lunes, septiembre 17, 2012

New York, New York (y III). Grafitis y cómics.

Dice Enric González en Historias de Nueva York que NY se divide en tres zonas: Gothan, que es donde vive Batman cuando llueve; Metropolis, que es donde vive Superman cuando hace sol y Brooklyn, que es Brooklyn. Nuestro amigo Chose le corrige... y Brooklyn que es donde viven los que molan. Es cierto que en Brooklyn ha vivido mucha gente interesante, desde Melville a Capote, pasando por los Arthur Miller, Walt Whitman, Thomas Wolfe o, ya en presente, Paul Auster. Brooklyn es el Nueva York de los paseos fluviales de Woody Allen y el de las barriadas negras de Spike Lee. Y al norte de Brooklyn está Williamsburg, el barrio más marchoso y divertido del Nueva York actual; la calle Bedford es una fiesta y además tienen el buen gusto de servir algunas de las mejores cervezas del mundo (Old Rasputin, Dogfish 90...), como el que te está poniendo una Heineken moliente.
No todo es Manhattan, están Brooklyn, Staten Island, el Bronx (que no llegamos pisar)... y Queens. El otro día les hablábamos del PS1, esa modernidad expositora excindida del MoMA situada en el distrito, dentro del barrio de Long Island City. Justo al lado, encontramos algunos de los mejores ejemplos de grafitis neoyorquinos, en 5Pointz, uno de los centros legales de arte urbano más visitados de la ciudad. Algunas de las obras que cubren los muros del recinto (también llamado The Institute of Higher Burnin) valen la visita. No sabemos decir si fue por la acumulación cromática, pero fíjense que hasta creímos descubrir algunos lagartos del mismísimo Vaughn Bode entre tanta obra mural.
También descubrimos varios grafitis de interés paseando por el Meatpacking District. La zona se ha convertido en un lugar de moda no ya por su cercanía con otros barrios de postín, como Chelsea, Greenwich Village o el Soho, o por la acumulación de galerías de arte que presentan sus calles, que también, sino, sobre todo, por uno de esos proyectos urbanísticos con criterio e inteligencia que consiguen darle lustre a un barrio. Nos referimos a la reconversión de The High Line (una antigua línea férrea elevada) en un precioso jardín público. A lo largo de más de dos quilómetros, el viandante puede disfrutar de un paseo entre azoteas, esculturas, surrealistas miradores de cristal con vistas al tráfico y mucho verde. Viva el urbanismo sostenible. Además, la zona, como hemos señalado, rezuma arte contempráneo y grafitis (que a veces es lo mismo).
Paseando se disfruta de Nueva York como de pocas ciudades (cuando el clima le respeta a uno y la compañía es estupenda, como lo era la nuestra). Descubrimos bastantes tiendas de cómics entre tanta ida y venida. Ya les hablamos el otro día de la superfuerza del icono en esta ciudad. A nosotros uno de los locales que más nos gustó fue Jim Hanley's Universe Comic Books, que además de estar en la trasera del Empire State Building, que ya le da glamour al asunto de por sí, tiene centenares de títulos clásicos, alternativos, underground, europeos y fanzineros, más allá de la predominante avalancha superheroica que destacaba en la mayoría de tiendas de cómics que pudimos visitar aparte de ésta. Buena selección y mucha rareza; nos trajimos algunos cómics que pintan bien. Les daremos cuenta aquí de ellos en posts venideros. Visitamos el local varias veces, aunque una de ellas fue en balde por culpa de una desagradable sorpresa que mantuvo el área precintada durante varias horas.
Es una de las impresiones que le quedan a uno a la vuelta de Nueva York: si no fuera porque la gente que habita en sus calles es real y porque lo que en ellas sucede no siempre es agradable, a uno le parecería que en realidad pasear por la Gran Manzana es como hacerlo por los planos de una película o por las viñetas de un cómic. Que se lo pregunten a Batman y a Superman.
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New York, New York (II). De museos.

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