Nos acercamos a Patria sin conocer a su autora y con tres equívocos provocados por una interpretación
errónea de su portada: el título "Patria" y la fuente elegida, con
reminiscencias a las tipografías cirílicas, nos llevan a pensar de forma un
tanto arbitraria que estamos ante una nóvela gráfica ambientada en Rusia. La
aparición en portada del retrato de un hombre rubio con cierto parecido a un
Vladímir Putin rejuvenecido termina por asentar el dislate.
Sin embargo, tampoco andábamos demasiado desencaminados. Nina Bunjevac es una artista serbia (canadiense con raíces
yugoslavas, en realidad), y Patria es la historia de su padre; que
de hecho es la Historia de los Balcanes y la antigua Yugoslavia en el último
siglo. El padre de Nina es el hombre representado en la portada, se llamaba
Peter Bunjevac y vivió en Canadá como exiliado del régimen de Josip Broz Tito.
Peter Bunjevac combatió y murió al servicio de las células anticomunistas del grupo terrorista Libertad para la Patria Serbia.
La historia de Nina es la de su niñez en Canadá y su exilio voluntario, junto a su madre y hermana, en la
tierra de su familia, la antigua Yugoslavia. Una familia que regresa a su
patria escapándose de las bombas, la violencia terrorista y el fanatismo
político representado por el padre y patriarca. Oímos y vemos la historia a través
de los ojos de una Nina adulta que mira hacia atrás y reflexiona acerca de su
pasado y el de su propio pueblo.
Porque Patria no es sólo
una historia familiar, sino la de una región, un país que se atomizó en una
miríada de estados enfrentados; y, en última instancia, la historia de la
Europa reciente. Desde la perplejidad y la desesperanza, Bunjevac reflexiona
acerca del sinsentido y la colección de rencores que convirtieron a gentes
afines, a miembros de una misma etnia, en enemigos irreconciliables capaces de
ejercer las crueldades más atroces sobre sus antiguos "hermanos" eslavos:
He investigado a conciencia la historia de esta región para llegar al fondo del conflicto entre los serbios y los croatas, pero cuanto más profundizo, menos conflictos documentados encuentro entre estos dos grupos casi idénticos; antes del siglo XX son poquísimos. Parece que tanto los unos como los otros llegaron a la Península Balcánica en la misma época, en el año 500. / En esencia, serbios y croatas pertenecen al grupo étnico de los eslavos meridionales. Las fuentes históricas los describen como numerosos, desorganizados y sufridos, y muy reacios a dejarse conquistar o esclavizar. / Durante los siglos que siguieron a su llegada a la Península Balcánica, ambos grupos formaron estados soberanos que coexistieron pacíficamente; hablaban el mismo idioma, tenían costumbres similares. / Y ambos grupos adoptaron el cristianismo como religión oficial hacia el año 900, muy probablemente para estrechar lazos políticos con los gigantes que tenían por vecinos: Croacia se volvió hacia Roma, y Serbia hacia Constantinopla. A medida que la brecha entre la religión católica y la ortodoxa aumentaba, también aumentaron las diferencias entre serbios y croatas.
El minucioso puntillismo del dibujo de Nina Bunjevac ayuda a dotar de profundidad y dramatismo a una trama ya de por sí áspera y descarnada. La ilustración de Patria es un trabajo de amanuense, un ejercicio asombroso de paciencia y virtuosismo. Su uso de las tramas, los puntos y el rayado nos recuerda a los estilos de Joe Sacco, Robert Crumb o Howard Cruse, aunque el dibujo de Bunjevac huye radicalmente de la caricatura, del mismo modo que su historia se ciñe al relato frío, a la exposición, ora biográfica ora histórica, de los acontecimientos vividos. Es cierto que, por esa misma pulcritud y concreción a los hechos y la Historia, este cómic adolece en ocasiones de cierta emoción y peca de frialdad expositiva (sobre todo en sus capítulos más puramente historiográficos, como "Infancia"). No obstante, Nina Bunjevac consigue hacer suyo el relato en todo momento gracias al empleo de la voz narrativa en primera persona, que ilustra y acompaña sus explicaciones y reflexiones de naturaleza más íntima.
Patria
es, en definitiva, la historia de los Balcanes, una crónica trágica de
odios, venganzas y masacres sin fin. Una
lectura que intenta arrojar luz sobre un laberinto repleto de callejones
sin
salida y falsos desvíos. No era fácil en su día entender lo que estaba
sucediendo en Yugoslavia; como tampoco lo fue comprender la reacción de
Europa y el
resto de países occidentales. Todavía, de vez en cuando, pensamos en
Matija y Lydia. Fueron dos amigos de verano; no eran serbios, bosnios o
croatas, en aquella época eran simplemente yugoslavos. Hablábamos de
fútbol, de cine y de música, teníamos gustos similares y estoy seguro de
que los tres pensábamos en cuánto nos parecíamos pese a la distancia.
Tres o cuatro años más tarde se desencadenó el infierno en los Balcanes y
nunca más volvimos a saber de Matija ni de Lydia. Sólo mucho después
nos dimos cuenta de que en realidad el hecho de que fueran serbios,
croatas o bosnios no era en absoluto irrelevante.
Obras como Patria o Gorazde, de Joe Sacco, forman parte de ese "nuevo" cómic que bajo la etiqueta de "Novela gráfica" está llevando al lenguaje de las viñetas a unas cotas desconocidas y a unas profundidades conceptuales de las que el cine, el ensayo o la novela ya disfrutaban mucho antes. Gracias a gente como Nina Bunjevac o Joe Sacco conseguimos entender un poco mejor nuestra historia reciente, tratamos de encontrar las coordenadas de lo inexplicable.
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