Un juego de palabras tontorrón para comentar brevemente dos obras breves de la independencia que han caído en nuestras manos recientemente: Me seguirás queriendo si mojo la cama, de Liz Prince, y Teen Power! de Joe Sayers.
Venimos señalando en los últimos tiempos lo mucho que nos ilusiona que las recién nacidas editoriales de nuestro país apuesten por ediciones y reediciones de jóvenes autores situados en la órbita de la independencia, tanto de dentro como de fuera de nuestras fronteras. En esa línea, junto a casas como Rossell Comics o Viaje a Bizancio Ediciones, se sitúa en lugar destacado Apa-Apa Cómics, de Barcelona, que prácticamente dedica su catálogo completo a jóvenes autores norteamericanos procedentes del mini-cómic y la autoedición. Su nómina hasta el momento es harto reveladora e inmaculada: Dash Shaw, James Kochalka o Liz Prince. A la espera de que otros como John Porcellino se unan al grupo, detengámonos en el tebeíto de esta última.
La intención primera de Me seguirás queriendo si mojo la cama no se le escapa a casi nadie: hacer reír a partir de la anécdota cotidiana transformada en sketch; un slice of life con sonrisa cómplice al otro lado. Ni el más escéptico de los lectores clinteaswoodianos de mueca congelada y gesto impertérrito será capaz de amortiguar un rictus labial similar a una sonrisa en alguna de las páginas de Liz Prince. Nadie puede resistirse en un momento u otro a la ingenuidad amable de sus personajes, ni a esas procacidades íntimo-sexuales suyas, que suenan a pecadillo golfo de enamorado. Todo muy naïf y cómplice, demasiado quizás.
Se abre el tebeíto (hablamos de su tamaño más que del número de páginas -74) con una introducción en viñetas de Jeffrey Brown. Confiesa el americano su envidia ante la naturalidad del estilo Prince, "como lo que yo intento hacer, sólo que más bonito y más gracioso y sin todos esos rollos de la autocompasión y..." Quizás no le falte razón, puede que Me seguirás queriendo si mojo la cama sea más gracioso que Torpe, AEIOU o Inverosímil (o como perdí mi virginidad); puede que sea más bonito en términos gráficos (una caricatura más redondeada e infantil), aunque no entendamos la insistencia de Prince en mantener esas molestas líneas de boceto en los rostros. Pero también es cierto que Me seguirás queriendo... no alcanza casi nunca la profundidad reflexiva de las obras de Brown, ni su capacidad para el análisis psicológico. Como ya hemos señalado, Liz Prince dirige su atención hacia la anécdota ocasional, hacia los afectos compartidos y la complicidad de un lector al que se le supone víctima, en algún momento de su vida, del empalague pasional primigenio, de la atracción embobada. Quizás por eso mismo, en algunos tramos, Me seguirás queriendo... nos resulta un tanto relamido y su humor demasiado inclinado a las sonrisas de amorío adolescente.
Pese a ello, lo cierto es que tras las aparentemente modestas pretensiones de su autora hay unos méritos evidentes: el cómic consigue captar el humor (socarrón y cómplice) que se esconde detrás de toda relación íntima y lo hace desde la sinceridad en la relación de afectos y una agradecible desnudez impúdica en las confesiones íntimas (por algo obtuvo el Premio Ignatz a autora revelación). Si necesitan pruebas, pásense por las tiras online de su autora; que también les dejamos en nuestros links de la derecha.
Joe Sayers es mucho menos sutil en sus pretensiones y propuestas. Teen Power! es, directamente, un cuadernillo-guía-catálogo de gamberradas irreverentes y chistes de brocha gorda (algunos) al servicio de lectores desprejuiciados. Les invitamos, de nuevo, a pasearse por su web y esa tira online que es thingpart, a mitad de camino entre el chiste de jaimito y la provocación underground.
Lo cierto es que, si bien algunas incursiones humorísticas de Sayers parecen pensadas para habitantes de otra cultura, edad, raza, planeta o condición mental, otros tantos de sus chistes se revelan hilarantemente universales. Nos reímos con sus tiras de crueles e irresponsables adolescentes "desvergonsexualizados" (tan parecidos a los que habitan las últimas filas de nuestros autobuses interurbanos), nos sorprende y divierte su ojo clínico para captar el papel comparsa de algunos padres y profesores actuales y nos mondamos con el guiño inteligente de sus superhéroes de lo absurdo. Así, sin más pretensiones que la sonrisa y con el desparpajo de unas tiras y viñetas realizadas a toda prisa, en menos de lo que dura un eructo, que diría Sayers... Upps, ¿ven lo que pasa por leer estas cosas?
No hay comentarios :
Publicar un comentario