Siempre hay que alegrarse por la aparición de nuevas editoriales de cómics y aplaudir la valentía de sus impulsores. Por su idiosincrasia particular, los fundadores de Cartem Cómics se escapan, sin embargo, etiquetas como las de "recién llegados" o "neófitos", aunque no lleven aún ni tres años editando cómics. Como apuntan en su página web, Cartem Comics nace como sello filial de Cartem Books (Ediciones de Arte y Bibliofilia S.A.), sello especializado desde 2007 en la edición de obras de arte y facsímiles de códices medievales, de cartografía histórica y de libros de grabados... Un bagaje que es garantía de ediciones primorosas.
Tampoco en sus comienzos dieron palos de ciego. Acostumbrados a "rescatar" obras de la tradición, decidieron incluir en su catálogo los cómics de algunos maestros de nuestro pasado reciente, como ese Drácula clásico del gran Fernando Fernández y otras obras de dibujantes ya clásicos como Hermann o Alfonso Font.
Sin embargo, si algo caracteriza a Cartem Comics es su apuesta por el cómic de género, en su concepción más amplia, apostando, en muchos casos, por autores jóvenes o incluso primerizos. Últimamente nos hemos acercado a dos ejemplos:
Somos Probetus es el primer cómic del diseñador gráfico César Verdúguez. Se trata de un cómic de ese subgénero de la ciencia ficción que son los viajes en el tiempo. Su protagonista es un científico brillante y bondadoso, con una peculiaridad que le hace aún más especial: tiene síndrome de down; hecho que no es obstáculo para que Sirbino Probetus sea una de las mentes más preclaras de su tiempo (un futuro no muy lejano en el que resuenan muchos de los problemas del presente, el año 2063). Como suele ser habitual, Verdúguez aprovecha los viajes espaciotemporales de su protagonista para acercarnos a algunos "momentos estelares de la humanidad" —que diría Zweig— y conocer a sus protagonistas. Verdúguez recurre a una caricatura con amplios recursos técnicos y llena de expresividad (con margen de mejora en el diseño postural de los planos enteros); de algún modo, nos recuerda al estilo gráfico del prologuista de la obra: el gran Paco Roca (que también está en el catálogo de la editorial con una de sus primeras obra, Hijos de la Alhambra; un thriller de ambientación histórica lleno de aventuras y misterio). De Somos Probetus, destaca Roca su "narrativa ágil" y su aprovechamiento del "formato de la página" así como su uso del color en la creación de ambientes. Virtudes, todas ellas, que invitan a seguir los pasos de Verdúguez en el futuro. Su inicio es prometedor.
File Number, de Frank Román, se mueve en un plano genérico muy reconocible también, el del noir; en la estela de esos relatos que situaron a Raymond Chandler y a Dashiell Hammett entre los narradores más leídos y destacados del siglo XX. El cómic de Román, basado en un caso real, no elude ninguna de las claves del género: el detective privado cínico y descreído, que navega (y a veces naufraga) entre su agudeza intelectual y sus vicios; el misterio criminal, que se desarrolla en un entorno hostil lleno de misterios y amenazas; y una galería de personajes turbios en el que todos parece esconder más de lo que muestran. Con estos materiales, File Number edifica su relato según los pasos preceptivos del género negro: una mujer misteriosa visita al detective privado Ardyan Longbow y le propone su caso: la muerte en extrañas circunstancias de su marido, durante una visita a Board Hills, su pueblo natal. A partir de esa premisa básica, comienza la investigación y se desarrolla una trama bien construida que nunca pierde de vista el tono de aquellas obras de Chandler y Hammett, que mencionábamos hace unas líneas; una historia que mantiene la tensión y atrapa el interés del lector con naturalidad y un guion más que correcto. Frank Román recurre, como es preceptivo, a un dibujo oscuro y áspero, marcado por un diseño rocoso de personajes y unos fondos digitales en los que predominan el sombreado y unos paisajes áridos en tonos pastel verdes, marrones y rojos. Una de las cosas que más nos gusta de File Number es que incluye su propia banda sonora, a la que se puede acceder gracias a los diferentes códigos IQ (de acceso a YouTube) que recorren sus páginas y ayudan a crear atmósfera en cada una de sus secuencias. Un cómic que hará las delicias de los amantes del género negro.
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