Cerramos nuestro periplo berlinés con una nueva curiosidad que, seguro, les va a gustar. Uno de nuestros paseos museísticos terminó conduciéndonos a ese museo pequeño e instructivo sobre la Bauhaus (Klingelhöferstrasse 14), su historia y sus (muchas) aportaciones a la historia del arte. Allí vimos las obras y semillas artísticas de algunos de los profesores que honraron los muros de tan peculiar escuela; cuna de artistas imbuidos de un nuevo espíritu creativo y forjados, en su día, en una ideología trasgresora en la interpretación del arte.
Esta escuela, fundada por Walter Grupius en 1919, tuvo su sede en Weimar, para después pasar por Dessau y, finalmente, Berlín, ciudad que vio terminar su actividad en 1933. En las aulas de la Bauhaus impartieron docencia genios como Kandinsky, Paul Klee, Josef Albers, László Moholy-Nagy o Mies Van der Rohe (que fue, además, su director durante tres años). Entre los muchos artistas y creadores vinculados a la escuela, directa (como profesores) o indirectamente (por vínculos artísticos o afinidades ideológicas), se encuentra un viejo conocido: Lyonel Feininger, amigo de Grupius y profesor de su escuela durante muchos años.
Por supuesto, en el museo Bauhaus se puede disfrutar de la obra de Feininger. Pero, curiosamente, estos días, además de la labor pictórica de Lyonel uno puede recrearse también con el trabajo fotográfico del otro Feininger, su hijo Andreas.
El cierre de la Bauhaus por las presiones del partido nazi y el clima de hostilidades pre-bélico motivó que muchos de sus miembros, considerados subversivos por la reaccionaria clase política imperante, tuvieran que exiliarse en Estados Unidos. Allí acabó también y desarrolló parte de su carrera fotográfica Andreas Feininger, arquitecto de profesión que terminó consagrado como uno de los grandes retratistas de la Gran Manzana (ciudad en la que había nacido su padre, por cierto).
En la exposición temporal de la Bauhaus (que visitó nuestro país hace ahora un año) se pueden ver algunas de las fotografías más representativas de Andreas Feininger, con sus impresionantes retratos de los urbanitas neoyorquinos (obreros, tenderos, estivadores, paseantes e infantes) o con las instantáneas portuarias y fluviales alrededor del río Hudson. Una de estas últimas nos llamó especialmente la atención: East River, Brooklyn Bridge, Manhattan Bridge (1940).
La mirábamos y la remirábamos y no podíamos dejar de pensar que nos recordaba a algo que ya habíamos visto. Finalmente dimos con ello. La foto de Andreas (como algunas otras de la muestra) era prácticamente idéntica a este otro dibujo:
Como lo ven, una foto del hijo "homenajeando" una de las planchas más famosas de su padre de esa gran obra mínima que fue The Kin-der-Kids. Ver para creer. No muchas veces se es testigo de algo igual: la realidad inspirándose en la ficción. Curioso, ¿verdad?.
8 comentarios :
Como coincidencia es fácil de encontrar un barco en posición similar a la de esta obra; incluso en la entrada de Nueva York.
Pero yo reto a cualquiera a que encuentre otro modelo similar en genialidad e inventiva a lo que hacía Feininger.
Como tú has dicho: "gran obra mínima"
Sí señor!
genial nemo! qué buen dato!
¡Qué razón tiene usted, don Manuel! Muy grande era Feininger, como dijo alguien, si el cómic hubiera seguido la línea que abrieron creadores como él o McCay, ahora estaría en un punto de evolución artística mucho más alto.
Saludos Mr. Ed, un placer verle por aquí, como siempre. Abrazos
Buena memorial visual, si señor.
Es alucinante el equipo docente de la Bauhaus, con esos peaso de profesores para correrse una clase habría que ser un poco panchito...
Y puestos a ser sinceros, las fotos de Feininger (hijo) del NY de los cincuenta, son bastante referenciales para aquellos que necesitan documentar sus historias por aquellos lugares en aquella época ;)
abrazos!
Quién hubiera podido asomar la naricilla enna de aquellas clases de Klee o Moholy-Nagy, ¿verdad? Ya ves, Pejac, a veces, hasta se encuentran por ahí buenos profesores... ;)
Sí,amigo Canales, la verdad es que muchas de ellas parecen "moldes" idealizados de la imagen neoyorquina que flota en el imaginario colectivo. O quizás va a ser que ese imaginario colectivo le debe mucho a tipos como Feininger.
Abrazos a ambos.
Y que grande la Bauhaus. Su cierre y huida de sus miembros a la URSS o a USA fue decisiva en la historia del arte. Gropius y Mies en USA crearían escuela, mientras Alemania entraría en decadencia. Semejante sangría humana es dificimente soportable por un país , por aquí lo sabemos muy bien. Pocas veces he sentido lo que sentí al entrar en el pabellón de Mies en Barcelona, parecido a cuando entro en una catedral, pero aquí la escala es otra.
De hecho, sin ellos algunos movimientos como el expresionismo abstacto norteamericano no habrían, seguramente, existido siquiera.
Qué suerte haber visto el famosísimo pabellón de Van der Rohe. Yo me tengo que conformar con haberle echado un vistazo a la maqueta en el museo de la Bauhaus en Berlín y, sí, la cosa tenía una pinta tremenda; un punto de inflexión en la historia de la arquitectura y, me imagino que, todo un shock cultural para el panorama artístico español del 29.
Saludos, Emilio.
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