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martes, febrero 26, 2013

Supermanes, Blancanieves y otros iconos descontextualizados.

Hablábamos el otro día de interdiscursividades comiquero-musicales. No es nuevo. En esta sociedad del hipervínculo y las carreteras bifurcadas, el icono adquiere naturaleza mutante y el símbolo multiplica una y mil veces su connotación.
Hay personajes de la animación y del universo viñetero que, por mor de su popularidad o de su recurrencia, han terminado por desbordar el propio contexto diegético que los vio nacer. Superman ha dejado de ser un personaje para convertirse en icono de uno y mil valores políticos, morales, ficcionales... Blancanieves, símbolo de pureza e inocencia, es el personaje contenedor de toda la ideología que se esconde detrás de la factoría disney. Por eso, en estos momentos en que el pensamiento postmoderno parece haberse consolidado definitivamente como herramienta interpretativa dentro del inconsciente colectivo, mecanismos como los de la parodia, la autorreflexión y la descontextualización se han convertido también en procedimientos habituales para la reinterpretación artística del mundo o las culturas pretéritas.
En un post reciente titulado "Cuentos a mí" (en el Blog Eros del El País), JoanG. hablaba de la desmitificación de la inocencia y de la derrota de la fantasía edulcorada a partir de la hipersexualidad. En el artículo se revisan las "relecturas" en clave erótica y pornográfica de los cuentos tradicionales, del universo Barby y de la mitología disneyana, a partir de la obra de autores como Roberto Loaiza, el fotógrafo Thomas Czarnecki o algunos viejos conocidos de este blog como Giuseppe Veneziano o Gregg Segal. Muchas décadas antes, las llamadas Biblias de Tijuana ya realizaban una transferencia similar, de orden sexual, hacia personajes populares del cómic norteamericano: celebridades de los dailies y sundays, como Popeye o Betty Boop, convertidos en objetos de deseo y vehículo de contenidos pornográficos. En aquel entonces, existía ya la intención paródica y el humorismo grotesco; no tanto la reflexión crítica o la autorreferencia.
Casi al mismo tiempo que leíamos el artículo de JoanG., se nos han cruzado por la pantalla otros dos ejemplos claros de desplazamiento connotativo y descontextualización ficcional. Nos referimos, por ejemplo, al trabajo de Greg-guillemin y a series como The secret Lifes of Heroes. En sus dibujos, el artista lleva el proceso de desmitificación superheroica a los niveles de la escatología cotidiana: en un remedo de los colores planos primarios y las tramas de puntos de Roy Lichtenstein, Greg-guillemin recorta primeros planos de Superman sacándose un moco, las manos de Hulk liándose un peta, el capitán américa babeando mientras se levanta una Mahou fresquita, Spiderman sentado en la taza de un váter con el papel en la mano o Batman y Robin haciendo aquello que todos sospechábamos harían algún día.
 
El segundo ejemplo artístico que queremos destacar es el de Sandra Paula Fernández, cuya obra podemos ver en la Galería Liebre (que tan buena impresión nos causó en aquella ocasión). El trabajo de la artista asturiana se mueve obsesivamente alrededor de la figura de Blancanieves, a la que somete a un proceso radical de humanización (cuando no banalización) que lleva al personaje a realizar toda suerte de acciones mundanas, perversiones terrenales y "desplazamientos" ficcionales, muy alejados del edulcorado y naive icono disneyano. Los dibujos abigarrados y plagados de detalles de Sandra Paula Fernández nos recuerdan a los cuadros vivos de Henry Darger, aquel genio loco e iluminado que llenó miles de hojas con ninfas, ángeles y niñas libidinosas. Nunca te fíes de las niñas buenas.