martes, mayo 29, 2007

Polemizando: una hoguera para de Crécy, el Louvre y la modernidad.

Últimamente, don Domingo Hernández se empeña en ahorrarme esfuerzos blogueros (eso es un amigo) y me regala los posts ya hechos. Después de sus palabras doctas acerca de los museos y el arte oportunista (o el oportunismo del arte) y la revelación Zizek, me dirige ahora unas letras con motivo de nuestro post anterior sobre de Crécy y su Periodo glaciar. Como buen conocedor de los asuntos de la la modernidad, las vanguardias pictóricas y la posmodernidad, acerca el ascua a su chimenea de conocimiento. Les acerco un poco a su hoguera para que se les alumbre el cerebelo; eso sí, como el asunto se presenta candente y polémico, les aconsejo que, en caso de disparidad de criterios, no dejen que se les calienten las meninges:
Hola, compañero,
Muy bien, de acuerdo: magnífica tu reseña de Periodo glaciar, y maravilloso el propio Periodo glaciar. Pero, me pregunto: si, en el fondo, y tanto por la historia que cuentan las "obras" (hemos sobrevivido a bla bla bla) como por su final (nos unimos, huimos y seguimos viviendo...), todo remite a una especie de "eternidad del gran arte", ¿por qué lo hace con obras clásicas, es decir, por qué con el Louvre? Por supuesto, sólo hay que mirar los créditos del cómic para dar una explicación fácil: está coeditado por el propio museo. Pero, al margen de esto, ¿no podría haberse hecho con el arte contemporáneo? ¿o lo que se insinúa es que la "eternidad del arte" sólo remite al del pasado? O, de otro modo, toda la conversación entre los aventureros cuando ven por primera vez las obras (que si imágenes, que si lenguaje,etc.), ¿habría funcionado con un arte no narrativo?
Más preguntas: ¿porqué la única aparición de arte del XX es la referencia a Malevitch? Recuerda: esa Gioconda, ya cansada, que se convierte en un lienzo blanco... Qué curioso: pasado que se parece a un futuro... Muy interesante, claro, pero lo habitual es al revés, es decir, futuros que se parecen a pasados. Todo esto nos lleva al tema que comentábamos el otro día: repito, maravillosa tu reseña, estupendo el cómic, pero, ¿por qué diablos cuando el arte aparece hoy en un medio que no es el suyo, sea cómic, novela, cine o lo que sea, únicamente lo hace o para remitir a cosas clásicas y decir que eran fenomenales -ejemplo: Periodo glaciar-, o para arremeter contra el contemporáneo -el Warhole de Bilal, el propio Art school confidential, sobre todo en la película, etc.-? Bueno, todo eso me digo...
(me hubiera gustado mandarte esto como un comentario a tu post, pero ya que está aquí...)
Pues eso, ya que está aquí, aquí se quedá y aquí les espetamos todas estas dudas e interrogantes, a ver si alguno de ustedes ofrece alguna respuesta juiciosa a las inquisiciones de nuestro invitado.
PS. Comentario malicioso: me gusta que nuestros hermanos estudiosos de las "artes mayores" se empiecen a preocupar por la imagen que el cómic ofrece de las mismas... No se me sonrían, me temo que en este caso la preocupación tiene su explicación en el interés ecléctico y humanista de Domingo; una excepción, por ahora. Desde aquí, le doy las gracias por su instructivo interés.

7 comentarios :

ComixCafé. dijo...

Claro, imagínense que en vez de en el Louvre, caen en el Teatro-Museo Salvador Dalí, a ver, interpreten. Un saludo.

Little Nemo's Kat dijo...

Pues mire que yo al de Crécy le veo capaz hasta de montarse una de sus verbenas viñeteras, hasta en Figueras o Cadaqués ;)

Anónimo dijo...

El cómic y el "ARTE" (la práctica pictórica) se entienden muy bien entre ellas, están más cerquita de lo que se cree o parece, si bien son dos lenguajes distintos, los dos comparten recursos de un mismo lenguaje madre: la Plástica.
Los dos saben muy bien lo que es tratar de lanzar un mensaje o representar una idea a través de la composición y el color, y esto les lleva a identificarse el uno al otro rápidamente. Otra cosa es que lo hagan de igual a igual, cosa que "todavía" no pasa.
Si el "ARTE" fuera consciente del momento que atraviesa el Cómic se moriría de envidia. Mientras el primero no sabe como narices reinventarse (que no digo que esté agotado...) el segundo no para de investigarse, de experimentarse y de asombrarse a si mismo.
Y si que existen ejemplos de cómic hablando de "arte moderno" con una admiración y un respeto no recíproco, lamentablemente. Hay tiene ustedes a Juanjo Sáez con su "Arte, conversaciones imaginarias con mi madre" o a Calpurnio a través de su Cuttlas, un vaquero con una verdadera sensibilidad artística.

Little Nemo's Kat dijo...

Cierto, no me acordaba yo de Juanjo Sáez... y hay otros, como Olivares, que también tocan el palo del arte de vez en cuando (http://javierolivaresblog.blogspot.com/2007/04/historietas-sobre-arte.html).

Por lo que respecta a los momentos de uno y otro, comparto su punto de vista, yo también creo que el cómic se encuentra ahora en esa revolución que anunciaba McCloud. ¿Hasta dónde puede llegar? Está por verse...

Anónimo dijo...

Aqui tienes uno de los ejemplos de Cuttlas:
http://www.20minutos.es/vineta/468460/0/6/2006/cuttlas/

Anónimo dijo...

"...pero, ¿por qué diablos cuando el arte aparece hoy en un medio que no es el suyo, sea cómic, novela, cine o lo que sea, únicamente lo hace o para remitir a cosas clásicas y decir que eran fenomenales -ejemplo: Periodo glaciar-, o para arremeter contra el contemporáneo -el Warhole de Bilal, el propio Art school confidential, sobre todo en la película, etc.-?"

Me parece una excesiva generalización y más cuando Domingo Hernández sólo nos aporta tres ejemplos (De Crécy, Bilal y Clowes)

Little Nemo's Kat dijo...

Sí puede ser que la generalización sea excesiva, pero tampoco le falta razón cuando comenta lo que comenta. Como le señalaba a Domingo hace unos días a raíz de su mail, lo cierto es que gestionar la abstración desde supuestos narrativos puede resultar complejo. Por eso, aunque algunos autores se arriesguen, introduciendo las propuestas pictóricas de la vanguardia (Mary Fleener) o las posteriores a la década de los 50 en su estilo gráfico (Ricardo Castells, Dave McKean, Kent Williams), en general es más sencillo utilizar el arte-icono (Gioconda) para dotar de autorreflexividad y cierta intelectualidad a la propuesta, que recurrir a autores informalistas o del expresionismo-abstracto que presentan una digestion narrativa más pesada.