Esta vez el subtítulo de la entrada no lo hemos puesto nosotros, es el que reza en la portada de la nueva entrega de Buendolor, el fanzine de Nofu. La verdad es que le viene al pelo.
Hablábamos el otro día de cómics indies y se nos ocurren pocos ejercicios más indies que editar un fanzine viñetero por estos lares; cuánto más si encima la cosa es unipersonal y monográfica. Aunque, en realidad, esto último no es del todo cierto: la nómina de colaboradores en Buendolor aumenta con cada número. En este volumen dos encontramos historietas de Esteban Hernández, de Brais Rodriguez o de Marcos Prior, aparte de cinco historias del propio Nofu (Álvaro Nofuentes). Estas últimas son, sin duda, lo mejor del fanzine.
Nofu continúa evolucionando como narrador y afinando su trazo underground, desasosegante y muy expresivo, aunque en ocasiones (en algunos fondos, sobre todo) un poco rígido. En todo caso, su personal estilo se ajusta como un guante a esas historias de falsa normalidad que nos cuenta. Casi todos los personajes de las historias de Nofu esconden la realidad de sus existencias debajo de una máscara que, sólo en apariencia, se confunde con un rostro normal (como esas caretas que desnudan el simbolismo antropomórfico de los animales protagonistas de "El bosque de la mente"). En las viñetas de Nofu, la existencia trascurre al paso lento de la cotidianidad, mientras en su interior, los personajes rumian lentamente la tragedia de su descontento, de su hastío o de su falta de decisión. En ese sentido, podríamos leer el collage que compone su primera historia en este Buendolor 2 ("Alumbramiento") como un compendio de esos pensamientos y vivencias soterradas que crean un universo paralelo mucho menos atractivo que el que la pura normalidad parece anunciar. "Seamos. Estemos" nos dirige hacia los momentos perdidos y nos sugiere la imposibilidad de recuperar el pasado en los mismos términos en los que aconteció por vez primera. "Nudos" es un juguete narrativo experimental que avanza en esa misma línea de desencuentros entre personajes que un día parecieron tener algo en común. El absurdo existencial. Lo vemos de nuevo en "No consigo...", una visión dislocada en escenas sólo aparentemente inconexas.
Frente a las aportaciones más experimentales de Martín López ("Además nos gustaba..."), de Tana Simó ("Historias de escaleras") o de Maxime Jeune y Apolline Schöser ("+1+2-1-1"), quizás el relato que mejor encaje con el espíritu general del fanzine sea esa interesante visión autocrítica hacia la perenne insatisfacción en la que todos caemos alguna vez, que podemos leer en "Ya es tarde todavía", de Miguel Ángel Agulló y Tamara Jiménez.
Ya ven, todo un muestrario de palogías sociales la que recoge este pequeño fanzine, editado de forma elegante y primorosa. Y todo por cuatro euritos de nada. Ojalá su estancia en Angoulême le siga dando a Álvaro Nofuentes frutos tan jugosos. Le seguiremos la pista.
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