Recién llegaditos de la ciudad de los mil nombres, de la misma que nunca duerme... Vamos a dedicarle varias entradas a Nueva York y a algunas de las cosas que vimos por allí.
Intentar hablar de Nueva York y no contar algo mil veces dicho ya puede parecer hasta pretencioso. Resumir lo mucho que la Gran Manzana da de sí en unas cuantas líneas es, además, directamente imposible, así que vamos a hacer un zigzagueo rápido entre rascacielos, museos y paradas de metros, para enseñarles por la ventanilla del blog las viñetas, grafitis, cuadros y anécdotas que nos llamaron la atención, junto a algunas foticos que tomamos para testimoniarlo (como esa supervista desde el Empire de la izquierda).
Cuando les hablábamos de Tokyo hace unos años, les contábamos que el manga (junto al té verde) es más que un divertimento dentro de la cultura nipona, es una constante icónica de su paisaje, una variante artística con inmenso calado social. Lo de Estados Unidos y Nueva York (léase Gotham City) con los superhéroes tiene muchas semejanzas con aquello, eso sí, revestido de la pátina dorada que siempre añade el showbusiness. No hay plaza o Times Square en la que no le aborde a uno un Batman o un Spiderman entradito en quilos; ni palmo de mercadillo en el que, en vez de Monalisas o Últimas Cenas, no aparezca un collage o póster enmarcado del Universo Marvel. Zapatillas, pastelitos, complementos, todo está habitado por superhéroes. Descubrimos, por ejemplo, que Spiderman ha llegado, con la música puesta, incluso a Broadway, y con unas críticas aceptables, parece.
El superheroísmo es omnipresente, no sólo por el momento de auge que vive su iconografía gracias a la explotación hollywoodiense, sino porque su arraigo en la ciudad está ya de sobra consolidado en el imaginario colectivo gracias a tebeos, series y eventos fílmicos no tan recientes. Nos encantó, por ejemplo, asomarnos al hall del Daily News Building (que no es otro que el célebre Daily Planet de Superman), con su lustrosa bola del mundo que parece que anuncia que no hay fronteras ni límites para los superhombres. Justo al lado, levantábamos la vista hacia el pináculo del Edificio Chrisler y extrañaba no ver a Batman agazapado en alguna de las águilas de acero inoxidable que adornan sus alerones a muchos metros de altura. En la misma calle 42, algunas cuadras antes, se encuentra la Gran Estación Central, de nuevo protagonista y contexto de tantos y tantos planos cinematográficos y viñeteros. Y así, hasta el infinito y más allá...
Pero si las alturas y los rascacielos conforman el perfil más reconocible de la Gran Manzana, también es cierto que, en nuestra imaginación modelada por la ficción, es en sus subsuelos donde se traman algunos de los más macabros planes para acabar con la tranquilidad planetaria. En realidad, el metro de Nueva York es bastante menos truculento y sombrío de los que nos han contado (aunque complicado y enrevesado como pocos), sobre todo en las zonas más céntricas de Manhattan (a los barrios más turbios del Bronx, Brooklyn y Queens, preferimos no acercarnos para rebatir esta impronta inicial). Desde 1985, además, muchas de las principales estaciones del metro neoyorquino han visto remozadas sus fachadas y andenes gracias a las intervenciones de importantes artistas. Visitar las paradas más vistosas es otra forma de recorrer Nueva York: los preciosos mosaicos dorados, con aire art-decó, de Nancy Espero en la parada del Lincoln Centre; la colección de sombreros sin dueño de Keith Godard, de la 23rd Street; o la impresionante locomotora de teselas de Roy Lichtenstein, que ilumina la entrada a Times Square. Nuestros favoritos (no los vimos todos, evidentemente) fueron esos personajillos de bronce de Tom Otterness, mitad leprechaun, mitad personaje de Floyd Gottfredson, que se esparcen en la parada entre la 8th Avenue y la 14 street.
También nos gustaron mucho los mosaicos de Liliana Porter dedicados a Alicia en el País de las Maravillas en la 50th street. Será porque Nueva York tiene algo de Wonderland, pero hemos visto multitud de referencias al universo de Carroll en la gran ciudad: la más destacada, quizás, esa bonita y disneyana estatua de bronce de José de Creeft que se erige en medio de Central Park, con Sombrerero Loco incluido. Lo curioso es que, pese a tanto homenaje, la verdadera entrada a Wonderland no está en NY, sino en Boston (donde también visitamos por la noche el barrio de Beacon Hill y estuvimos a punto de ver a Peter Pan).
El próximo día nos ponemos pictóricos y pintureros y les contamos más del viaje.
8 comentarios :
ah, Nemo, has estado en la CIUDAD casi justo un año después que yo (que fui el 3 de sept del 2011) Embelesa, es una droga bestial y da la impresión de que uno se deja mil cosas por ver/hacer. Leeré estos posts y recordaré los míos propios, porque yo también me ví "obligado" a verter lo que mis ojos en chiribitas habían aprehendido allí.
Ya le leí a usted en su día, no se crea. Le doy la razón en todo y añado, y además es la ciudad más entretenida del mundo, aunque no se hagan planes: siempre aparece algo que ver/hacer/escuchar donde uno menos se lo espera.
Abrazos
¿qué tal tiempo has tenido? A nosotros nos tocó un calor del copón, pero cosa seria, y a media semana entró un resto de huracán que me caló toda la ropa hasta el punto de hacerme ir de tienditas de idem, que era lo último que pretendía hacer y salí como un guante y todo fashion XD
Hasta en eso nos ha repetado NY. Una lluvia inoportuna un día en mitad de Little Italy y el resto de los días, soleados, apacibles y con una brisilla "gentle", que dicen ellos.
Usted es fashion hasta en la Costa de la Muerte ;)
Leo con avidez su relato de ese estupendo y envidiado viaje a Nueva York y estoy deseosa de poder seguir leyendo más, sobre la Gran Manzana y sobre Boston. ¡Estas dos ciudades son mi debilidad! un saludo afectuoso.
Gracias por la visita y por tus palabras, Bea. Seguiremos con la crónica, que tus ciudades bien lo merecen ;)
He leído las crónicas al revés: primero la III, luego la II...Hace mucho tiempo que estuve allí y no disfruté de tanto tiempo como ud. pero me encantó igualmente. Si volviese, ahora lo miraría con otros ojos. Gracias.
Eso es lo bueno de NY, que no hay suficientes ojos para mirar todo lo que ofrece.
Gracias a ti por la visita y el comentario :)
Publicar un comentario