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lunes, enero 28, 2013

¿Eres mi madre?, de Alison Bechdel en Culturamas.

Cuando reseñamos Fun Homede Alison Bechdel, intentamos encontrar un equilibrio entre los sentimientos encontrados que nos generó su lectura. Entre la fatiga intelectual de afrontar un trabajo cuajado de citas literarias y filosóficas, y la irresistible tentación de adentrarse en los traumas infantiles y las cavernas existenciales de una mujer, autora de cómics y lesbiana, para más señas. En Fun Home, Alison Bechdel daba cuenta además de un turbulento entorno familiar y de su relación disfuncional con un padre distante y extremadamente severo que terminó suicidándose. Un exorcismo en toda regla...

Así empieza la reseña que hemos publicado esta semana en Culturamas, a propósito de la última obra de la Bechdel. Un cómic densito y exigente como pocos. Psicoanálisis puro. Pasen y lean.

lunes, noviembre 10, 2008

Fun Home, de Alison Bechdel. Identidades y viajes literarios.

Fun Home fue recibido en blogs, periódicos (todavía nos resulta extraño escribir esto) y publicaciones especializadas como un auténtico fenómeno editorial comicográfico. Pocas veces una obra conformada en viñetas traía consigo tal equipaje de excelencias críticas (como si de un nuevo Corrigan se tratara). Así, a priori, un lector habitual de cómics se enfrentaba al trabajo de Alison Bechdel con todos los sensores encendidos y una inevitable colección de ideas y suposiciones preconcebidas.
Estamos ante una obra compleja, densa, muy literaria, razones que segura y razonablemente explican parcialmente el deslumbramiento crítico colectivo (que incluye con certeza a un buen número de analistas sorprendidos ante la profundidad que destilan las viñetas de algunos de estos "nuevos cómics"). Fun Home es la historia de un viaje iniciático y el relato de una búsqueda (interior); ahí es nada, dos de esos temas universales que explican buena parte del arte contemporáneo, transmutados en viñetas. Ambición narrativa destilada en páginas de cómic.
La idea temática que subyace en Fun Home es la misma que explica buena parte de la producción literaria del S. XX, la que está detrás del Retrato del artista adolescente o del Ulises, de Joyce, por ejemplo, pero también la que explica la bajada a los infiernos de Conrad en El corazón de las tinieblas o la que justifica la decadencia autodestructiva del Jimmy Gatz de Fitzgerald. De hecho, parte de la esencia de Fun Home consiste en el reconocimiento de esas afinidades literarias y su integración dentro de un discurso narrativo comicográfico propio. Estamos, que duda cabe, ante una obra que asume su literariedad de una forma transparente, hasta el punto de convertirla en recurso artístico por medio de la intertextualidad: las citas, referencias, subrayados, menciones y paralelismos literarios a los que recurre Fun Home, están en la base de su estructura narrativa y son parte esencial de su discurso. El cómic de Bechdel es un relato autobiográfico en el que su autora relata su búsqueda de una identidad (homo)sexual y personal, pero también es un ejercicio de recreación vital a través de la ficción, de las lecturas y del bagaje intelectual de su protagonista. Este recurso es, sin duda, el motor y una de las mayores virtudes de la obra (una de las claves de su irrupción estelar), pero en algunos momentos es también una pesada carga retórica que juega en contra de las intenciones de su autora.
Al final de todo, después de la experiencia intelectual que supone la lectura de Fun Home, a uno le queda la sensación de haber concluido un viaje, a veces fatigoso, siempre exigente, a través de los meandros retorcidos y turbulentos de la vida. Una navegación por esas aguas procelosas de la experiencia adolescente que, antes o después, terminan por conducirnos a todos al delta de la madurez. Alison Bechdel, con esa carga de suficiencia intelectual y cierta condescendencia, es sobre todo una timonel sincera y honesta. Una autora que sacrifica el pudor en aras de la verdad y que nos enfanga las retinas con sus revelaciones sexo-existenciales y sus secretos hormonales (por mucho limo que estos hayan acumulado). No nos extraña que, en otros tiempos, travesías similares terminaran en naufragios vitales (que no artísticos); que se lo pregunte el espíritu de algún censor a Wilde... o a Joyce:
Supongo que pasarse toda la vida ocultando la verdad erótica de mí mismo pudo tener un efecto de renuncia acumulativo. La vergüenza sexual es en sí misma una especie de muerte.
Ulises, por supuesto, fue prohibida durante muchos años por gente que encontraba obscena su honestidad.
Imaginamos nosotros, también, el enorme esfuerzo que Fun Home ha debido suponerle a su autora, tanto en el plano artístico como en el personal. La obra se revela como una confesión áspera de secretos propios y ajenos, un exorcismo intelectual de calado amplio, como hemos dicho. Los títulos de los diferentes capítulos dosifican convenientemente la información de la historia, pero juegan además en ese mismo nivel de autodestrucción catártica y posterior reconstrucción artística que sobrevuela la obra; están igualmente salpicados por las dosis de sarcasmo que bañan sus páginas: 1. Viejo padre, viejo artesano, 2. La muerte feliz, 3. Esa vieja catástrofe; 4. A la sombra de las muchachas en flor; 5. El carromato amarillo canario de la muerte; 6. Un marido ideal; 7. El viaje del antihéroe.
El dibujo de Bechdel es de un realismo sencillo pero tremendamente efectivo: un dibujo crudo por momentos, muy "narrativo" y poco dado a exhibiciones virtuosas, aunque convenientemente simbólico y explicativo. En todo caso, la faceta gráfica de la obra no amortigua en absoluto la densidad del conjunto: la elección de un falso bitono (formado por diferentes matices de un gris verdoso aguado) y los constantes juegos tipográficos ayudan, de hecho, a espesar aún más las redes significativas del conjunto. También lo hace la muy cuidada planificación y una puesta en escena que en ocasiones se transforma en todo un ejercicio cartográfico, tanto más complejo cuanto los escenarios en los que transcurre la acción se cargan también con frecuencia de matices simbólicos (la casa familiar, sobre todo, como reflejo de la personalidad paterna).
El contexto enfermizo del hogar (Fun Home) "recreado" como falso escenario de aspiraciones místicas, como arcadia imposible de la armonía familiar, termina convirtiéndose en un espejo deformante: en macabra atracción de feria privada que devuelve la imagen distorsionada de la impotencia materna, la degeneración psicológica del padre, y el escapismo decadente de los hijos. La casa se convierte en un cuadro perfecto de incomunicación familiar, como en esa escena en la que Alison ayuda a su madre a ensayar una obra de teatro de Oscar Wilde y la comicidad de los diálogos del dramaturgo británico se transforma a ojos del lector en una crónica profética del desafecto de sus intérpretes, como si el espíritu victoriano y hermético de tiempos peores cobrara todo su sentido en el "deshogar" de los Bechdel:
- Soy la prometida de Mr. Worthing, mamá.
- Perdona, tú no eres la prometida de nadie. Cuando seas la prometida de alguien, yo, o tu padre, si su salud se lo permite, te lo comunicaremos. Es cosa que debe presentársele a una muchacha como una sorpresa. No es un asunto que pueda permitírsele arreglar por su cuenta.
- Te has saltado una parte. Es "cosa que debe presentársele a una muchacha como una sorpresa, agradable o desagradable, según los casos".
Una sorpresa "agradable o desagradable, según los casos". No necesitamos mucha imaginación para adivinar cuales eran las sorpresas (familiares, sexuales, personales) que estaban por llegarle a la joven Alison, apenas comenzada su pubertad. Las revelaciones hormonales turbulentas alimentadas por la turbulencia intrínseca de eso que hoy llaman hogar desestructurado: ahí están los mimbres para desentrañar los secretos de Fun Home. Ahí y en la aceptación natural de la inteligencia de su autora proyectada a través de la lente de aumento de la sobrecarga de referencias literarias; algo con lo que, como lectores, a veces nos cuesta comulgar y que, en algún caso, se vuelve contra el propio relato y su ritmo narrativo. Pese a todo, Fun Home es una lectura exigente y llena de matices, un ejercicio de esos que huelen a reto, a experimento y a trabajo perdurable. Una obra que, por su valentía, merece buena parte de los halagos (nos tememos que no todos) que ha recibido en los últimos meses.