De Michel Rabagliati sólo había leído Paul in the country, en su versión inglesa (aunque, como saben, la lengua materna y artística del canadiense es el francés); un buen cómic y un ejemplo típico de eso que se ha dado en llamar "slice of life" o "tranches de vie" y que en español no es otra cosa que una historia cotidiana de tintes biográficos, vamos, un fragmento de vida, del autor o de un personaje ficticio.
Sucede también que han florecido en los últimos años un buen número de autores que además de compartir su interés por estas historias de cada día, presentan una serie de afinidades en el tratamiento de la faceta gráfica: dibujan todos ellos siguiendo una línea clara minimalista (¡ojito a la etiqueta!) en la que prima la evocación sobre el detalle y la caricatura amable sobre el realismo puro. Nos referimos a los Andi Watson, Seth, y, en nuestro país, a Fermín Solís, Juan Berrio o Lorenzo Gómez; y nos referimos, por supuesto, a Michel Rabagliati, que está ahora en boca de unos y otros, por la primorosa edición que Fulgencio Pimentel ha hecho de su Paul va a trabajar este verano (con ilustración augrafiada incluida, para aquellos que le compramos a la editorial el cómic por correo directamente).
Gustan los autores del slice of life de las historias cortas, de los detalles cotidianos que en su aparente intrascendencia mueven nuestros mundo íntimos. Debido a ello, en ocasiones (no tantas), sus historias flotan en el limbo de la anécdota ligera y carecen de verdadero calado artístico. A veces, sin embargo, estos artistas se atreven con historias largas, con narraciones de recorrido oceánico que, cuando no naufragan (como me parece que sucede con Ventiladores Clyde de Seth, por ejemplo), te deparan momentos de emoción verdadera. Eso he sentido con Paul va a trabajar este verano.
Después de un arranque incierto, algo titubeante, Rabagliati consigue en Paul... el milagro: logra pulsar las cuerdas de la vida. Esos mismos nervios de la nostalgia que nos erizan el recuerdo cuando, por ejemplo, después de mucho tiempo recuperamos fragancias casi olvidadas o cuando escuchamos la melodia infraganti con la que aprendimos a vivir nuestro existencia. Rabagliati rescata desde la aparente intrascendencia (un campamento de veranos del protagonista), el acorde del recuerdo compartido. ¿Quién no ha sentido alguna de las sensaciones de Paul en su doble descubrimiento de la naturaleza y de su naturaleza? En el marco contextual de obra, además, es el tejido sobre el que Rabagliati zurce el mapa de la historia privada de Paul, su navegación por las aguas procelosas de la pubertad tardía. Su entrada balbuceante en el estadio adulto; donde, de nuevo, el lector encuentra un camino conocido, un arroyo por el que todos hemos navegado.
Paul... me recuerda a otra obra no muy lejana en el tiempo, y bastante afín en sus intenciones (narrativas más que estilísticas); me refiero a Blankets, Craig Thompson. Sin embargo, Rabagliati se muestra menos trascendente que aquél, y, ciertamente, se agradece. Para Paul, el acceso a la experiencia no forma parte de un recorrido místico, es algo más sencillo y mundano: caminamos, tropezamos, nos levantamos e intentamos reconocer el obstáculo que habremos de evitar en andanzas venideras. Por eso, cuando se termina la lectura de Paul va a trabajar este verano, uno no puede evitar un suspiro nostálgico al recordar todas esas piedras que han jalonado nuestro recorrido.
Pdf proporcionado por la editorial.
4 comentarios :
Es curioso, señor Gato, el fenómeno de la recursividad en internet. En el link que has puesto sobre la leyenda de slice of life, he contemplado la dialéctica de un autor por su obra y el contraste de los lectores al leer una obra ajena. Ha sido muy gratificante, la verdad.
Estoy contigo, señor Gato, lo atractivo de este género, del por qué te atrapa es por las pequeñas cosas, las piezas que configuran la existencia de cada uno de nosotros.
Una pregunta: ¿te has topado con alguna obra de este género que mantenga una actitud artística fría y distanciadora con el lector? Yo, al menos, ahora mismito, no lo recuerdo.
Deben ser muy pocas. Supongo que esto también ocurrirá con la que es demasiado personal (no equivocar con más intimista). Creo que es la gran dificultad de este género: emocionar pero no ser melodramático, ser chic pero no exagerar, etc.
Desconocía a este autor. Gracias por la referencia.
Oye, ¿esta editorial es nueva?
Da gusto verle pasar por aquí, Señor Yorkshire, sus "comments" y halagos son todo un regalo.
Le doy la razón en casi todo. Comparto entusiasmo y opiniones sobre el "slice of life"; ha sido todo una suerte su irrupción exitosa a partir de los 90. Quizás, los que menos me convenzan sean los que recurren al género para hacer ficciones en las que el autor no se implica (vidas ajenas o directamente inventadas), tipo Ventiladores Clyde (como comento en el post).
Y, de nuevo, de acuerdo con sus apreciaciones respecto al link que menciona: el intercambio de opiniones sobre el tebeo de las pelusas de Solís es de lo más instructiuvo y divertido que le ha pasado a este blog.
Muy buen artículo, LNK. Yo leí la edición española y es cierto que es capaz de remover los recuerdos de uno mismo. Qué pena que no saquen más libros de Rabagliati.
Sí que lo hace, sí. Es de esos cómics que consiguen tocar fibras y nervios, al mismo tiempo que reaviva sensaciones casi olvidadas. A ver cuando cae el siguiente. Un saludo ;)
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