Cuando pensamos en las conexiones entre Federico Fellini y el cómic, se nos viene a la cabeza aquel extraño, surrealista y erótico Viaje a Tulum que el director guionizó para su amigo Milo Manara, y que pudimos leer extractado hace ya muchos años (1989) en las páginas de El País Semanal. Era una historieta llena de viajes oníricos, bellas mujeres (claro) y dibujos exuberantes y nocturnos.
Lo que no sabíamos es que las conexiones del regista italiano con el cómic eran, en realidad, mucho más estrechas que lo que denota esa escapada artística puntual. No hace falta ir muy lejos: nos dirigimos a la entrada de Fellini en la Wikipedia y leemos en las primeras líneas:
En su infancia, el joven Federico muestra un vivo interés por las películas de Chaplin y los cómics humorísticos estadounidenses, llegando a afirmar en 1966
Es evidente que la lectura intensa de esas historias, en una edad en que las reacciones emotivas son tan inmediatas y frecuentes, condicionó mi gusto por la aventura, lo fantástico, lo grotesco y lo cómico. En este sentido es posible encontrar una relación profunda entre mis obras y los comics norteamericanos. De sus estilizaciones caricaturescas, de sus paisajes, de los personajes siluetados contra el horizonte, me han quedado imágenes felizmente "chocantes", imágenes que de vez en cuando vuelven a aflorar y cuyo recuerdo inconsciente ha condicionado el elemento figurativo y las tramas de mis películas (Declaraciones de Federico Fellini en 1966, recogidas por Claudio Bertieri en Los comics humorísticos "a la italiana").
Hace poco, hemos sabido además de sus comienzos como dibujante humorístico en diversas publicaciones periodísticas; o de su obsesión por el Mago Mandrake, que se vio concretada en una fotonovela protagonizada por Marcello Mastroianni, en algunos posters publicitarios y en la aparición del actor disfrazado del mago en el falso documental paródico, Intervista (1987).
Después, Fellini continuó dibujando. De hecho, pasó años de su vida rellenando cuadernos con anotaciones, dibujos, viñetas, reflexiones visuales, chistes y, sobre todo, sueños. El director, fascinado por las teorías del psicoanálisis, dedicó buena parte de su vida a recrear gráficamente sus sueños y pesadillas en unos cuadernos que se han publicado recientemente bajo el título de El libro de los sueños (The Book of Dreams, Rizzoli, 2008).
De todo esto nos hemos enterado visitando la estupenda exposición "Federico Fellini. El circo de las ilusiones", que desde el 15 de julio se puede disfrutar en CaixaForum Madrid, y que permanecerá allí hasta el 26 de diciembre. Por cero euros pueden ustedes apurar los plazos y ser testigos de centenares de fotografías de los rodajes del director italiano, disfrutar de sus dibujos humorísticos y de las ilustraciones de su libro de sueños. Pueden detenerse a ver vídeos con fragmentos de sus películas, leer los detallados paneles informativos (organizados temáticamente) acerca de su producción artística, leer fragmentos de entrevistas... Aprovechar, en definitiva, el carrusel de información que nos ofrece este nuevo circo felliniano, excelentemente documentado y mejor organizado.
Ya tienen tarea prenavideña.
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