miércoles, abril 30, 2008

Operación 700: el retorno (II).

Hasta a la hora de pujar en el ebay hay que tener en cuenta las fluctuaciones del mercado. Viene esto a cuento de nuestro ya indisimulado (indisimulable) vicio "ludopático" hacia las páginas originales de cómics; sobre todo las que han sido dibujadas por aquellos tipos que, por una causa u otra, despiertan nuestra admiración. Algo así como el Síndrome de Stendhal, pero en versión viñetera; llamémoslo el Síndrome de Steranko.

Sucede que, en nuestra carrera desenfrenada por pulirnos los 700 leuros ahorrados, decidimos rendirle homenaje a uno de nuestros "supehéroes" favoritos de la infancia-juventud (y senectud, nos tememos). Un tipo con cara de bruto (más que la de un gobernador de California), carente de superpoderes, mal bicho, poco escrupuloso con las cosas del comer y del querer y, básicamente, entregado a la burrería como sucedáneo de andanzas caballerescas cimmerias: hablamos de Conan, el bárbaro.

Un cómic que precisamente por su mestizaje de géneros (capa y espada, sobre todo, pero en algunos episodios también aventuras piratas, o incluso género de terror), por su fascinante galería de personajes amorales, exóticos y eróticos, o por el talento de los dibujantes que trabajaron en la serie, mantiene a día de hoy a una buena recua de seguidores. De vez en cuando hay que releer los Conan en alguna de las docenas de ediciones (sólo en español) existentes. A nosotros, de entre todos sus artistas, el que más nos gustaba era, con diferencia, John Buscema; quizás porque su Conan era el más bárbaro, asilvestrado y oscuro de todos (mirada torva la suya). El Conan meticulosamente ilustrado de Alcalá o el héroe prerrafaelita de Barry Windsor-Smith, tenían su aquel, lo reconocemos, pero nadie como Joe Buscema (muchas veces entintado por Ernie Chan) fue capaz de mostrar tan a las claras el concepto de fuerza bruta, personificado en un tipo cachas, que se avanzaba en los guiones de Roy Thomas (basados a su vez en la obra de Robert E. Howard).

Por eso, Buscema fue una de nuestras búsquedas artísticas prioritarias en nuestro acecho de originales comiqueros. A decir verdad, no fue demasiado fatigosa, la búsqueda queremos decir. Resulta que, como comentábamos al comienzo de estas líneas, entre las fluctuaciones de la oferta y la demanda, parece que no es éste un momento demasiado malo para hacerse con una plancha de Buscema a un precio asequible (dentro de los manojos de euros a que nos estamos referiendo). Después de unos días porfiando aquí y allá, nos hicimos por algo menos de 150 euritos con una página tan bonita como ésta (que hasta tiene chica y caballo); el dibujo de Buscema, la tinta de Chan:

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