Hace unas semanas regresamos de nuestro enésimo viaje a Bélgica. Por varias razones, nos sentimos de maravilla cada vez que desembarcamos en Charleroi. Suele decirse que los belgas son unos tipos aburridos y que su país recibe siempre al visitante con el gesto adusto. Puede que haya una parte de razón en esa visión estereotipada, pero, ¡ay amigos!, los belgas son también unos estupendos anfitriones en la creación de dos de los grandes vicios de la humanidad: las viñetas y las cervezas.
No hace falta más que pasearse por las calles de Bruselas para darse cuenta de que la línea clara desborda las viñetas para inundar las calles. Todo está contagiado de la imaginería creada por los Hergè, Pierre Jacobs, Ives Chaland y compañía: descubrimos sus personajes en los envoltorios de chocolates, en los grandes murales ilustrados que embellecen muchas fachadas de la ciudad, en las marionetas que cuelgan de sus comercios y locales e incluso en las etiquetas de botellas de cerveza.
Y es que la cerveza es otra de esas gloriosas aficiones que potencian, cultivan y explotan nuestros amigos belgas. Les contamos una anécdota breve. Estábamos paseando por las calles de ese multicultural barrio bruselense que es Anderlecht cuando, a la salida de uno de sus mercados, miramos hacia las alturas y nos topamos con esto:
Y es que la cerveza es otra de esas gloriosas aficiones que potencian, cultivan y explotan nuestros amigos belgas. Les contamos una anécdota breve. Estábamos paseando por las calles de ese multicultural barrio bruselense que es Anderlecht cuando, a la salida de uno de sus mercados, miramos hacia las alturas y nos topamos con esto:
Sin quererlo ni buscarlo, allí estábamos delante de la editorial Lombard, los antiguos dueños y señores de Tintín. Los hacedores de aquella revista que compartía nombre con el más famoso de los personajes del cómic europeo. Había una tiendecita oficial a pie de calle, pero la pasamos de largo.
Teníamos otros intereses a sólo unas pocas manzanas de allí. Llevábamos mucho tiempo queriendo ir a uno de los grandes templos de la cerveza belga: nada menos que a Cantillon. La cervecería-museo de los Van Roy (enlazados matrimonialmente con los Cantillon hace unas generaciones) es un verdadero santuario de las cervezas lambics, esos caldos maravillosos hechos con cebada, trigo, lúpulo viejo, frutas y, sobre todo, levaduras salvajes que favorecen una fermentación espontánea en grandes piscinas de cobre. Son pocos los cerveceros que siguen manteniendo las fórmulas arcaicas de esta cerveza; Cantillón son quizás los más celebrados de todos ellos. Cuando se habla de cervezas de frutas, solemos pensar en esos jarabes dulzones, manufacturados y muy industriales que llegan a nuestros país. Las verdaderas cervezas lambics son en realidad un líquido acidísimo, lleno de matices, a medio camino entre la sidra y el champán; una bebida delicada y sumamente compleja que requiere de largos periodos de fermentación y cuyas bodegas recuerdan en gran medida a los sistemas de solera de nuestros vinos de jerez, por ejemplo.
Tuvimos, en Cantillon, la suerte de probar auténticas joyas fermentadas, como sus Lou Pepe o Lou Gueuze, sus Grand Cru o esa maravilla que cada año es un nuevo mundo que se llama Zwanze. Pero sobre todas las cosas, tuvimos la gran suerte de conocer a un maestro como Jean Van Roy, de charlar con él largo y tendido y de aprender de su sabiduría inmensa. Tan bien fueron las cosas, que conseguimos convencerle para que se dejara entrevistar en el programa gastronómico Sal Gorda, de SER Soria, en la serie de programas que le estamos dedicando últimamente al mundo de la cerveza (invitados por nuestro maestro de ceremonias, el gran Chema Díez).
Nos gustó tanto la experiencia, fue tan instructiva la entrevista, que se la dejamos aquí abajo en forma de podcast. Si quieren ustedes escuchar el resto de programas dedicados a los tipos de cerveza (alta fermentación, baja, trigo, etc), pueden hacerlo en el Facebook de Sal Gorda SER Soria. Porque ya saben, no sólo de cómics vive el hombre, ni siquiera en Bruselas.
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(Actualización: 07-11-2011): El señor Díaz Canales nos ilustra en los comentarios acerca del tintinesco edificio: resulta que aunque Lombard y Dargaud ya no guardan relación con Tintín (cuyos derechos de explotación pertenecen a Casterman) el letrero pervive cual toro de Osborne, a mayor gloria del cómic belga y su mitología. A lo mejor deberíamos haber entrado a la tienda después de todo, glub. Más detalles en los comentarios.
5 comentarios :
¡Sí señor! Tebeos, cerveza, chocolate y un país funcionando más de dos años sin gobierno... ¿Y todavía hay gente que tiene la poca vergüenza o la ignorancia de meterse con ellos? :)
Mi experiencia es que de adusto tienen poco y más bien suelen ser bastante acogedores y alegres.
Por otro lado, el edificio con el cabezo de Tintín, es la antigua sede de la redacción de la revista del mismo nombre.
Hoy en día es la sede de la editorial Lombard y de Dargaud Benelux (junto a Dupuis, todas del mismo grupo Media Participations) Ninguna de esas editoriales tiene ya nada que ver con el famoso personaje. De hecho, éste es una franquicia de la competencia! (Casterman)
Y... sin embargo, ahí está el luminoso de Tintín (por la noche se ilumina) sin que nadie se atreva a quitarlo y respetado como un símbolo de identidad cultural nacional. ¿A que da envidia?
Un saludo!
Pues sí, la verdad es que como sólo tengo buenos recuerdos de mis visitas a Bélgica, ¡cómo le voy a llevar la contraria!
Muchas gracias por las matizaciones respecto a la editorial. Lo corrijo y le cito en los créditos agradecido ;)
Ah, otro aviso para navegantes (sobre todo los marineros flamenco-parlantes): notarán algunos que las respuestas de Jean en flamenco se han podado ligeramente en un proceso de edición posterior, con el fin de dinamizar el podcast para los oyentes castellano-hablantes.
La comparación con el toro de Osborne es acertada al 100% :)
Lo de la tienda, tampoco estoy seguro. Yo creo que es más bien un escaparate promocional de la editorial. No creo que vendan ahí los álbumes, aunque podría ser. En cualquier caso... ¡Si será por tiendas de cómic en Bruselas! No sé si conoces Brüsel, para mí, una de las mejores (si no la mejor)tienda que he visitado. Y hacen unas exposiciones de órdago...lo sé por experiencia! :)
Sí, usted lo sabe bien, que tiene el mercado, y a los expositores, fancófonos a sus pies, je, je...
Me apunto su nuevo consejo (aunque mi escaso francés dificulta los acercamientos al material oriundo). Veo que voy a tener que volver a Bruselas en breve ;)
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