores (que también nos gustaron mucho), pero además funciona como ejercicio autorreflexivo de calado hondo: desde su estupenda e intrigante portada nocturna, el lector adivina que, para el artista, algunos de los relatos que lo componen son en realidad un fragmento de consciencia, un ejercicio de exorcismo autoconfesional (como en los casos de 12:30 a.m., Metaduelo, Aún me pasa poco o Sea como fuere, en la que desarrolla el episodio de un viaje frustrado a Colombia, en el que, nos tememos, estuvo implicado un amigo transatlántico de este blog). En otras ocasiones, Esteban Hernández recurre al humor absurdo agridulce (la serie Mik i Kim) o a anécdotas cotidianas con poso reflexivo existencial (Ciprés, Ocurrió aquí al lado o Iván utilizaba el transporte público), para desarrollar su catálogo de patologías y anomalías sociales. A nadie puede extrañar que Usted fuera el fanzine ganador del último Salón de Barcelona.
El segundo fanzine que hemos disfrutado recientemente es el número tres del Buendolor de Nofu (Álvaro Nofuentes). Otro buen amigo de esta bitácora, que regresa después de su experiencia en la Escuela Europea de la Imagen de Angulema (a donde llegó con una beca de la Caixa, señal de que este tipo de iniciativas rinden sus frutos antes de que los gestores de la nada decidan cancelarlas).
Siguiendo un itinerario cruzado al de Esteban Hernández, en el nuevo número de Buendolor aparecen más autores invitados que nunca: encontramos historias del propio Nofu, claro, pero también hay viñetas de Mai Li Bernard, Marcos Prior, Martín López, Micharmut o del mismo Esteban Hernández; cruce de caminos… Todos los relatos orbitan alrededor de un único tema y concepto creativo: “Experimentando con sexo”. Dos nociones felizmente complementarias. Lo observamos ya en la portada, en la que conviven el Pato Donald, Daisy y un muy lubricado troquelado vaginal. Envidando.
En su señalado afán experimental, las historias de Buendolor #3 eligen recorridos muy diferentes, incluso divergentes: así, pasamos del lirismo sexual explícito de Gorrión herido (de Berliac), a la pesadilla onanista de Esteban Hernández en Tres lecturas y el erotismo simbólico de Que no se acabe, del propio Nofu, de Balla Balla, de Lisa Lugrin y de A veces imagino, de Maxime Jeune y Camille Albaret… Muchos fluidos para empapar los relatos que conforman Buen dolor #3. Otro fanzine de aquí que sigue haciendo méritos y reuniendo argumentos para merecer nominaciones y agasajos varios.
Ya ven, no se puede felicitar la Navidad mejor: turrón del duro y polvorones envueltos en viñetas.