Aprovechando la entradita informal y festiva mensual del FHM, nos dijimos hace dos meses ¿por qué no anticipamos acontecimientos y le dedicamos nuestro rincón del cómic a don David Rubín y La tetería del oso malayo? Hecho lo cual, nos congratulamos de nuestras dotes adivinatorias y de su éxito salonero (en orden inverso); verán ustedes como no será el último. Hasta entonces, les ponemos a la vista nuestra reseña.
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Con el aroma de su brillante paso por el Salón del Cómic de Barcelona aún intacto, saboreamos la última infusión viñetera del gallego David Rubín: La tetería del oso malayo, un trago lento y lleno de matices. Ingredientes de la tisana: un puñado de historias cortas sazonadas de aventura, nostalgia y mucha imaginación; una pizca de sensibilidad poética y, por supuesto, el toque picante de los lápices sinuosos y fluidos de Rubín. Todo ello, mezclado, hervido y servido por Sigfrido, el oso bondadoso que da nombre al cómic, al mismo tiempo que dirige su exótico local, ese “consultorio psicoanímico que camufla de tetería”. Tan peculiar camarero protagonista, será nuestro guía por los episodios de la obra y a través de sus ojos veremos desfilar a superhéroes ciegos, soldados sensibles, hipopótamos cultivadores de penas y medio-hombres en estado de depresión crónica. Cualquiera diría que a este té le han echado un buen chorro de aguardiente blanco, ¿no les parece?
2 comentarios :
Aguardiente blanco no sé, pero alguna que otra lagrimica tal vez. Un beso,
Es usted una romántica empedernida (con la lengua suelta, eso sí) ;)
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