lunes, enero 27, 2014

Pájaros originales.

Entre nuestras perversiones menos ocultas se encuentra la del coleccionismo comiquero con marchamo original. Cuando estábamos dando los primeros pasos en este blog, le dedicamos varios posts al vicio, con la etiqueta "operación 700". Nos planteamos, entonces, fundirnos nuestros ahorros con un tope salarial de 700 € al grito de "a ver que se puede conseguir".
Y nos sorprendimos a nosotros mismos. Ahora que el cómic es novela y es gráfica, los precios de los originales se están emburbujando, pero aún hay buenas plazas en las que rastrear. Nuestra última incursión se la dedicamos a ese Grandes preguntas que -les contamos la semana pasada- tanto nos ha gustado. ¿Se podrá comprar un original de Nilsen, si es posible de Grandes preguntas, a un precio no muy grosero?, nos preguntábamos. Respuesta afirmativa.
Para llevar a cabo la adquisición nos metimos en una de nuestras páginas favoritas de originales, Beguiling, y allí, entre tentadoras planchas de Cooper, Gloeckner, Jason, Harkham o Kago, estaba el bueno de Anders Nilsen. Después de descartar algunas de las más apetitosas por su precio, nos quedamos con un dibujo de pequeño tamaño (un detalle de una página) muy desasosegante, que encierra uno de los momentos climáticos del libro. Ya lo estamos enmarcando, mejor no perder a los pájaros de vista.
El dibujo en cuestión:

lunes, enero 20, 2014

Grandes preguntas, de Anders Nilsen. Filosofía animal.

Hace unos días publicamos en nuestra bitacorita la lista con nuestros cómics favoritos del 2013. Si quisieramos estirar aún más el proceso de síntesis y llegar a aquello del sólo puede quedar uno, en realidad este año saldrían dos: los de Roca y Nilsen

Para los amantes de los minicómics y la autogestión, el nombre de Anders Nilsen llevaba ya años repiqueteando gracias a blogs, webs y al boca a boca; su serie Big Questions era un secreto a voces y, quien más quien menos, le habíamos echado ya algún vistazo a alguna de sus entregas. La sensación era la de estar ante un dibujante minucioso y lleno de talento, uno de esos nuevos geniecillos de la línea clara trasparente y el detallismo de trazo fino como un alambre: los Sammy Harkham y Kevin Huizenga o los italianos Gipi y Francesco Cattani.

Luego, Fulgencio Pimentel publicó su colección de historias cortas Mitologías (cuya edición ya está agotada). Recordamos a Nilsen sentado, inmóvil, silencioso y ligeramente sonriente como una estatua nórdica, atendiendo a los pocos comiqueros que nos acercábamos al stand para que nos dedicara el volumen y nos hiciera un dibujito durante el Salón de Barcelona de 2009. Nilsen se tomaba cada dedicatoria como si fuera la última y les dedicaba tiempo y una atención minuciosa de amanuense. Amabilidad y timidez infinita. Delante del stand, los tres o cuatro "premiados" nos arremolinábamos para enseñarnos los dibujos respectivos y disfrutar de su trazo fino y elegante, de ese estilo de delineante con alma de artista. Una muchacha observaba la escena y compartía miradas con los presentes a los dibujos. Se me acercó con naturalidad y, sin presentarse, me dijo algo así como, éste es un chico especial, ¿verdad? Sus dibujos son increíbles y él está ahí casi avergonzado, incómodo, como si no fuera el protagonista de la sesión. Le di la razón y seguimos todos nuestros caminos, menos Anders Nilsen, que había observado la escena desde fuera, preguntándose, supongo, por qué lo que él dibujaba con tanta naturalidad generaba esa expectación entre los pocos que nos habíamos acercado a él.

Grandes preguntas (coeditado por Sins Entido y Fulgencio Pimentel) es la recopilación revisada de todos aquellos minicómics que él estuvo dibujando durante más de diez años en un solo voluminoso tomo. No sorprende que sus protagonistas sean una bandada de pajarillos pinzones (seres delicados y frágiles), ni que Nilsen les haya dotado, a ellos y al resto de los animales protagonistas del libro, de un intelecto cuasi-filosófico. Idiosincrasia animal, rasgos zoológicos, elevados a la potencia de la reflexión intelectual. Hay mucho de alegórico en las páginas de Grandes preguntas.

Se observa la evolución de Nilsen (de su estilo e incluso intenciones) a lo largo de las páginas: desde las conversaciones iniciales entre los pájaros, más triviales y aisladas, hasta la construcción final de un relato en el que todos los personajes y elementos terminan imbricándose (un ejercicio de "vidas cruzadas" en escenario silvestre). El conjunto, unidas todas las piezas y las grandes preguntas de Nilsen, es un tratado acerca de las relaciones interpersonales, un estudio fabulado del comportamiento social y los mecanismos que lo regulan: el miedo, la envidia, el poder, la fe o el espíritu de supervivencia (struggle for life, dicen los anglosajones).

También hay humanos en Grandes preguntas, sí, pero casi todas las enseñanzas que se derivan de su lectura parten de algún comportamiento heroico, noble o sencillamente honorable por parte de sus "animales sabios"; como si la naturaleza fuera, realmente, la fuente final del conocimiento, nuestra referencia última para hallar respuestas; y como si el pensamiento humano, nuestra capacidad intelectual, requiriera de un filtrado "panteísta" que nos condujera a su adecuado aprovechamiento.

En una de las páginas finales del cómic, el espectro de uno de los pájaros protagonistas, Leroy, pronuncia unas palabras que, en cierto sentido, resumen uno de los impulsos narrativos que mueven los sucesos de Grandes preguntas; dice el pájaro fantasmal:

Nunca podemos llegar a imaginar el resultado de nuestros actos, pero si damos lo mejor de nosotros mismos y nos tomamos las cosas en serio, todo saldrá bien al final. Yo tenía razón. Si miras hacia atrás te darás cuenta. Al final las cosas son como tienen que ser. No vale la pena intentar predecir los detalles, todo termina por salir bien.

Es en el fondo una visión de base romántica, aunque alimentada por una percepción esperanzada de la existencia: no podemos luchar contra las fuerzas del destino; el hombre, con toda su animalidad, está expuesto ante los elementos y, por mucho que nos resistamos, poco podremos hacer ante el devenir de los acontecimientos. Sólo nos resta afrontar la existencia con optimismo, buena voluntad y cruzar los dedos para que las cosas terminen por salir bien, como dice Leroy.

¿Predestinación? ¿Determinismo? No exactamente, los animales y los seres humanos de Grandes preguntas no aceptan esta premisa que se les repite una y otra vez, por boca de otros personajes, y hacia la que les empujan los acontecimientos que se desencadenan a su alrededor (la muerte y la amenaza omnipresente, el azar disimulado bajo un misil que no explotó en su colisión contra el suelo, la aparición inesperada del ser humano). Su impulso vital, su ansia de vivir, les hace mucho más resistentes y obstinados ante la tragedia de lo que somos los seres humanos. Pájaros como Curtis o Algernon se resisten a aceptar el rumbo de dichos acontecimientos; se niegan a creer en los mensajes visionarios de otros pájaros "iluminados", como Charlotte o Zwingly. Al imponer su escepticismo a ultranza y su discurso racional, Curtis, por ejemplo, se convierte en un personaje que lucha contra corriente a partir de su empirismo inquebrantable. Y, paradójicamente, él, el racionalista, el escéptico, termina por convertirse en el verdadero héroe romático de la novela.

Los animales sabios de Nilsen, en toda su animalidad, nos enseñan una lección: el instinto de supervivencia es la base misma sobre la que asentar nuestras esperanzas. Los pinzones, los cuervos y las serpientes de Grandes preguntas aparecen personificados como seres racionales, sí, pero sobre todo, por encima de su sabiduría impostada, son eso, animales que se resisten a ser cazados y devorados, bestias que están dispuestas a morir y matar por su propia vida y la de su prole. Despojados de su intelectualidad, los personajes de este cómic son más nobles y justos que nosotros, los seres humanos. Si hay que achacarles algún defecto a los pájaros de Nilsen, ese es que su autor les ha hecho parecerse demasiado a nosotros.

Fíjense hacia dónde ha derivado nuestra lectura: pájaros filósofos y la lucha contra el destino. Palabras mayores, pero es que Grandes preguntas también es un cómic mayor. Un cómic enorme (y no sólo en su tamaño).  

lunes, enero 13, 2014

La teoría del cómic: La novela gráfica. Poéticas y modelos narrativos.

Siempre hemos creído que la normalización del cómic sólo sería posible cuando el medio suscitara la misma atención, en todos sus ámbitos, que cualquier otro discurso artístico o narrativo. Eso significa que la salud del cómic dependerá de una atención social considerable y una difusión amplia en los medios y entre los lectores, al margen de su edad o condición, pero también, que el cómic debería ser un objeto de estudio y análisis en ámbitos académicos y científicos.
Hemos leído en alguna ocasión críticas a La arquitectura de las viñetas basadas en su complejidad terminológica y una densidad teórica que hacen de ella una lectura difícil para el aficionado medio o para el curioso. Aceptamos la crítica y estamos de acuerdo con la apreciación, básicamente porque nuestro estudio no nació como un proyecto divulgativo o de iniciación a la lectura, sino imbricado en su naturaleza académica y en el hecho de que se trata de una reescritura y reelaboración parcial de una tesis doctoral. Un lector sugería, en cierta ocasión, que este tipo de textos no deberían ver la luz, salir de su ámbito académico, que el lector no necesitaba complicarse la vida con tecnicismos lingüísticos o erudiciones academicistas que, de un modo técnico, sólo explicaban lo que él intuitivamente ya sospechaba o aceptaba con naturalidad. En este  punto ya nos es imposible comulgar con la lectura crítica de nuestro trabajo, por dos razones: el sentido último de la ciencia es, de hecho, comprender y explicar unos hechos naturales "mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados [deduciendo de ellos] principios y leyes generales" (RAE); no nos hace falta entender en detalle el funcionamiento del aparato digestivo para disfrutar de una buena ración de jamón ibérico, del mismo modo que no tenemos que adentrarnos en los mecanismos narrativos que estructuran ese discurso gráfico secuencial que denominamos cómic, para disfrutar de la lectura de Robert Crumb, desde luego. Esta premisa, sin embargo, no inhabilita la necesidad de que el cómic reciba atención académica y universitaria (como así está sucediendo en los últimos años) si queremos que su estatus dentro de la cultura contemporánea sea el mismo que el de otros vehículos narrativos (como el cine o la novela) o artísticos (pintura, ilustración...), que señalábamos más arriba. No tiene ningún sentido ser un nostálgico del cómic popular de entretenimiento, del tebeo nacido como medio de masas sin ínfulas de alta cultura, sencillamente porque ese nicho sigue y seguirá existiendo sin perjuicio de ese otro cómic que últimamente llamamos "novela gráfica".
Tan larga digresión viene a cuento de la reciente publicación de una de esas obras académicas que nos ayudarán a entender, desde un punto de vista científico y riguroso, los mecanismos internos del relato comicográfico, las repercusiones sociales y culturales de su reciente eclosión, así como algunas de las muy vivas controversias que se han despertado a su alrededor en los últimos tiempos. La obra, coordinada por un amigo de este blog como José Manuel Trabado Cabado, se llama La novela gráfica. Poeticas y modelos narrativos, y traduce y recoge algunos de los textos recientes más importantes que se han escrito arededor del fenómeno de la novela gráfica; entre ellos "La cultura del comic book frente a la novela gráfica", de Eddie Campbell (una entrevista en la que el autor explica su archiconocido manifiesto), o su reverso a cargo de Manuel Barrero, "La novela gráfica: perversión genérica de una novela editorial" (que tantas vueltas y reacciones ha suscitado en la red).
Pero, además, la colección de textos incluye estudios de autores tan reputados como Roger Sabin, Pascal Lefèvre, Jan Baetens, Robert C. Harvey, Gene Kannenberg, Bart Beaty (cuyo texto sobre los cómics autobiográficos hemos tenido el honor de traducir) o del mismo José Manuel Trabado que contribuye al debate con su muy esclarecedor "La novela gráfica en el laberinto de los formatos del cómic". El índice completo de artículos es el siguiente:

INTRODUCCIÓN

JOSÉ MANUEL TRABADO CABADO: La novela gráfica en el laberin­to de los formatos del cómic........................................11

LA NOVELA GRÁFICA EN SU CONTEXTO

ROGER SABIN: La novela gráfica en su contexto.....................65

PASCAL LEFÈVRE: La importancia de ser publicado..................83
CHARLES HATFIELD: Comix, tiendas de cómics y el auge de los cómics alternativos despuésde 1968......................................103
JAN BAETENS: Novelas gráficas:¿literaturas sin texto?...............169

TEXTOS PARA UNA POLÉMICA
MANUEL BARRERO: La novela gráfica: perversión genérica de una etiqueta editorial...................................................191
ÁNGEL DE LA CALLE: A propósito de la novela gráfica..............225 
EDDIE CAMPBELL: La Cultura del comic book frente a la cultura de la novela gráfica.................................................231 
 
NOVELA GRÁFICA Y AUTOBIOGRAFÍA 
BART BEATY:La autenticidad de la autobiografía...................243
ROCÍO G. DAVIS: El cómic y las autobiografías de la niñez. Leer a Marjane Satrapi y LyndaBarry..................................287

EN EL CENTRO DEL CANON: LENGUAJE Y ARQUITECTURA NARRATIVA DE LA NOVELA GRÁFICA
ROBERT C. HARVEY: La senda de los héroes hacia el arte...........317
ERIN MCGLOTHLIN: Ningún tiempo mejor que el presente. Narración y tiempo en Maus, de Art Spiegelman............................339
GENE KANNENBERG, JR.: Los cómics de Chris Ware: el texto, la ima­gen y las estrategias narrativo­ visuales...........................375
ANNALISA DI LIDDO: Consideraciones formales sobre la obra de Alan Moore..........................................................409
 

¿Para todos los públicos? Quizás no, pero se nos ocurren muchas personas que, seguro, disfrutarán de esta colección de ensayos tanto como de la lectura de las obras que los han inspirado. Hay tiempo y lugar para todo. Una cuestión de normalidad.

martes, enero 07, 2014

Lo mejor de 2013: ¡Qué cosecha la de aquel año!

Por una de esas paradojas cruzadas, el desastroso 2013 ha sido un gran año para el cómic en nuestro país y, parece, fuera de él. En 2013 lloramos por la insultante estulticia de nuestros gobernantes, por la manipulación de los órganos de justicia, por el desmantelamiento del estado del bienestar, por la codicia infinita de financieros y grandes empresarios, por la humillación constante que sufre el más débil; y, al mismo tiempo, aplaudimos las imaginativas y valerosas reacciones sociales ante las injusticias, la creatividad en ebullición que se percibe en plataformas, colectivos culturales y editoriales, el evidente florecimiento de la respuesta crítica que se proyecta en todo tipo de manifestaciones artísticas y, lo que más interesa para este blog, aplaudimos la publicación regular de muchos buenos tebeos internacionales y muchos, de verdad, grandes tebeos nacionales.
No ha sido fácil, pero en nuestra selección de lo mejor del año han entrado (sin orden de preferencia): 

Los surcos del azar (Astiberri), de Paco Roca: el mejor cómic de Paco Roca, lo cual ya es decir mucho. Un trabajo fabuloso. Los surcos del azar recrea la historia de la División 9, los héroes antifranquistas que participaron en la liberación europea de las tropas nazis, y lo hace con una fidelidad exhaustiva a la Historia y con un respeto encomiable a las historias de sus protagonistas; en particular a la de Miguel Ruiz (alias Miguel Campos), su narrador en segunda instancia. Roca nos demuestra, una vez más, que es uno de los mejores narradores de nuestro país, y pone su talento al servicio de una historia olvidada: resulta paradójico que, sistemáticamente, busquemos consuelo anestésico en los héroes de ficción y nos olvidemos de los verdaderos protagonistas de nuestro pasado. Es sonrojante que, en estos tiempos turbios que nos toca vivir, hasta el análisis de nuestra Historia reciente parezca bajo sospecha, velado por la mugre revisionista de un franquismo que no estamos seguros de haber superado. El cómic de Roca nos devuelve un poco de dignidad y se erige en otro homenaje a una memoria histórica de la que muchos aún huyen como de la (su) propia peste. Los surcos de azar es ya una obra imprescindible de cómic español.

Grandes preguntas (Fulgencio Pimentel/Sins Entido), de Anders Nilsen: otra obra colosal (y no sólo por su tamaño). Dicen que lo más profundo o lo más sublime se condensa en una gota de agua. Y en una bandada de pájaros, parece añadir Nilsen. La del americano es una fábula contemporánea que cuestiona la naturaleza humana y el sentido último de la existencia a partir de las reflexiones y vivencias de unos cuantos pequeños pinzones. Así, a través del viejo recurso de la personificación, asistimos a una revisión de las convenciones sociales y a un cuestionamiento de nuestros valores éticos y morales desde la mirada ornitológica de nuestros pequeños protagonistas y la del resto de personajes animales que habitan las páginas de este cómic (que su autor publicó por entregas a lo largo de más de quince años). Curiosamente, las lecciones más importantes que aprendemos en Grandes preguntas, las pocas respuestas que parecen esbozarse, tienen poco que ver con el factor humano, y nos sitúan en un estadio mucho más importante: el hecho de estar vivos.

Nela (Astiberri), de Rayco Pulido: como diría alguno de nuestros muy galdosianos dirigentes decimonónicos, Rayco Pulido ha hecho una adaptación del Marianela de Benito Pérez Galdós como Dios manda. En este caso la expresión define la habilidad del artista canario a la hora de adaptar la obra literaria de Galdós al lenguaje del cómic evitando "literariedades" innecesarias y haciendo gala de toda una batería de recursos imaginativos y muy eficaces. Pulido ya nos había mostrado su vena más experimental en la muy estimable y postmoderna Sin título. 2008-2011; todavía sorprende más que, en su búsqueda de un lenguaje propio, el autor haya logrado modernizar el folletín decimonónico, sin perder un ápice de la emoción y la sensibilidad galdosianos. Bien por Rayco.

Todo y nada (Fulgencio Pimentel), de Sammy Harkham: Harkham tiene una sensibilidad máxima. Una habilidad especial para desentrañar los pequeños detalles significativos que se esconden detrás de la existencia ordinaria; sus historias se pueblan de gestos, despechos y sonrisas de medio lado que tienen mucho más sentido que un acto heroico, un insulto abrupto o una carcajada franca. Todo y nada es la recopilación de muchas de esas historias que Arkham ha estado publicando esporádicamente a lo largo de los últimos años. La recopilación encierra algunos relatos soberbios y muchos instantes de genialidad verdadera (desde el Napoleón inicial a las desarmantes monotonías veraniegas de la adolescente Iris en Somersault). Seguimos prefiriendo la edición no remontada de Pobre marinero, pero tener aquí tanto de Harkham y tanto bueno es un triunfo.

Hawkeye (Panini), de Matt Fraction y David Aja: siendo de los que no encontramos demasiadas alegrías en las franquicias superheroicas, el placer es doblemente intenso cuando uno se topa con un trabajo tan original y divertido como este Hawkeye. La apuesta de Fraction y Aja es arriesgada: las aventuras de paisano del menos glamuroso de los vengadores, Clint Barton (alias Ojo de Halcón), así, a ras de suelo, el día a día de un héroe en su bloque de vecinos. Envido. Si, además, como sucede, los guiones de Fraction están cargados de frescura, humor, inteligencia y referencias a la modernidad, y David Aja se revela, con su minimalismo-pop, como un nuevo referente para los tebeos de superhéroes (su dibujo es la verdadera actualización iOS7 de Los Vengadores tradicionales), el éxito está garantizado. Órdago a la grande.

La Hermandad de Historietistas del Gran Norte (Sins Entido)de Seth: ¿es posible realizar un cómic puramente descriptivo? Gregory Gallant, alias Seth, se empeña en demostrarnos que sí, sobre todo si el detalle se filtra a través de la mirada irónica y la recreación paródica. La Hermandad de Historietistas del Gran Norte sigue la misma línea de historiografía bufa que ya observáramos en Wimbledon Green, aunque supera en lirismo y ensoñación a ésta última. Seth nos regala una visita turística por el escenario ficticio de un club de dibujantes de cómic y, a través de su irónica mirada subjetiva, nos conduce por las diferentes estancias del local mientras desgrana su historia y la de sus miembros. Así, con paso firme y mucha guasa, a partir de su tramoya de cartón piedra este cómic invita, a partir de la metarreferencia, a la reflexión acerca de la historia del cómic y el papel de sus creadores.

Playground (Ediciones Valientes), de Berliac: un tebeo pequeño de una pequeña editorial independiente, pero un gran cómic. El más experimental de nuestra lista, sin duda. Playground juega sobre la "falsa" premisa de una biografía, la del director norteamericano John Cassavetes, para desarrollar, en realidad, un ensayo acerca del lenguaje del cómic y la naturaleza de la narración secuencial fílmica por comparación con la comicográfica. De este modo, la forma y el contenido de Playground confluyen en un ensayo autorreferencial tan complejo, inspirador o libre como el mismo cine de Cassavetes; cuya vida y obra inspiran sus páginas.

La propiedad (Sins Entido), de Rutu Modan: la israelí se ha hecho de rogar, pero la espera ha merecido la pena. La historia de la anciana que regresa, junto a su nieta, a la Varsovia que tuvo que abandonar a causa de la invasión Nazi, para arreglar unos viejos asuntos inmobiliarios, es el punto de partida de una aventura que mezcla reflexiones históricas, costumbrismo judío e incluso ciertas dosis de intriga. La propiedad es un thriller de andar por casa, un cómic entretenido y muy bien dibujado que nos habla del peso de la memoria, de la restitución, el perdón y las viejas deudas que nunca llegan a cobrarse del todo.

Beowulf (Astiberri), de Santiago García y David Rubín: épica en estado puro. Santiago García y David Rubín adaptan al cómic uno de los textos clásicos de la literatura inglesa, el viejo poema anglosajón que narra la lucha del héroe Beowulf contra la bestia Grendell, y lo hacen sin regatear ninguna de las dificultades o requerimientos que demanda tamaña empresa. Así, este nuevo Beowulf se revela como un fantástico espectáculo visual, apoyado en una secuenciación audaz y dinámica, que hace honor a las gestas de su protagonista, pero que, al mismo tiempo, plantea profundas reflexiones acerca del paso del tiempo, la condición humana del héroe y la mezcla peligrosa que conforman la política y el poder.

La infancia de Alan (Sins Entido), de Emmanuel Guibert: Guibert nos tiene ganados de antemano. No hace un cómic malo. La infancia de Alan es muy bueno, de hecho. El francés continúa completando la biografía de su personaje (que conocimos en La guerra de Alan) con un detallismo y una verosimilitud exhaustivos. El personaje de Alan está basado en un excombatiente norteamericano que Guibert conoció en la isla de Ré y con el que entabló una amistad estrecha. La infancia de Alan desgrana diferentes episodios y anécdotas significativas de la niñez de su protagonista, y su autor consigue nada menos que insuflar vida auténtica a su creación ficcional. El lector se sumerge en el itinerario apasionante de la vida de Alan y, a lo largo de sus páginas, asiste admirado al minucioso despliegue de realismo gráfico de un autor enormemente dotado para la escritura y el dibujo.

Fénix (Planeta DeAgostini), de Osamu Tezuka: no es una novedad (bonus-track), de acuerdo, pero sí la primera vez que se recopila como merece la obra de toda una vida de uno de los grandes del cómic. Tezuka trabajó durante décadas en esta fantasía diacrónica que recorre la historia del hombre a la estela del vuelo inmortal del Fénix, el pájaro eterno que, como ha hecho el ser humano a lo largo de la Historia, parece renacer una y otra vez de sus propia cenizas. En casi todos los trabajos de "El Padre del Manga" encontramos trazos de su magisterio comicográfico, pero en ninguno como en Fénix se condensan con tanta claridad todas sus virtudes y la influencia universal de su obra: la fluidez y expresividad de su dibujo, su habilidad inigualable para la creación de secuencias y montajes de página novedosos o el sentido del espectáculo que demuestra en la elección y el desarrollo de sus historias-río corales se pueden disfrutar ahora con la continuidad que merecen gracias a la recopilación de Planeta.
A ver si, efectivamente, la reedición de este Fénix simboliza de algún modo nuestra entrada en el 2014. Salud.