Chloé
Cruchaudet nos relata la muy agitada existencia de Paul Grappe y su mujer
Louise Landy, una pareja de enamorados que ve truncada su relación debido al
estallido de la primera Gran Guerra, y que vive un reencuentro en la
clandestinidad, después de la deserción y reaparición inesperada de aquel. Para
esquivar consejos de guerra y miradas sospechosas, el joven marido se entregará
a un ejercicio de travestismo y fingimiento (parcial), que conducirá a la
pareja hacia una existencia descontrolada y turbulenta de insospechadas
consecuencias. Así arranca Degenerado.
A
medida avanza la trama, el lector desprevenido podría encontrar objeciones a la
verosimilitud de un relato que a cada página se va tornando más extraño,
tortuoso y truculento; una historia que parece desconectarse progresivamente de
esa otra realidad histórica, tan tozuda y concreta, que marcó el sangriento
conflicto bélico mundial. Al lector, en este caso, podría faltarle una
información esencial a la hora de juzgar el cómic de Cruchaudet: la de Paul
Grappe y Louise Lande fue una historia real, con todos su recovecos y giros
"imposibles". La autora, de hecho, basó su trabajo en el ensayo La
garçonne et l'assasin, de los historiadores franceses Fabrice Virgili y Danièle Voldman.
El
aire de irrealidad de ciertos pasajes de Degenerado (los más sexuales y
folletinescos) se ven subrayados por el estilo expresionista y modulado del
dibujo de Cruchaudet. Inevitablemente, su dibujo emparenta con la línea suelta,
abierta y espontánea, pero no carente de gusto por el detalle, que preconizan
los Sfar, Blutch, De Crecy y Blain, y que tanta gloria le ha traído al cómic
francés en los últimos años. Casi todos estos nuevos maestros de la línea clara
expresionista incluyen además entre sus virtudes un manejo notable de la ironía
y un gusto exquisito por la experimentación y la transgresión genérica. El
trabajo de Chruchaudet no desentona con los de aquellos, ni se desmarca de esos
mismos rasgos. Muy al contrario, la tragedia de Degenerado encierra algunos momentos realmente ácidos y
desborda en su recorrido cualquier etiqueta genérica.
Contrasta
en este trabajo, además, el lirismo un tanto evanescente que aporta la elección
visual y estilística, con la crudeza de los sucesos relatados: empezando por
las sangrientas escenas iniciales de la batalla, o las más o menos explícitas y
desenfadadas escenas sexuales. De esa fricción nacen algunas escenas y
episodios notables cuyo discurrir se sitúa en un punto cercano a la
alucinación, a veces onírica, otras ensoñada o etílica.
Sin
duda, la de Degenerado es una historia única. Nos complace que su travase al
cómic haya resultado también en un trabajo singular, original y atractivo.
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