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Años después, recuperamos a Dylan Horrocks en Sam Zabel y la pluma mágica, un tebeo que enlaza directamente con Hicksville en muchos sentidos. Se trata de nuevo de un metacómic lleno de jugueteos con el lenguaje y autorreferencias. Sam Zabel y la pluma mágica también está protagonizado por un personaje alterego transparente del propio Horrocks: Sam Zabel es un dibujante de cómics que ha perdido su inspiración y que sufre terror ante el vacío de la página en blanco. Su historia, su aventura será la que de sentido y construya las páginas del cómic de Horrocks; apenas escondido en las dudas y tribulaciones de su personaje.
Pero, dentro de esa misma lógica interna, en Sam Zabel y la pluma mágica disfrutaremos de los ficticios trabajos autorales del propio Sam Zabel (esos comic-books superheroicos protagonizados por Lady Night de los que él reniega por su naturaleza puramente alimenticia), así como de sus lecturas (El Rey de Marte) y ensoñaciones. Metacómics y más metacómics, historietas dentro de la historia.
Pero, dentro de esa misma lógica interna, en Sam Zabel y la pluma mágica disfrutaremos de los ficticios trabajos autorales del propio Sam Zabel (esos comic-books superheroicos protagonizados por Lady Night de los que él reniega por su naturaleza puramente alimenticia), así como de sus lecturas (El Rey de Marte) y ensoñaciones. Metacómics y más metacómics, historietas dentro de la historia.
Gracias a la aparición de una "pluma mágica" que convierte la ficción en realidad, la historia y la fantasía se entremezclan en las páginas de este cómic para construir una historia de aventuras, cargada de peripecias y saltos temporales que debemos leer como un homenaje continuado al cómic y su mitología. Son constantes los guiños a autores, épocas y géneros de la historieta (es especialmente divertido y paródico el capítulo en el que Horrocks recrea el espíritu de los mangas hentai). En su viaje, Sam Zabel se topará con personajes propios y ajenos, y con compañeros inesperados como Miki, la joven otaku, o la fan comiquera Alice Brown. Entre todos componen una historia cargada de sorpresas e imaginación, que nunca pierde su conexión con la tierra, con esa Nueva Zelanda ancestral que tan integrada está en los tebeos de Horrocks.
Es cierto que Sam Zabel y la pluma mágica carece del brillo y la densidad narrativa de Hicksville; también lo es que el recurso a una "pluma mágica" no resulta tan brillante ni ofrece tantas posibilidades como la ingeniosa biblioteca-faro de los cómics que nunca se escribieron de Hicksville. Por contra, la nueva historia de Horrocks es más lúdica, procaz y ligera que aquella. Es, en todo caso, un cómic divertido que se lee con una sonrisa en la boca de principio a fin; un homenaje a la narración gráfica, cargado de historias y referencias al medio. Un nuevo metacómic firmado por Dylan Horrocks.
Es cierto que Sam Zabel y la pluma mágica carece del brillo y la densidad narrativa de Hicksville; también lo es que el recurso a una "pluma mágica" no resulta tan brillante ni ofrece tantas posibilidades como la ingeniosa biblioteca-faro de los cómics que nunca se escribieron de Hicksville. Por contra, la nueva historia de Horrocks es más lúdica, procaz y ligera que aquella. Es, en todo caso, un cómic divertido que se lee con una sonrisa en la boca de principio a fin; un homenaje a la narración gráfica, cargado de historias y referencias al medio. Un nuevo metacómic firmado por Dylan Horrocks.