lunes, diciembre 27, 2010

2010: Crisis, what crisis? (I)

Se lo preguntaban estos señores. Pese a los chaparrones de insensatez, el vértigo ante la pérdida de la abundancia y la codicia financiera que nos circundan, parece que al cómic no le va tan mal. Y no lo decimos nosotros, que se lo hemos oído recientemente a varios de los implicados. En concreto, a algunos de los artífices del cotarro, es decir a los artistas, en el nuevo número de Tebeosfera, dedicado a los jovenes creadores.
Cristina Vela, por ejemplo, comentaba: "Pese a todos los problemas que hay ahora, considero que el cómic en España no está tan mal como hace veinte años, si bien económicamente la situación no es buena, pero sí hay mas editoriales que antes y se edita más material, al igual que ha aumentado el número de lectores de cómics." En ese mismo foro, David Rubín añadía leña al debate del optimismo:
Creo que [la situación industrial del cómic español y en España] es la mejor de los últimos diez o quince años, sin duda. No es todavía la panacea soñada, pero por algo hay que empezar, y la verdad es que ya estoy un poco harto de tanto llorar y tanto quejarse de que la situación está muy malita en el cómic español, hacía años que no se veía tanto autor español, y tan diferente, en la oferta que puedes encontrar en cualquier librería, y creo que muchos de los cómics españoles más interesantes se están produciendo justo ahora.
Pero es que sólo unos días después, desde Expocómic se nos descolgaban con una de las cartas más efusivas y lanzacampanasalaire que hemos leído en los últimos tiempos: que si un éxito de público, que menudo aluvión de visitantes, que viva el comercio exitoso... Luego, por si les parece poco, leemos la prensa generalista, y constatamos dos cosas: nunca el cómic se mostró tan omnipresente en sus páginas y nunca se le trató de forma tan respetuosa y admirativa en las mismas. En El País, por ejemplo, nos cruzábamos hace unos días con un artículo recomendatorio-navideño que abría así, nada menos:
Excelente año para los aficionados a los cómics y novelas gráficas. Se confirma el incremento del lectorado que busca y consume esa forma ineludible de literatura/arte tan de nuestro tiempo. Aumenta la calidad de los álbumes y, al mismo tiempo, la edad media de sus lectores: conozco a bastantes que, como yo, han regresado al cómic en edad valetudinaria, quizás porque en ellos encuentran cosas que antes sólo hallaban en las novelas. La lista de los publicados durante el año se haría interminable, de manera que opto por mencionar sólo los que más me han interesado.
Vamos, que dan ganas de salir a la ventana y gritar aquello de que se quejen otros que a mí me da la risa. Todo parece cierto: se siguen sacando novedades a un buen ritmo (sin llegar a los extremos de los felices primeros años del siglo), el lector observa feliz como se editan en español tebeos que parecían perdidos en el limbo de los clásicos inencontrables, cada año descubrimos nuevos talentos y redescubrimos a los viejos gracias a reediciones, integrales, nuevos formatos, los salones y exposiciones concluyen con cifras de asistencia apabullantes, las instituciones siguen volcadas en lo que parece una tendencia contemporánea, el cómic es cool, los premios se consolidan, la información se multiplica, etc.
Después, sin embargo, hablamos con los pequeños editores y algunos nos reconocen que este curso las han pasado tan canutas como el común de los ciudadanos. Que los bancos no prestan, que las ventas no aumentan y que cada edición es un riesgo. Nos suena a todos. La resignación como actitud editorial es una constante, la imaginación abre otra puerta: imaginativa es, por ejemplo, la política de edición a demanda que han planteado algunas pequeñas casas, como Viaje a Bizancio Ediciones (sólo se imprimen los volúmenes que se venden). Esperanzador resulta también observar como la idea tradicional de cómic sigue evolucionando hacia nuevos formatos, temas y posibilidades adaptativas (un cómic es un producto, pero el cómic es también un lenguaje, no lo olvidamos). Y a pesar de los pesares, nacen nuevas editoriales, aparecen nuevas publicaciones periódicas y fanzines y se abren las puertas de nuevos eventos comiqueros. Lo dicho, tan mal no parece ir la cosa. Fíjense que algunos, por primera y sorpresiva vez, se han atrevido hasta a revelar el mejor guardado de los secretos editoriales: las cifras de ventas. Unos números que revelan la verdad inefable, efectivamente, la crisis está ahí (al menos lo estaba en 2009, que a dicho periodo corresponden los datos que analizaba el carcelero), pero que dejan también ver un cambio de actitud en el sector (debe de ser cosa del efecto wikileaks).
En el 2010 se han resuelto, igualmente, algunos otros misterios: los cómic digitales o, mejor dicho, la lectura digital de cómics ha venido para quedarse. Al iPad le sientan las viñetas estupendamente: no sólo no se pierde calidad de lectura (aunque el asunto depende de los formatos elegidos sustancialmente), sino que en algunos casos como el manga y los comic-books, con el iPad hasta parecemos salir ganando. Si alguna editorial no se lo ha planteado seriamente está perdiendo el tiempo, el futuro ya es presente.Lo dicho, cómics y más cómics, crisis y renovación, triunfos y fracasos. El que se aburre es porque quiere. En la siguiente entrega metemos las manos en la masa.
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2010: tendencias y recorridos (II)
2010: cómics, cómics, cómics, más cómics por favor (III)
2010: los mejores (y IV)

2 comentarios :

Gabriela Torrens dijo...

Pues sí, hay que buscar nuevos formatos y estudiar mejoras en la distribución y márketing de los cómics.

Little Nemo's Kat dijo...

Por supuesto, todo lo que sea mejorar, bienvenido sea.

Abrazos y saludos, señorita ;)