lunes, diciembre 11, 2006

Quiero un príncipe azul. Chicha sin "limoná".

Ando últimamente un poco alicaído y encima, hoy, lunes después de puente, así que me he levantado con el pie izquierdo, el cargador lleno de oprobios y el kris malayo entre los dientes. No suelo hacer reseñas negativas en estas páginas, simplemente porque aquellos cómics que no me han gustado los olvido y dejo pasar. Hoy sin embargo, quiero mencionar uno que (como ya habrán observado ustedes) no me ha dejado indiferente: se trata de Quiero un príncipe azul, de Hélène Bruller, un cómic que habría de encajar bien como enlace transversal con nuestros posts de los últimos tiempos sobre las mujeres y el cómic. El hecho es que el intento de Bruller se queda en eso, en el intento de hacer un cómic femenino y "feminista".
El humor de Bruller es ácido, pero no ingenioso, como lo es el de Carol Lay o el de Claire Bretécher (una autora que no es de mi devoción, por otro lado); sus gags son crueles (para algunos lectores incluso ofensivos), pero no trasgresores como los de Roberta Gregory (de la que Bruller asume influencias obvias en el apartado gráfico); por último, pese a sus semejanzas temáticas y organizativas con autoras como Maitena, lo cierto es que a la mayoría de las historias de Quiero un príncipe azul de puro obvias, no son siquiera divertidas. Para legitimar su discurso, Bruller recurre al autoflagelo (una autocrítica como la que introducía Crumb en sus historias autobiográficas de los años 70), pero lo hace de un modo tan exgerado y reiterativo, que termina por perder efectividad, convirtiéndose en hueca autocomplacencia.
Pese a todo, algunos de los capítulos (o gags) de Quiero un príncipe azul se sitúan por encima de la media (como el de las reacciones de los novios abandonados o el de los pequeños tormentos cotidianos), sin embargo, se trata de la excepción, espejismos dentro de un cómic bastante plano, muy lejos en todo caso de esas obras que están situando al cómic femenino de los últimos años en un nivel autorial hasta ahora desconocido.
No son más que las opiniones subjetivas de uno de tantos blogueros, así que si usted tenía en mente leer Quiero un príncipe azul, hágalo; discreparemos afablemente desde aquí. Saludos.

1 comentario :

Anónimo dijo...

Me temo, Señor Gato, que no podremos discutir esta vez. Leí algunas páginas y no me atrajo en absoluto. ¡Otra vez será! Un besico